ISSN: 1390-8863
Revista de Estudios Jurídicos
Número 4 / Diciembre 2015
Entre inmanencia y trascendencia
Apuntes para pensar la Mujer y el Derecho
Laboral Ecuatoriano
Trabajo y política
DERECHO Y TRABAJO
• Embarazo, lactancia natural y prevención
de riesgos laborales
RECTOR
Carlos Larreátegui
VICERRECTOR ACADÉMICO
Gonzalo Mendieta
DECANA
Alexandra Vela
DIRECTORA ACADÉMICA
Lorena Naranjo
DIRECTORA CÁLAMO
Pamela Jijón
COORDINADORA EDITORIAL
Liliam Fiallo
COMITÉ EDITORIAL NACIONAL
Juan Carlos Prado, PhD. Universidad de las Américas
Richard Ortiz, PhD Universidad Heidelberg
Pamela Jijón, PhD. Universidad de las Américas
Wladimir Sierra, PhD Universidad de Berlín
Santiago Zarria, Mg. Universidad de las Américas
Emilio Cerezo, Mg. Universidad Católica del Ecuador
Liliam Fiallo, Msc. FLACSO-Ecuador
COMITÉ ASESOR INTERNACIONAL
Timothy Tambassi, PhD. Università del Piemonte
Orientale “Amedeo Avogrado”, Italia
Juan Antón, PhD. Universitat de Barcelona, España
Ignacio Cremades,PhD. Universidad Complutense de
Madrid
Blanca Rodríguez, PhD. Universidad de Sevilla
Roberto Bueno, PhD. Universidade Federal de
Uberlândia, Brasil
Gorki Yuri Gonzales, PhD. Universidad Católica del
Perú
Mónica Gonzáles Contró, PhD. Universidad
Autónoma de México-Instituto de Investigaciones
Jurídicas, México
Teodoro Yan Guzmán, PhD. Universidad de la
Habana, Cuba
Julio Antonio Fernández, PhD. Centro de Estudios de
la Administración Pública, Habana-Cuba
Patricia Reyes, PhD. Universidad de Valparaíso, Chile
Nayibe Chacón Gómez, PhD Universidad Central de
Venezuela
Martin Aldao, PhD. Universidad de Buenos Aires,
Argentina
Raúl Gustavo Ferreyra, PhD. Universidad de Buenos
Aires, Argentina
Ricardo Rabinovich-Berkman. PhD Universidad de
Buenos Aires, Argentina
CORRECCIÓN DE ESTILO
Emilio Cerezo, Mg.
TRADUCCIÓN ESPAÑOL-INGLÉS
María Dolores Miño, LL.M.
María Helena Carbonell, Mg.
TRADUCCIÓN ESPAÑOL-PORTUGUÉS
Marcella da Fonte Carvalho, PhD (c)
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ISSN
1390-8863
Cálamo 4: Los artículos que conforman el número 4 de
Cálamo han sido evaluados bajo la modalidad de revisión
por pares previos a su publicación.
Tengo el agrado de iniciar la presentación del
cuarto número de Cálamo, revista de Estudios
Jurídicos de la Universidad de las Américas, con la
importante noticia del ingreso de nuestra revista a
Latindex, hecho que signica para nuestra comunidad
universitaria un alto reconocimiento cientíco y el
acceso a la investigación en el ámbito internacional.
Nuestra revista se caracteriza por la investigación
contemporánea y comprometida del derecho en diá-
logo con las demás disciplinas de las ciencias sociales.
Por ello, en esta ocasión, la sección Dossier está de-
dicada a la relación entre Trabajo y Derecho. En esta
época en la que el sujeto y la sociedad se estructuran
alrededor del pilar fundamental del trabajo, es im-
portante cuestionar la relación que mantiene con el
Derecho; entendiendo a este último no sólo como el
marco jurídico en el que el trabajo se desenvuelve sino
también, como el instrumento principal para aportar
en la construcción de relaciones laborales más justas.
La contribución del Profesor Eric Lecerf, es funda-
mental al momento de cuestionar la forma en que la
teoría se ha aproximado al tema del trabajo, y desde
ahí comprender lo particular de dicho objeto de es-
tudio, cuya realidad debería permitir un acceso del
sujeto a la libertad.
Los artículos de Lydia Andrés y de Elisa Sierra, tienen
como sujeto principal de reexión a la mujer. La pri-
mera, nos invita a analizar la presencia que ha tenido
la mujer en el derecho laboral ecuatoriano, prestando
particular atención a los cambios introducidos por la
Ley Orgánica de Justicia Laboral y Reconocimiento
del Trabajo en el Hogar aprobada en abril de 2015
por la Asamblea Nacional. Sierra, por su parte, realiza
un análisis comparado entre el derecho comunitario
europeo, en especial, la normativa española y el dere-
cho laboral ecuatoriano; en materia de obligaciones
de adaptación del puesto de trabajo de las mujeres en
estado de embarazo o lactancia.
Por su parte, Pamela Jijón, propone un estudio del
pensamiento del trabajo de Simone Weil, autora fun-
damental para pensar la dimensión política del tra-
bajo y desde ahí su posible relación con la emanci-
pación.
La sección de ensayos cuenta con el aporte del Doctor
Alberto Poletti, quien abre un cuestionamiento sobre
las posibilidades que tiene el derecho para mejorar
la situación de los desfavorecidos, centrándose en el
tema educativo. En esta misma sección, Efrén Gue-
rrero propone un análisis sobre la reforma judicial
en el Ecuador en relación a la democracia delegativa,
demostrando cómo en el Ecuador esta reforma se ha
centrado en la función ejecutiva.
En la sección entrevistas Lilliam Fiallo, profeso-
ra de Historia del Derecho, entrevista al Profesor
Jean-Christophe Lievain, especialista en derecho la-
boral, quien realiza un análisis sobre el pago de las
vacaciones en el Ecuador.
Además, teniendo en cuenta la íntima relación entre
la ética y el trabajo, este número incluye un resumen
comentado de la obra de Aristóteles Ética a Nicómaco
realizado por Emilio Cerezo. Por último, atendiendo
a nuestro compromiso con la investigación nacional,
en la sección reseña encontramos la presentación que
Jorge Daniel Vásquez realiza del texto “Cultura y po-
licía en Ecuador: Estudio sobre la creación de la casa
de la cultura” de Martha Cecilia Rodríguez.
Así, con este cuarto número, nuestra revista aanza
su contribución a la investigación y al debate nacional
e internacional.
Alexandra Vela Puga
Decana Escuela de Derecho
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
Dossier
§ ENTRE INMANENCIA Y TRASENDENCIA .......................................................................... 6
Eric Lecerf
§ APUNTES PARA PENSAR LA MUJER Y EL DERECHO LABORAL ECUATORIANO.
UNA MIRADA A LA LEY ORGÁNICA PARA LA JUSTICIA LABORAL
Y EL RECONOCIMIENTO DEL TRABAJO DEL HOGAR .................................................. 18
Lydia Andres
§ EMBARAZO, LACTANCIA NATURAL Y PREVENCIÓN DE RIESGOS LABORALES:
LA REGULACIÓN NORMATIVA COMUNITARIA EUROPEA Y ESPAÑOLA
EN COMPARACIÓN CON EL DERECHO ECUATORIANO ............................................... 32
Elisa Sierra
§ LA RELACIÓN ENTRE EL TRABAJO Y LA POLÍTICA EN EL PENSAMIENTO
DE SIMONE WEIL. BASE PARA PENSAR LA EMANCIPACIÓN ......................................... 43
Pamela Jijón
Ensayos
§ SOCIEDADES MULTIÉTNICAS EN EL SIGLO XXI: EDUCACIÓN, ACCESO A
OPORTUNIDADES E IGUALDAD ......................................................................................... 56
Alberto Poletti
§ REFORMA JUDICIAL COMO PRUEBA DE LA DEMOCRACIA DELEGATIVA
EN ECUADOR. ANÁLISIS INSTITUCIONAL Y EL COMPORTAMIENTO
DE LA FUNCIÓN EJECUTIVA .............................................................................................. 68
Efrén Guerrero
Entrevista
§ SOBRE EL PAGO DE LAS VACACIONES EN EL ECUADOR. UN ANÁLISIS DESDE
EL DERECHO LABORAL. ENTREVISTA
CON JEAN CHRISTOPHE LIEVAIN ..................................................................................... 84
Lilliam Fiallo
Resumen comentado de obra
§ LA ÉTICA A NICÓMACO, DE ARISTÓTELES. INTRODUCCIÓN
Y COMENTARIOS .................................................................................................................. 90
Emilio Cerezo
Reseña
§ CULTURA Y POLÍTICA EN ECUADOR: ESTUDIO SOBRE LA CREACIÓN
DE LA CASA DE LA CULTURA ........................................................................................... 112
Jorge Daniel Vásquez
DOSSIER
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 6-17
ENTRE INMANENCIA Y TRASCENDENCIA
ALGUNAS REGLAS DESTINADAS A AYUDARNOS A PENSAR EL TRABAJO*
BETWEEN IMMANENCE AND TRANSCENDENCE
SOME RULES TO HELP US THINK WORK
ENTRE IMANÊNCIA E TRANSCENDÊNCIA
ALGUMAS REGRAS PARA NOS AJUDAR A PENSAR O TRABALHO
Resumen:
Pensar el concepto de trabajo no se inscribe en el ámbito
de la evidencia, pues el conocimiento del trabajo implica si-
tuarse de manera permanente entre lo abstracto y lo concre-
to, entre lo vivido íntimamente y el reconocimiento público,
entre la voluntad del sujeto y la renuncia de esta misma vo-
luntad. Es un lugar de contradicciones, de extrema comple-
jidad. En esta época en que toda acción tiende a volverse
trabajo, la búsqueda de sentido sobre este particular objeto,
parece esencial para quien considera aún posible inuenciar
el curso de la historia. Para ello, es indispensable hacer una
lectura crítica de los planos de inteligibilidad en los que el
trabajo ha sido analizado, y desde ahí pensar en el sujeto, y
ver cómo este se sitúa entre la producción del objeto de su
trabajo y la producción de sí mismo como sujeto; a través
del agente trabajo que no es ni trascendente ni inmanente.
Palabras clave: Trabajo; Inmanencia; Trascendencia; Suje-
to; Inteligibilidad.
Summary:
To think the concept of work does not fall within the sco-
pe of evidence, because knowledge of labor implies placing
yourself permanently between the abstract and the concre-
te, between what has been lived intimately and public re-
cognition, between the subjects will and resignation of that
same will. It is a place of contradictions, of extreme comple-
xity. In a time when every action tends to become work, the
search for meaning on this particular issue turns essential
for anyone who believes it is still possible to inuence the
course of history. It is therefore essential to make a critical
reading of the levels of intelligibility in which work has been
analyzed, and from there to think about the subject, and see
how that subject is placed between the production of the ob-
ject of his/her work and the production of itself as subject;
through the agent of work that is neither transcendent nor
immanent.
Key words: Work; Immanence, Transcendence, Subject,
Intelligibility
Resumo:
O conceito de trabalho não se enquadra no âmbito das pro-
vas, porque o conhecimento do trabalho implica situar de
maneira permanente entre o abstrato e o concreto, entre
o vivido intimamente e o reconhecimento público, entre
a vontade do sujeito e a renúncia desta mesma vontade. É
um lugar de contradições, extremamente complexa. Numa
época em que cada ação tende a tornar-se trabalho, a busca
de sentido sobre este assunto em particular, parece essen-
cial para quem acredita possível sua inuência no curso da
história. Portanto, é essencial para fazer uma leitura crítica
dos planos de inteligibilidade em que o trabalho tem sido
analisado, e desde aí pensar no sujeito, e ver como este se si-
tua entre a produção do objeto de seu trabalho e da própria
produção como sujeito; através do agente, o trabalho não é
nem transcendente nem imanente.
Palavras chave: Trabalho; Sujeito; Imanência; Transcen-
dência; Inteligibilidade.
Eric Lecerf**
* Traducción al español realizada por Pamela Jijón
** Profesor de losofía en la Université Paris 8, después de haber sido director del programa del Colegio Internacional de Filosofía entre 1922-1998. Sus
investigaciones se centran en la losofía del trabajo y sobre los fundamentos metafísicos de las políticas de emancipación.
Enviado: 20/09/2015
Aceptado: 30/10/2015
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 6-17
En todo pensamiento sobre el trabajo hay una
paradoja. Con la llegada de la modernidad, el trabajo
se volvió rápidamente un objeto de estudio ante
el cual, varias disciplinas cientícas, compusieron
su propio aparataje de categorías y de predicados,
instruyendo un conjunto de análisis en que el
conocimiento esperado podía abarcar tanto las
singularidades más extremas como la búsqueda de
un paradigma propio, para denir una época en su
totalidad. Los elementos del lenguaje movilizados se
tornaron cada vez más sosticados, dando muestras
de una complejidad que contribuyó a constituir a la
mayoría de los sujetos trabajadores como profanos,
ellos mismos objetos de una investigación de la que
supuestamente no estaban en medida de entender, ni
los pormenores, ni los nes.
Al nal del siglo diecinueve, los obreros militantes
franceses, grandes defensores de la idea de autono-
mía
1
, intentaron apropiarse de los términos de esta
investigación todavía en gestación, y hacerse recono-
cer como los especialistas auténticos. En esta época
en que aparecieron los primeros congresos interna-
cionales que trataban sobre legislaciones sociales, la
cuestión de la apropiación del lenguaje sabio por par-
te de las organizaciones obreras, parecía efectivamen-
te decisiva. La escuela francesa de ciencias humanas,
fuertemente marcada por el solidarismo
2
, defendió
con cierto éxito la idea del paritarismo, no sólo en
las instituciones sociales, sino también en los insti-
tutos de investigación. Este movimiento tuvo como
traducción más prestigiosa la creación en 1920, de la
Organización Internacional del Trabajo. A partir de
ahí se crearon en toda Europa institutos de tipo pa-
ritario centrados en las cuestiones relativas al traba-
jo
3
. Contrariamente a la esperanza de los fundadores
del movimiento sindical, la difusión de saberes sobre
las condiciones de trabajo de las distintas categorías
de asalariados siguió siendo un tema para iniciados,
pues estos institutos contribuyeron a crear, en el seno
del movimiento obrero, una pequeña categoría de es-
pecialistas, para quienes el manejo de dichos saberes
1 En esta categoría pueden entrar tanto los reformistas como el positivista (1851-1924), fundador del poderoso sindicato del libro, como el libertario
Fernand Pelloutier (1867-1901) primer secretario de la Federación de Bolsas de Trabajo, o el banquero Victor Griuelhes (1874-1922) primer secretario
de la Confederación general del Trabajo.
2 Escuela de pensamiento creada en un primer momento por Léon Bourgeois (1851-1925), quien ocupó distintos puestos en gobiernos de centro-izquier-
da, antes de ser el primer presidente de la Sociedad de Naciones. Dicha escuela fue predominante en el conjunto de las ciencias humanas, sobretodo en
la sociología bajo la inuencia de Émile Durkheim y de Célestin Bouglé.
3 Es el caso en Francia con la creación del Instituto Superior obrero, en 1931, bajo la iniciativa de Ludovic Zoretti ey Georges Lefranc, ambos intelectuales
socialistas que colaboraron con las autoridades de Vichy durante la segunda guerra mundial.
se trasformaría en su ocupación principal e incluso
en ciertos casos en su ocio.
La investigación sobre el trabajo, pese a los com-
promisos políticos de personalidades como Georges
Friedmann o Pierre Naville, no logra liberarse de esta
sosticación del lenguaje erudito, aunque el concepto
de trabajo no haya dejado de demostrar un uso co-
mún que permite que cada uno disponga del mismo
sin necesidad de recurrir a cualquier elemento de de-
nición previa. Es un término sobre el cual, eruditos
y actores sociales, lósofos y políticos, no han dejado
de encontrar grandes dicultades para entenderse,
pero sobre el cual los niños cuandoapenas demues-
tran voluntad por acercarse a un conocimiento activo
del mundo, parecen ya estar listos a apropiarse de su
signicación plena.
El verbo trabajar no pertenece al régimen de la evi-
dencia en el que podríamos colocar a los verbos tales
como comer, dormir, correr o respirar. No podríamos
gracar este verbo, como un mimo, sin juntar varias
acciones. Este aparece casi como un auxiliar, al mis-
mo nivel que haber. Trabajar se constituye así como
una inexión determinante de toda acción. Ante las
acciones directas de las que se nutre el trabajo, éste se
constituye en un segundo grado, mejor dicho como
una abstracción concreta… Abstracción porque el
mismo no es nada más que las acciones que enviste de
sus cualidades de trabajo; concreta, porque aunque se
trate de un trabajo puramente intelectual, no podría
ser reconocido como trabajo sin una traducción ma-
terial, una efectividad. El conocimiento del trabajo
implica este juego de idas y vueltas permanentes en-
tre lo abstracto y lo concreto, entre lo vivido íntima-
mente y el reconocimiento público, entre la voluntad
del sujeto y la renuncia de esta misma voluntad. Es
un lugar de contradicciones, de extrema complejidad
para quien desee recuperar sus estructuras internas y
sus implicaciones sociales; aunque por otro lado apa-
rezca como una evidencia singular para quien arma
“voy a trabajar”.
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Para este sujeto, independientemente del marco ins-
titucional que acoge o no su acción, del objeto sobre
el que esta se desplegará, de la parte ínma o extendi-
da de utilidad común que le será reconocida, él sabe
desde el inicio que la inscripción de su acción en el
determinante singular que es el trabajo se traducirá
en: un gasto de energía, la inscripción en una tempo-
ralidad, la relación con el medio en que se movilizará
una técnica, y nalmente el lugar de una transforma-
ción, aunque esta última sea marcada por el carácter
efímero que a veces nos desespera cuando nos en-
frentamos a las más banales actividades de cuidado
del hogar.
En esta época en que toda acción tiende a volverse
trabajo, que la frontera entre producción y consu-
mo se vuelve menos evidente de determinar, que un
clima de incertidumbre reina sobre el devenir de las
codicaciones del trabajo, esta búsqueda de sentido
parece esencial para quien no se resuelve a pensar que
la historia es un cúmulo de procesos sobre los cuales
no podemos tener ninguna inuencia.
Antes de comprometer algunas reexiones o cons-
tataciones sobre este objeto de límites tan borrosos,
se requiere establecer algunos requisitos, sin los cua-
les correríamos el riesgo de permanecer cautivos de
una serie de conocimientos comunes, ornamentados
o no, por fórmulas herméticas o llenas de jergas que
nos convenzan de su carácter cientíco. Conviene
entonces, para quien desee evitar un lenguaje oscuro
o muy vago, primeramente determinar el campo de
investigación al que se va a referir este ejercicio, luego
manifestar su intencionalidad para nalmente, refe-
rirse de manera explícita a un plano de inteligibilidad,
todo esto permitiendo indicar bajo qué régimen de
pensamiento proponemos al sujeto para avanzar en
su investigación, o más precisamente para avanzar en
el conocimiento de lo que él mismo moviliza cuan-
do interviene en el mundo bajo el modo de actividad
que, pese las reservas ideológicas y epistemológicas
4
,
continuamos llamando trabajo.
Los campos de investigación para el estudio del tra-
bajo son bien conocidos. Se reeren a ese nudo entre
la economía y lo social, y según las situaciones histó-
ricas desbordan en el ámbito del derecho, de la tec-
nología o de la medicina. El trabajo asalariado, que
es sólo un modo de socialización entre otros
5
, ocupa
el primer lugar hasta el punto de constituirse en el re-
ferente absoluto, incluso en el horizonte en el sentido
en que la historia de la división del trabajo sería su
móvil. Hablar de trabajo, al menos en el lenguaje de
los medias, consiste primero en hablar de los medios
empleados por los hombres y las mujeres de un lugar
dado para ganar aquello que les permita satisfacer sus
necesidades. En los países de la OCDE, hablar de tra-
bajo, es primero y ante todo hablar de empleo, sobre
todo cuando este falta, cuando tiene la tendencia a
volverse un privilegio del que un número creciente de
personas está excluido. El trabajo asalariado se acom-
paña así de una lógica devoradora, que generación
tras generación, estrato social tras estrato social, pone
en juego una proliferación de restricciones, que ter-
minan haciendo aparecer una suerte de movimiento
natural, un tipo de determinismo capaz de subsumir
todo deseo de libertad. Así, ¿la venta de sí mismo
no aparece como acto voluntario? El trabajo para sí
mismo, aquel que efectuamos por fuera de toda ins-
cripción en una forma reconocida de interés general,
parecerá dar cuenta de un uso metafórico del térmi-
no trabajo, como si este último para ser reconocido
como tal, necesitara no solo del consentimiento del
otro, sino también de la traducción numérica suscep-
tible de establecer un valor.
Es en este marco, bastante reducido, que, desde Adam
Smith, se debate la cuestión del trabajo, al punto de
constituir un bien común, una suerte de certeza co-
mún que sólo algunos poetas o metafísicos podrían
cuestionar.
No se trata para nosotros de invalidar este campo de
investigación, sino simplemente de traer a la luz que
el mismo no abarca la totalidad del trabajo. O más
4 El estudio de un objeto como el trabajo hace extremadamente difícil el disociar lo que sale de la epistemología o de la ideología. Sin entrar en las discu-
siones de las tesis de Koyré, Kuhn o Foucault sobre las relaciones entre ciencia e ideología, parece difícilmente negable el notar que a la introducción de
una serie de parámetros tomados de las ciencias físicas para pensar el trabajo corresponda una representación naturalista de la sociedad, en parte salida
de las apologías clásicas de una sociedad calcada sobre el cuerpo humano, es decir naturalmente jerarquizada y desplegando formas de energía de las
que el poder-cerebro debe asegurar su dominio.
5 Podemos distinguir 4 formas de socialización del trabajo. El trabajo asociado que, bajo la forma tribal o familiar, interviene primero en la historia de las
sociedades humanas; el trabajo autónomo, et trabajo forzado, y el trabajo voluntario, siendo las fronteras entre estos modos problemáticas.
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bien que, si este campo cubriría la totalidad de senti-
dos que movilizamos para pensar el trabajo, esto sig-
nicaría que algo de nuestra autonomía, incluso de
nuestra humanidad, nos fue quitado. Si el trabajo se
resume a ser un simple medio para asegurar nuestra
subsistencia, sería la idea misma de existencia que
perdería una parte de su signicado, siendo la orga-
nicidad de la vida la que tomaría un lugar más impor-
tante; todo ello en un momento en que los compues-
tos articiales de la acción toman cada día un puesto
de mayor relevancia. Como lo veremos más adelante
a propósito de las restricciones de sentido, instituidas
por la difusión de las tesis de Marx, la asalarización
del trabajo indujo en el seno del universo económi-
co un innegable referente de racionalidad, propicio
para escalonar los reconocimientos sociales, y, desde
ahí asentando la legitimidad de las reivindicaciones
de que quienes, retomando a Marx, venden su vida
pedazo a pedazo. Además, esta forma de mercantili-
zación del tiempo se acompaña también de la pérdida
no menor, de una idea de dignidad personal cual se
practicaba en los ocios del periodo preindustrial.
La intencionalidad, es también otro elemento del que
la investigación no puede desviarse. Pensar el trabajo,
implica necesariamente una visión política. Partien-
do del hecho de que sería puramente azaroso el reto-
mar la propuesta de Helvetius para quien, es por sus-
traerse del trabajo que los hombres aspiran acceder al
poder
6
, la cuestión del trabajo continúa ocupando un
lugar central en todo discurso político.
Incluso cuando el Estado pretende descargarse de
esta responsabilidad sobre la sociedad civil, la orga-
nización del trabajo es un elemento fundador de lo
político en tanto es garante de las condiciones de exis-
tencia de la comunidad que lo inició. Este alcance del
trabajo por parte de lo político se estableció en pri-
mer lugar en la pareja producción-riqueza, luego se
desplegó progresivamente como arreglo de un orden
bajo el efecto del cual la idea de lo común encontraba
una nueva justicación.
Sin retomar de manera íntegra las tesis de Durkheim,
podemos constatar que la creciente especialidad del
trabajo social ha ido a la par con la disolución de las
formas originales de la solidaridad, comprometien-
do una dependencia más fuerte de cada uno con la
comunidad cada vez más abstracta. Dicho en otros
términos, reriéndose a lo político que, incluso cuan-
do se reclama para del liberalismo más radical, con-
ere al trabajo una dimensión disciplinaria capaz de
reconstituir en la sociedad lo que se ha perdido con el
borrarse progresivo de las costumbres.
Si hay un ámbito en que la neutralidad no sabría des-
plegarse sin parecer sospechosa, es este, la historia del
trabajo ha sido –y sigue estando– marcada por dema-
siados servilismos, dominaciones y explotaciones de
toda índole, como para imaginar que podamos man-
tenernos al margen de los conictos que se deducen.
Ninguna instancia de investigación podría estar en
medida de discutir con neutralidad la legitimidad de
los intereses que se expresan, a partir del momento
en que los principios que los sostienen, como la pro-
piedad y la igualdad, son a tal punto contradictorios.
Tomar al trabajo como elemento determinante en la
comprensión de las sociedades conduce fatalmente a
tomar partido, pues todo conocimiento en este ám-
bito implica sus zonas de sombra, lo que en un terre-
no en el que el conicto de intereses es endémico no
puede quedar sin efectos.
Por debajo de esta imposibilidad de pensar el trabajo
bajo una regla de neutralidad, este acto que no podría
suceder sin transformar lo real
7
, implica una hetero-
geneidad de puntos de vista, que responden tanto a
la subjetivación producida en y por el trabajo, como
al hecho que este pensamiento moviliza distintos
planos de inteligibilidad. Determinaremos cuatro de
ellos, que sin ser absolutos ni exclusivos, determinan
para cada uno su propio modo de aprehender lo real.
Estos constituyen límites ideales frente a los cuales es
indispensable tomar posición si queremos dejar en
claro a qué realidad nos estamos reriendo y sobre
todo para evitar estas formas de confusión nefastas –y
comunes– que hacen que en medio de una discusión
centrada en el plano de la inteligibilidad, se llegue
súbitamente a extirpar un punto de argumentación
6 En 1758, en De l’Esprit, escribía: «Para satisfacer esta pereza cada uno aspira al poder absoluto, el cual, dispensándolo de todo cuidado, de todo estudio
y de toda fatiga de atención, somete servilmente a los hombres a su voluntad» ( Helvetius 2015, cap XVIII).
7 Es evidente que en toda teorización del trabajo el axioma propuesto por Marx en sus Tesis sobre Feuerbach, acerca de un mundo que no podrí darse sin
transformarlo, se impone porque el trabajo es nuestro método exclusivo de transformación del mundo.
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proveniente de otro plano sin el cuidado de asegurar
la mínima coherencia con el propósito.
El primer plano, es evidentemente el de las necesida-
des, que reclama, para ser pensado, el ser sostenido en
una relación directa con las formas más inmediatas de
lo concreto. Todo ello conservando en mente la rede-
nición permanente de lo concreto que no es en nada
un relativismo, sino una expresión del movimiento
permanente que anima a las sociedades. Movimien-
to que ha tomado el nombre de progreso, hasta esta
época en que se ve el futuro de nuestro planeta pues-
to en duda por una aceleración sin precedente de las
contaminaciones ligadas a la actividad humana. Las
necesidades se reeren en primer lugar a todo aque-
llo que permite a la vida conservarse. Más allá de las
líneas de acción originales designadas por los verbos
como comer, cuidarse, vestirse, abrigarse; se trata de
un plano que conoce una extensión permanente pues
se suman otras líneas de acción tales como moverse,
educarse, comunicarse…Este plano de inteligibilidad
es evidentemente el de la economía, o más bien aquel
que hizo que la economía migre del dominio privado
al que se referían Xenofón o Aristóteles, hacia lo que
el siglo dieciocho llamará economía política.
Este es un plano que tiende a ocupar un puesto domi-
nante, incluso a posicionarse como la única instancia
de discusión sobre el trabajo. Sin embargo, es en este
plano en que el trabajo cede su lugar ante el concepto
de producción, término que supone eliminar las am-
bigüedades metafísicas ligadas al trabajo, al punto de
servir como modelo para pensar las actividades hu-
manas de servicio, cada vez más sometidas a la eva-
luación de tipo productivista.
Pensar al trabajo por fuera de este plano de las nece-
sidad nos condenaría ciertamente a quedarnos en el
plano de la pura abstracción, y a olvidar que somos
un cuerpo; pero reducir al trabajo a este plano, sería,
como lo dijimos a propósito de la predominancia del
esquema salarial, admitir que no somos nada más que
un cuerpo, y haciéndolo reduciríamos al historia a un
proceso captivo de los determinismos económicos.
El segundo plano es el de la experiencia, de esta for-
mación del sujeto del que la losofía ha problemati-
zado los desafíos bajo el término de ontología. Cada
uno sabe que el trabajo es una base determinante de
la formación de sí mismo. Este es un punto de acuer-
do entre Freud
8
y Jung
9
, entre. Wallon
10
y Canguil-
hem
11
. Lo que no aparece como evidente es para q
es para lo que el trabajo nos forma. Para uno de los
fundadores de la búsqueda sociológica Frédéric Le
Play
12
, el espacio en que la experiencia del trabajo es
más fecunda es en el ámbito de la disciplina; mientras
que para Augusto Comte, es más bien una lección de
humildad que el trabajo nos ofrece a través de la rela-
ción directa que éste inicia con la materia
13
.
No podríamos imaginar un trabajo, que de una forma
u otra no movilice nuestra capacidad de hacer expe-
riencia, de inscribir en nuestro capital de saberes nue-
vos datos. Estos conocimientos se asientan tanto en el
dominio de la pura abstracción como en el registro
del hacer, o de manera más simple en las actitudes
y gestos cuyo uso manejamos incluso antes de saber
nombrarlos. En toda forma de acción la experiencia
es a la vez instrumento, motor y revelador. Una ac-
ción poderosa, innovadora, será una acción que deja-
rá en nosotros un rastro tan marcado que nos senti-
remos transformados. La pregunta es entonces saber
si es que la experiencia engendrada por el trabajo se
singulariza en alguna otra forma de experiencia. Y es
en este punto en que interviene la necesidad. Pode-
mos pensar el trabajo por fuera del plano de la nece-
sidad, pero el trabajo teje necesariamente un contacto
mínimo con una necesidad que puede ser material o
espiritual, moral u ordenada por el otro, personal o
comprometida bajo el régimen del interés colectivo,
inmediatamente perceptible o implicada en el juego
de separaciones más o menos consistentes. Es en esto
que el trabajo se distingue radicalmente del juego que
pueden tener en común con lo serio, el compromiso
de sí mismo, la movilización del tiempo, el esfuerzo
consentido.
Un juego es su propia necesidad, lo que explica, al
menos en un sentido, su capacidad de encantar al
8 Ver Malaise dans la civilisation (1930)
9 Ver Psychologie de l’inconscient (1913)
10 Ver Principes de psychologie appliquée (1930)
11 Ver Milieu et Normes de l’Homme au Travail(1947)
12 Ver La réforme sociale en France (1864)
13 Ver Le prolétariat dans la société moderne (1849)
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sujeto. Mientras que el trabajo, implica ciertamente
la expresión de una voluntad, pero de una voluntad
que se enfrenta a la necesidad, que se pone en movi-
miento para cumplirla, sobrepasarla, y transformarla
en libertad. La experiencia que está en juego implica
la certicación de la voluntad en la confrontación con
la necesidad. Y es en este punto en que la dimensión
ontológica interviene, sobre todo a través de la orien-
tación dada a la atención que condicionaría las condi-
ciones de efectividad de la experiencia. La búsqueda
del cociente de gasto de energía más favorable para
el sujeto ¿implicará el recurso al hábito que distan-
cia todo aquello que contradice lo inédito? O al revés,
¿entregará a este inédito una posición central para
que el trabajo se vuelva creación? Creación de objetos
nuevos, creación de espacios, creación de sí mismo.
Una situación normal de trabajo se manifestará en
una mezcla de ambos. Y seguido, es entre la atención
de la que se nutre nuestra intervención de lo inédito
y la vigilancia que separa todo lo que no es un hábi-
to, que nos es dada nuestra posición de autonomía de
sujeto.
El tercer plano, es el de la sociabilidad, de la relación
con el otro. Nadie podría cuestionar que el trabajo es
un elemento clave de la experiencia compartida. No
es necesario retomar aquí la clásica discusión sobre
la división del trabajo, que implica efectivamente una
sociabilidad en dos orientaciones, por un lado la re-
partición de las tareas que induce a la especialización,
y por el otro la repartición del esfuerzo que se traduce
en la asociación
14
. El trabajo induce una relación con
el otro en quien ve al anunciador, iniciador o destina-
tario de la necesidad.
En cuanto a la historia de los hombres, no podemos
negar que la inscripción de una parte de las activida-
des bajo el régimen del trabajo haya contribuido a la
constitución de un lenguaje cada vez más especializa-
do, con el n de promover el compartir la experiencia,
su difusión, su reproductibilidad. Diríamos entonces
con Rousseau que ¿el lenguaje nació del trabajo? No,
pues hay de manera evidente otras razones para co-
municar con el otro, que el compartir esta experiencia
especíca. Pero por un lado sí, el estudio del trabajo
nos sitúa en el plano de la inteligibilidad que es la so-
ciabilidad, el homo faber está necesariamente dota-
do de un instrumento de comunicación complejo y
evolutivo. Pero debemos mitigar este punto y resistir
a la doble tentación que habita la disposición antro-
pológica del trabajo. La primera consistiría en pensar
que lo social pueda ser en sí mismo la zona en que
se efectúa el trabajo, lo que conllevaría el pensar que
todo trabajo tendría en sí mismo una virtud social –y
por lo tanto olvidar que el ejercicio de la voluntad que
es la fuente del trabajo puede permanecer en perfecta
autonomía. La segunda nos conduciría a pensar que
el trabajo es el móvil interno de toda sociabilidad, lo
que sería pensar que es en y por el trabajo que esta
interviene– lo que sería una negación de toda idea
de democracia o de fraternidad, incluso de amor.
Entonces, si no acreditamos la idea de una alteridad
que sería producto del trabajo podemos armar con
Jules Vuillemin que esta es “develada por él
15
, es de-
cir que la alteridad encuentra en el trabajo referen-
cias que le permiten ser cuestionada, problematizada.
El nosotros no es en sí mismo un sujeto del trabajo,
aunque mantiene con él una relación dialéctica evi-
dente. Como lo escribe André Gorz, el mito del lazo
social creado de manera mecánica por el trabajo no es
sino un engaño, en la medida en que omite recordar
que es más bien en las disposiciones de conicto que
atraviesan los territorios del trabajo donde se anuda
en sentido estricto el sentimiento colectivo. Podemos
entonces decir, que el trabajo no es la fuente del no-
sotros, pero que éste ha encontrado en aquél terreno
de experiencia que es transferible más allá de la esfera
del trabajo, de una manera más general en las formas
de acción colectiva que han encontrado en él sus mé-
todos.
El cuarto y último plano de inteligibilidad es el del
valor. Conviene entender a este término desde el án-
gulo de la heterogeneidad de sentidos que encuentra
su fuente en la manera, de la edad clásica, de marcar
la cualidad de una persona, y se reencuentra en las
declinaciones contemporáneas propuestas como teo-
rías económicas del valor, como las que se inician en
el siglo diecinueve con Ricardo, en las cuales la per-
14 En Le système des contradictions économiques (titulado también Philosophie de la Misère), Proudhon da como ejemplo la elevación del obelisco de Lou-
xor en el centro de París. Pues 200 granaderos fueron necesarios para montar el obelisco en pocas horas, mientras que uno solo de ellos habría podido
trabajar 200 días y no lo hubiera logrado.
15 En Lêtre et le travail, publicado en 1949.
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sona no está sino raramente convocada. Al pensar el
trabajo, tenemos que pensar al valor en un entre-dos,
que, sin refutar la distinción kantiana entre valor re-
lativo (que marca la utilidad) y un valor absoluto (que
tiende a alcanzar la dignidad), subsumiendo ambas
en una acaparación esencialista de la acción que en-
cuentra en sí misma su principio original.
Nombrar “trabajo” a una parte de la actividad, es a su
vez marcar lo que en la vida escapa al trabajo. Esto
nos lleva a realizar una separación ante la obligación
que la necesidad nos impone, independientemente de
su origen. El valor reposa así, en lo que en el centro
de una actividad marcada por el sello de la necesidad,
logramos constituir como libertad. Es lo que el traba-
jo crea, lo que suma al mundo, o que el objeto produ-
cido no podría encarnar por sí mismo. La economía
toma de ahí lo que compone la plusvalía, mientras
que la moral retiene la manifestación ejemplar de un
ser entregado a acceder a una forma superior de reali-
zación personal o colectiva. El hecho de que a este va-
lor le correspondan tanto una dimensión económica,
como una moral o social, y que sea tomada en cuenta
por la experiencia personal y colectiva, podría llevar-
nos a levantar este plano de inteligibilidad a un nivel
superior. Ese es el peligro del valor. Pues, como se si-
túa del lado de los nes, tiende a querer torcer todos
los móviles hacia su propia realización. Esto, lo hace
caer en la pura retórica y lo hace mutar en argumento
de propaganda para quien quiere poner el trabajo del
otro bajo su autoridad. Así, aunque es esencial el no
abandonar este plano de la inteligibilidad, sin el cual
el valor de la libertad no sería sino una compensa-
ción, conviene conservarle un lugar equivalente a los
otros tres.
Antes de pensar estos cuatro planos de la inteligibili-
dad habíamos hablado de un “régimen de pensamien-
to. Podemos decir, que todo lo que hemos expuesto
sobre el trabajo a partir de nuestro pensamiento, no
podría advenir si nos contentáramos en permanecer
en esa exterioridad prudente que ha servido de base
a la casi totalidad de las teorías del trabajo que se
han desarrollado en los dos últimos siglos. En efecto,
a la mayoría de lósofos, ensayistas o reformadores
que se han enfrentado a la pregunta del trabajo, les
ha parecido fuera de lugar el integrar el análisis de
la acción misma que ellos establecían al momento de
constituir su juicio. El trabajo sobre el que exponen
sus reexiones les debía parecer de una esencia com-
pletamente ajena a la movilización que implica toda
investigación. El ejemplo más fuerte es seguramente
el de e Human Condition de Hannah Arendt, cuya
categorización
16
se ha sostenido como doxa, aunque
plantea de manera explícita la vida del espíritu en un
más allá que se inscribe en un esquema platónico
17
. Y
cuando Arendt atribuye a Marx el título ambiguo del
más grande lósofo del trabajo, lo hace en un sentido
restrictivo del trabajo como producción, y de ningu-
na manera reriéndose a una denición más amplia
que integraría el trabajo que Platón, San Agustín,
Marx y Heidegger, y ella misma, tuvieron que llevar
a cabo para componer un pensamiento dotado de un
mínimo de coherencia.
Esto no es solamente una paradoja, es una negación
inconcebible. Pues, ¿cómo es posible imaginar que el
pensamiento, estructurado, riguroso, creador, pueda
ser otra cosa que un trabajo? Como si el pensamiento
estaría exento de cualidades y límites que harían que
una acción sea llamada trabajo. Es en este régimen
de exterioridad del pensamiento que el trabajo nos
es presentado, sobre todo bajo el modelo del trabajo
obrero. Se trató de trazar una frontera inviolable entre
el orden de un pensamiento supuestamente libre y un
trabajo alienado. Raros, muy raros, son aquellos que,
como Simone Weil, defendieron la tesis de una aso-
ciación del pensamiento y del trabajo. Para esta ló-
sofa, comprometida, que de manera voluntaria deci-
dió trabajar como obrera en las industrias de Renault,
para analizar cómo la atención era movilizada
18
, un
pensamiento desencarnado de toda relación con lo
concreto da cuentas de una alienación igual a aquella
de un trabajo manual en el que no está reservada nin-
guna incitativa para le pensamiento.
16 Entre el trabajo cuya naturaleza es efímera y que sostiene a la vida por el consumo, la obra que dura y constituye un mundo y en n la acción que es el
motor de la historia y se enviste del sentido político.
17 Especialmente en el Menón, texto en el que vemos que aprender no implica las mismas modalidades de pensar cuando somos libres de nuestro tiempo,
o al contrario cuando estamos sometidos a un tiempo limitado por la necesidad, ordenada o no por el jefe. Para Platón, el pensamiento puede ser libre
únicamente cuando se constituye en una perfecta extrañeza con cualquier nalidad inspirada por la necesidad.
18 Experiencia que dio lugar veinte años más tarde a la publicación de sus carnets bajo el nombre de La condición obrera.
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Weil sigue las enseñanzas de Proudhon, que en este
punto han seguido siendo ejemplares, en la medida
en que es el primero en haber introducido la idea de
que el pensamiento se compone sobre el modelo de
la acción practicada por la mano
19
. Otros lectores de
Proudhon como Charles Péguy, Georges Gurvitch,
Henri de Man, se inscribieron en esta tradición que
fue marginalizada por el régimen de pensamiento do-
minante, tanto en los defensores del liberalismo eco-
nómico como en la mayoría de los socialistas, quié-
nes, pese a las celebraciones de una historia que se
supone inscrita en el perfecto materialismo, no han
dejado de levantar una frontera de naturaleza pura-
mente espiritualista en el centro de la misma activi-
dad humana.
Para desarrollar este punto, esencial si queremos
comprender nuestras dicultades al momento de
pensar el trabajo en su globalidad, y sobre todo para
entender por qué el régimen de pensamiento que se
despliega sobre él lo hace desde la exterioridad, po-
dríamos recordar el famoso ejemplo: Una extra lo-
cura se ha apoderado de las clases obreras de los países
en que reina la civilización capitalista. Esa locura es
responsable de las miserias individuales y sociales que,
desde hace dos siglos, torturan a la triste humanidad.
Esa locura es el amor al trabajo, la pasión moribunda
del trabajo, que llega hasta el agotamiento de las fuer-
zas vitales del individuo y de su prole.
Esta cita está presente en la mayor parte de manua-
les de losofía, de historia o de sociología que traten
sobre el trabajo, y está presente como una de las pri-
meras grandes refutaciones del “valor trabajo. Esta
cita es tomada de la primera página de la célebre obra
Derecho a la pereza de Paul Lafargue, yerno de Karl
Marx, y cuya ironía de la historia hace que aunque
la propagación del texto se deba en su gran parte al
medio anarquista, es en gran medida contra ellos que
fue escrito. En efecto, cuando Lafargue publica este
texto
20
, se trataba para él de perseguir, en el seno de
la Internacional socialista, el combate que había lle-
vado Marx contra los partidarios de Proudhon, y de
manera más general contra todos aquellos que conti-
nuaban reivindicando una moral emancipadora del
trabajo. O, para retomar nuestro tema, un combate
contra todos aquellos que seguían reriéndose a un
régimen de pensamiento en el que la mano y el espí-
ritu serían indisociables.
Como buen discípulo de Marx, no es sobre el trabajo
en cuanto tal que Lafargue reposaba su crítica, sino
sobre el sentimiento de esencialidad que da al trabajo
un valor que desborda los marcos de los intercam-
bios económicos. Lafargue quería organizar su com-
bate contra la esperanza, que sostenían la mayoría de
militantes obreros y socialistas de su época acerca de
la emergencia de un trabajo emancipado. Militantes
para quienes la pregunta del poder político, incluso
de las modalidades de institución de la propiedad, te-
nían una menor importancia frente a los procesos por
los cuales el obrero podía o no conservar la organiza-
ción de su trabajo
21
.
La abolición del trabajo asalariado, que era la consig-
na más extendida entre la clase obrera, debe enten-
derse de dos maneras:
Para Lafargue así como para la casi-totalidad de
los discípulos de Marx, este objetivo tiene senti-
do solo al interior de la socialización de los mo-
delos de producción, que hará que la condición
asalariada, que se halla extendida al conjunto de
la sociedad –campesinado incluido- sea plantea-
da bajo la autoridad pública, cambiando de na-
turaleza y pareciéndose a una forma de servicio
común, cuyo objeto es la realización equitativa de
las necesidades
22
.
19 Punto teorizado en el sexto estudio de De la Justice dans la Révolution et dans l’Église, pero que está presente en toda su obra, por ejemplo en los Ma-
jorats littéraires donde escribe: «aquel que tiene su idea en la palma de la mano es un hombre muchas veces con mayor inteligencia, en todo caso más
completo, que aquél que la lleva en su cabeza, incapaz de expresar de expresarla de otra forma.
20 Este texto panetario apareció incialmente en la revista L’ É g alité bajo el título de Le droit à la paresse, réfutation du droit au travail de 1848. En 1883
fue publicado en forma de ensayo. Maurice Dommanget, en su introducción redactada en 1969, indica que Lafargue habría esperado la muerte de
Louis-Mathurin Moreau-Christophe para publicarlo. Pues, lo esencial de las referencias que Lafargue moviliza tenían su fuente en Droit à l’oisiveté,
publicado por Moreau-Christophe en 1849.
21 La primera huella escrita que instituye reglas a cada ocio se encuentra en el Libro de los ocios, redactado en 1268 por Etienne Boileau bajo pedido
del rey Louis IX. Este trabajo trataba de los ocios de París y para cada uno indicaba las estructuras de aprendizaje, las modalidades de integración, les
jerarquías internas así como las formas y procesos de fabricación.
22 Eduard Bernstein, es uno de los primeros marxistas en cuestionar tal dogma, su ensayo Socialisme théorique et social-démocratie pratiquepublicado en
1898, reconoce en este punto una virtud real de la tradición proudhoniana.
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Para los socialistas de tendencia libertaria se tra-
tará más bien de un reapropiación del trabajo, no
a título de un poder a ser conquistado sino más
bien como potencialidad común. Terminar con el
trabajo asalariado implicaría dar todo el sentido
al concepto de “capacidades obreras” inventado
por Proudhon
23
quien preconiza todas las formas
de autonomía de la clase obrera, desde las mu-
tualistas, las asociaciones de resistencia, hasta las
cooperativas de producción.
En el primer caso el trabajo es pensado como una
obligación de la que conviene compartir el peso, es-
tando la dignidad del sujeto relacionada de manera
casi exclusiva con el grado de su concientización po-
lítica. Mientras que en el segundo punto, el trabajo
sigue siendo el lugar de la constitución de un sujeto
autónomo. En el primer caso la acción está volcada
hacia una conquista política del poder, mientras que
en el segundo toda revolución parece implicar un do-
minio de sí mismo que no puede satisfacerse de una
condición servil, ni de una relación pervertida en un
poder de acción cuya fuente sería la experiencia del
trabajo.
Retomando un tema que será desarrollado medio si-
glo más tarde por Simone Weil, no se puede esperar
un pueblo servil, humillado, que invente condiciones
de emergencia de una libertad auténtica
24
.
Aunque la tesis de una constitución del trabajo como
valor antropológico no está ausente de la obra de
Marx
25
, es en el marco del positivismo histórico que
inicia su famoso juicio sobre el trabajo. El dominio
que el hombre adquiere sobre la naturaleza no tiene
sentido sino en una alteración de su propia natura-
leza, es la forma de reicación que Marx conserva
como huella de sus lecturas del Hegel dialéctico de
la Fenomenología del espíritu. Hoy en día no hay nin-
gún comentario de la obra de Marx que omita citar
los Manuscritos del 44, donde se expone la tesis de la
alienación del trabajo descompuesta en 4 momentos.
El primer momento es el de la exteriorización del su-
jeto en el objeto que se realizó por el trabajo. Muy
cercano del fenómeno de objetivación descrito por
Hegel en la Fenomenología del Espíritu, este primer
grado constituye el origen. Como ya lo había profe-
tizado Locke para justicar la institución de la pro-
piedad privada
26
,, esta exteriorización del ser en su
producción engendra un sentimiento de fragilidad en
la medida en que dicha propiedad puede serle arreba-
tada en cualquier momento, y ser puesta al servicio
de intereses contrarios a los suyos. Marx no realiza
ninguna reexión particular sobre las medidas con-
servadoras que el sujeto se ve obligado a inventar para
reducir los efectos de dicha objetivación; sino que se
limita a señalar en qué medida esta inscripción de la
alienación en el plano ontológico es a la vez original y
permanente; dada la reiteración sin cesar acrecentada
en los efectos de la especialización del trabajo. Es un
dolor, que a diferencia de la dialéctica hegeliana no es
directamente una fuente de toma de conciencia de sí
mismo.
El segundo momento de la alienación adopta como
base el campo de lo social, bajo los auspicios de la
modernidad, y toma la forma de la opresión salarial.
El sujeto que conoció ya el primer momento de la ex-
teriorización de sí en la producción, se ve imposibi-
litado para resolver por sí mismo el problema de las
necesidades. Desde este momento tendrá que pasar
por la mediación del sueldo que le es dado a cam-
bio, primero por el producto de su trabajo , luego por
su fuerza de trabajo, y por último por el cociente que
debe dividir esta última en porciones normadas de su
tiempo. En este momento no se trata para Marx toda-
vía de establecer una ley de salarios
27
, ni de enfrentar
la servidumbre y el reconocimiento implicados en
cada intercambio monetario, sino de mostrar que el
carácter fenomenal del dinero está ligado a la consti-
tución de la fuerza de trabajo en producto.
Marx inscribe en este proceso de alienación un ter-
cer momento que podríamos nombrarlo como for-
23 En De la capacité des classes ouvrières, ensayo redactado en 1864 en respuesta a los militares socialistas que pretendían presenatr su candidatura a las
elecciones legislativas.
24 Principalmente en su ensayo Réexions sur les causes de la liberté et de loppression sociale, redactado en 1934, pero publicado por primera vez de manera
póstuma en 1955 bajo el título de Oppression et Liberté, en la colección «Espoir» dirigida por Albert Camus.
25 La referencia movilizada para defender esta concepción antropológica del trabajo en la obra de Marx es la página que introduce la 2da sección del libro
1 del Capital, en la que distingue las realizaciones de la araña y de la abeja frente al trabajo del tejedor y el arquitecto.
26 En Deuxième Traité du Gouvernement Civil
27 Establece los fundamentos de esta ley de salarios 3 años más tarde en la redacción de Travail salarié et capital.
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ma subjetiva. Después de haber atravesado el dolor
de la pérdida de sí mismo en el producto que se le ha
vuelto extranjero, seguido de la inscripción necesaria
de la mediación para cumplir con sus necesidades; el
sujeto se constituye en extranjero para sí mismo. El
sujeto produce una forma de sí mismo que conferi-
rá y retirará las identidades que le sean atribuidas. El
sujeto ya no se limita a vender pedazo a pedazo su
fuerza de trabajo, ni a alquilar secuencias cada vez
más largas de su tiempo de vida, sino que consiente el
transformarse en instrumento, y de ahí que termine
considerando a su cuerpo como extranjero a sí mis-
mo; extranjero a ese sí mismo que permanece en fuga
en una percepción íntima de la conciencia.
El cuarto momento de esta alienación será aquel de
la extrañeza pura, de un sujeto que después de haber
hecho el luto de la integridad de sí mismo, constituye
toda cosa en objeto, y por ello en mercancía.
Este texto no permite denir lo que es el trabajo, ni
tampoco sacar los elementos que servirían para dis-
tinguirlo de los otros modos de actividad. Pero realiza
una reexión global sobre el trabajo desde una apro-
ximación fenomenológica de la que Marx se hará el
defensor intransigente
28
.
Es interesante notar que Marx dejó estos manuscritos
en cartones que fueron rápidamente olvidados, y que,
cuando retomó alguno de los lineamientos allí plan-
teados como en su Introducción a la Crítica económi-
ca y política, sería para indicar que la abstracción y
la simplicidad den las que el trabajo pudo haber sido
una vez pensado, no fue sino el producto de un pe-
riodo histórico cuya complejidad fue eliminada por
el sistema manufacturero.
El momento de ruptura fue el de la escritura de la
crítica que produjo acerca de la obra e Proudhon, en
1847, que lo condujo a ver en esa búsqueda solo una
discusión estéril relacionada con una metafísica sin
ninguna implicación concreta. De Proudhon, a quien
había primero puesto como ejemplo del hombre real,
Marx hará tres años más tarde una crítica sin conce-
siones, publicando Miseria de la losofía, texto que
marca una ruptura en su obra. Aquí al concepto de
trabajo se sustituye el de producción, que permite
salirse de todas las contradicciones inherentes a un
pensamiento real del trabajo. De un trabajo en el que
se juege algo esencial de nuestra humanidad, y cuyos
debates contemporáneos sobre los modos de activi-
dad iniciados por el universo numérico nos entrega
toda su agudeza.
Pero nos falta todavía reactivar una crítica sobre lo
que movilizamos, construimos, gastamos de nosotros
mismos en esta forma singular de acción a la llama-
mos trabajo. Nos toca todavía encontrar el hilo de ra-
cionalidad implicado por una acción cuyo origen está
en la necesidad y cuya nalidad está en el develar una
libertad. Deberíamos liberarnos de esta doble doxa de
impermeabilidad entre el trabajo y el pensamiento, y
la de un trabajo que encuentra todo sus requisitos en
la valorización que hace de él el salario.
En Las palabras y las cosas Michel Foucault recono-
ce la existencia de tres casi-trascendentales, la vida,
el lenguaje y el trabajo. Más allá de la suerte que fue
reservada al trabajo en la obra de Foucault quien lo
integró a su episteme como perfecta exterioridad, in-
cluso como pliegue trágico en el que la humanidad
no habría conocido otras formas de existencia que
la servidumbre y la obediencia, esta convergencia se
inscribe en falso frente a las representaciones domi-
nantes en las que el trabajo es dado como fenómeno
histórico al cual no se puede asociar nada de lo for-
mado por el pensamiento.
Sin duda alguna, entre estos tres casi-trascendentales,
para Foucault es el trabajo el que más merece la aposi-
ción del casi. Tal vez es aquí dónde se puede plantear
una losofía del trabajo, pensándolo como agente
permanente de ese casi. Ni trascendente ni inmanen-
te, sino en un territorio en el que el sujeto no puede
sino confundirlos, al estar situado en una disposición
en la que deberá reservar un lugar a la resolución de
sus necesidades y a la experiencia que lo forma como
sujeto, tanto para acceder a la socialidad necesaria
como para alcanzar el valor gracias al cual podrá con-
cebir el respeto de sí mismo que hoy, aparece cada vez
más frágil.
Y de esta manera volver a encontrar la capacidad de
movilizar lo que George Eliot escribe en lo que sigue
28 Se podría señalar la excepción que constituye la Introduction à la Critique de l’Economie
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siendo una de las más bellas novelas sobre el trabajo,
Afdam Bede:
«Como acababa de toma esta decisión, llegó
muy cerca del nal de su carrera y escuchó el
ruido de los martillos que se activaban para
recuperar el buen estado de la vieja casa. Este
ruido de herramientas, es para un buen obre-
ro que ama su trabajo, como los ensayos de la
orquesta para el violinista que debe tocar en
la apertura: las fuertes bras se ponen a vibrar
como de costumbre, y lo que, hace un instante,
era alegría, irritación o ambición, comienza a
transformase en energía. Toda pasión que se
expresa fuera de nosotros mismos se vuelve
fuerza, ya sea que se manieste en el trabajo de
nuestros brazos, la dirección de nuestra mano
o la actividad creadora de un pensamiento si-
lencioso.
29
29 «As he made up his mind to this, he was coming very near to the end of his walk, within the sound of the hammers at work on the retting of the old
house. e sound of tools to a clever workman who loves his work is like the tentative sounds of the orchestra to the violinist who has to bear his part in
the overture: the strong bres begin their accustomed thrill, and what was a moment before joy, vexation, or ambition, begins its change into energy. All
passion becomes strength when it has an outlet from the narrow limits of our personal lot in the labour of our right arm, the cunning of our right hand,
or the still, creative activity of our thought»
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LAS MUJERES Y EL DERECHO LABORAL ECUATORIANO DESDE EL ENFOQUE DE
GÉNERO. UNA MIRADA A LA LEY ORGÁNICA PARA LA JUSTICIA LABORAL Y EL
RECONOCIMIENTO DEL TRABAJO DEL HOGAR
WOMEN AND LABOR LEGISLATION FROM A GENDER APPROACH. A LOOK INTO THE
ORGANIC LAW FOR JUSTICE LABOR AND NON-REMUNERATED
WORKHOUSE RECOGNITION
AS MULHERES E O DIREITO DO TRABALHO EQUATORIANO DESDE O ENFOQUE
DE GÊNERO. UM OLHAR A LEI ORGANIVA PARA A JUSTICA LABORAL E O
RECINHECIMENTO DO TRABALHO DO LAR
Resumen:
Este artículo presenta una breve reexión acerca de las mu-
jeres ecuatorianas y el Derecho Laboral en el Ecuador, en-
focándose en los cambios introducidos por la Ley Orgánica
de Justicia Laboral y Reconocimiento del Trabajo del Hogar,
aprobada en abril del 2015 por la Asamblea Nacional. Los
principales cambios son el acceso parcial a la seguridad so-
cial para los trabajadores (trabajadoras en su mayoría) del
hogar, no remunerados; y el despido inecaz de la mujer
embarazada o en permiso de maternidad o lactancia. Para
entender estos cambios echamos una mirada a la historia
reciente de la inserción de las mujeres en el mercado laboral
en el Ecuador, a la legislación laboral que le atañe, y a no-
ciones como el trabajo y el trabajo doméstico, a partir de un
enfoque de género.
Palabras clave: Trabajo Doméstico; Mujer; Género; Emba-
razo; Legislación laboral; Ecuador.
Summary:
is article presents a brief reection on Ecuadorian women
and labor legislation in Ecuador, focusing on the changes
introduced by the Organic Law for Justice labor and Non-
remunerated Workhouse Recognition, which was approved
on April of this year by the National Assembly. e principal
changes are: the partial access to social security for men and
women (mostly women) doing non-remunerated housework,
and the ineective dismissal of pregnant women and women
on maternity leave. To understand this changes we take a look
on the insertion of women in labor market in Ecuador during
recent history, associated labor legislation, and notions such
as work and housework, from a gender approach.
Key words: Housework; Woman; Gender; Pregnancy; La-
bor legislation; Ecuador.
Resumo
Este artigo apresenta uma breve reexão acerca das mulhe-
res equatorianas e o direito trabalhista no Equador, enfoca-
dos nas mudanças introduzidas pela Lei Orgânica da Justiça
do Trabalho e o reconhecimento do trabalho do lar, apro-
vada em abril de 2015 pela Assembleia Nacional. As prin-
cipais mudanças são o acesso parcial ao seguro social para
os trabalhadores (trabalhadoras na maioria) do lar, não re-
muneradas; e a demissão inecaz da mulher gravida ou em
licença maternidade. Para entender essas mudanças temos
que observar a historia recente da inserção das mulheres no
mercado de trabalho do Equador, a legislação trabalhista
competente, e as noções de como o trabalho e o trabalho
domestico, a partir de um enfoque de gênero.
Palavras chave: Trabalho Doméstico; Mulher; Gênero; Gra-
videz; Legislação trabalhista; Equador.
Lydia Andres*
* Estudia un DEUG de Sicología en Toulouse en la Universidad Le Mirail, es licenciada en historia de la Universidad de Versailles Saint-Quen-
tin-en-Yvelines, y Master en antropología de la Flacso Ecuador. Ha trabajado principalmente temas relativos a racismo, educación, empleo, élites y
clases.
Enviado: 22/09/2015
Aceptado: 21/10/2015
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El 13 de abril de 2015 la Asamblea Nacional
aprobó la Ley Orgánica para la Justicia Laboral
y Reconocimiento del Trabajo en el Hogar (en
adelante, “LOJLRTH”). Según palabras de la
Ministra Coordinadora de Desarrollo Social, esta ley
beneciará a 1 500 000 familias a donde pertenecen
las amas de casa que podrían aliarse al Instituto
Ecuatoriano de Seguridad Social (en adelante, “IESS”)
tras la aprobación de la nueva ley (Vaca 2015).
La LOJLRTH fue designada por los asambleístas del
partido ocial como un hito histórico, por su alcance
en lo relativo a derechos de las mujeres. Son dos los
ámbitos en los cuales se han señalado avances: los de-
rechos laborales de las mujeres embarazadas y los de-
rechos laborales de las personas que realizan trabajo
doméstico remunerado o no. Es sobre estos cambios
en la legislación ecuatoriana que reexionaremos en
el presente ensayo, dentro un contexto más amplio de
análisis sobre las mujeres, el trabajo y el derecho labo-
ral en el Ecuador.
Los cambios aportados por la LOJLRTH que nos in-
teresan aquí son la imposibilidad de despedir a una
mujer embarazada (“despido inecaz”) y la aliación
al seguro social provisto por el Instituto Ecuatoriano
de Seguridad Social (comúnmente conocido como
aliación al IESS”) de las personas trabajadoras del
hogar, no remuneradas, principalmente las amas de
casa a tiempo completo. Las mujeres a las cuales ata-
ñen los cambios estipulados son las empleadas do-
mésticas –en el sentido económico–, embarazadas en
goce de permiso de maternidad o de lactancia y las
mujeres que realizan trabajo del hogar (tareas domés-
ticas y de cuidado), y que no reciben remuneración
por otro tipo de actividad. Es importante puntualizar
lo último porque en la práctica casi todas las mujeres
realizan trabajo del hogar no remunerado, tengan o
no un empleo.
Para entender estos avances en materia laboral, es
necesario aclarar algunas nociones básicas sobre los
conceptos y alcances de lo que se entiende como “tra-
bajo” y “trabajo doméstico, puntualizando, de mane-
ra muy breve, la historia que precede a estos cambios
en lo relativo a las mujeres ecuatorianas y su inser-
ción en el ámbito laboral, el trabajo visto desde una
perspectiva de género, y los derechos laborales de las
mujeres en el país. Esto es lo que haremos a continua-
ción, en base a la revisión de bibliografía pertinente;
para después centrarnos en los cambios aportados
por la LOJLRTH en lo referente al perfeccionamiento
del ejercicio de los derechos de las mujeres en el ám-
bito laboral, para entender mejor los avances alcanza-
dos con esta ley, y en qué medida son o no sucientes.
INTRODUCCIÓN
TRABAJO Y TRABAJO DOMÉSTICO: DEFINICIONES BÁSICAS
Empecemos deniendo el “trabajo. En el
diccionario en línea de la Real Academia Española,
encontramos doce acepciones, entre las cuales nos
interesan: “Acción y efecto de trabajar”, “ocupación
retribuida” y “Esfuerzo humano aplicado a la
producción de riqueza, en contraposición a capital
(RAE 2015, “trabajo”). La primera, más general y
básica, se complementa con la denición del verbo
trabajar: “Ocuparse en cualquier actividad física o
intelectual” (RAE 2015, “trabajar”).
Ateniéndonos a estas dos primeras acepciones de
trabajo” y “trabajar”, es indudable que el trabajo del
hogar o trabajo doméstico, es trabajo. Pero según las
dos siguientes acepciones citadas de “trabajo, al igual
que otras acepciones del verbo trabajar –“[t]ener una
ocupación remunerada en una empresa, una institu-
ción, etc.”; “[e]jercer determinada profesión u ocio”;
“[c]olaborar o mantener relaciones comerciales con
una empresa o entidad”–, nos tenemos que remitir a
su signicado económico, o más bien mercantil, que
a su vez apunta a la historia del término y su concep-
tualización.
Es en la historia del término “trabajo” y su conceptua-
lización en la Economía, que empezamos a encontrar
pistas para denir el trabajo doméstico, el trabajo re-
productivo y el trabajo del hogar remunerado y no
remunerado. En el siglo XVIII, el padre de la econo-
mía moderna, Adam Smith, denió el trabajo como
una actividad que produce bienes materiales y que se
realiza a cambio de una remuneración, siendo ésta la
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única fuente de riqueza para una nación. Smith tam-
bién planteó “que el trabajo asalariado corresponde a
los hombres, y a las mujeres las remite al hogar” (en
Chávez 2010, 23).
Durante el siglo XIX, con el advenimiento de la Re-
volución Industrial, se propulsó la separación de la
producción doméstica –hasta entonces el eje de la
economía– y la mercantil. Con esta separación, la
producción doméstica quedó asociada a la inactivi-
dad y la producción mercantil a la actividad. De ahí
en adelante se considerará como trabajo sólo la acti-
vidad vinculada “a la producción y a la retribución
económica como signo de su valor (…). La esfera
doméstica queda entonces designada como el espacio
de realización de tareas meramente reproductivas
(Vega 2007, 3). Es decir, que la remuneración mone-
taria denió la separación entre trabajo productivo,
realizado fuera del hogar, y trabajo reproductivo, rea-
lizado dentro del hogar.
Partiendo de esa separación, se denió el trabajo rea-
lizado dentro del hogar como “trabajo reproductivo
–que sirve a la reproducción biológica y social de la
sociedad– en oposición al trabajo productivo –que
produce bienes y mercancías y que tiene un valor mo-
netario–. Así, el trabajo doméstico (del hogar),
…es denido como el conjunto de actividades
que se realizan en la esfera doméstica y que es-
tán destinadas a la satisfacción de necesidades
de primer orden de los miembros de la unidad
familiar, lo que le asigna el carácter de obliga-
torio y gratuito. La función central del trabajo
doméstico es atender al consumo individual,
asegurando con su satisfacción el manteni-
miento, la reproducción y la reposición de la
fuerza de trabajo. (Vega 2007, 8)
En la LOJLRTH se habla de “trabajo del hogar no re-
munerado” ¿Qué signica que se opte en la nueva ley
por hablar de trabajo del hogar no remunerado, y no
de trabajo doméstico? Al parecer, la intención es la de
hacer hincapié en su calidad de trabajo, así como en
el hecho de que lo que le diferencia principalmente de
otros tipos de trabajo es únicamente el hecho de ser
o no remunerado. Es decir, se intenta un alejamiento
de la distinción entre doméstico y público ¿Y qué sig-
nica doméstico? Lo doméstico es lo “perteneciente o
relativo a la casa u hogar” (RAE 2015, “doméstico”).
Usar el término “del hogar” en vez de “doméstico
permite ya no hacer alusión a la dicotomía doméstico
(privado/público), y únicamente enfocarse en el lugar
donde se realiza el trabajo.
El hogar, espacio privado y doméstico, es el que ha
sido asignado históricamente a las mujeres en nuestra
sociedad, lejos de lo que se ha considerado como
trabajo. Así, uno de los puntos fuertes -tal vez el más
importante- en materia de derechos de las mujeres en
la LOJLRTH, es justamente el reconocimiento como
trabajo de la labor realizada principalmente por
mujeres en este espacio. Este reconocimiento viene
alimentado por los avances en las Ciencias Sociales
con el aporte de los estudios de género y el trabajo
de feministas (sobre todo marxistas), que fueron las
que primero señalaron la necesidad de reconocer esta
labor como trabajo.
El enfoque de las relaciones de género es fundamen-
tal para entender el tema de la mujeres y el trabajo,
debido a que son éstas las que se han encontrado his-
tóricamente en una posición subordinada y de mayor
vulnerabilidad precisamente por dichos patrones de
dominación, principalmente en el ámbito laboral, sin
dejar de lado las relaciones de clase y las mediadas
por el racismo. En este sentido, el enfoque de género
brinda varias aportaciones para reexionar sobre el
trabajo y las mujeres, entre ellas:
1. La crítica de la manera en que las teorías
tradicionales (económicas, sociales, políticas)
y los estudios empíricos, excluyen o sesgan el
análisis del papel especíco de las mujeres en
las actividades productivas; 2. Hacer evidente
que la incorporación de las mujeres en el traba-
jo asalariado bajo los marcos teóricos predomi-
nantes se lleva a cabo en condiciones desventa-
josas; 3. Reivindicar el trabajo de reproducción
y doméstico de las mujeres, como básico en la
reproducción de la familia, la fuerza de trabajo
y en el conjunto del sistema económico y so-
cial. (Chávez 2010, 15)
GÉNERO, MUJERES Y TRABAJO: DATOS GENERALES
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GÉNERO, MUJERES Y TRABAJO: UN POCO DE HISTORIA
Conocer los datos sobre violencia de género deja en
claro la importancia de este enfoque para estudiar
cualquier tema relativo a las mujeres: en Ecuador, seis
de cada diez mujeres han vivido algún tipo de violen-
cia de género (Ecuador en Cifras, 2015). En el ámbito
laboral los datos son contundentes: las mujeres ganan
menos que los hombres; hacen más trabajo doméstico
-aun cuando tienen un empleo en calidad de trabajo
remunerado-; hacen trabajos ‘asociados’ a su condi-
ción de mujer -es decir, que responden a los prejui-
cios y roles de género establecidos en nuestra socie-
dad-; tienen más carga total de trabajo; llegan menos
a puestos altos; y son discriminadas en el ingreso al
trabajo por la posibilidad de que se embaracen.
Según la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y
Subempleo de diciembre de 2012, las mujeres repre-
sentan el 64,9% de la población económicamente in-
activa (PEI). Este dato se debe a que en las estadísti-
cas, el trabajo del hogar no remunerado se clasica
dentro de la inactividad. Mientras, sólo el 32,6% es
parte de la Población Económicamente Activa (PEA).
Entre las mujeres que se encuentra en la PEA y ocu-
padas, el 60,4% está subempleado y el 37,3% ocupado
pleno, mientras que entre los hombres el 49,1% es
subempleado y el 48,6% es ocupado pleno. El 94,1%
de las personas que son empleadas en servicio do-
méstico son mujeres (INEC 2012a).
Según datos de la misma encuesta, los ingresos pro-
medios mensuales de la población ocupada son los
siguientes: 374$ para las mujeres y 445$ para los
hombres. Es decir, las mujeres ganan el 84% de lo
que ganan los hombres; y ello no depende del nivel
de instrucción. Para cada nivel de instrucción el in-
greso promedio es siempre mayor para los hombres
que para las mujeres. Por ejemplo, con instrucción
secundaria, las mujeres ganan 313$ y los hombres
456$. Pasa lo mismo según el sector económico, es
decir para la misma actividad: en el servicio domésti-
co los hombres ganan 400$ y las mujeres 256$ (INEC
2012). Y, según datos del Censo Nacional Económico
del año 2010, el 82% de los dueños o gerentes de las
grandes empresas son hombres (INEC 2010).
Por último, en el año 2012 INEC realizó una encuesta
especíca de uso del tiempo, cuyos resultados dejan
clara la distribución sexista y patriarcal de las tareas
domésticas y la doble carga de trabajo que soportan
muchas mujeres en el país. Del total de tiempo en
una semana, las mujeres destinan un 46% al trabajo
(remunerado y no remunerado) y un 54% al tiempo
personal, mientras los hombres destinan un 40% al
trabajo (remunerado y no remunerado) y un 60% al
tiempo personal. Según la misma fuente, las mujeres
soportan una mayor carga en el trabajo no remune-
rado con una diferencia de 22:40 horas frente a los
hombres. Esto signica que las mujeres destinan en
promedio cuatro veces más tiempo al trabajo no re-
munerado que los hombres; y a lo que más se dedica
el tiempo, es a actividades domésticas (INEC 2012b).
Las mujeres se integran al mercado laboral
respondiendo a las representaciones de género que
dominan en la sociedad. En el caso ecuatoriano,
esta integración se hace bajo el prisma de la cultura
católica, siguiendo los preceptos de la religión
predominante en el país y que contribuye a dictar de
diversas formas los roles que deben tener las mujeres,
así como también los hombres. La idea de que las
mujeres deben quedarse en casa y encargarse de las
tareas domésticas empieza ya en el Génesis, en la
Biblia, y ha sido consolidada por la Iglesia Católica
a lo largo de su historia. Este “deber ser” ha variado,
y se ha visto inuido por otras visiones. Además, en
las últimas décadas otras religiones, en particular las
provenientes del protestantismo (evangélicos y otros),
han ganado inuencia, pero siempre conservando la
división de los roles por género desde una concepción
machista y patriarcal, desde la desigualdad.
Durante la época republicana, las representaciones de
las mujeres como madres y amas de casa predomina-
ron. En la época garciana, “la mujer es el puntal de la
familia y base de la vida social: (…), de ahí la preo-
cupación puesta en su preparación religiosa y moral
en el “adorno” de su espíritu y su formación como ad-
ministradora del hogar” (Goetschel 2001, 340). Más
tarde, en el periodo liberal, transitando del siglo XIX
al XX, el rol de las mujeres empieza a modicarse,
aunque su función de madres y amas de casa sigue
siendo la principal:
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[S]us posibilidades de acción en la vida públi-
ca se ampliaron: se abrieron puestos de trabajo
desempeñados por mujeres en la administra-
ción pública (…) y en la educación, y la diná-
mica económica permitió además incorpo-
rar mujeres a la manufactura y la industria.
(Goetschel 2001, 341)
En este sentido, señala la misma autora, un plantea-
miento importante de la época y del liberalismo en
cuanto a las mujeres, fue que se le debía “dar condi-
ciones para trabajar fuera de la casa” (Goetschel 2001,
350). Pero no se debe olvidar que estas visiones, si
bien dan cuenta de un cambio en la sociedad, no fue-
ron necesariamente aceptadas en todos los sectores
de la misma. De hecho, Goetschel arma que
en la vida cotidiana y al interior de las familias
liberales de sectores medios y altos tal concep-
ción parece haberse quedado en el discurso.
De acuerdo con testimonios orales estaba “mal
visto, por ejemplo, que la mujer accediera a la
universidad y tuviera una vida independiente.
Y es que en la sociedad de comienzos de siglo,
había una serie de mecanismos sutiles, muchas
veces ni siquiera expresados como negativas
categóricas, que impedían que la mayor parte
de las mujeres de esa época salieran del ámbito
doméstico. (2001, 351)
En los años 1950 y 1960, en los países occidentales,
incluido el Ecuador, las mujeres todavía eran identi-
cadas principalmente con su rol reproductivo, ha-
ciéndolas beneciarias de programas ligados a esta
función, por ejemplo, de atención en lo referente
a alimentación y al control de la natalidad (Ortale
2015). En los 70’, en base al enfoque llamado “Mujer
en el Desarrollo, se dio un impulso a su inserción en
el mercado laboral, en la economía productiva, pero
las políticas sociales implementadas en ese sentido
invisibilizaron su trabajo reproductivo y estimularon
actividades económicas en áreas productivas margi-
nales, resultando en una sobrecarga de trabajo y poco
o nulo reconocimiento (Ortale 2015).
En cuanto al Derecho Laboral, el comienzo de la in-
serción de las mujeres en el mercado del trabajo se
enfocó, en una primera fase, en cuidarlas de ciertos ti-
pos de trabajos considerados peligrosos, por ser más
débiles y vulnerables, y siempre pensándolas desde el
rol de madre. Así se las excluye “del trabajo nocturno,
insalubre o en condiciones demasiado penosas” (Pau-
tassi, Faur y Gherardi 2006, 65).
Estas normas fueron dictadas desde los años 1960,
y diferenciaban el trabajo de las mujeres del de los
hombres. Posterior y paulatinamente, la legislación
incorporó “normas de igualdad y acciones positivas
en el mundo laboral (…), especialmente a partir de
principios de los años noventa” (Pautassi, Faur y Ghe-
rardi 2006, 65). La incorporación de dichas normas
se dio tras un proceso de inserción de las mujeres en
el mercado laboral que fue acelerado a partir de los
80’, en un contexto de crisis económica global, sin re-
conocimiento del trabajo reproductivo; las mujeres
siguen siendo vistas principalmente como madres y
amas de casa, y como trabajadoras secundarias (León
2002). Asimismo, las actividades realizadas dentro
del hogar siguen sin ser consideradas como trabajo,
de tal manera que muchas mujeres empiezan a traba-
jar una doble jornada.
Esta integración al mercado laboral puede entonces
llamarse “integración en la explotación, como lo
apunta Ortale (2015) en referencia a las críticas del
marxismo feminista de la época. Es apenas a partir
de estas críticas que el discurso institucional (Estado,
organismos internacionales, etc.) empieza a hablar de
género y no sólo de mujeres. Y es al integrar la no-
ción de género que se empieza a visibilizar el trabajo
reproductivo llevado a cabo en su mayoría por éstas.
Las políticas económicas neoliberales que surgieron
en la década de los noventa, trajeron un problema
adicional para la integración de las mujeres al mer-
cado laboral:
A la luz de estas políticas precarizadoras del
empleo, el problema es precisamente que [fue-
ran] o [quisieran] ser madres. Es decir que la
maternidad, en el contexto de la exibilización
laboral, pasa a ser una fuente de desventaja
para las mujeres. De allí es que se desestimu-
la la contratación de mujeres bajo el supuesto
mayor costo laboral, no se provee de servicios
reproductivos; y, en los casos de precariedad
absoluta, la trabajadora es penalizada precisa-
mente si “transgrede” la norma y decide tener
un hijo/a. Así, la maternidad pasa de ser una
función social, protegida por el Estado de Bien-
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estar, a una cuestión individual que, agravada
por el retiro de los servicios sociales estatales
en la mayor parte de los países latinoamerica-
nos, vuelve compleja la situación de las mujeres
trabajadoras. (Pautassi, Faur y Gherardi 2006,
68)
En el caso ecuatoriano, hasta nuestros días la integra-
ción de las mujeres al mercado del trabajo no se ha
visto acompañado de una redistribución de la carga
de trabajo doméstico de forma equitativa y no sexista,
por lo que las mujeres siguen realizando más trabajo
que los hombres, además de realizar en su mayoría
labores que siguen siendo desvalorizadas y conside-
radas como secundarias y de menos valor económico,
sobre todo el trabajo doméstico y el comercio infor-
mal.
Desde los 2000, se empezó a usar el enfoque de las
relaciones de género, que permite explorar “cómo
las relaciones de clase y de género median las rela-
ciones sociales” (Ortale 2015, 26). Desde éste, la aten-
ción se focaliza “en los arreglos institucionales (ho-
gar, mercado, Estado, comunidad) que actúan en el
mantenimiento de relaciones asimétricas, en donde
no sólo el género sino también la pertenencia a deter-
minado sector social actúa de manera estigmatizante
(Ortale 2015, 26-27).
En el tema que aquí nos interesa, la LOJSRTH ha sido
planteada claramente desde el enfoque de las relacio-
nes de género, con el n de incidir en las mismas en
el ámbito laboral, avanzando hacia la eliminación de
relaciones asimétricas.
En el apartado anterior ya se mencionaron, a
breves rasgos, los avances sobre los derechos de las
mujeres en materia de Derecho Laboral, a partir dela
segunda mitad del siglo XX. Aquí nos enfocaremos
en la legislación más reciente y que guarda relación
directa con el contenido de la LOJSRTH. Sobre
los cambios y avances en la materia, vale la pena
mencionar que responden, sin duda, a los debates y
reexiones que se dan en la sociedad en general, y
sobre todo desde los movimientos y organizaciones
feministas y de mujeres en el país y en el mundo
occidental.
Empecemos apuntando una particularidad del Dere-
cho Laboral:
A diferencia de otras ramas del Derecho, como
el Derecho Civil o el Derecho Comercial donde
se protege la autonomía de la voluntad de las
partes y se privilegia la libertad de contratación,
en el Derecho del Trabajo se reconoce la nece-
sidad de brindar protección social a quienes se
hallen en una relación de trabajo subordinada
o en una situación que se reconozca como des-
ventajosa respecto de la posición económica
-y jurídica- de la contraparte. En ese contexto,
el Derecho Laboral no parte de la premisa de
igualdad entre los cocontratantes sino, por el
contrario, la igualdad sustancial constituye su
meta o aspiración y, para ello, brinda protec-
ción especial a la parte que se considera débil
en el marco de la relación laboral (Pautassi,
Faur y Gherardi 2006, 52-3).
Esta idea es fundamental para leer la LOJSRTH, al
igual que el resto de la legislación relativa al ámbito
laboral. Al mismo tiempo, esta idea debe ser reforza-
da en el caso de las mujeres, puesto que las posiciones
de desventaja y subordinación se acrecientan a causa
de las relaciones de género desiguales.
Los esfuerzos del Ecuador por legislar de manera
equitativa en términos de género, buscando igualdad
entre hombres y mujeres, y equilibrar dichas relacio-
nes, son evidentes en los últimos años. Vale la pena
mencionar que ya en 1981 se dio un paso importante
con la raticación de la Convención sobre la Elimina-
ción de Todas las Formas de Discriminación Contra la
Mujer (CEDAW). Esta Convención de las Naciones
Unidas busca la protección de las trabajadoras frente
a la discriminación que tenga origen en la materni-
dad y/o el matrimonio, e insta a los Estados rmantes
a tomar todas las medidas necesarias en ese sentido,
como la prohibición de despedir a una mujer por su
embarazo o permiso de maternidad; los permisos de
maternidad pagados; la no realización de trabajos
DERECHO LABORAL: TRABAJO DEL HOGAR NO REMUNERADO
Y MUJERES EMBARAZADAS O LACTANTES
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que puedan perjudicar a las trabajadoras durante el
embarazo; y la toma de disposiciones que permitan
combinar las responsabilidades familiares y laborales
de padres y madres (CEDAW, Art. 11-2).
También se puede mencionar la Convención sobre
los Derechos del Niño (1989), raticada por el Ecua-
dor en 1990, que dicta:
Los Estados Partes pondrán el máximo empe-
ño en garantizar el reconocimiento del princi-
pio de que ambos padres tienen obligaciones
comunes en lo que respecta a la crianza y el de-
sarrollo del niño. Incumbirá a los padres o, en
su caso, a los representantes legales la respon-
sabilidad primordial de la crianza y el desarro-
llo del niño” (CIDN; Art. 18. 1).
El Estado todavía sigue trabajando en el cumplimien-
to de dichas convenciones, pero se debe reconocer el
camino andado. En el 2006, analizando la legislación
de varios países latinoamericanos (Ecuador, El Salva-
dor, Argentina, Chile, Costa Rica y Uruguay), Pautas-
si, Faur y Gherardi escribían:
En el caso de Ecuador, es el país que mayor es-
pecicidad otorga a garantizar el trabajo de las
mujeres, al punto tal que establece que se re-
conocerá como labor productiva el trabajo do-
méstico no remunerado e incorpora acciones
armativas en el texto constitucional (2006,
59).
La Constitución del Ecuador vigente desde el 2008, es
progresista en lo referente a los derechos relativos al
trabajo del hogar no remunerado, a los derechos de
las mujeres, los derechos de género, y en cuanto a los
derechos relativos a la maternidad y a la paternidad.
Aquí mencionaremos los artículos más importantes
para el tema que tratamos en el presente ensayo. En el
artículo 34, la Constitución ordena: “…el Estado ga-
rantizará y hará efectivo el ejercicio pleno del derecho
a la seguridad social, que incluye a las personas que
realizan trabajo no remunerado en los hogares…. Por
otra parte, el artículo 333 dicta:
Se reconoce como labor productiva el trabajo
no remunerado de autosustento y cuidado hu-
mano que se realiza en los hogares. El Estado
promoverá un régimen laboral que funcione en
armonía con las necesidades del cuidado hu-
mano, que facilite servicios, infraestructura y
horarios de trabajo adecuados; de manera es-
pecial, proveerá servicios de cuidado infantil,
de atención a las personas con discapacidad y
otros necesarios para que las personas traba-
jadoras puedan desempeñar sus actividades
laborales; e impulsará la corresponsabilidad y
reciprocidad de hombres y mujeres en el tra-
bajo doméstico y en las obligaciones familiares.
La protección de la seguridad social se exten-
derá de manera progresiva a las personas que
tengan a su cargo el trabajo familiar no remu-
nerado en el hogar, conforme a las condiciones
generales del sistema y la ley. (Constitución de
la República del Ecuador 2008, Art. 333)
Vale la pena detenerse en particular en éste artículo,
que, en primer lugar, reconoce como labor produc-
tiva el trabajo del hogar no remunerado. Asimismo,
obliga al Estado a promover un régimen laboral que
tome en cuenta las necesidades del cuidado humano,
y a impulsar la equidad de género (corresponsabili-
dad y reciprocidad) en el trabajo doméstico y obliga-
ciones familiares, es decir, en el trabajo del hogar no
remunerado. En tercer lugar, se dispone la extensión
progresiva de la protección de la seguridad social
para las personas que realizan trabajo del hogar no
remunerado. El artículo 43, numeral 1, establece que
el Estado garantizará a las mujeres embarazadas y en
periodo de lactancia los derechos a no ser discrimina-
das por su embarazo en los ámbitos educativo, social
y laboral, Y el 332 regula que:
El Estado garantizará el respeto a los derechos
reproductivos de las personas trabajadoras, lo
que incluye la eliminación de riesgos laborales
que afecten la salud reproductiva, el acceso y
estabilidad en el empleo sin limitaciones por
embarazo o número de hijas e hijos, derechos
de maternidad, lactancia, y el derecho a licen-
cia por paternidad. Se prohíbe el despido de la
mujer trabajadora asociado a su condición de
gestación y maternidad, así como la discrimi-
nación vinculada con los roles reproductivos.
(Constitución de la República del Ecuador
2008, Art. 332)
Finalmente, el artículo 284, numeral 6, establece que
“[l]a política económica tendrá los siguientes objeti-
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vos: (…) 6. Impulsar el pleno empleo y valorar todas
las formas de trabajo, con respeto a los derechos labo-
rales.” Los cinco artículos citados (Arts. 34, 43, 284,
332 y 333), justican la necesidad de las reformas
planteadas posteriormente en la LOJLRTH.
El Código del Trabajo es otro texto fundamental. Aun-
que data de 2005, se le han realizado desde entonces
varias modicaciones. Para nales del año 2012, ya
se incluían varios artículos relevantes: se establecían
las licencias por maternidad y por paternidad (Art.
152); una jornada reducida a 6 horas diarias para las
madres lactantes por doce meses después del parto
(Art. 155); y la protección de la mujer embarazada en
los siguientes términos:
No se podrá dar por terminado el contrato de
trabajo por causa del embarazo de la mujer tra-
bajadora y el empleador no podrá reemplazarla
denitivamente dentro del período de doce se-
manas que ja el artículo anterior … (Código
de Trabajo 2005. Art. 153)
En el artículo 154 se explicaba:
En caso de que una mujer permanezca ausente
de su trabajo hasta por un año a consecuencia
de enfermedad que, según el certicado médi-
co, se origine en el embarazo o en el parto, y
la incapacite para trabajar, no podrá darse por
terminado el contrato de trabajo por esa cau-
sa. No se pagará la remuneración por el tiem-
po que exceda de las doce semanas jadas en
el artículo precedente, sin perjuicio de que por
contratos colectivos de trabajo se señale un pe-
ríodo mayor [...].
Salvo en los casos determinados en el artículo
172 de este Código (causas por las que el em-
pleador puede dar por terminado el contra-
to, previo visto bueno), la mujer embarazada
no podrá ser objeto de despido intempestivo
ni de desahucio, desde la fecha que se inicie
el embarazo, particular que justicará con la
presentación del certicado médico otorgado
por un profesional del Instituto Ecuatoriano
de Seguridad Social, y a falta de éste, por otro
facultativo. En caso de despido o desahucio a
que se reere el inciso anterior, el inspector del
trabajo ordenará al empleador pagar una in-
demnización equivalente al valor de un año de
remuneración a la trabajadora, sin perjuicio de
los demás derechos que le asisten. (Código de
Trabajo 2005. Art. 154)
El último artículo citado abre la posibilidad de despe-
dir a la mujer embarazada o lactante, y deja a la mujer
trabajadora enferma a raíz de un parto o embarazo sin
ningún ingreso a partir del nal de la licencia por ma-
ternidad, pudiendo luego ser despedida al cumplirse
un año de su parto o embarazo. La posibilidad de des-
pedir a una mujer embarazada o lactante, daba pie a
abusos por parte de empleadores que podían usar el
visto bueno de forma abusiva, ejercer presión sobre la
trabajadora o usar su ignorancia de la ley para lograr
su renuncia, o pagar la indemnización estipulada en
la ley en caso de despido intempestivo o desahucio.
LA LOJSRTH: SOBRE EL TRABAJO DEL HOGAR NO REMUNERADO
El trabajo doméstico ha sido realizado en gran
medida por las mujeres, justicándose esta situación
al vincular este trabajo con el rol de madre y, por
extensión, con un rol atribuido social y culturalmente
al cuidado del hogar y de los niños y niñas. Esto es
independiente de si se trata de trabajo del hogar no
remunerado o trabajo doméstico, realizado para otro
hogar, ya sea bajo formas de esclavitud y servidumbre
o bien, pagado. Es un trabajo que históricamente se
vincula a la esclavitud, al colonialismo y en general
a formas de servidumbre (Quesada 2011). Piénsese,
por ejemplo, en la realización de estas labores
durante la época colonial, y cómo este trabajo
en la época republicana pasó poco a poco a ser
remunerado, aunque todavía bajo formas cercanas a
la esclavitud,
1
hasta llegar a principios del siglo XXI
con una legislación que todavía diferencia al trabajo
doméstico del resto de trabajos (véase el Código del
1 En ese sentido el trabajo doméstico “puertas a dentro” es un tema pendiente para nuestra sociedad.
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 18-31
Trabajo). Esto ilustra y permite entender –junto con
las relaciones de género desiguales– la infravaloración
que caracteriza a este tipo de labor.
La lósofa Hannah Arendt, haciendo un recuento
de la historia de esta actividad humana mostró “que
quien hacía ese trabajo no era considerado un sujeto,
era invisible” (en Ávila 2013, 230).
Así, se trata de un trabajo que históricamente
es considerado como un no trabajo, y las per-
sonas que hacen ese trabajo también son con-
sideradas como no sujeto, porque es un trabajo
que no existe. Las mujeres, que son mayorita-
riamente las que lo hacen, no son consideradas
sujetos del trabajo, ni del trabajo remunerado
ni del trabajo no remunerado. (Ávila 2013, 230)
A pesar de ser un trabajo invisibilizado hasta la fe-
cha, ya en los años 1960 se dieron los primeros plan-
teamientos a nivel mundial sobre la importancia del
trabajo reproductivo en la economía, al ser esencial
para la reproducción de la fuerza de trabajo y de las
relaciones de producción. Las condiciones en que
se ha realizado este trabajo han justicado que se lo
considere parte de una economía invisible, como lo
apuntó Diane Elson, y más recientemente, como tra-
bajo expropiado, argumentando que la explotación
por los hombres del trabajo doméstico realizado por
las mujeres contribuye a las desigualdades de géne-
ro en el mercado laboral (Delphy 2009). De hecho,
como lo señala una publicación del INEC, “El marco
actual considera estas actividades (tareas de cuidado
y domésticas) como no productivas y clasica a la po-
blación que las desempeña como población económi-
camente inactiva” (Castillo s/f, 5).
A pesar de ello, la importancia económica, y no sólo
social, del trabajo doméstico es cada vez más recono-
cida en Ecuador. Es así que durante los debates para
la aprobación de la LOJLRTH, se dieron varias inter-
venciones en ese sentido. La Ministra Coordinadora
de Desarrollo Social, declaró que el valor del trabajo
de las amas de casa representa el 15,4 % del Producto
Interno Bruto del país (Vaca 2015). Es en base a este
reconocimiento, a los artículos de la Constitución y
Convenciones mencionados en el acápite anterior,
que la LOJLRTH establece sus artículos 66, 67 y 68,
con los cuales se cambia la normativa pertinente al
incluir en el sistema de seguridad social a las personas
que realicen trabajo del hogar no remunerado. Éstas
son denidas en el numeral 5:
Es persona que realiza trabajo no remunerado
del hogar quien desarrolla de manera exclusiva
tareas de cuidado del hogar sin percibir remu-
neración o compensación económica alguna y,
no desarrolla ninguna de las actividades con-
templadas en los literales anteriores. (LOJLR-
TH 2015, Art. 66.5)
Pero la cobertura del Seguro Social que se contempla
para las personas que realizan trabajo del hogar no
remunerado no es la misma que para los demás a-
liados, lo cual podría responder al carácter progresivo
de su inclusión en el sistema de seguridad social esta-
blecido en la Constitución. El numeral 6 del artículo
66 plantea que
La persona que realiza trabajo no remunerado
del hogar estará protegida contra las contingen-
cias de vejez, muerte e invalidez que produzca
incapacidad permanente total y absoluta. La
persona que realiza trabajo no remunerado del
hogar podrá aportar de forma voluntaria para
la cobertura de la contingencia de cesantía.
Así, es innegable el avance en cuanto al reconoci-
miento del trabajo del hogar no remunerado, si bien
éste no llega a ser del todo coherente con el recono-
cimiento de dicho trabajo en cuanto tal, ya que no
conlleva los mismos derechos en lo relativo a la segu-
ridad social. De tal suerte, además de la dimensión de
género, ya discutida, y que no llega a resolverse con la
nueva ley, se debe mencionar la dimensión socio-eco-
nómica. La ley contempla una diferencia en la apor-
tación de las familias para los trabajadores del hogar
no remunerados, con una escala progresiva según el
nivel de ingresos, hasta llegar a los estratos más altos,
donde el aporte será mayor y no recibirá subsidio del
Estado. Pero la diferencia en el aporte repercutirá en
la pensión jubilar que se recibirá, y no se da acceso
a los servicios de salud. Las personas que se quedan
sin acceso a servicios de salud de la seguridad social
no son las amas de casa de estratos altos, quienes, de
hecho, no suelen realizar labores del hogar, sino las
amas de casa de estratos económicos más bajos.
Las amas de casa de estratos más desfavorecidos si-
guen siendo las más vulnerables al no tener acceso a
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 18-31
servicios de salud ni otros servicios del IESS. En las
clases altas, y aun medias, las mujeres que deciden
quedarse en casa, no buscar un empleo remunerado,
y en muy probablemente todos o casi todos los casos
no hacer trabajo doméstico (para eso contratan a otra
mujer), no necesitan de esos servicios del IESS, ya sea
porque tienen seguro privado y/o porque no nece-
sitarán una pensión de jubilación, o porque pueden
aliarse voluntariamente ingresando el sueldo que
mejor les convenga.
Son entonces las mujeres de los estratos económicos
más bajos las que realmente son objeto de estos cam-
bios en la ley; son ellas quienes pueden tener interés
en aliarse dentro del nuevo marco normativo.
En efecto, la distribución sexista y patriarcal de las ta-
reas del hogar se siente más en los estratos medios y
bajos, ya que en éstos es donde las mujeres cumplen
dobles y triples jornadas, al no contratar los servicios
domésticos que sí son contratados en los sectores más
altos. En los estratos más altos se contrata a quien
haga el trabajo doméstico, incluido el cuidado de ni-
ños, niñas y otras personas. Esto permite a las muje-
res de clase alta y a veces media acceder, si lo desean,
al trabajo remunerado con ingresos sucientemente
importantes (que cubren y sobrepasan el gasto que
signica pagar a otra mujer para hacer el trabajo de
su hogar).
En este sentido, sólo la mujer de clase media
y alta podrá delegar esas tareas mediante la
mercantilización del trabajo doméstico. Para la
mujer de clase baja, en cambio, la incorpora-
ción a la esfera productiva supone añadir nue-
vas jornadas de trabajo. (Ortale 2015, 33)
Otro grupo que se ve favorecido por la LOJSRTH
es el de las mujeres con empleo remunerado y que
piensan ser madres. La nueva ley no incorpora
muchos cambios acerca de los derechos de las
mujeres embarazadas, puesto que el único cambio es
la instauración de la inecacia del despido:
Art. 195.1. Se considerará inecaz el despido
intempestivo de personas trabajadoras en esta-
do de embarazo o asociado a su condición de
gestación o maternidad, en razón del principio
de inamovilidad que les ampara […]
Art. 195.3. Efectos. Declarada la inecacia, se
entenderá que la relación laboral no se ha inte-
rrumpido por el hecho que la ha motivado y se
ordenará el pago de las remuneraciones pen-
dientes con el diez por ciento (10%) de recargo.
Cuando la persona trabajadora despedida de-
cida, a pesar de la declaratoria de inecacia del
despido, no continuar la relación de trabajo,
recibirá la indemnización equivalente al valor
de un año de la remuneración que venía perci-
biendo, además de la general que corresponda
por despido intempestivo.
LA LOJSRTH: SOBRE LAS TRABAJADORAS EMBARAZADAS
O CON LICENCIA DE MATERNIDAD O LACTANCIA
Si la persona empleadora se negare a mantener
en sus funciones a la persona trabajadora una
vez que se ha dispuesto el reintegro inmediato
de la misma en la providencia inicial, o se haya
establecido la inecacia del despido en senten-
cia, podrá ser sancionada con la pena estable-
cida en el Código Orgánico Integral Penal por
el delito de incumplimiento de decisiones legí-
timas de autoridad competente […].
Como se vio en un apartado anterior, en el Código del
Trabajo ya se incluían impedimentos para despedir a
una mujer embarazada. La nueva ley es más severa,
pero no cambia el espíritu de lo que ya se planteaba.
Con la LOJLRTH, las consecuencias de despedir a
una mujer embarazada serían no sólo aquellas rela-
tivas a la indemnización, sino que incluyen penas
privativas de libertad por el delito de incumplimiento
de decisiones legítimas de autoridad competente, es-
tipulado en el Código Orgánico Integral Penal.
Con ello, la LOJLRTH se asegura de que no se despi-
da a una mujer embarazada o en permiso de materni-
dad y lactancia, puesto que con la legislación anterior,
si bien podía ser complicado y generar gastos para el
empleador/a, todavía era posible hacerlo.
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 18-31
Aunque esta medida ha sido criticada, son pocos los
casos en que podría darse un abuso en base al nue-
vo articulado. Lo que se ha criticado es la posibilidad
de que una empleada se embarace y, ateniéndose a la
imposibilidad de poder despedirla, no cumpla con su
trabajo durante el embarazo y durante el periodo de
lactancia, hasta entrar plenamente a trabajar, cuan-
do por n volvería a trabajar responsablemente para
no ser despedida. Es evidente que esto es muy poco
probable. En denitiva, en este tema, la LOJLRTH no
hace más que asegurar el cumplimiento de un dere-
cho que ya existía.
¿Por qué es necesario proteger a las mujeres embara-
zadas y a las madres lactantes en el ámbito laboral?
PARA CONCLUIR
Por un lado se está defendiendo el derecho de las
mujeres al trabajo: son más vulnerables que los hom-
bres en lo laboral por una serie de prácticas –basadas
en ideas– machistas y patriarcales que resultan, por
ejemplo, en casos de acoso y en sueldos más bajos.
A esto se suma una vulnerabilidad relativa al emba-
razo, porque no son pocos los casos de despidos de
mujeres embarazadas, en permiso de maternidad o
de lactancia; de ahí que se necesiten leyes que con-
templen estas situaciones. Por otro lado, se están de-
fendiendo los derechos de los niños y niñas, en su
periodo de vida más frágil y vulnerable.
Hasta aquí no se han tomado en cuenta a los padres
ni a los recién nacidos, pero la protección de una
mujer embarazada o lactante es también la protección
de un recién nacido y un bebé; y el embarazo y etapa
de lactancia no son responsabilidad únicamente de
las madres, sino también de los padres.
Si bien han existido avances en los últimos años con
el reconocimiento de un permiso de paternidad y un
claro esfuerzo por lograr más equidad en las respon-
sabilidades en el cuidado de los hijos/as, estos no son
sucientes. El permiso de paternidad es sumamen-
te corto, aun cuando el nacimiento del hijo/a se ha
dado por cesárea, muestra que se sigue pensando a
las mujeres como principales –o únicas– responsa-
bles del cuidado del recién nacido. El cuidado de los
hijos/as no es visto como una corresponsabilidad de
padre y madre (cuando los hay). Así, el permiso de
paternidad parece estar planteado como una ayuda
para las madres –y no como un permiso para cuidar
al recién nacido y hacerse responsable de su paterni-
dad–, puesto que existe la posibilidad de extender el
permiso de paternidad cuando la mujer que ha dado
a luz no puede hacerse cargo plenamente del recién
nacido. Además, las posibles extensiones del permiso
de paternidad también son insucientes en los casos
en que las mujeres hubieran tenido complicaciones y
quedaran imposibilitadas para dar los cuidados nece-
sarios al recién nacido. Y, simplemente, no se contem-
pla siquiera la posibilidad de que sea el padre quien
quede a cargo del cuidado del recién nacido en vez de
la madre, cosa por demás posible.
Esta situación también está vinculada con la lactancia
pensada como responsabilidad exclusiva de las mu-
jeres, olvidando el derecho que tiene toda madre de
decidir no dar de lactar y la posibilidad de que una
madre no pueda hacerlo. En ambos casos no hay ra-
zón para pensar que debe ser ella la responsable de la
alimentación y cuidado del recién nacido, tareas que
pueden ser tomadas a cargo del padre. Con ello no
sólo se afecta a las mujeres sino a los hombres, pues-
to que sin duda muchos padres querrían involucrarse
más en la crianza de sus hijos y no lo pueden hacer
a causa de los estereotipos machistas imperantes y
porque la ley no se los permite. Una legislación más
justa en términos de género debería dar la posibilidad
de compartir o alternar el permiso de maternidad y
paternidad, por ejemplo unicando un sólo permiso
que padre y madre puedan distribuirse como ellos de-
cidan. Esto no permitiría únicamente que la decisión
sea tomada en el ámbito privado y no impuesta desde
el Estado, sino que limitaría la discriminación a las
mujeres en el ámbito laboral; esto sumado a que sería
un claro avance en materia de equidad de género.
Por último, como se mencionaba, falta tomar en
cuenta al recién nacido. La ley, como está planteada
hasta aquí, pone en las mujeres toda la responsabi-
lidad del cuidado de los recién nacidos y bebés; y
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 18-31
los niños y niñas no son contemplados, puesto que
el permiso de lactancia dura apenas hasta el primer
año de vida. Así, mientras la ley hace responsable a
la madre, y aparentemente contempla la necesidad de
la lactancia para benecio del bebé, no llega a dar el
tiempo suciente para que la madre dé de lactar. En
efecto, el permiso de maternidad dura apenas hasta 10
semanas después del parto y el permiso de lactancia
hasta un año después del parto, pero la Organización
Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud,
apoyados en innidad de estudios, recomiendan que
se dé de lactar de forma exclusiva hasta los 6 meses de
edad, y luego de forma complementaria hasta al me-
nos los 2 años de edad. Entonces, partiendo de que la
ley supone que la madre es la responsable del cuida-
do y alimentación del bebé y que lo va a amamantar,
¿cómo puede la madre cumplir con las recomenda-
ciones de la OMS y el Ministerio de Salud, sabiendo
que estas recomendaciones buscan asegurar la salud
de las madres y sobre todo de los bebés?
No sólo la lactancia, sino los cuidados prodigados a
los recién nacidos, bebés, niños y niñas son funda-
mentales para la sociedad; esto ha sido estudiado y
reconocido en diversas ramas de las Ciencias Sociales
y médicas. Pero la ley, en lo laboral, no contempla los
permisos necesarios para el cuidado adecuado de be-
bés, niños y niñas. Esta carencia también es resultado
de pensar que siempre hay alguien en el hogar: un
trabajador del hogar no remunerado, un ama de casa.
La ley parte del supuesto de que hay una mujer en
casa, por lo que no sería necesario permisos para cui-
dar de hijos enfermos (sólo contempla casos muy gra-
ves) o atender otras responsabilidades de la familia.
Con esto volvemos a la idea de la desvalorización del
trabajo reproductivo, del trabajo del hogar (remune-
rado o no), ya que si la legislación no contempla lo
mencionado en el párrafo anterior, no es sólo porque
no se está pensando en los intereses del niño y la niña,
sino porque se sigue obviando el aporte que signica
el trabajo reproductivo y del hogar en la economía.
Para reconocer el valor de este trabajo no es suciente
con permitir que las amas de casa se alien al IESS
con limitación de benecios.
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 18-31
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 32-42
EMBARAZO, LACTANCIA NATURAL Y PREVENCIÓN DE RIESGOS LABORALES:
LA REGULACIÓN NORMATIVA COMUNITARIA EUROPEA Y ESPAÑOLA
EN COMPARACIÓN CON EL DERECHO ECUATORIANO
*
PREGNANCY, BREASTFEEDING AND PREVENTION OF OCCUPATIONAL HAZARDS:
A COMPARATIVE ANALYSIS BETWEEN THE NORMS OF THE EUROPEAN
COMMUNITY AND SPAIN, AND THOSE EXISTING IN ECUADOR
GRAVIDEZ, AMAMENTAÇÃO NATURAL E PREVENCAO DE RISCOS DO TRABALHO:
A REGULAÇÃO NORMATIVA COMUNITÁRIA EUROPEIA E ESPANHOLA EM
COMPARACAO COM O DIREITO EQUATORIANO
Resumen:
Las obligaciones especícas de adaptación del puesto de tra-
bajo y reubicación de las mujeres en estado de embarazo
o situación de lactancia debe ser una prioridad de la nor-
mativa de prevención de riesgos laborales, tanto por su ca-
rácter sui generis como por su relación con las políticas de
igualdad. En el presente artículo se analiza su regulación en
el Derecho Comunitario europeo y su materialización en la
normativa española, contrastándose con el estado del reco-
nocimiento en el Derecho laboral ecuatoriano.
Palabras clave: Seguridad en el trabajo; Protección de tra-
bajadores sensibles; Embarazo; Lactancia; Riesgo laboral.
Summary:
e need for specic measures for the pregnant or breastfeeding
worker situation is one of the most important issues of the
occupational risk prevention laws both for its sui generis nature
and its relation to gender equality policies. e article addresses
certain aspects of occupational hazards and maternity issues
in European Communitarian Law, as adopted by the Spanish
legislation. It then aims to compare those norms with the ones
existing in Ecuador regarding labor law.
Key words: Occupational hazards; Work safety; Protection
of vulnerable workers; Pregnancy; Breastfeeding.
Resumo:
As obrigações especícas de adaptação do cargo laboral e
readequação das mulheres grávidas ou em período de ama-
mentação deve ser uma prioridade da normativa de pre-
venção de riscos do trabalho, tanto pela sua característica
sui generis quanto perla sua relação com as politicas de
igualdade. No presente artigo se analisa sua regulação no
Direito Comunitário europeu e sua materialização na nor-
mativa espanhola, em contraste com o estado de reconheci-
mento no direito do trabalho equatoriano.
Palavras chave: Segurança no trabalho; Proteção de trabal-
hadoras vulneráveis; Gravidez; Amamentação; Risco labo-
ral.
Elisa Sierra Hernáiz**
Universidad Pública de Navarra
* Este artículo ha sido realizado como parte de la investigación del Proyecto “La adaptación del puesto de trabajo y la reubicación laboral de trabajadores
especialmente sensibles”, del Ministerio de Educación y Ciencia Español DER2012-37872/JURI.
** Doctora en Derecho y Profesora Titular de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad Pública de Navarra. Sus principales líneas
de investigación se han centrado en la igualdad de oportunidades entre trabajadores y trabajadoras; la protección de la seguridad y salud en el trabajo;
la responsabilidad en materia de prevención de riesgos laborales; los códigos de buenas conductas; el Derecho del Trabajo y la crisis económica, y la
adaptación del puesto de trabajo a trabajadores especialmente sensibles. Investigadora asociada de la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Quito,
durante los meses de julio y agosto de 2015.
Recibido: 22/08/2015
Aceptado: 10/10/2015
Facultad de Derecho
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 32-42
Uno de los temas que tradicionalmente ha sido
objeto de regulación legal dentro del ámbito jurídico
de la prevención de riesgos laborales es la protección
de las trabajadoras embarazadas y en situación de
lactancia natural. Las razones de ello son varias y
podrían resumirse en las siguientes.
En primer lugar, este tipo de normativa es una ma-
nifestación más de la tutela antidiscriminatoria res-
pecto de la mujer trabajadora y de las medidas de
igualdad de oportunidades y de trato que pretenden
acabar con la discriminación de la mujer en el merca-
do de laboral, y cuya causa última tiene su origen en
su rol respecto de la maternidad y del cuidado de los
hijos, y de la familia en general. Por ello, además de
la nalidad preventiva, también se busca que la tra-
bajadora no sea expulsada del mercado laboral en el
caso de concurrencia de un riesgo especíco que le
impida seguir trabajando en las mismas condiciones,
más allá de la prohibición de despido para la trabaja-
dora embarazada o en situación de lactancia natural
(Fernández López 2005, 67 y ss)
1
. En segundo lugar,
se debe a la existencia de riesgos que pueden incidir
de manera especíca en la salud de las trabajadoras
embarazadas o en situación de lactancia natural, lo
INTRODUCCIÓN
EL ÁMBITO DE APLICACIÓN DE LA NORMATIVA DE PREVENCIÓN
DE RIESGOS LABORALES
que hace necesario articular medidas particulares
para garantizar su integridad física, la del feto o la del
lactante.
Es importante resaltar que la nalidad de una norma-
tiva preventiva no discriminatoria, es evitar el riesgo
especíco, y no proteger al embarazo o a la lactancia
como tal, por lo que si una trabajadora está embara-
zada o en situación de lactancia natural pero no con-
curre ningún riesgo especíco, bastarán las medidas
preventivas generales de la empresa. En este sentido,
el mero hecho del embarazo o lactancia natural no
justican de por sí la protección automática en mate-
ria de prevención de riesgos laborales sino que habrá
que comprobar en cada caso concreto la necesidad de
aplicar la normativa en prevención de riesgos labora-
les (López Ahumada 2010, 63 y ss).
Y, en tercer lugar, las medidas preventivas constituyen
un límite de obligado cumplimiento para el poder de
organización y dirección del empresario por lo que
su contenido es indisponible para la voluntad de las
partes, tanto para el empresario como para la trabaja-
dora, lo que resalta la importancia de las mismas y la
necesidad de una regulación especíca.
1 La normativa preventiva juega un papel fundamental en la tutela antidiscriminatoria de la trabajadora, ya que protege sus intereses y derechos laborales
durante la maternidad y lactancia. A su vez, es una muestra de cómo los intereses de los trabajadores modulan los poderes empresariales, al prevalecer
sobre criterios puramente económicos y organizativos.
La inclusión de la trabajadora embarazada o
en periodo de lactancia natural entre los colectivos
que demandan una especial tutela en materia
de prevención de riesgos laborales, es objeto
de regulación normativa especíca en muchos
ordenamientos jurídicos, al tratarse de un grupo
que puede mostrar una especial vulnerabilidad en
materia de prevención de riesgos laborales dada
su realidad biológica especíca, basada en una
diferencia objetiva y razonable (Moreno Solana 2010,
176). La necesidad de protección viene marcada por
los eventuales riesgos del trabajo que puedan afectar
a ambas situaciones, siendo dos los bienes jurídicos
protegidos: la salud de la trabajadora embarazada, por
un lado, y la salud del feto o lactante, por otro, toda
vez que el desempeño de un puesto de trabajo puede
ser que no conlleve peligro para la trabajadora, pero
sí para el feto o el lactante, o viceversa (Fernández
López 2005, 16).
A) El Derecho Comunitario europeo
La Directiva 92/85/CEE del Consejo, del 19 de
octubre de 1992, relativa a la aplicación de medidas
para promover la mejora de la seguridad y de la salud
en el trabajo de la trabajadora embarazada que haya
dado a luz o en período de lactancia, es la norma de
referencia en el Derecho Comunitario europeo a la
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 32-42
hora de regular la protección de la seguridad y salud
de la trabajadora embarazada o lactante. Sus objetivos
son proteger su salud y seguridad en el trabajo de
este colectivo y garantizar su derecho a la igualdad
de oportunidades y de trabajo, evitando que estas
circunstancias se conviertan en un obstáculo para su
acceso o permanencia en el mercado laboral.
2
Las deniciones centrales, las encontramos en el artí-
culo 2 de la Directiva, el cual señala:
a) trabajadora embarazada: cualquier trabaja-
dora embarazada que comunique su estado al
empresario, con arreglo a las legislaciones y/o
prácticas nacionales;
b) trabajadora que ha dado a luz: cualquier tra-
bajadora que haya dado a luz en el sentido de
las legislaciones y/o prácticas nacionales, que
comunique su estado al empresario, con arre-
glo a dichas legislaciones y/o prácticas nacio-
nales;
c) trabajadora en período de lactancia: cual-
quier trabajadora en período de lactancia en
el sentido de las legislaciones y/o prácticas
nacionales, que comunique su estado al em-
presario, con arreglo a dichas legislaciones
y/o prácticas nacionales. (Artículo 2, Direc-
tiva 92/85/CEE)
A su vez, la Directiva 92/85 ja una serie de etapas
para la aplicación de la norma, todas ellas de obligado
cumplimiento. En primer lugar, hay que identicar
los factores de riesgo y peligros existentes. Así, en su
artículo 3, establece la obligación de evaluar los agen-
tes químicos, físicos o biológicos, los procedimientos
industriales y, en general, las cargas físicas y mentales
que puedan suponer un riesgo para el embarazo o la
lactancia; y, en el artículo 4, ja las obligaciones de
evaluación e información para los riesgos especícos
y también la obligación empresarial de informar de
estas situaciones a las trabajadoras.
En segundo lugar, respecto de las medidas a adop-
tar para evitar la exposición al riesgo, en el artículo
5 de dicha norma se señala la adaptación provisional
del puesto de trabajo y, si ésta no resultase posible, el
cambio del mismo. En el caso de que no se puedan
aplicar las medidas anteriores, se establece una dis-
pensa de trabajo durante el tiempo que dure el riesgo.
A su vez, en el artículo 6 se establece que la trabaja-
dora embarazada o lactante no podrá ser obligada a
desempeñar las actividades enumeradas en el Anexo
II, sección A y B de la Directiva y que pongan en pe-
ligro su seguridad o su salud.
En lo que se reere al trabajo nocturno, el artículo
7 también indica que las trabajadoras embarazadas
o durante el posparto, no se verán obligadas a rea-
lizarlo, debiendo presentar un certicado médico
que dé fe de ello. Si esto fuera así, se deberá facilitar
a la trabajadora el traslado a un puesto diurno, o una
dispensa de trabajo o prolongación del permiso de
maternidad cuando dicho traslado no sea técnica y/u
objetivamente posible.
En cuanto a las garantías para el ejercicio de estos
derechos, el artículo 10 de la Directiva obliga a los
Estados miembros a adoptar las medidas necesarias
para evitar el despido de la trabajadora embarazada o
lactante. Por lo que se reere a los derechos laborales,
en el artículo 11 se garantiza el mantenimiento de los
derechos inherentes al contrato de trabajo, incluidas
las remuneraciones y, en su caso, las prestaciones de
la seguridad social que garanticen unos ingresos mí-
nimos durante la dispensa de trabajar.
Respecto a la doctrina del Tribunal de Justicia de la
Unión Europea (TJUE) en materia preventiva, son
dos las sentencias que merece la pena resaltar.
La primera hace referencia al caso Susanne Gass-
mayr contra Bundesminiter für Wissenscha und
Forschung, de 1º de julio de 2010, donde el Tribunal
sostiene que negar el complemento de disponibilidad
a una trabajadora embarazada que esté dispendiada
2 En lo que se reere al Derecho Internacional, el Convenio No. 183 de la OIT y la Recomendación No. 191, ambos del 2000, regulan la protección de la
maternidad. Véase al respecto Safety Maternity and the World of Work (ILO 2007). En dicho documento se resalta la necesidad de seguir mejorando
la protección de la trabajadora embarazada o lactante para evitar que el trabajo sea una amenaza para su salud, sin que ello tenga repercusiones en
su estatus económico. También recuerda que esta protección no puede depender de las situaciones económicas o nancieras de los Estados. Sobre la
evaluación de esta normativa y su importancia puede consultarse La protección antidiscriminatoria y prevención de riesgos laborales: la protección de la
mujer embarazada (Fernández López 2005, 12-15).
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para el trabajo ante la existencia de un riesgo labo-
ral, no es contrario al artículo 11, párrafos 1, 2 y 3,
de la Directiva 92/85, siempre que se le garantice una
remuneración equivalente al salario medio que haya
percibido durante un período de referencia anterior
al inicio de su embarazo.
La segunda es la sentencia Sanna Maria Parviainen
contra Finnair Oyj, también de 1 de julio de 2010. En
este caso, el Tribunal entiende que el apartado 1 del
artículo 11 de la Directiva 92/85 garantiza a la tra-
bajadora el derecho a mantener su salario base y los
complementos salariales inherentes a su condición
profesional, como pueden ser el de superioridad je-
rárquica, antigüedad y cualicaciones profesionales,
aunque no le reconoce el derecho a la remuneración
que percibía como promedio antes del citado trasla-
do; esto es, a devengar los complementos que retri-
buyen funciones especícas que sólo se realizan en
ocasiones especiales y que, por lo tanto, al no ser eje-
cutadas, no se puede solicitar su abono.
B) El Derecho español. El artículo 26 de la Ley de
Prevención de Riegos Laborales
La adaptación de la Directiva 92/85 al ordena-
miento jurídico español, fue realizada por la Ley
31/1995 de 8 de noviembre, en concreto, en su artí-
culo 26. A su vez, el Real Decreto 298/2009 de 6 de
marzo, modicó al Real Decreto 39/1997 de 17 de
enero, con el n de trasponer los Anexos I y II de la
Directiva 92/85.
1. El artículo 26.1: La evaluación de los riesgos la-
borales en función del embarazo o la lactancia
natural y la adaptación del tiempo y de las con-
diciones de trabajo
Como ya es conocido, el artículo 26.1 de la Ley de
Prevención de Riesgos Laborales (LPRL) especi-
ca la evaluación de riesgos laborales del artículo
16 de la propia norma. En este sentido, establece
que:
“La evaluación de los riesgos a que se re-
ere el artículo 16 de la presente Ley de-
berá comprender la determinación de la
naturaleza, el grado y la duración de la ex-
posición de las trabajadoras en situación
de embarazo o parto reciente a agentes,
procedimientos o condiciones de traba-
jo que puedan inuir negativamente en
la salud de las trabajadoras o del feto, en
cualquier actividad susceptible de presen-
tar un riesgo especíco. Si los resultados
de la evaluación revelasen un riesgo para
la seguridad y la salud o una posible re-
percusión sobre el embarazo o la lactancia
de las citadas trabajadoras, el empresario
adoptará las medidas necesarias para evi-
tar la exposición a dicho riesgo, a través
de una adaptación de las condiciones o
del tiempo de trabajo de la trabajadora
afectada.
Dichas medidas incluirán, cuando resul-
te necesario, la no realización de trabajo
nocturno o de trabajo a turnos.
De esta regulación es importante señalar que se
trata, por un lado, de una evaluación de riesgos de
carácter transversal, puesto que no queda exclui-
do ningún sector productivo, con independencia
de la regulación de los Anexos I y II, ya que cual-
quier trabajo puede ocasionar un riesgo para la
trabajadora embarazada o en período de lactan-
cia. Y, por otro, que la lista de agentes y condicio-
nes de trabajo que se pueda elaborar es abierta,
ya que en cualquier momento puede aparecer un
elemento que suponga un riesgo que habrá que
ser evaluado (Fernández López 2005, 42 y ss).
En cuanto a la delimitación de su contenido pue-
den señalarse los siguientes aspectos: en primer
lugar, la evaluación general y sucesiva de los ries-
gos laborales deberá ser realizada conforme al ar-
tículo 16 de la LPRL y el Real Decreto 298/2009,
y acarrea una serie de fases para la empresa: por
un lado, identicar los factores de riesgo que pue-
dan afectar a la situación de embarazo debido a
la exposición de la trabajadora a agentes, proce-
dimientos o condiciones de trabajo que pudieran
repercutirle negativamente. Por otro, determinar
la naturaleza de dichos riesgos, así como la inten-
sidad y duración de la exposición de la trabajado-
ra a los mismos. Y, por último, deberá proceder
a establecer aquellas medidas preventivas proce-
dentes que permitan eliminar o reducir al máxi-
mo el riesgo (López Ahumada 2010, 70 y ss).
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Por lo tanto, el artículo 26 más bien completa la
redacción del artículo 16 de la LPRL, al obligarle
a incluir en la misma una evaluación de los ries-
gos y las medidas a adoptar si el trabajo es des-
empeñado por una trabajadora embarazada o en
período de lactancia natural, siendo una situación
cambiante y diferente en cada caso debido a cir-
cunstancias personales de carácter biológico que
deberán ser tenidas en consideración como parte
de la evaluación de los riesgos. En relación con
este aspecto, los Anexos I y II del RD 298/2009
son fundamentales para guiar esta evaluación.
En segundo lugar, sólo si se detecta un riesgo que
no puede ser eliminado, se pasará a la adaptación
de las condiciones o tiempo de trabajo, lo cual in-
cluirá, cuando sea necesario, la no realización del
trabajo nocturno, constituyendo una imposición
especíca al poder de organización y dirección
del empresario.
No se puede obviar que el artículo 26 de la LPRL
regula una serie de fases dependiendo de las cir-
cunstancias de cada apartado, la cuales deben ser
cumplidas obligatoriamente, ya que el empresario
va a tener que justicar por qué no puede tomar
una medida, en este caso, la adaptación, para po-
der aplicar la siguiente fase (Moreno Solana 2010,
219 y ss; López Ahumada 2010, 76 y ss). En este
sentido, se ha señalado que el empresario tendrá
que demostrar la imposibilidad de adaptación
con criterios objetivos y técnicos, sin que pueda
fundamentar su decisión en razones económicas,
vinculadas al funcionamiento de la empresa, dada
la relevancia de los bienes jurídicos en juego (Fer-
nández López 2005, 42 y ss).
En tercer lugar, la importancia de una correc-
ta evaluación de riesgos va más allá de su sola
identicación, puesto que hay que determinar
qué puestos de trabajo son peligrosos y, en con-
secuencia, no pueden ser desempeñados, y cuáles
están exentos de riesgos. Ello va a permitir elabo-
rar una lista de puestos de trabajo que pueden ser
ocupados por trabajadoras cuando la adaptación
no sea posible y haya que recurrir al cambio de
puesto de trabajo contemplado en el párrafo se-
gundo del artículo 26 de la LPRL (López Ahuma-
da 2010, 70 y ss).
2. El artículo 26.2: el cambio de puesto de trabajo
En el caso de que no sea posible la adaptación de las
condiciones de trabajo o, aun siendo posible, el riesgo
no desaparezca, hay que proceder al cambio del pues-
to de trabajo o de las funciones de la trabajadora, una
vez que conste el certicado por los servicios médicos
correspondientes. En este sentido, el artículo 26.2 de
la LPRL señala:
Cuando la adaptación de las condiciones
o el tiempo de trabajo no resultase posi-
ble, o a pesar de tal adaptación, las condi-
ciones de un puesto de trabajo pudieran
inuir negativamente en la salud de la
trabajadora embarazada o del feto, y así
lo certiquen los Servicios Médicos del
Instituto Nacional de la Seguridad Social
o de las Mutuas, en función de la Entidad
con la que la empresa tenga concertada la
cobertura de los riesgos profesionales, con
el informe del médico del Servicio Nacio-
nal de Salud que asista facultativamente
a la trabajadora, ésta deberá desempeñar
un puesto de trabajo o función diferente
y compatible con su estado. El empresario
deberá determinar, previa consulta con
los representantes de los trabajadores, la
relación de los puestos de trabajo exentos
de riesgos a estos efectos.
El cambio de puesto o función se llevará a
cabo de conformidad con las reglas y cri-
terios que se apliquen en los supuestos de
movilidad funcional y tendrá efectos has-
ta el momento en que el estado de salud
de la trabajadora permita su reincorpora-
ción al anterior puesto.
En el supuesto de que, aun aplicando las
reglas señaladas en el párrafo anterior,
no existiese puesto de trabajo o función
compatible, la trabajadora podrá ser des-
tinada a un puesto no correspondiente a
su grupo o categoría equivalente, si bien
conservará el derecho al conjunto de re-
tribuciones de su puesto de origen.
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De la lectura de este apartado se extraen las si-
guientes características. En primer lugar, el su-
puesto de hecho al que se reere presenta varias
posibilidades. Por un lado, puede aplicarse para
casos en los que se ha identicado, tras la co-
rrespondiente evaluación de riesgos, un peligro
para la trabajadora embarazada o en período de
lactancia, que no puede ser evitado dado que es
consustancial a la prestación del trabajo, lo que
signica que el daño no debe ser probado, por lo
que se aplicaría directamente esta segunda fase.
Por otro lado, puede que la adaptación de las con-
diciones de trabajo sea insuciente para evitar la
exposición a determinados agentes, procedimien-
tos o condiciones de trabajo por lo que el riesgo
persiste. En este punto, es fundamental demostrar
la existencia del daño previo informe del médico
de salud. Respecto a esta cuestión es importan-
te señalar que la nalidad del certicado médico
es únicamente probatoria, en el sentido de docu-
mentar la imposibilidad de la adaptación y justi-
car el cambio de puesto de trabajo vía movilidad
funcional, pero no es un elemento constitutivo
del nacimiento de la obligación empresarial y, por
lo tanto, de aplicación del artículo 26.2 de la LPRL
(Fernández López 2005, 42 y ss).
En segundo lugar, este precepto es un nuevo lí-
mite al poder de organización y dirección del
empresario a la hora de determinar qué medidas
tiene que adoptar: una menos exible –la modi-
cación de las condiciones de trabajo– y otra más
exible, que admite el cambio de puesto de puesto
de trabajo, siempre y cuando el empresario justi-
que de una manera razonable la imposibilidad
de adaptación basada en necesidades organizati-
vas o de conveniencia; razonabilidad que a su vez
deberá valorarse como una medida de tutela del
embarazo de la mujer y no de intereses empresa-
riales (Fernández López 2005, 42 y ss).
En tercer lugar, el concepto de condiciones de tra-
bajo ha de ser interpretado en un entorno preven-
tivo, en concreto del artículo 4.7 de la LPRL, que
es distinto del laboral, cuya nalidad es llevar a
cabo los ajustes necesarios para eliminar o redu-
cir el riesgo (López Ahumada 2010, 76).
En cuarto lugar, el cambio de puesto de trabajo
o de funciones habrá de realizarse conforme al
procedimiento de la movilidad funcional, tanto
ordinaria como extraordinaria. Con todo, en este
caso no estamos antes una potestad empresarial,
sino un deber empresarial de inexcusable cumpli-
miento, lo que va a modular la aplicación de las
reglas de la movilidad funcional en relación con
el artículo 26 de la LPRL.
3. El artículo 26.3: la suspensión de la relación
laboral
La última de las posibilidades reguladas en el artí-
culo 26 es la suspensión de la relación laboral con
reserva del puesto de trabajo y mantenimiento de
los derechos laborales, lo que genera el derecho a
cobrar una prestación de la seguridad social. En
concreto, se regula que:
Si dicho cambio de puesto no resultara
técnica u objetivamente posible, o no pue-
da razonablemente exigirse por motivos
justicados, podrá declararse el paso de la
trabajadora afectada a la situación de sus-
pensión del contrato por riesgo durante
el embarazo, contemplada en el artículo
45.1.d) del Estatuto de los Trabajadores,
durante el período necesario para la pro-
tección de su seguridad o de su salud y
mientras persista la imposibilidad de re-
incorporarse a su puesto anterior o a otro
puesto compatible con su estado. (Art.
26.3 de la LPRL)
Es importante recordar que estamos ante la última
de las medidas que el empresario puede adoptar,
un recurso de naturaleza subsidiaria, por lo que
la empresa no podrá recurrir a la suspensión de
forma directa sino que tiene que pasar por todos
los pasos previos previstos en el artículo 26 de la
LPRL. Su duración es incierta, ya que dependerá
de que la causa de incompatibilidad desaparezca,
o bien exista un puesto de trabajo compatible o
sea posible el cambio de funciones. Ello signica
que la trabajadora puede reincorporarse antes del
parto o de la nalización de la lactancia natural
(Moreno Solana 2010, 256 y ss).
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4. El artículo 26.4: la protección de la lactancia
natural
La lactancia natural está regulada en el artículo
26.4 que establece:
“Lo dispuesto en los números 1 y 2 de este
artículo será también de aplicación du-
rante el período de lactancia natural, si las
condiciones de trabajo pudieran inuir
negativamente en la salud de la mujer o
del hijo y así lo certiquen los Servicios
Médicos del Instituto Nacional de la Se-
guridad Social o de las Mutuas, en función
de la Entidad con la que la empresa ten-
ga concertada la cobertura de los riesgos
profesionales, con el informe del médico
del Servicio Nacional de Salud que asis-
ta facultativamente a la trabajadora o a su
hijo. Podrá, asimismo, declararse el pase
de la trabajadora afectada a la situación de
suspensión del contrato por riesgo duran-
te la lactancia natural de hijos menores de
nueves meses contemplada en el artículo
45.1.d) del Estatuto de los Trabajadores,
si se dan las circunstancias previstas en el
número 3 de este artículo.
Respecto de esta contingencia, su nalidad es
proteger la salud del recién nacido evitando los
riesgos derivados de las condiciones de trabajo de
la madre que pueden ser transmitidas a través de
la leche materna (Moreno Solana 2010, 277 y ss).
Su regulación se equipara con la protección del
embarazo, siendo la diferencia fundamental su
duración, ya que se limita a los nueve meses que
dura la reducción de jornada por lactancia. Res-
pecto a los factores de riesgos, en la evaluación de
riesgos que ha de realizar el empresario, habrá que
distinguir si el factor de riesgo es el mismo que en
el embarazo o no lo es, puesto que no tienen por
qué coincidir. En cuanto al certicado médico,
éste constituye un requisito formal, incluso antes
de la adaptación (Moreno Solana 2010, 288 y ss).
La nalidad de las prestaciones de la Seguridad
Social a la hora de cubrir las contingencias de riesgo
por embarazo y por lactancia natural, es doble:
3
por
un lado, hacer frente a la situación de necesidad de
la trabajadora embarazada o lactante que ve como su
contrato de trabajo tiene que ser suspendido como
única vía de evitar el riesgo. Y, por otra, impedir
que estas situaciones de suspensión de la relación
supongan un coste económico para el empresario,
pudiendo desincentivar la contratación de mano de
obra femenina empresariales (Fernández López 2005,
58 y ss).
El artículo 135 de la Ley General de Seguridad Espa-
ñola (LGSSE) regula que:
1. La prestación económica por riesgo durante el em-
barazo se concederá a la mujer trabajadora en los
términos y condiciones previstos en esta Ley para
la prestación económica de incapacidad temporal
derivada de contingencias profesionales, con las
particularidades establecidas en los apartados si-
guientes.
2. La prestación económica nacerá el día en que se ini-
cie la suspensión del contrato de trabajo y nalizará
el día anterior a aquél en que se inicie la suspensión
del contrato de trabajo por maternidad o el de rein-
corporación de la mujer trabajadora a su puesto de
trabajo anterior o a otro compatible con su estado.
3. La prestación económica consistirá en subsidio
equivalente al 100 por 100 de la base reguladora
correspondiente. A tales efectos, la base regulado-
ra será equivalente a la que esté establecida para la
prestación de incapacidad temporal, derivada de
contingencias profesionales.
4. La gestión y el pago de la prestación económica por
riesgo durante el embarazo corresponderá a la Enti-
LAS PRESTACIONES DEL DERECHO ESPAÑOL DE LA SEGURIDAD SOCIAL
POR RIESGO POR EMBARAZO Y POR LACTANCIA NATURAL
3 Sobre la regulación de las prestaciones de la seguridad social española véase: Navarro Nieto, Federico. 2012. La problemática jurídica de la prevención
de riesgos laborales durante el embarazo y la lactancia natural. Relaciones Laborales: Revista crítica de teoría y práctica, 5: 41-71.
Facultad de Derecho
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dad Gestora o a la Mutua de Accidentes de Trabajo
y Enfermedades Profesionales de la Seguridad So-
cial en función de la entidad con la que la empresa
tenga concertada la cobertura de los riesgos profe-
sionales.
Por lo tanto, estamos ante una prestación preventiva
de la seguridad social que pretende proteger una si-
tuación de necesidad producida por la incompatibili-
dad entre el desempeño del trabajo y el embarazo de
la trabajadora. En este sentido, la situación protegida
es la duración del período de suspensión del contrato
de trabajo por estas causas, siempre y cuando así lo
certique el servicio médico correspondiente. En se-
gundo lugar, es una prestación de carácter profesional
de ahí que no se exija período previo de cotización y
que la cuantía alcance al cien por ciento de la base
reguladora. Su duración es incierta en el tiempo ya
que su nacimiento se produce el día en que se inicie la
suspensión del contrato por riesgo durante el emba-
razo, nalizando el día anterior a aquel en que se ini-
cie la suspensión del contrato de trabajo por materni-
dad o el de reincorporación de la mujer trabajadora a
su puesto de trabajo anterior o a otro compatible con
su estado.
Respecto a la prestación de riesgo por lactancia el ar-
tículo 135 de la LGSSE señala que:
A los efectos de la prestación económica por
riesgo durante la lactancia natural, se conside-
ra situación protegida el período de suspen-
sión del contrato de trabajo en los supuestos en
que, debiendo la mujer trabajadora cambiar de
puesto de trabajo por otro compatible con su
situación, en los términos previstos en el artí-
culo 26.4 de la Ley 31/1995, de 8 de noviembre,
de prevención de riesgos laborales, dicho cam-
bio de puesto no resulte técnica u objetivamen-
te posible, o no pueda razonablemente exigirse
por motivos justicados.
Si bien la regulación de ambas prestaciones es idén-
tica, es en esta última donde se están produciendo el
mayor número de pronunciamientos jurispruden-
ciales ante la incorrecta o nula valoración del riesgo
especíco en el plan de evaluación de riesgos que tie-
ne que elaborar el empresario, lo que está llevando a
denegar un gran número de solicitudes de prestación
por riesgo por lactancia natural. En este sentido, es de
destacar la sentencia del Tribunal Supremo español
de 14 de marzo de 2011, RJ 3553/2011, que, en el fun-
damento jurídico 2º, indica que:
Además del riesgo efectivo concurrente en el
desempeño de un concreto puesto de trabajo,
se ha de tratar, siguiendo el tenor literal del
precepto, de un “riesgo especíco” , esto es, de
un riesgo relevante para la salud de las perso-
nas protegidas (la madre y/o del bebé), que a)
se presenta sólo o con mayor intensidad en la
concreta actividad desempeñada por la traba-
jadora o en el concreto medio de trabajo en
que tal actividad se desenvuelve, y b) que afecta
también de manera particular a la situación de
lactancia natural.
La caracterización del riesgo durante la lactan-
cia como un riesgo especíco en las dos dimen-
siones citadas permite acotar la contingencia
protegida como aquella actividad en la que la
trabajadora está obligada a exponerse a facto-
res particulares de peligro para su salud o la del
lactante que no han podido ser contrarrestados
en el centro de trabajo mediante actuaciones
preventivas, y que habrían de ser evitados por
prescripción facultativa en cualquier situación
de la vida cotidiana. La caracterización del
riesgo durante la lactancia como un riesgo del
puesto de trabajo concreto desempeñado por
la trabajadora está implícita en la previsión le-
gal de medidas de adaptación de dicho puesto
o de traslado a otro distinto, de forma que des-
aparezcan los factores peligrosos especícos
apreciados en su desempeño. El concepto legal
de riesgo especíco implica también que los
peligros para la salud subsistentes en el medio
de trabajo y en la actividad desarrollada tras las
preceptivas medidas de adaptación o traslado
tengan relevancia desde el punto de vista de la
salud de la madre y/o del bebé, en cuanto que el
precepto prevé de manera expresa ‘la determi-
nación de la naturaleza, el grado y la duración
de la exposición’ a los factores de riesgo de-
tectados, y en cuanto que la contingencia que
es causa de la prestación tiene una incidencia
notable en el contrato de trabajo, al que colo-
ca en un estado de suspensión que exonera al
empleador y al trabajador del cumplimiento de
sus respectivas obligaciones principales.
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El ordenamiento jurídico ecuatoriano carece
de una Ley de Prevención de Riesgos Laborales, lo
que diculta no sólo la protección de este colectivo
de trabajadores sino la de los trabajadores en
general. Con todo, es posible encontrar normas cuya
aplicación se pueda solicitar a la hora de regular estas
situaciones.
En primer lugar, el Instrumento Andino de Seguri-
dad y Salud en el trabajo, Decisión 584, establece, en
el artículo 27, que:
Cuando las actividades que normalmente
realiza una trabajadora resulten peligrosas du-
rante el período de embarazo o lactancia, los
empleadores deberán adoptar las medidas ne-
cesarias para evitar su exposición a tales ries-
gos. Para ello, adaptarán las condiciones de
trabajo, incluyendo el traslado temporal a un
puesto de trabajo distinto y compatible con su
condición, hasta tanto su estado de salud per-
mita su reincorporación al puesto de trabajo
correspondiente.
En cualquier caso, se garantizará a la trabaja-
dora sus derechos laborales, conforme a lo dis-
puesto en la legislación nacional de cada uno
de los Países Miembros.
En segundo lugar, la Constitución Ecuatoriana reco-
noce, en el artículo 332, que:
“El Estado garantizará el respeto a los derechos
reproductivos de las personas trabajadoras, lo
que incluye la eliminación de riesgos laborales
que afecten la salud reproductiva, el acceso y
estabilidad en el empleo sin limitaciones por
embarazo o número de hijas e hijos, derechos
de maternidad, lactancia, y el derecho a licen-
cia por paternidad. Se prohíbe el despido de la
mujer trabajadora asociado a su condición de
gestación y maternidad, así como la discrimi-
nación vinculada con los roles reproductivo.
En tercer lugar, el Código de Trabajo, declara, en el
artículo 195.1:
“Prohibición de despido y declaratoria de ine-
caz.- Se considerará inecaz el despido intem-
pestivo de personas trabajadoras en estado de
embarazo o asociado a su condición de gesta-
ción o maternidad, en razón del principio de
inamovilidad que les ampara.
En cuarto lugar, la Ley General de Seguridad Social
ecuatoriana contempla entre los riesgos protegidos
la maternidad (artículo 3) y la contingencia por ma-
ternidad, en el artículo 105, que incluye la asistencia
médica y un subsidio monetario para el período de
descanso por maternidad en el caso de la mujer tra-
bajadora. En cuanto al Título VII, del seguro general
de riesgos del trabajo, artículos 155 y siguientes, nada
se dice al respecto.
CONCLUSIONES
La nalidad de una normativa protectora del
embarazo y lactancia natural es asegurarse una
correcta política preventiva, sin que ello tenga
ningún perjuicio en los derechos laborales de la
trabajadora. Para conseguirlo, el empresario deberá
tener siempre en consideración dos cuestiones
claves. En primer lugar, la importancia de determinar
correctamente, dentro de la evaluación de riesgos que
tiene que realizar, la naturaleza, grado y duración de
la exposición de la trabajadora al riesgo especíco;
la extensión del mismo y sus características físicas,
biológicas, químicas y tóxicas, así como los tiempos de
exposición y seguimiento de la existencia del mismo
para garantizar la correcta y efectiva protección de
la salud de las trabajadoras, del feto o del lactante.
Y, en segundo lugar, para facilitar la aplicación de la
normativa, es imprescindible que, una vez evaluado
el riesgo especíco, se identiquen por parte del
empresario los puestos de trabajo exentos de riesgo
para que pueda adaptar el puesto de trabajo o cambiar
el mismo a la trabajadora de una manera efectiva. Una
forma de conseguirlo sería mediante la elaboración
de protocolos de actuación para la protección efectiva
en la empresa de la situación de maternidad y de la
lactancia.
BREVE REFERENCIA AL DERECHO ECUATORIANO
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Respecto al Derecho ecuatoriano, dado que en la
actualidad no existe ley alguna, lo deseable sería la
aprobación de una normativa especíca que regulase
este tipo de situaciones dentro de la política preven-
tiva general de la empresa. Con todo, el Instrumento
Andino va en la línea del Derecho Comunitario euro-
peo y del Derecho español, lo que le convierte en un
punto de referencia a la hora de afrontar este tipo de
situaciones, teniendo además en cuenta que la propia
Constitución ecuatoriana lo reconoce como un dere-
cho de las personas trabajadoras.
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 32-42
Comunidad Andina de Naciones. Instrumento An-
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LA RELACIÓN ENTRE EL TRABAJO Y LA POLÍTICA EN EL PENSAMIENTO
DE SIMONE WEIL. BASE PARA PENSAR LA EMANCIPACIÓN*
THE RELATIONSHIP BETWEEN WORK AND POLITICS IN THE THOUGHT
OF SIMONE WEIL. BASE TO THINK EMANCIPATION
A RELAÇÃO ENTRE O TRABALHO E A POLITÍCA NO PENSAMENTO
DE SIMONE WEIL. BASE PARA PENSAR EM EMANCIPAÇÃO
Resumen:
El trabajo constituye el espacio por excelencia de relación
del sujeto con la acción, y con el otro. Es en esta actividad
donde los lazos de opresión se han cristalizado con mayor
claridad, de ahí que es en el reconocimiento de la naturaleza
política del trabajo, por sus propias condiciones de método
y temporales, que podemos pensar en él como una posibi-
lidad para pasar de la necesidad hacia la emancipación. El
pensamiento de Simone Weil nos permite analizar al trabajo
como lugar de la relación entre sujetos, dilucidar en él una
naturaleza que conduce al hombre hacia la acción, y ver el
carácter político de la misma.
Palabras clave: Simone Weil; Trabajo; Emancipación, Ne-
cesidad; Política.
Summary:
Workplace constitutes the space, by excellence, in which
the relation between action and subject and in relation to
other develops. It’s in it that the bonds of oppression have
been crystallised much clearer. Its in the recognition of the
political nature of labour, having in mind its methodological
and temporal conditions that we can consider it as an
opportunity to step away from necessity into emancipation.
e line of thought of Simone Weil allows us to analyse
labour as a place where we can relate to others, elucidate in
it the nature of humans that drive us into action, and see its
political nature.
Key words: Simone Weil; Emancipation; Necessity; Politics;
Labour; Work.
Resumo:
O trabalho constitui o espaço por excelência de relação
entre o sujeito, a ação e o outro. É nessa atividade onde os
laços de opressão se cristalizam com maior claridade, além
de considerar que, é no reconhecimento da natureza política
do trabalho, pelas suas pprias condições de método e tem-
porais, que podemos pensar nele como uma possibilidade
para passar da necessidade a emancipação. O pensamento
de Simone Weil nos permite analisar o trabalho como lugar
de relação entre sujeitos, relacioná-lo a uma natureza que
conduz o homem a ação, e ver a característica política desta.
Palavras chave: Simone Weil; Trabalho; Emancipação; Ne-
cessidade; Política.
Pamela Jijón**
* Las citas utilizadas en este artículo son traducciones libres al español de la autora.
** Docente investigador de la Universidad de las Américas de Quito. Inició sus estudios de losofía en la Universidad Católica de Quito. Realizó su máster
en losofía en la Universidad de Paris 8, con especialidad en losofía del lenguaje. En 2012 obtuvo su Phd en Filosofía en la misma universidad, espe-
cializándose en losofía política y del trabajo.
Enviado: 16/08/2015
Aceptado: 24/10/2015
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Si partimos del principio de entender al trabajo
no sólo como una actividad de producción, sino
como un lugar privilegiado de relación entre los
sujetos, podemos entender que es en él dónde se han
estructurado las principales relaciones de opresión
y, por lo mismo, podemos plantear la hipótesis de
encontrar en él posibles vías hacia la emancipación.
Esta postura implica el reconocimiento de la unión
entre el trabajo y la dimensión política, que fue
separada con claridad en la inuyente obra de Arendt.
El pensamiento losóco y político de Simone
Weil es fundamental al momento de estudiar lo
político del trabajo, a través de la armación de una
necesidad que puede conducir a la libertad, por la
posibilidad de establecer un lazo entre el método
y la temporalidad del trabajo con aquellos de la
emancipación.
INTRODUCCIÓN
EL TRABAJO COMO LUGAR DE RELACIÓN
Cuando hablamos del trabajo como lugar de
relación entre los sujetos, y ante todo como lugar
de manifestación de las relaciones de opresión, nos
dirigimos hacia el concepto de alienación propuesto
por Marx, en los inicios de su obra, especialmente en
los Manuscritos de 1844.
1
La alienación para Marx tiene cuatro momentos: en el
primero, es la esencia de la relación entre el obrero y
su objeto de trabajo, que le es extraño. En el segundo,
la alienación tiene lugar en la relación del trabajo con
el acto de producción intrínseco al trabajo, el obrero
es extranjero a su actividad, “la actividad es pasivi-
dad, la fuerza impotencia, la procreación castración
(…). La actividad se trasforma en actividad dirigida
contra él mismo, independiente de él, no le pertene-
ce” (Marx 1968, 113).
De estos dos aspectos surge el tercero: la extrañeza
que se establece entre el hombre y su esencia humana,
el ser genérico hombre, su naturaleza, así como sus
facultades intelectuales genéricas, se trasforman en
un ser que le es extraño, en un medio de su existencia
individual” (Marx 1968, 117). Finalmente, como re-
sultado de estos tres puntos, la alienación se traduce
en la relación del hombre con el otro. “El hombre se
opone a sí mismo, se opone al otro (…). La aliena-
ción del hombre, de manera más general, su relación
consigo mismo, se realiza y se reeja en la relación
con el otro” (Marx 1968, 119).
La relación con el otro surge del trabajo alienado del
obrero y, así, “la relación del obrero al trabajo engen-
dra la relación con el jefe del trabajo, sin importar
que lo llamemos capitalista o lo que fuere” (Marx
1968, 119).
Es entonces en la naturaleza exterior del trabajo que
se abren las puertas a la alienación. Como lo indica
Dussel en relación a El Capital de Marx, el reino de
la libertad es pensable únicamente cuando el trabajo
no responde a ninguna necesidad exterior. El análi-
sis que el autor hace sobre la alienación como base
de las relaciones de producción es lo que permite le
permite armar en los Manuscritos de 1844, que la
emancipación del hombre pasa por la emancipación
del trabajo.
2
De esta manera vemos que en la obra de Marx el
pensamiento de la emancipación social se relaciona
1 En este texto el análisis que hace el autor sobre el concepto de alienación se articula al rededor del concepto de propiedad privada, así “es en el punto
culminante de la propiedad privada que el misterio que le es propio reaparece, a saber que por un lado es el producto del trabajo alienado y por otro lado
que es el medio por el cual el trabajo se aliena, que ella es la realización de esta alienación” (Marx 1968, 120).
2 La posibilidad de plantear la liberación del trabajo se encuentra desarrollada en los Manuscritos de 1844 y en la Ideología Alemana. En cuanto a su
reexión sobre la emancipación Marx sostiene por un lado la necesidad de liberar el trabajo de la dominación del capital, y por otro lado, arma que la
vía hacia la emancipación se encuentra en la dialéctica entre tiempo de trabajo y tiempo libre. Esta visión de la emancipación en relación al tiempo la
encontramos desarrollada en los Grundisse y en el libro 3 del Capital. Así, aunque el trabajo deba ser libreado de la dominación del capital, la emanci-
pación del sujeto se encuentra por fuera de la esfera del trabajo. El tiempo libre debe ganar espacio sobre el tiempo de trabajo. Este último punto es ya
planteado en los Manuscritos cuando arma que el obrero se siente sí mismo sólo fuera del trabajo, se siente cómodo sólo mientras no trabaja.
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directamente con la emancipación de los obreros.
La emancipación social se hace posible a través de la
emancipación de la clase obrera:
no sólo como si se tratara de su emancipación
particular, sino porque ésta implica la emanci-
pación universal del hombre; ésta última está
incluida porque toda la sumisión del hombre
está implicada en la relación del obrero con la
producción y que todas las relaciones de sumi-
sión son variantes y consecuencias de esta rela-
ción” (Marx 1968, 121).
Si la emancipación social depende de aquella de los
obreros, es porque las relaciones de servidumbre de
las que la sociedad es presa, tienen como origen la
relación del obrero con la producción.
Como podemos notar, en el inicio de su obra, Marx
plantea una comprensión del trabajo como actividad
ligada al sujeto que la ejecuta, de ahí la dimensión an-
tropológica de su planteamiento.
En esta denición del trabajo, su emancipación impli-
ca la emancipación del sujeto. Sin embargo, cuando se
plantea la diferencia que Marx establece entre la cate-
goría de trabajo y aquella de fuerza de trabajo, siendo
entendida esta última como el motor de la actividad
del trabajador, que es vendida como una mercancía al
capitalista, podemos entender la denición del tra-
bajo como relación social de producción, tal cual es
propuesto por el autor en El Capital.
Es al interior de esta relación de producción que pone
al capitalista por encima del trabajador, y al valor
del capital por encima del valor del salario, que Marx
puntualiza el problema de la explotación, que se ma-
niesta, sobre todo, en la apropiación de la plusvalía
por parte del capitalista.
El trabajo aparece en el pensamiento del Marx ex-
presado en El Capital, no sólo como una actividad
del sujeto sino como la relación entre sujetos. Y este
punto es fundamental al momento de ver la dimen-
sión política del trabajo. Simone Weil arma así que
Marx “elabora una concepción de la opresión com-
pletamente nueva, ya no como usurpación de un pri-
vilegio sino como órgano de la función social” (Weil
1999, 47).
Otro punto importante del pensamiento marxista
para pensar la dimensión política del trabajo es el
concebir a este último como lo que hay en común en-
tre todos los productos intercambiados. Marx critica
a Aristóteles armando que éste pensaba al interior
de una ciudad organizada sobre el principio de la des-
igualdad, y que reposaba sobre el trabajo del grupo de
los esclavos.
Por su parte, Marx arma que la posibilidad de in-
tercambio entre los trabajos implica que una socie-
dad acepte la igualdad entre los sujetos y por lo tanto
la igualdad entre sus fuerzas de trabajo “la igualdad
y la equivalencia de todos los trabajos (…) no pue-
den ser descifradas sino cuando la idea de igualdad
humana haya adquirido la tenacidad de un prejuicio
popular” (Marx 1968, 590-591) Es decir, el principio
de igualdad es el punto de partida del reconocimiento
de la acción del otro, de su trabajo como equivalente
al mío, sin hacer referencia a sus objetivos, a sus tras-
formaciones de la materia.
Cuando esta igualdad no se presenta estamos frente a
lo que, en términos de Proudhon, serían accidentes.
En tanto accidente, la desigualdad llevaría en sí mis-
ma la posibilidad de su solución. Sería por la acción
del sujeto que se podría restablecer la igualdad. Así,
según Proudhon, la desigualdad es un “accidente ante
el cual la prudencia del legislador, la habilidad del
economista, la sabiduría del pedagogo, están llama-
das a presentar un remedio” (en Chenavier 2001,132).
Simone Weil,
3
retomando la idea de Proudhon
4
–para
quien toda sociedad se funda en el concepto de igual-
dad– arma en su artículo La división del trabajo y la
igualdad de los salarios, que en una sociedad justa lo
uno se intercambia con su parecido.
3 Cabe señalar que para la autora, al división del trabajo vuelve imposible la medida en relación a la tarea, por lo que para medir y distinguir a los trabajos
debemos volcarnos hacia lo que tienen en común: el espíritu (Weil 1999, 250).
4 Por su lado Proudhon arma que la única medida se encuentra en el trabajo mismo; es el trabajo la medida de todos los trabajos, y no así el talento, como
lo podían armar Fourrier y Saint Simon, por lo que en su texto ¿Que es la propiedad?, sostiene la necesidad de igualar el talento.
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En su obra La condición humana, Arendt
se propone pensar lo que hacemos, y desde ahí
desarrolla su planteamiento sobre la vita activa, al
interior de la cual distingue tres tipos de actividades
propias a la condición humana: el trabajo, la obra y
la acción. Tanto en los griegos como en los romanos,
los conceptos de trabajo y obra dieren. Así, para los
primeros ergon designa la aplicación de la forma a la
materia y se diferencia del ponos, que está marcado
por el aspecto difícil, doloroso, que implica el contacto
con la materia. Los romanos, diferencian en cambio
labor de opus.
De la distinción que Arendt hace entre las tres activi-
dades de la vita activa, no debemos deducir una sepa-
ración jada o absoluta, pues existe una dinámica que
hace que no sean “tres realidades separadas, sino tres
trazos de la existencia humana que conocen según las
épocas o las circunstancias acentuaciones diferentes
(Tassin 1999, 286).
Arendt, siguiendo la concepción griega del trabajo,
arma que éste está relacionado con el ciclo biológico
de la vida, entendida como zoé. Es la actividad que
permite al hombre reproducirse, está, por lo tanto,
estrictamente ligada a la necesidad. El desprecio de
los griegos por el trabajo, a causa de su relación con
la necesidad, movilizó la violencia de la esclavitud ya
que “la dominación de los hombres era necesaria ante
la necesidad vital” (Tassin 1999, 55).
El trabajo es la actividad que produce aquello que
el hombre necesita para subsistir, está ligado al pro-
ceso biológico, y, de esta manera, “la condición del
trabajo humano es la vida misma. Las producciones
resultantes del trabajo están destinadas al consumo
y no tienen ninguna posibilidad de permanencia en
el mundo, el acto de producción y de consumo es-
tán unidos, no hay duración que se instale entre ellos;
dicho de otra manera, el trabajo es circular, iterativo,
cíclico y anónimo” (Amiel 1996, 54).
Al caracterizarse por el consumo inmediato de sus
productos, la marca del trabajo consiste en ver “el re-
sultado del esfuerzo consumido casi al momento en
que se realiza el esfuerzo” (Arendt 2006, 132), y de,
esta manera, por la ausencia de duración, el trabajo a
diferencia de la obra no deja nada tras de sí.
En relación a este punto, en su prefacio de La con-
dición humana, Paul Ricoeur, reriéndose a Locke,
arma: “esas cosas buenas que son realmente útiles
para la vida del hombre, para la necesidad de subsistir
(…) son generalmente de corta duración (…), si no
se las consume ce corrompen y se pudren” (Arendt
2006, 15).
Por otra parte, nos importa subrayar el carácter aisla-
do del trabajo en el pensamiento de Arendt, quien lo
analiza desde su naturaleza antipolítica. El trabajo es
antipolítico en el sentido de que no permite el esta-
blecimiento de ningún mundo. Éste es, para Arendt,
una actividad solitaria, que no permite la revelación
del quién (propio de la política). La poiesis aparece
ante los ojos de la autora como aislante, la fabricación
se realiza bien en el aislamiento. De esta manera el
animal laborans es sujeto de una experiencia desola-
dora y desolada del mundo, la de la des-obra” (Arendt
2006, 204).
Al contrario, la pertenencia al mundo es dada por la
obra, esta está hecha para durar, su objetivo no es el
del consumo. Teniendo en cuenta que la centralidad
de esta actividad es el objeto a ser producido, la mis-
ma tiene un inicio y un n, lo que la diferencia de la
naturaleza circular del trabajo. La obra tiene un límite
temporal marcado por la producción del objeto, pero
sus producciones están hechas para quedarse en el
mundo, al menos por una generación.
La producción de la obra no es solitaria, pero aunque
estemos en la esfera de lo público no se trata todavía
de un espacio político. “Por ello la obra no es como el
trabajo, antipolítico, sino solamente apolítico” (Aren-
dt 2006, 56).
[L]a vida de la gente con ocios puede ser apo-
lítica, pero no es necesariamente antipolítica;
a diferencia del trabajo, actividad en la que el
hombre no se une ni al mundo ni al resto de
hombres, sólo ante su cuerpo, ante la brutal
necesidad de permanecer en vida. (Arendt
2006, 274)
La distinción entre obra y trabajo se diluye cuando
la autora arma que “la productividad del trabajo no
produce sino sólo de paso, objetos pues, se preocupa
LO INAPLICABLE DE LA EXCLUSIÓN DEL TRABAJO DE LO POLÍTICO
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ante todo de medios de reproducción (…), no pro-
duce sino vida” (Arendt 2006, 133). A partir de este
punto de vista, todo trabajo es productivo, y, para la
autora, en una humanidad socializada la distinción
entre trabajo y obra desaparece porque el único ob-
jetivo es el de garantizar el proceso vital de reproduc-
ción. “Todas las cosas toman un sentido ya no por sus
cualidades objetivas de cosas-del-mundo, sino como
resultados del trabajo vivo en función del proceso vi-
tal” (Arendt 2006, 133).
El punto extremo de la relación entre el trabajo y la
vida, y su capacidad de contradicción, es subrayada
por la autora en relación al sistema de los campos de
concentración en el que se vivió “la tentativa totalita-
ria de una reducción de los hombres a la especie ani-
mal” (Tassin 1999, 197). En efecto, la existencia en los
campos de concentración se reduce sólo a la dimen-
sión de la vida, que está a su vez sometida al trabajo.
Una contradicción aparece como consecuencia de la
dominación que caracteriza los campos de concen-
tración; la dominación vigente en los campos, con-
tradice al trabajo mismo, ya que éste ya no está para
garantizar la sobrevivencia de los hombres: “los cam-
pos reducen al hombre a la actividad del trabajo, pero
dan la vuelta a la condición vital del trabajador contra
ella misma” (Tassin 1999, 198).
En el pensamiento de Arendt , esta crítica vehiculi-
zada por la lectura de la realidad de los campos de
concentración reduce al trabajo sólo a una condición
vital, y de ahí surge, no sólo su posición en la relación
entre trabajo obra y acción, sino también su punto de
vista crítico hacia el pensamiento de Marx, que se-
gún Arendt atribuye un puesto demasiado central al
trabajo. Pero, como lo señala Tassin, la autora ignora
casi totalmente el análisis por el cual Marx ex-
hibe en el trabajo, lugar y modo de la alienación
humana, el movimiento de transformación del
trabajador, de transformación de la relación de
explotación que aliena a los hombres y por lo
tanto, el movimiento por el que la emancipa-
ción humana está entendida como emancipa-
ción política del modo de producción capita-
lista” (Tassin 1999, 200).
Volviendo a la exclusión que Arendt opera del trabajo
en la política, podemos decir que para la autora la po-
lítica nace en el espacio entre los hombres, en el mun-
do entendido como espacio de las producciones y las
relaciones humanas que sobrepasan las relaciones li-
gadas al trabajo. La crítica que realiza de la sociedad
moderna se levanta por el hecho de constituirse por
la masa de animal laborans y cuya “absorción de toda
actividad en aquella, vital, del trabajo erige el consu-
mo en el desafío último de toda producción, y a la
abundancia en el único criterio de evaluación de las
actividades” (Arendt 2006, 227).
Es en la época moderna que, para Arendt, el trabajo
fue elevado al rango de actividad pública, y de esta
manera librado a su monótona periodicidad cíclica.
El desprecio que el mundo antiguo manifestaba hacia
el dominio privado por ser el lugar en que el trabajo
se hacía cargo de las necesidades de la vida, determi-
naba que el hombre “no exista en esta esfera en tan-
to ser humano sino como espécimen de la especie
(Arendt 2006, 85).
Para fundamentar la idea de la centralidad de lo
político del trabajo nos referiremos al pensamiento
de Simone Weil, quien, a diferencia de Arendt que
arma que “nunca las relaciones de trabajo entre los
hombres pueden constituir un espacio de apariencia
(Leibovici 2001, 310), sostiene que “aunque siendo
por excelencia el vector de la opresión humana, el
trabajo es la actividad suprema. Acción metódica del
hombre sobre la naturaleza, es el acceso a la realidad”
(Leibovici 2001, 316).
En esta naturaleza del trabajo como actividad supre-
ma podemos identicar su dimensión política
[l]a nalidad del trabajo, es el ejercicio de la po-
tencia metódica por la cual cada uno puede ser
reconocido como similar por los otros por el
hecho de que también trabajan. Hay entonces
una función política del trabajo, que es funda-
dor del lazo de amistad entre los hombres, que
LA NECESIDAD DE ESTABLECER UN PENSAMIENTO POLÍTICO
DEL TRABAJO
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los iguala, entregándoles sus derechos y paci-
cando sus relaciones” (Chenavier 2001,139)
En la denición que Simone Weil da de la libertad,
armando que el hombre libre sería aquel cuyas ac-
ciones provendrían de un juicio anterior concerniente
a la nalidad que se propone y la cadena de medios
para llegar a la misma, podemos leer la unión que
establece entre ésta y el trabajo, pues ve en el trabajo
la posibilidad para pasar de la necesidad a la liber-
tad. De esta manera la libertad puede encontrarse
en el trabajo bajo la forma de un “acto de sumisión
consciente ante la necesidad” (Leibovici 2001, 308-
309).
La armación de la necesidad
La asociación entre la necesidad y la ausencia
de libertad, la restricción, nos parece, en un primer
instante, una realidad que no podemos evitar.
Podemos seguir el razonamiento de Aristóteles para
establecer la relación entre restricción y voluntad,
para quien todo aquello que es involuntario parece
restricción, y es, por lo tanto, desagradable.
Aparece para el lector una relación inseparable entre
el acto involuntario y la restricción, o la necesidad. Si
trasladamos este pensamiento al contexto del trabajo,
el instante en el que éste deja de ser un acto volunta-
rio, como se observa en un sistema de dominación y
de dependencia, se vuelve nada más que la respuesta
a una restricción, al principio externo: la necesidad,
“y como lo dijo Evenus: todo negocio/comercio ne-
cesario es desolador” (Aristóteles 1984, II,7,1223a30)
La necesidad, tanto en el ámbito social como biológi-
co, aparece como un núcleo de la opresión, y así “no
encarna más ese algo en contra del cual se construyó
la humanidad, sino que se convierte en una produc-
ción de la historia (…). La necesidad es reconstituida
en el juego de la opresión, donde la fuerza logra trans-
formar al hombre en una cosa” (Lecerf 2002, 119).
Los individuos inferiores en la escala social son ex-
plotados en el nombre de la garantía de vida del resto
de la sociedad. Un grupo se apropia de la vida de los
hombres explotados, toma sus cuerpos, sus fuerzas,
su tiempo. Es un tipo de intercambio donde el traba-
jo de unos es el precio para garantizar la libertad de
otros.
De esta manera, las relaciones de interdependencia se
estructuran a partir de la existencia de la organiza-
ción social de la ciudad, dado que el hecho mismo de
vivir en comunidad implica la imposibilidad de ser
autosuciente.
5
Para Aristóteles, la esclavitud permite al resto de la
sociedad consagrar su tiempo a las actividades libe-
radoras, ejercer su humanidad. La sociedad se divide:
un grupo tendrá el derecho de tener una vida que se
construye libremente por las actividades que la ocu-
pan, mientras que la parte sometida de la sociedad,
reducida a la cualidad de instrumento animado, será
completamente excluida de dicha esfera: al contrario
de la esfera de la libertad, que nos acerca a lo divino,
se despliega la esfera de la necesidad, la del trabajo, y
en primer lugar del ponos, del trabajo penoso, de las
tareas degradantes, por esencia serviles” (Méda 1995,
41-42).
Por el contrario, para Arendt y Weil, la libertad y la
necesidad no se oponen. Así, en las Reexiones, Weil
arma que si entendiéramos por libertad la simple
ausencia de toda necesidad, dicha palabra estaría va-
cía de toda signicación concreta. Es decir, es impo-
sible armar una negación de la necesidad al interior
de la libertad, lo que nos impediría hablar de ambos
términos como contrarios.
Por su parte, Arendt en La condición humana sostie-
ne que la eliminación de la necesidad, lejos de provo-
car autoticamente la instauración de la libertad, no
hace más que borrar la línea que distingue la libertad
de la necesidad. Es decir, que no existe una relación
de causalidad entre la eliminación de la necesidad y el
advenimiento de la libertad; y, además, esta elimina-
ción provocaría la imposibilidad del juicio que sepa-
raría ambas condiciones.
Sin embargo, como Lecerf arma en su artículo El
arco de Filoctetes,
5 La pertenencia a la ciudad, según Aristóteles, implica una condición de insuciencia individual: “El hombre que no puede vivir en comunidad o que no
tiene ninguna necesidad de hacerlo, porque es autosuciente, no forma parte de la ciudad; por tanto, es un monstruo o un dios” (Aristóteles 1960, Libro
I, 1253ª 14).
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si ambas establecieran una misma relación en-
tre libertad y necesidad, quizás no sería igual
cuando la libertad acaba de sustituir a su con-
trario (…) para la primera (Arendt) la nece-
sidad se sustituye a la violencia, mientras que
para la segunda (Weil), es la violencia, en la
cual la opresión social no es más que una en-
carnación, la que sustituye a la necesidad (Le-
cerf 2001, 267).
De la denición que Weil da de la libertad, retenemos
la importancia acordada al trabajo. Éste puede ser
visto como el lugar de paso de la necesidad hacia la
libertad; no podemos negar su relación con la necesi-
dad, que hace del trabajo una actividad indispensable
para la vida. Así, en Echar raíces, Simone Weil arma:
el trabajo y la muerte son cosas de necesidad y no de
elección”; “inmediatamente luego del consentimiento
ante la muerte, el consentimiento ante la ley hace del
trabajo algo indispensable para la vida.
Para Weil, la necesidad está ligada a lo inmediato; por
su parte, el trabajo como actividad indirecta, da lugar
a una brecha entre la necesidad y la satisfacción, no se
lo realiza como consecuencia de una necesidad sino
como la búsqueda de un n. Así, trabajar en miras
de la sola existencia, representa la esclavitud. El tra-
bajo obedece a la necesidad, pues él es la acción de
recorrer todos los puntos intermediarios, lo cual es
llamado por la autora la “necesidad geométrica” (Weil
1999, 135).
Si ponemos al trabajo en el centro de la construcción
de una organización social liberadora, es porque he-
mos aceptado en un inicio la denición de Weil de
la libertad, como la relación entre el pensamiento y
la acción. Esta relación apunta a la destrucción de la
división entre trabajo manual y trabajo intelectual,
responsable en gran parte de la opresión del sistema.
Es en el trabajo que la posibilidad de acuerdo entre
pensamiento y acción puede realizarse de la mejor
manera. En los Cuadernos, Weil arma que: “lo que
hace falta intentar enseñar a los obreros es a trans-
portar la noción de necesidad que encuentran en su
trabajo a los negocios humanos” (Weil 1994, 95). Por
tanto, la consciencia del sujeto se forma en la expe-
riencia del trabajo.
Es decir, sostenemos que la actividad del trabajo es el
lugar privilegiado para que el sujeto pueda entablar
un camino de liberación, que se construye cada vez
que la acción responde directamente al pensamiento.
En el cuaderno 1 se lee:
denición concreta de la libertad: cuando el
pensamiento de la acción precede a la acción
(…) podemos decir “huyo, entonces tengo
miedo” pero no “tengo miedo, entonces huyo.
(Weil 1994, 95)
Más tarde en el texto, Weil se pregunta sobre los con-
tenidos de dicho pensamiento:
Ahora, ¿cuál será el contenido de este pensa-
miento? Sólo puede ser la necesidad, ya que el
pensamiento no tiene otro objeto que el mun-
do. (Weil 1994, 96)
La formulación de un método
Pensar las líneas de un método de liberación
nos puede permitir salir del impase que nos había
señalado Simone Weil en su texto Noción del
socialismo cientíco:la lucha contra la opresión
social se condujo, hasta los últimos tiempos, sin
ningún método” (Weil 1994, 315).
El objetivo que Simone Weil nombra al nal de sus
Reexiones sobre las causas de la libertad y la opre-
sión social, es el de “renovar el pacto del espíritu con
el mundo, pasando “por la extensión del modelo del
trabajo a todas las actividades (Chenavier 2001,302).
Se trata, primero, de saber si las necesidades sociales
están fuera del alcance de la “buena voluntad ilumi-
nada de los hombres
6
. De ser el caso, habría que “de-
nir a título de límite ideal las condiciones objetivas
que darían lugar a una organización social absoluta-
mente pura de opresión” y, de esta manera, intentar
acercarnos a este ideal, lo cual implica “denir el po-
der de acción y las responsabilidades de los indivi-
duos considerados como tales” (Weil 1995, 47).
6 Esta voluntad es percibida por Weil como “único principio del progreso social” (Weil 1995, 46).
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Para Simone Weil, la noción del límite es fundamen-
tal y podemos, como arma Lecerf, encontrar esta
noción también en la obra de Arendt, incluso si el
origen es distinto, ya que para Weil el límite no nos
pertenece y para Arendt no es más que una catego-
ría de acción. Además, en la primera encontramos
la noción de límite ideal, la cual no encontramos en
Arendt.
La noción de límite ideal se relaciona con la noción
de revolución, ya que ésta última es vista por Weil
como un “límite teórico de las transformaciones so-
ciales” que expresa la idea de una “organización social
absolutamente llena de opresión (en Lercerf 2001,
273). La revolución se presenta como un límite que
plantea la ilusión de una sociedad no opresora y que
motiva la acción del hombre por la transformación
del mundo.
El límite ideal es la libertad, “un límite ideal que nos
hace recordar la denición del mito que Sorel pidió
prestado a Vico (Lercerf 2001, 273), pues, “para So-
rel, el mito es lo que jamás podrá ser alcanzado y que,
sin embargo, conducirá a las masas a querer derrocar
las situaciones existentes” (Lercerf 2001, 273). Simo-
ne Weil nombra este mito ideal como “lo que nos per-
mite establecer las prioridades en lo que respecta a
las acciones por emprender, lo cual, por consiguiente,
nos conduce a asociar en el presente la idea de una
potencialidad y no de lo dado” (Lercerf 2001, 274).
En esta noción del límite ideal y del camino que hace
falta recorrer para alcanzarlo, leemos la ausencia de
la inmediatez que caracteriza justamente al trabajo;
para Weil, la necesidad es inmediata, mientras que el
trabajo es justamente lo que es mediato, lo que es tes-
tigo de una brecha entre el momento del inicio de la
actividad y el alcance del objetivo. Existe en el trabajo
un movimiento que perdura y, en esta brecha tempo-
ral, encontramos la posibilidad de transformar lo que
nos fue dado, al mismo tiempo que nos acercamos a
sus límites. Así, “la libertad, ‘límite ideal, permane-
ce fuera de nuestro alcance, pero el movimiento que
nos conduce a buscar el advenimiento nos permite,
no obstante, empujar aún más lejos las fronteras de la
opresión (Lercerf 2001, 274).
Esta comprensión de la brecha temporal, ve en el
movimiento un acto liberador: “este camino hacia la
libertad sería en sí mismo una primera libertad ro-
bada a la opresión, y quizás incluso la más esencial
(Lercerf 2001, 275). Para Simone Weil existe entonces
una concepción de la libertad ligada a la práctica, al
trabajo.
El hecho de no seguir este método que permite deve-
lar las posibilidades de realización de un ideal “clara-
mente y concretamente concebido” (Weil 1995, 48),
permite a aquellos que poseen la fuerza, el imponer
un mal real como si se tratara de un mal menor. Este
método, propio del trabajo, en su temporalidad, acer-
ca para Weil la política al trabajo: “bajo esta condi-
ción, solamente la acción política podría convertirse
en un análogo del trabajo, en lugar de ser, como fue
el caso hasta ahora, ya sea un juego o una rama de
la magia” (Lecerf 2001, 47). Simone Weil mira en el
trabajo la posibilidad de hacer existir la libertad y la
igualdad:
“Ni la libertad ni la igualdad tienen sentido
como simples reivindicaciones. Hay que ha-
cerlas existir. Por una parte, cada hombre debe
conformar sus acciones por la virtud; por otra
parte, los trabajadores deben conformar la so-
ciedad haciendo de las relaciones sociales re-
laciones entre trabajadores como tales.” (Weil
1999, 272)
Se debe comprender la acción política como un tra-
bajo, es decir, como algo metódico, ya que la acción
política que es solamente espontánea está condenada
a morir, pues los sujetos que la conducen a un mo-
mento o a otro deberán responder a su necesidad de
supervivencia y deberán detener la acción.
Este método debe también implicar lo que habrá
como proposición futura, esto es, denir la acción y
la organización una vez que la comunidad tenga en
sus manos la dirección política, para no caer en una
necesidad administrativa demasiado complicada que
forzaría a recaer en una poderosa burocracia. Pero,
al mismo tiempo, un método mínimo debe ser esta-
blecido para evitar el retorno aún más nefasto de un
sistema opresor.
Para Weil, el lugar del trabajador en una organización
revolucionaria debe ser buscado en los sindicatos,
bajo la condición de que éstos se basen en la analo-
gía de las funciones sociales y no en la analogía de
las opiniones. En efecto, cuando los trabajadores no
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 43-53
logran relacionar “su deseo de una sociedad menos
oprimida y la conciencia misma de su función pro-
ductiva (…) (ellos) no tienen, en lo que respecta al
orden social, más que opiniones desprovistas de e-
ciencia” (Weil 1955, 73). En consecuencia, la toma de
poder por parte de los trabajadores pasa, para Weil,
por la unión para el reconocimiento de la analogía de
la función social. Así:
para que el poder pueda pasar efectivamente a
los trabajadores, éstos deben unirse, no por el
lazo imaginario que crea la comunidad de las
opiniones, sino por el lazo real que crea la co-
munidad de la función productiva. (Weil 1955,
74)
La conciencia de clase sería, entonces, la conciencia
de la analogía de la función social como productores.
Sin embargo, Simone Weil, a partir de 1933, señalará
la imposibilidad de la acción revolucionaria por las
características mismas del trabajo modicado por su
racionalización y el maquinismo. De hecho, los tra-
bajadores en estas nuevas condiciones de trabajo ya
no pueden transportar la ley del trabajo a la acción
política.
El paralelo entre la temporalidad de la
emancipación y la del trabajo
Como ya lo hemos dicho, el trabajo no está
inscrito en la inmediatez: hay una duración que separa
la voluntad de acción de la realización del producto.
Cada gesto se inscribe en una duración que hace
evidente la extensión temporal de la acción y, en este
sentido, permite ver lo que el trabajador consume de
sí mismo en esta duración. En este sentido,
“la ley del tiempo, es entonces la ley según la
cual el trabajo es el único medio para pasar de
un proyecto a la obra. Es por esto que el tiempo
es dirigido del proyecto a la obra; dicho de otra
manera, e incluso en la memoria, dirigido ha-
cia el futuro. (Weil 1999, 135)
Esta distancia temporal no se experimenta desde un
punto de vista individual, sino desde la interacción
con la materia que nos es exterior y que resiste. Esta
materia está inscrita en un tiempo que es el de nuestra
acción y que apunta hacia su transformación, el im-
pulso de oposición; lo que hace posible el estiramien-
to de la acción implica, a la vez, también la resistencia.
Así, la tensión entre la materia y el sujeto que la traba-
ja es un estiramiento temporal, su medida es el tiem-
po, la lucha se inscribe en él como un elemento que
excluye la gratuidad de lo inmediato. Simone Weil
arma a este propósito que “medir el trabajo realiza-
do sería medir la resistencia (…) por la cual la mate-
ria extendida me impide producir inmediatamente el
cambio que deseo” (Weil 1988, 4). Entendiendo que
el trabajo está inscrito en un tiempo que dura, que
no produce saltos, podemos decir que su naturaleza
es aquella de la resistencia, en el sentido del mante-
ner, del avance progresivo sin saltarse ningún paso.
No hay saltos en el esfuerzo, es continuo. El dolor im-
preso en el trabajo viene de esta necesidad de vivir la
acción en el tiempo como una continuidad que debe
ser mantenida. Este sostén de la acción en el tiempo
por parte del sujeto, caracteriza el esfuerzo.
La actividad se reencuentra con la vida en la fusión
de un tiempo que uye en una continuidad que no
admite relajamiento. Esta continuidad tiene, además,
una velocidad precisa, la actividad no puede estar ni
por encima ni por debajo de ella sin arriesgarse a des-
truir la continuidad y volverse inecaz. El ritmo llega
entonces a ubicarse en la mano de la continuidad, hay
que hacer el esfuerzo de sostenerla.
De tal suerte, el paso por los intermediarios consti-
tuye la esencia de una actividad que es un trabajo. El
orden llega para imponerse a nuestras acciones, el
sujeto de una cierta forma se ve subordinado al or-
den de la secuencia en una continuidad de un ritmo.
Sobre esto, Alain arma que en el trabajo hay “algo
de ininterrupción, de seguimiento (…) que no se en-
cuentra ni en el juego, ni en las obras de ocio” (Alain
1960, 102).
Sentimos la presencia del tiempo en cada uno de
nuestros actos, como determinante del ujo de nues-
tra existencia; en otros términos, el tiempo nos pesa,
ya que no se separa jamás de nuestras acciones. En-
tonces, el sujeto existe en el tiempo. Simone Weil da
una importancia particular al futuro en su análisis
del tiempo como condición de nuestras acciones. En
efecto, para ella el futuro no puede darse en el inme-
diato, está separado de nosotros; esta separación nos
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52
CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 43-53
recuerda su denición del trabajo. Existe entonces un
lazo entre el trabajo y el yo, lazo que pasa por el tiem-
po que está denido por Weil como la “separación
entre lo que soy y lo que quiero ser, de tal manera que
el único camino de mí hacia mí, es el trabajo” (Weil
1999, 142).
Este punto nos importa particularmente en cuanto a
la “separación entre lo que soy y lo que quiero ser”,
puesto que tal separación implica, en primera ins-
tancia, la toma de conciencia de las condiciones de la
existencia presentes y la evaluación de lo que quisié-
ramos cambiar en ellas. En esta toma de conciencia se
elabora la posibilidad de cambio. El cambio no llega
como una inmediatez que revelaría la magia, ya sea
de la acción o de la palabra. Estamos efectivamente
lejos de poder plantear un lenguaje que por su carác-
ter performativo pueda modicar en el instantáneo
nuestra existencia, nuestras condiciones. Estamos
al interior de la comprensión del tiempo extendido,
como compuesto de intermediarios, como el lugar de
la mediación del trabajo.
Entonces, el tiempo nos separa de nosotros mismos,
pues no existe la inmediatez entre nuestro presente y
nuestro deseo de modicarlo, no podemos cambiar
ni transformarnos en el inmediato. Este tiempo, que
es una condición de nuestro trabajo, que lo moldea,
nos es exterior, y es esta constatación de exterioridad
lo que nos pone en relación con el mundo. Nuestra
relación con el mundo pasa por la constatación del
tiempo como condición y como exterioridad.
El tiempo entendido como mediato nos permite tra-
zar el paso del proyecto a la obra. Así, se introduce la
noción de espera, que es fundamental para el tema
que nos ocupa; de hecho, a propósito de la obra de
arte, la espera está denida por Weil como la “con-
tinuación de un espacio del tiempo donde todas las
fuerzas del cuerpo tienden hacia el futuro” (Weil
1999, 76). La idea de tensión deja entrever un sujeto
inscrito en el tiempo, en una proyección hacia el futu-
ro, que puede ser ocupada sólo por el paso por todos
puntos intermedios, por la aceptación del carácter in-
mediato de su existencia y, sobre todo, de su acción.
Si el sujeto tiende en el tiempo, es su acción la que está
inscrita en dicha tensión. Ante la impotencia que sen-
timos frente al tiempo, podemos oponer el poder de
la acción. Si “lo que soy, lo sufro, puedo cambiar esta
condición de existencia por la acción: “mi denición
es, de alguna manera, la de actuar, existo en la medida
en la que puedo” (Weil 1999, 33).
El futuro se presenta ante nosotros mediante los tra-
bajos comenzados, llegamos a trazarlo en lo que se
anuncia en la acción especíca del trabajo que es co-
menzado en el presente.
Así, es solamente por la prueba del trabajo que
me son dados, siempre en conjunto, tiempo y
extensión, el tiempo como condición, la exten-
sión como objeto de mi acción; la ley del tra-
bajo encierra, en cuanto a mi acción, que dura,
y en cuanto al mundo, que se extiende. (Weil
1999, 145)
Así, la posibilidad de ser para el sujeto es la de poder,
de hacer; y esta se realiza principalmente en el traba-
jo. Este último no debe ser entendido sólo como la
actividad de producción, tal como lo lee Marx en El
Capital, sino como la actividad máxima de creación
de relaciones y también de sí mismo.
Es en el reconocimiento de que el sujeto tiene una
temporalidad que tiende hacia el futuro y que, por
lo tanto, está marcada por el esfuerzo y la aplicación
de un método; que podemos contemplar la idea de la
transformación. En esa tensión el sujeto puede abrir
un mundo de posibilidades y encontrar el lugar cen-
tral de la acción, que en este sentido no puede sino ser
de naturaleza política.
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 43-53
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ENSAYOS
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 56-67
SOCIEDADES MULTIÉTNICAS EN EL SIGLO XXI:
EDUCACIÓN, ACCESO A OPORTUNIDADES E IGUALDAD
MULTIETHNIC SOCIETIES IN THE 21
ST
CENTURY:
EDUCATION, ACCESS TO OPPORTUNITIES AND EQUALITY
SOCIEDADES MULTIÉTINICAS DO SÉCULO XXI:
EDUCAÇÃO, ACCESO A OPORTUNIDADES E IGUALDADE
Resumen:
En una sociedad en la que las personas tienen diferentes
niveles de educación y en las que, pese a los esfuerzos, per-
sisten dicultades en cuanto a la calidad de la educación
otorgada en algunos sectores, ¿qué medidas deben adoptar-
se dentro del ámbito jurídico para mejorar la situación de
aquellos que se hallan en una situación desven-tajosa? Este
problema, común a muchos países americanos en los que
permanecen la desigualdad y los malos resultados educati-
vos, nos lleva a reexionar sobre algunas prácticas utilizadas
con relación a grupos desfavorecidos.
Palabras clave: Multiculturalismo; Educación; Falta de
oportunidades; Sociedad; Inclusión; Igualdad.
Summary:
In a society where people have dierent levels of education
and in which, in spite of the eorts, there are still diculties
regarding the quality of education provided to some groups,
which legal measure should be taken to improve the situation
of those people who are in a disadvantageous situation? is
is a common problem to many American countries in which
inequality and bad education results are still a problem. is
leads us to think on some of the practices related to less
favored groups that were put into practice.
Key words: Multiculturalism; Education; Lack of opportu-
nities; Society; Inclusion; Equality.
Resumo:
Na sociedade em que as pessoas têm diferentes níveis de
educação e nas que pese os esforços persistem dicul-dades
em quanto à qualidade da educação outorgada em alguns
setores, que medidas devem adotar dentro do âmbito jurí-
dico para melhorar a situação daqueles que se encontram
numa situação de desvantagem? Este problema, comum
para muitos países americanos nos que permanecem a des-
igualdade e os maus resultados educativos nos leva a reetir
sobre algumas praticas utilizadas com relação aos grupos
desfavorecidos.
Palavras chave: Multiculturalismo; Educação; Falta de
oportunidades; Sociedade; Inclusão; Igualdade.
Alberto Manuel Poletti Adorno*
Universidad Columbia del Paraguay
* Abogado egresado de la Universidad Nacional de Asunción, Paraguay. Doctor en Derecho Universidad París 1 Panthéon-Sorbonne. Avocat au Barreau
de Paris, Francia. Profesor de Derecho Internacional de la Universidad Columbia del Paraguay. Investigador externo del Departamento de Derecho Po-
lítico de la UNED, España. Las opiniones descritas corresponden exclusivamente al autor y no comprometen a las instituciones mencionadas. Correo-e:
alberto_poletti@hotmail.com
Recibido: 22/08/2015
Aceptado: 27/10/2015
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 56-67
El lósofo austriaco Ludwig Wittgenstein, en su
tratado lógico-losóco, realiza una comparación
entre el lenguaje y la lógica que lo lleva a sostener
que “los límites de mi lenguaje son los límites de mi
mundo” (Ludwig Wittgenstein 1973, § 5.6).
La aseveración, para muchas personas que no reci-
bieron una buena educación, constituye una triste
realidad, pues efectivamente este problema limita en
muchos casos el acceso a oportunidades de seguir
formándose, obtener un mejor trabajo y, en conse-
cuencia, acceder a mejores condiciones de vida y, po-
siblemente, a mejores ingresos económicos.
Basta reexionar sobre las posibilidades reales de
obtener un buen trabajo para aquellas personas que,
por no haber tenido o aprovechado la oportunidad de
corregir las deciencias de su educación, se expresan
oralmente o por escrito con errores idiomáticos en
comparación con aquellas que se expresan correcta-
mente, a quienes sin duda se abrirán más oportuni-
dades.
Podemos mencionar también el alcance limitado a
la información y a ventajas de diversas índoles para
aquellas personas que no hablan inglés. Sus posibi-
lidades son menores comparadas con aquellas que sí
lo hablan. Lo ideal para un país es que sus habitantes
puedan hablar varios idiomas, pero las limitaciones
económicas en muchos casos impiden hacer de este
sueño una realidad.
Reexionar sobre los problemas y las complejas re-
laciones entre el Derecho y la educación nos lleva a
investigar sobre las trabas existentes para que este de-
recho universal, pueda ser efectivo y útil a la mayor
cantidad de personas. No es lo mismo ser un alumno
y profesor en el siglo XXI que lo que era serlo hace
veinte o más años. La irrupción de las nuevas tecnolo-
gías vino a sustituir a los métodos tradicionales. Algu-
nos recomiendan hoy, privilegiar el trabajo en clase y
la investigación personal por sobre la clase magistral.
La educación, en todo caso, es tan importante para un
Estado y sus habitantes que los gobiernos designan
frecuentemente a especialistas como jefes del Minis-
terio, quienes se rodean en muchos casos también de
expertos, pues el objetivo es brindar la mejor educa-
ción a sus habitantes, cada vez con menos recursos.
Los resultados son dispares, midiéndose no obstante
el porcentaje del PIB destinado a la educación
1
.
Según la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), más
de la mitad de los países latinoamericanos entre los
que pueden citarse a Chile, Ecuador, México y Perú,
pudieron matricular al 80% de niños en edad prees-
colar. Otros, se hallan rezagados. Paraguay, por ejem-
plo, no alcanzó el 40% de escolarización a ese nivel y
sólo el 80% de los niños en edad de cursar la educa-
ción primaria lo hace (UNESCO 2015) pese a que,
conforme la Constitución, la instrucción a esa edad
debe ser obligatoria y gratuita.
Algunos de los objetivos en materia de educación
para el período 2015-2030 son que todos los niños y
adolescentes de la región cursen y terminen la ense-
ñanza preescolar y primaria, así como que el sector de
la educación pueda, en colaboración con otros secto-
res, mejorar las perspectivas de desarrollo sostenible.
Queda claro que en nuestras sociedades, pese a que se
han realizado avances, existen aún muchas diculta-
des para lograr los objetivos mencionados que ya se
intentaron en años anteriores. ¿Qué nos garantiza que
en esta oportunidad logremos los objetivos?
Emmanuel Kant distingue entre lo que posee pre-
cio y quien posee dignidad: “Cuando algo tiene un
precio –dice el lósofo– en su lugar puede colocarse
algo diferente como equivalente; en cambio aquello
que está por encima de todo precio y por lo tanto, no
tiene ningún equivalente posee dignidad” (Hoerster
2000, 91). Dentro de una misma sociedad conviven
diferentes grupos con igual dignidad, a quienes el Es-
tado debe proteger ecazmente a través de medidas
adecuadas, que muchas veces no pueden ser similares
por tratar situaciones desiguales. Nos encontramos
con un mosaico (I) donde se deben tomar acciones
para mejorar la situación de ciertos grupos (II).
LOS LÍMITES DE MI MUNDO
1 Para una observación preliminar del tema, ver Banco Mundial/UNESCO: Gasto público en educación, Total PIB. Disponible en http://datos.bancomun-
dial.org/indicador/SE.XPD.TOTL.GD.ZS
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Los Estados de América son países con raíces
históricas que se relacionan estrechamente, existiendo
también problemas derivados de manejos oscuros de
algunos gobiernos que poco o nada hicieron por el
progreso de sus países
2
. Francisco Lizcano distingue
seis etnias que integran la población iberoamericana:
latina o ibérica (con tres subetnias: criollos o
trasplantados, mestizos y mulatos), indígena, negra,
creole, garífuna y asiática. En cuanto a la composición
étnica del área cultural iberoamericana se distinguen
cuatro tipos de países: indoeuropeo, afrocriollo,
afromestizo y criollo (Lizcano 2006, sin pg.). El
desarrollo de estos grupos y de sus respectivos Estados
no ha sido similar, y muchos sectores se empeñan en
buscar culpables (y, sin duda, los hay) de los males
actuales de sus países en épocas anteriores.
Ahora bien, cabría preguntarse si sería posible, con
los recursos actuales y una buena administración,
solucionar o disminuir algunos de estos problemas.
Centrémonos en la educación. La respuesta general
resulta arriesgada ya que habrá que ver en particular
la situación de cada Estado y los fondos destinados
para mejorarla. Y no escapará al lector que la mano
de obra calicada y el nivel educativo podrán permi-
tir también la optimización de los montos destinados
a perseguir este objetivo.
La educación no debe ser un privilegio de algunos, la
dignidad de las personas y su futuro se encuentran en
juego si les privamos de este derecho fundamental
3
.
No obstante, debemos entender que los recursos con
los que cuenta el país, aún con la mejor voluntad, son
pocos, pues cada vez el Estado adquiere más obliga-
ciones y todas son, según los beneciados, iguales o
tan urgentes.
Los problemas y las carencias en el ámbito educativo
nos llevan a reexionar sobre los motivos que impi-
den a grupos desfavorecidos acceder a los medios y
recursos adecuados para mejorar su nivel de vida y de
las personas de su entorno.
Las dicultades en la educación
Nos encontramos con que según un estudio de
la Comisión Económica para América Latina y el
Caribe presentado en enero de 2015 en Santiago de
Chile, la pobreza afectó en 2014 a 28% de la población
de América Latina (CEPAL 2015). Muchos gobiernos
realizan sus mejores esfuerzos y asignan buena parte
de sus recursos para disminuir la brecha existente.
Es indiscutible que personas que no cuentan con asis-
tencia para superar las dicultades diarias y reciben
una educación que no se compadece de sus necesida-
des y del medio en el que viven no podrán progresar,
salvo casos excepcionales, con la misma rapidez con
que lo hacen aquellas que cuentan con educadores
bien formados, ambiente apropiado y pueden cubrir
sus necesidades básicas. En la educación, deben te-
nerse en cuenta las particularidades de los educan-
dos. En este punto, es importante destacar el estudio
“Discriminación étnico-racial y xenofobia en Améri-
ca Latina y el Caribe” realizado por Martín Hopen-
hayn y Álvaro Bello, que establece que “tras siglos de
exclusión y dominación, a principios del nuevo mile-
nio los pueblos indígenas, afrolatinos y afrocaribeños
presentan los peores indicadores económicos y socia-
les y tienen escaso reconocimiento cultural y acceso
a instancias decisorias” (Hopenhayn y Bello 2001, 5).
¿Tiene que ver la falta de educación con estos proble-
mas? Basta ver los fondos destinados a estos sectores
y en muchos casos la calidad de sus establecimientos
educativos, las bibliotecas, el acceso a recursos didác-
ticos, la formación de la mayoría de sus docentes y
compararlos con los de otros lugares situados en las
principales localidades de un país. Podemos adelan-
tar, entonces, una respuesta armativa a nuestra in-
terrogante. Los avances de la tecnología nos hacen
pensar en la posibilidad de utilizar mecanismos al-
ternativos frente a la tradicional impresión de textos.
Así, además de hacer llegar a los grupos los libros en
la forma habitual, puede utilizarse también Internet.
LA SOCIEDAD: MOSAICO DE GRUPOS CON FORMACIONES DIFERENTES
2 “No hay duda de que persiste entre nosotros el problema del atraso socio-económico y la inestabilidad político constitucional. Tal circunstancia pone en
evidencia -según así lo expone César Landa Arroyo- los límites pero también las posibilidades del propio desarrollo de América Latina” (Jiménez 2004,
6).
3 Se rerió Gustavo Zagrebelsky al derecho a la salud diciendo que “es un verdadero derecho frente a los particulares, pero no es más que una aspiración
política y por otro lado una obligación política frente al legislador” (1991, 76 y 79-98). Creemos que el mismo criterio puede ser esgrimido para analizar
el derecho a la educación.
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La “Declaración de París sobre los Recursos Educa-
tivos Abiertos, que nació de la UNESCO en el 2012,
establece que “los recursos educativos abiertos son
cualquier tipo de materiales de enseñanza, aprendiza-
je o investigación que pertenecen al dominio público
o que están publicados con una licencia abierta, para
ser utilizados, adaptados y distribuidos gratuitamen-
te” (Fundación Karisma 2014). Ahora bien, no todas
las personas tienen acceso a programas informáticos
ni saben cómo utilizarlos. Es de esperar entonces que
programas como “Una computadora por niño
4
pue-
dan ser expandidos.
Es necesario mejorar la educación en América Latina.
Por supuesto que se han logrado excelentes resultados
en algunos casos con profesionales que se destacan en
diferentes ámbitos, pero tampoco puede desconocer-
se que los ocho países de la región participantes en la
prueba internacional PISA
5
(Argentina, Brasil, Chile,
Costa Rica, Colombia, México, Perú y Uruguay) ca-
lican en los últimos lugares entre los 65 países par-
ticipantes (Monge 2013). ¿Es sólo presupuestario el
problema?
Los Estados son responsables de asignar recursos pre-
supuestarios y establecer programas para favorecer la
igualdad de oportunidades y resultados educativos en
los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Po-
drá discutirse si nos hallamos ante una obligación de
medios o de resultados. Resulta además importante
considerar, siendo los recursos limitados, la discusión
de si se debería favorecer al sector más carente o si los
recursos deberían ser repartidos equitativamente o, al
menos, proporcionalmente.
Tomemos el ejemplo de Norbert Hoerster, quien al
estudiar la igualdad de tratamiento, se pregunta qué
debería hacer un padre con un hijo normal y otro
mental y físicamente retardado: 1) prestar todo su
apoyo al segundo a n de igualar lo más posible la ca-
lidad de vida de ambos hijos; 2) otorgar a los dos hijos
ciertos derechos y deberes idénticos (aclarando que
por las circunstancias descritas el segundo no estaría
en condiciones de gozar y poniendo como ejemplo el
ingreso a educación superior o la inscripción en un
club deportivo) o 3) dentro de sus posibilidades, in-
vertir en cada hijo tanto como fuera necesario para
que ambos tengan la oportunidad de mejorar su cali-
dad de vida (Hoerster 2000, 166).
Compartimos la opinión del autor sobre la conve-
niencia de elegir la tercera opción. Sin duda alguna,
el Estado asume una obligación con todos los habi-
tantes sometidos a su jurisdicción y en el ámbito de
la educación que se relaciona con el interés superior
de los niños y jóvenes; por tanto, no es conveniente
distribuir los recursos entre mayorías o minorías en
forma proporcional. La educación básica debe en-
tonces cubrir a la totalidad, debiendo ocuparse espe-
cialmente de aquellas minorías desfavorecidas para
remover los obstáculos que les impiden el acceso a
una educación de calidad. Es necesario aumentar el
gasto en estos sectores desfavorecidos sin que ello se
traduzca en una disminución de los esfuerzos de los
demás sectores que deben, de por sí, enfrentar cada
año las amenazas de recortes. Sólo de esta forma po-
drá promoverse otro derecho fundamental, que es el
ingreso, permanencia y mejoramiento de las personas
a la actividad laboral.
El acceso al mercado laboral
Podrá discutirse la relación entre educación y
competitividad. América Latina tiene una proporción
mucho mayor de población en edad de trabajar sin
escolaridad que las economías de Asia Oriental o
que el mismo promedio mundial. Los habitantes
han cursado al menos una parte de la educación
primaria (a diferencia de otras regiones), ubicándose
no obstante muy por debajo del promedio mundial
con respecto a la dotación de trabajadores con
educación secundaria. Según informes del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID 2001, 120), en el
año 2001, el porcentaje de la población en edad de
trabajar que poseía educación secundaria alcanzaba
sólo el 20% y, aunque este porcentaje se ha ido
incrementando desde entonces, está aún lejos de
alcanzar las proporciones de otros países (OECD
2015, 99-100).
4 Proyecto Ceibal en Uruguay: “One Laptop per child”. Disponible en http://one.laptop.org/.
5 El Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE (PISA, por sus siglas en inglés), tiene por objeto evaluar hasta qué punto los
alumnos cercanos al nal de la educación obligatoria han adquirido algunos de los conocimientos y habilidades necesarios para la participación plena
en la sociedad del saber. PISA saca a relucir aquellos países que han alcanzado un buen rendimiento y, al mismo tiempo, un reparto equitativo de opor-
tunidades de aprendizaje, ayudando así a establecer metas ambiciosas para otros países. Disponible en http://www.oecd.org/pisa/pisaenespaol.htm
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La situación de exclusión que enfrentan niños y jó-
venes en el ámbito de la educación formal, repercute
obviamente en el acceso al trabajo y reduce sustan-
cialmente las posibilidades de los mismos de obtener
mejores puestos, mejores salarios y mayores oportu-
nidades. Esta circunstancia está lejos de darse única-
mente por motivos raciales, como comúnmente se
cree. El acceso a funciones electivas que favorece a
representantes de todas las regiones de un país per-
mite la migración interna hacia la capital. También
los concursos públicos y exámenes de ingresos en los
institutos superiores hacen que las personas puedan
desplazarse de una ciudad a otra, con el n de prose-
guir su formación y luego ingresar con éxito al mer-
cado laboral.
Ahora bien: ¿cómo puede facilitarse el acceso al tra-
bajo de una persona sin formación adecuada? En al-
gunos países se establecen cuotas o porcentajes que
deben ser cubiertos por personas jóvenes que cuen-
tan con dicultades de acceso al trabajo ya que no
tienen una experiencia laboral previa, incluso cuan-
do pudieron obtener una educación especializada.
Es importante destacar que el vínculo laboral es una
relación voluntaria, por lo que la intervención del
Estado se limita a establecer las condiciones en que
se cumple la misma y, salvo excepciones, no puede
imponer su celebración, aunque sí puede favorecer
mediante políticas públicas la contratación de ciertos
sectores. Así, en el ejemplo citado, una empresa po-
drá recibir subsidios del gobierno o reducciones de
impuestos si contrata a ciertas personas, con lo cual
podría disminuir sus costos. Alternativas como esta,
fueron implementadas con leyes de empleo juvenil en
diversos países. También merece citarse la iniciativa
en el Brasil de la “Ley de Cuotas, que reserva el 20%
de las vacantes en los concursos públicos federales a
la población negra del país
6
, conformada por más de
la mitad de sus habitantes.
El sistema adoptado es sin duda perfectible. Entra en
vigencia cuando hay más de tres puestos (no cuando
hay una sola vacancia). Sostiene el profesor Bandei-
ra de Mello que para reequilibrar las desigualdades
son necesarias, por parte de los gobernantes, actua-
ciones tanto inmediatas como mediatas, y en dife-
rentes situaciones. El sistema de cuotas, por ejemplo,
sería una solución inmediata y el mejoramiento de la
enseñanza pública la medida mediata. Se debe tener
en cuenta que, a medida que se avance con la mejora
de la educación de todos los sectores podrá ir supri-
miéndose en forma gradual el sistema de cuotas, de
tal modo que, cuando todos estén en igualdad en el
punto de partida, las cuotas ya no serían necesarias
(en Daniela Bonadiman 2013).
Un año después y considerando que la medida se apli-
caba únicamente en el ámbito de la administración
pública a entidades dependientes del Poder Ejecutivo,
se implementó el 20% de cuotas para ingresos al ám-
bito judicial
7
. El Presidente del Supremo Tribunal Fe-
deral, Ricardo Lewandowski, al justicar la ley, señaló
que sólo el 18% de los altos cargos estaban ocupados
por negros. Esta posición es importante ya que se des-
tacó en un estudio reciente la necesidad de alentar
a los Estados a que promuevan la diversidad
en la composición de los miembros del poder
judicial, entre otras cosas teniendo en cuenta
la perspectiva de género y promoviendo acti-
vamente la representación equilibrada de mu-
jeres y hombres de diferentes segmentos de
la sociedad a todos los niveles, y se cercioren
de que los requisitos para ingresar en la pro-
fesión judicial y el correspondiente proceso de
selección sean no discriminatorios, públicos y
transparentes, y se basen en criterios objetivos,
garantizando el nombramiento de personas ín-
tegras e idóneas que tengan la formación y las
cualicaciones jurídicas apropiadas, sobre la
base del mérito y con arreglo a iguales condi-
ciones de trabajo. (ONU, Consejo de Derechos
Humanos, Doc. A/HRC/29/L.11)
Podrá, no obstante, discutirse si este plan debería ex-
tenderse a otros sectores. En México, un estudio de
6 Ley Nº 12.990 del9 de junio de 2014 “Reserva aos negros 20% (vinte por cento) das vagas oferecidas nos concursos públicos para provimento de cargos
efetivos e empregos públicos no âmbito da administração pública federal, das autarquias, das fundações públicas, das empresas públicas e das sociedades
de economia mista controladas pela União”.
7 Consejo Nacional de Justicia de Brasil, Plenário do CNJ aprova cotas de acesso a negros para cargos no Judiciário, 9 de junio de 2015. Disponible en
http://www.cnj.jus.br/noticias/cnj/79590-plenario-do-cnj-aprova-cotas-de-acesso-a-negros-para-cargos-no-judiciario.
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acciones armativas en el ámbito universitario que
permitía el ingreso de estudiantes indígenas señaló
que
de los pocos que logran acceder a la educación
superior, son aún menos los que la terminan,
porque además de los recursos limitados que
tienen para mantenerse como estudiantes, a su
arribo a la universidad, estos estudiantes tienen
que enfrentar otros desafíos, los que impone su
diferencia cultural. (Velasco Cruz 2010, 2557)
Y asimismo cabe preguntarse cuántas personas de las
minorías ocupan puestos en América Latina en em-
presas comerciales para venta, servicios o incluso en
los medios de comunicación, sin contar los empleos
en puestos públicos.
LOS MECANISMOS DE PROMOCIÓN DE LA IGUALDAD
Al modicarse el marco legal de los países, esta-
bleciéndose cuotas para el acceso al trabajo y acogién-
dose judicialmente acciones tendientes a favorecer la
cohabitación de diferentes grupos dentro de un país,
a algunas personas se les otorgan nuevas oportunida-
des para hacer valer sus derechos. Pero el problema
persiste para la mayoría. Creemos que si bien pue-
den promoverse acciones judiciales para la defensa de
grupos minoritarios, es esencial insistir en el mejo-
ramiento de la educación de estos grupos, para que
ellos mismos puedan detectar y disminuir las situa-
ciones que crean las desigualdades entre las personas
en una sociedad.
La discriminación positiva
Creemos que mientras se adoptan medidas de
fondo destinadas a mejorar la educación, una acción
paliativa temporal podría darse con la utilización de
mecanismos de discriminación positiva para reducir
las desigualdades existentes. En este sentido, se
sostiene que la discriminación positiva
es el término dado a una política social dirigi-
da a mejorar la calidad de vida de grupos desfa-
vorecidos. Supone acciones que, a diferencia de
la mera discriminación o de la discriminación
negativa, buscan que un determinado grupo
social, étnico o minoritario que históricamente
haya sufrido aislamiento a causa de injusticias
sociales, reciba un trato preferencial en el acce-
so y distribución de ciertos recursos o servicios
así como acceso a determinados bienes, con el
objetivo de mejorar lacalidad de vidade gru-
pos desfavorecidos. (Corte Suprema de Jus-
ticia de Nicaragua, Sentencia N° 18 del 22 de
agosto de 2013, p. 13)
Dos fallos de la Corte Suprema de Estados Unidos
merecen ser citados. En 2003, en Grutter vs. Bollin-
ger se sostuvo que la Universidad de Michigan podría
considerar la raza (aunque no exclusivamente) en los
procesos de administración como parte de sus esfuer-
zos para obtener un cuerpo estudiantil compuesto por
diversos grupos. Años más tarde, en 2012, en el caso
Fisher vs. Universidad de Texas una joven estudiante
de raza blanca recurrió a la justicia buscando dejar
sin efecto el rechazo a su admisión en la Universidad,
considerando las cuotas minoritarias y sosteniendo
que había sido tratada discriminatoriamente, ya que
personas menos capacitadas que ella ingresaron a la
Universidad. La Corte ordenó el reenvío del caso para
una nueva revisión de la política de ingreso de la Uni-
versidad y muchas personas temen que los días de las
acciones armativas se hallen contados. En el período
2015-2016, la Corte Suprema de Estados Unidos tiene
previsto analizar nuevamente el caso, que de nuevo
fue resuelto en la instancia inferior a favor de la Uni-
versidad (Faust 2015).
No obstante, se debe considerar la decisión de Schue-
tte vs. Coalition to Defend Armative Action, donde
se sostuvo que los votantes de Michigan tienen el de-
recho de cambiar su Constitución para prohibir a las
universidades públicas considerar la raza en los pro-
cesos de admisión.
La jueza Sonia Sotomayor, primera de origen puer-
torriqueño en llegar al Alto Tribunal, emitió un fallo
en disidencia enfatizando que la negativa a aceptar la
cruda realidad de que la raza importa era lamentable
y que “la forma para frenar la discriminación en base
a la raza es hablar abierta y francamente sobre el tema
de la raza y aplicar la Constitución con ojos abiertos
a los efectos desafortunados de siglos de discrimi-
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 56-67
nación racial. Sostuvo en su voto que “como miem-
bros del Poder judicial encargados de intervenir para
hacer efectiva la garantía de la igual protección, no
debemos sentarnos y esperar que desaparezca (wish
away) sino confrontar la desigualdad racial que existe
en nuestra sociedad” (en Liptak 2014).
Es importante destacar que tanto en el ámbito acadé-
mico como en el laboral, la persona favorecida con
la discriminación positiva que tiene la posibilidad de
acceder al puesto, debe esforzarse igual que los otros
para obtener su promoción. La diversidad, lejos de
ser hoy un impedimento, debe ser valorada debida-
mente buscando que sus benecios lleguen a todos
los sectores.
La ayuda inicial para el acceso a los benecios no
constituye una exoneración de todos los demás requi-
sitos. Pero a esta medida, debe sumarse la posibilidad
de recurrir ante el órgano judicial para la vericación
de la persistencia de situaciones de discriminación
que debe igualmente favorecerse y analizarse en el
caso de las minorías.
No es entonces el acceso a la educación de grupos
desfavorecidos el único problema a considerar en
una sociedad multiétnica. La permanencia y la pro-
moción de las condiciones de vida de estos grupos
son desafíos aún mayores. Otorgar el mismo trato a
personas que no cuentan con problemas y a aquellas
que sí presentan dicultades, es injusto a los ojos de
Hoerster.
En realidad, es importante destacar que a lo largo del
proceso educativo surgen siempre aspectos que son
regidos por el Derecho. Por sólo citar algunos: las
oportunidades de promoción, la merienda escolar,
los locales adecuados, la infraestructura, las becas, las
ayudas económicas y el gasto público, las relaciones y
tratos entre alumnos, profesores, padres y la comuni-
dad… Todo está regido por la ley.
No obstante, algunos especialistas consideran que
la discriminación positiva, sobre todo en el modelo
americano, no es una panacea para todos los males.
El destacado economista francés omas Piketty
sostiene que la discriminación positiva sólo puede
tener lugar en la sociedad norteamericana, y reexio-
na sobre una “discriminación positiva a la francesa,
retomando la propuesta de Patrick Weil, profesor de
la Universidad de París, de que en las mejores clases
preparatorias sean admitidos el 7% u 8% de los me-
jores alumnos de cada colegio, en particular aquellos
situados en las Zonas de Educación Prioritaria (en
francés zone d´éducation prioritaire o ZEP) (Piketty
2006).
Las ZEP han recibido muchos nombres luego de va-
rias transformaciones: APV, REP, RAR, ECLAIR. Al
vincularse a un establecimiento educativo con este
programa, se busca corregir el impacto de las des-
igualdades sociales y económicas en la promoción
escolar, por un refuerzo de la acción pedagógica en
las escuelas situadas en lugares que tienen mayores
dicultades.
Los alumnos de estas instituciones se hallan en gru-
pos reducidos donde pueden contar con más atención
y recibir actividades de formación complementarias
y distintas a las tradicionales, con el n de paliar al-
gunas lagunas de la educación tradicional (Les déco-
deurs y Mattea Battaglia 2014).
Sostiene sin embargo Piketty, que se debe actuar a
una temprana edad para reducir los desfasajes entre
los estudiantes y que, paradójicamente, el hecho de
que los alumnos estén en grupos pequeños no siem-
pre garantiza que obtengan mejores resultados. Con-
cordamos en que las acciones para reducir la brecha
entre hijos de diplomados y no diplomados deben
hacerse en la escuela y no en la universidad, donde
el sistema actual no permite realizar un acompaña-
miento como el que existe en la educación básica y
media.
A lo anteriormente citado debe agregarse que cuando
se reducen los recursos y se tienen que realizar cortes,
se afecta en primer lugar a la investigación, a las ayu-
das económicas y a los programas sociales, evitando
las disminuciones salariales por las posibles conse-
cuencias a nivel legal y social que ello implica. Cree-
mos entonces que hay cambios que pueden y deben
venir por otra vía, distinta a las vías descritas.
Adaptaciones sociales
En muchos países latinoamericanos se realizaron
recientemente marchas estudiantiles luego de haberse
descubierto desvíos de fondos, pero también, como
consecuencia de un despertar colectivo ante la
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 56-67
8 Para profundizar sobre los movimientos estudiantiles recientes en diversos países, pueden verse: –en Chile (abril de 2015), http://elpais.com/el-
pais/2015/05/28/album/1432849629_989429.html–
#1432849629_989429_1432849819;
en Panamá (agosto de 2015), http://www.prensa.com/sociedad/Clases-Universidad-Panama-continuan-suspendidas_0_4286571456.html;
en Paraguay (septiembre 2015), http://www.abc.com.py/edicion-impresa/locales/docentes-y-padres-apoyan-la-marcha-estudiantil-del-18-s-1407292.
html
9 En México, la acreditación de las carreras de Derecho no es obligatoria (El País, Madrid, 22 de setiembre de 2015). Disponible en http://internacional.
elpais.com/internacional/2015/09/22-/actualidad/1442877308_101403.html En Perú, conforme a la Ley 28740, la acreditación es voluntaria salvo para
las carreras de Ciencias de la Salud, Educación y Derecho. Ver: http://www.sineace.gob.pe/acreditacion. En la República Argentina, la Ley 24521 creó la
Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria(CONEAU),que impulsó la acreditación de carreras, habiéndose en el pasado admitido
acciones judiciales por parte de prestigiosas universidades como la de Buenos Aires (UBA) y la Nacional de Córdoba (UNC) contra la intervención de
dicha entidad para la vericación de sus programas. La resistencia ha ido disminuyendo desde entonces. Ver http://www.derecho.unc.edu.ar/docentes/
evaluacion-de-desempeno-docente-acreditacion-y-concursos/-camino-a-la-acreditaci200bon
conciencia de los problemas educativos existentes
8
.
Son varias las interrogantes que surgen en la materia
cuando se tiene conciencia del problema. Planteamos
tres de ellas.
En primer lugar, es necesario reexionar en muchos
casos sobre el mejoramiento de los locales educativos
y la calidad de la formación de los docentes. Si bien
el sector público es el responsable principal, el sec-
tor privado debe apoyar las buenas iniciativas en la
materia y constituirse en un guardián de la correcta
utilización de los recursos. Las manifestaciones estu-
diantiles y docentes constituyeron sin duda un me-
canismo ecaz para evitar daños mayores al sistema.
En segundo lugar, se puede analizar qué materias de-
berían ser enseñadas con mayor énfasis. Las pruebas
PISA, citadas anteriormente, evalúan la competencia
en lectura, matemáticas y ciencias. ¿Debe darse én-
fasis a estas ramas por sobre la historia, los idiomas,
la ética o la moral? Asignaturas como losofía, arte o
geografía, ¿deben ser relegadas frente a deportes y en-
señanzas técnicas? ¿Cómo distribuir la carga horaria?
Creemos que además de la formación especializada,
la educación para la tolerancia y el respeto al otro
debe ser efectuada en todos los ámbitos.
En tercer lugar y sin ánimo de ser exhaustivos, po-
dría discutirse si debe seguirse un programa común
o favorecerse las especializaciones. Dentro de la auto-
nomía de cada institución y principalmente en el ám-
bito superior, podrá darse mayor libertad a algunos
establecimientos pero ello no implica, bajo ningún
punto de vista, la facultad de sustraerse al control del
Estado.
Creemos que a medida que la persona vaya avanzan-
do en su educación, pueden proveerse asignaturas co-
munes; pero existe un mínimo esencial en cada nivel,
cada carrera que debe ser dispensado por cada insti-
tución educativa y cuya calidad debe ser supervisada
por el Estado.
Es importante destacar el ámbito de la evaluación
y acreditación de ciertas carreras universitarias. No
existe uniformidad en la materia
9
ya que si bien se
privilegian algunas formaciones que tienen que ver
directamente con la salud, la seguridad, los derechos,
los bienes o la formación de los habitantes en algunos
países, no todos los países acceden a someterse a con-
troles para vericar lo que ya saben: las carencias de
la educación.
Creemos que es preferible centrarse en solucionar los
problemas principales antes que brindar remedios
transitorios. Tal vez un ejemplo permita alimentar el
debate. Un pedido de informes de la Honorable Cá-
mara de Diputados de Paraguay a la Facultad de Filo-
sofía de la Universidad Nacional de Asunción busca-
ba conocer los requisitos establecidos por la Facultad
para el ingreso, la cantidad de plazas habilitadas para
las distintas carreras, la cantidad de postulantes que
se inscribieron en el año lectivo y cuantos obtuvieron
el puntaje mínimo requerido (Honorable Cámara de
Diputados de la República del Paraguay, Resolución
N° 1659 de 17 de septiembre de 2015). Además, se
consultó sobre las plazas vacantes (atendiendo a que
muchos alumnos no alcanzaron el puntaje mínimo) y
sobre si la institución había previsto algún mecanis-
mo para dar lugar al ingreso de postulantes que no
alcanzaron el mínimo requerido.
Esta intervención dio lugar a un amplio debate sobre
la calidad de la educación. Creemos que el principal
problema no se resume a que las personas alcancen o
no un puntaje mínimo en un examen de ingreso, pues
siendo jóvenes, tienen aún varias oportunidades de
prepararse mejor y lograrlo en otra oportunidad. La
Facultad de Derecho
64
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cuestión es si el poder político debe o no inmiscuirse
en asuntos vinculados a la calidad de la enseñanza y
los puntajes mínimos exigidos. En el ámbito judicial,
y salvo agotamiento de recursos administrativos, los
jueces se inclinan por respetar la autonomía universi-
taria y no intereren en dicho ámbito, rechazándose
acciones de amparo para el ingreso de personas que
no alcanzaron el mínimo establecido previamente
10
o
no aprobaron las exigencias mínimas de la institución
para continuar en la misma
11
.
Creemos que esta posición es correcta. Pese a que mu-
cha gente considera a la educación como un negocio
(ello puede verse con el auge de universidades priva-
das), en realidad la educación sigue siendo un servi-
cio público que no puede ser proveído íntegramente
con la calidad deseada por el Estado y por ende, el
sector privado también puede concurrir a brindarlo.
Los problemas vinculados al ingreso y egreso de
alumnos de instituciones universitarias que les per-
mitan un mejor futuro laboral no deben tratarse úni-
camente durante los últimos años, sino que deben
merecer una atención por parte del Estado y de la so-
ciedad a lo largo de todo el proceso educativo.
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Todos los seres humanos nacen libres e
iguales en dignidad y derechos. Esta máxima de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos está
lejos de ser realidad y la situación de la educación es
probablemente una prueba más palpable.
La sociedad del siglo XXI ha cambiado y, por ende,
las necesidades de la educación de sus habitantes. Sin
perjuicio de seguir contando con personas especiali-
zadas en la delicada tarea de la educación, es impor-
tante destacar que los gobiernos deben reconocer esta
situación y realizar rápidamente los cambios necesa-
rios, utilizando al Derecho como un instrumento in-
discutible. En este sentido, debe haber una selección
de contenidos para todos.
Señala el periodista argentino Andrés Oppenheimer
que mientras
“los asiáticos están guiados por el pragmatis-
mo y obsesionados con el futuro, los latinoa-
mericanos estamos guiados por la ideología y
obsesionados con el pasado. La obsesión de los
asiáticos está en cómo volverse más competiti-
vos, ganar posiciones en la economía mundial,
reducir la pobreza y elevar el nivel de vida de
sus poblaciones. En América Latina está ocu-
rriendo exactamente lo contrario, se vive aún
con la idea de que los vivos están guiados por
los muertos” (Oppenheimer 2010, 1).
No debemos eliminar asignaturas ni posibilidades
de formación. La educación básica que, conforme a
la mayoría de las Constituciones de la región, debe
ser gratuita, está lejos de serlo. Los países necesitan
cientícos pero también deportistas, artistas, lóso-
fos, médicos, abogados. También son indispensables
los empleos de nivel medio, al igual que los agricul-
tores y obreros. Así, la adecuación de los programas
con materias obligatorias y opcionales parece ir en la
dirección correcta.
Debe haber mecanismos ecaces de control de la ges-
tión de gastos públicos. Es necesario mejorar el gasto
educativo y ofrecer servicios de calidad a todos los
sectores, buscando evitar que las situaciones de des-
igualdad que existen en la sociedad se repitan en el
futuro. Las acciones de discriminación positiva son
elementos que pueden paliar momentáneamente las
situaciones de inequidad, pero no pueden ser eternas
y deben ser tomadas con cautela.
Por tanto, es indispensable también la adopción
de políticas para permitir a las minorías desfavore-
cidas un mejoramiento de las brechas existentes en
la educación actual. No hay que esperar a llegar a la
10 Tribunal de Apelaciones en lo Criminal de Asunción, sala 1. A. F., M. G.; V. P., L. R.; E. A., F. R.; TC., T. E.; S., L. N.; A., M.; M., M.; O., M.; R., M.; M. C.,
B. A. y C., M. c. Facultad de Filosofía U.N.A. y Consejo Directivo s/ Amparo Constitucional. (Ac. y Sent. N° 42 del11/08/2015).
11 Tribunal de Apelaciones en lo Criminal de Asunción, sala 2 Amparo promovido por el Abog. G. F., J. C. en representación de D. B., J. c. Colegio San José.
(SD Nº 22 del 02/04/2007). En el mismo sentido: Tribunal de Apelaciones en lo Criminal de Asunción, sala 3. Juicio: D. S. de M., A. M. A. c. Colegio
Internacional (Ac. y Sent. Nº 36 del29/04/2003)
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Universidad para actuar. Mientras más temprano se
comience a brindar una educación de calidad, pro-
veyendo a cada alumno durante el proceso educativo
los mecanismos para salir adelante, podrán obtenerse
mejores resultados.
El control social es indispensable. Además de pre-
miarse la calidad educativa, resulta necesario que la
sociedad sea contralora de la gestión no sólo del go-
bierno, sino también de las universidades sobre el uso
de fondos públicos. La evaluación y vericación de la
calidad debe provenir no sólo de organismos ociales
sino también de los miembros de la sociedad. Debe
destacarse qué parte de la acreditación de calidad
consiste en la realización de actividades de impacto
social que, lejos de constituir una mera parte de la
vericación, constituyen una condición esencial para
la comprobación de uno de los objetivos de la educa-
ción, que es la de mejorar la condición de las personas
a través del conocimiento.
Por otra parte, la autonomía universitaria no debe
ser sinónimo de exclusión de controles estatales. Este
tema sin duda merece una reexión particular pero,
por su importancia, no puede dejar de ser al menos
mencionada. Las resistencias a las vericaciones na-
cionales e internacionales no sólo a nivel académico
sino también en el uso de fondos y calidad de los pro-
gramas, deben merecer una respuesta enérgica del
Derecho. El acceso a la información es un derecho
humano, y al afectar signicativamente a la sociedad
el uso de fondos públicos, debe garantizarse la posibi-
lidad de controles para prevenir los comportamientos
tristemente detectados recientemente. Luego, la jus-
ticia decidirá sobre la culpabilidad o no de los acu-
sados.
Estas son algunas de las medidas que deberían tomar-
se para que el problema tratado comience recién a
resolverse. También debe buscarse un mejoramiento
del nivel de preparación de los docentes, de sus con-
diciones laborales. Lamentablemente, el siglo XXI ha
iniciado con problemas nancieros importantes en
los países. Aunque no quiera admitirse públicamente,
los recursos para educación no son prioridad, ya que
los resultados no se ven inmediatamente en una con-
tienda electoral.
No porque falta dinero debe descuidarse la atención
prioritaria a la educación, so pena de que luego apa-
rezcan otros problemas ante la ausencia o imposibi-
lidad del Estado de brindar educación de calidad a
todos los sectores. Kant dijo que un pueblo educado
es un pueblo libre. Y la libertad permitirá tal vez lo-
grar una sociedad con menos conictos que los que
tenemos hoy.
Facultad de Derecho
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REFORMA JUDICIAL COMO PRUEBA DE LA DEMOCRACIA DELEGATIVA
EN ECUADOR: ANÁLISIS INSTITUCIONAL Y COMPORTAMIENTO
DE LA FUNCIÓN EJECUTIVA
JUDICIAL REFORM AS PROOF OF DELEGATIVE DEMOCRACY IN ECUADOR:
INSTITUTIONAL ANALYSIS AND BEHAVIOR OF THE EXECUTIVE FUNCTION
REFORMA JUDICIAL COMO PROVA DA DEMOCRACIA DELEGATIVA NO EQUADOR:
ANÁLISE INSTITUCIONAL E O COMPORTAMENTO DA FUNÇÃO
Resumen:
La mejora del sistema judicial es vital para el mantenimiento
de la democracia y la aplicación de la regla de la ley. Varios
países de América Latina se encuentran inmersos, durante
los últimos 25 años, en un amplio proceso de reformas ju-
diciales cuyos resultados son variables, tanto en su impacto
y como en su evaluación. En Ecuador, la reforma judicial
2011-2013 se encuentra en medio de un debate académico
en cuanto a su contribución al sistema democrático, cen-
trado en la existencia o no de los vasos comunicantes entre
el Ejecutivo y el Poder Judicial, y con ello, la pérdida de la
independencia de la juez. En el presente artículo se propone
analizar esta reforma, utilizando el modelo de democracia
delegativa, para demostrar que la reforma judicial ha roto
los mecanismos de rendición de cuentas horizontales y se
ha centrado en la decisión del Ejecutivo. Para esto, se pon-
drá a prueba este proceso mediante la comparación, a través
del análisis de redes sociales, y las relaciones de causa-con-
secuencia entre las acciones del Poder Ejecutivo y la reac-
ción judicial.
Palabras clave: Reforma judicial; Democracia delegativa;
Análisis de redes sociales; Ecuador; Presidencialismo.
Summary:
Improving the judicial system is vital to the maintenance
of democracy and implementation of the rule of law. Latin
American countries are immersed during the last 25 years,
in a broad process of judicial reforms. eir results are
variable in both impact and evaluation, dening the theory
as a challenge to the assessment of state action. In Ecuador,
judicial reform 2011/2013 is in the midst of an academic
debate as to their contribution to the democratic system,
focusing on the existence or not of communicating vessels
between the Executive and the Judiciary, and thus loss
the independence of the judge. It is proposed to analyze
this reform, using the model of delegative democracy, to
show that: Judicial reform the mechanisms of horizontal
accountability broke, focusing the decision of the Executive.
For this, you will be tested by comparing this process
through social network analysis, and cause-consequence
relationships between the actions of the executive and
judicial reaction.
Key words: Judicial reform; Delegate democracy; Social
network analysis; Ecuador; Presidentialism.
Resumo:
A melhora do sistema judicial é vital para a manutenção da de-
mocracia e a aplicação da regra da lei. Vários países da América
Latina estão imersos, durante os últimos 25 anos, no amplo pro-
cesso de reformas judiciais cujos resultados são variados, tanto
no seu impacto como na sua avaliação. No Equador a reforma
judicial 2011-2013 se encontra no meio de um debate acadê-
mico quanto a sua contribuição para o sistema democrático,
Efrén Guerrero Salgado*
Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset
Ponticia Universidad Calica del Ecuador
* Licenciado en Ciencias Jurídicas y Abogado por la Ponticia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Máster en Protección de Derechos Humanos
por la Universidad de Alcalá. Máster Ocial en Gobierno y Administración Pública por la Universidad Complutense de Madrid/Instituto Ortega y
Gasset, Madrid. Profesor agregado en la Facultad de Jurisprudencia de la PUCE. E-mail: eeguerrero@puce.edu.ec
Enviado: 09/09/2015
Aceptado: 10/10/2015
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centrado na existência ou dos espaços de comunicação entre o
Executivo e o Poder Judicial, e com isso, a perda de independên-
cia do juiz. Propõe se analisar esta reforma, utilizando o modelo
de democracia delegativa, para demonstrar que a reforma judi-
cial rompe os mecanismos de rendição de contas horizontais e
se centra na decisão do Executivo. Para isto, se colocará a pro-
va este processo mediante a comparação, por meio de analise
de redes sociais, e as relações de causa y consequência entre as
ações do Poder Executivo e a reação judicial.
Palavras chave: Reforma judicial; Democracia delegativa;
Análise de redes sociais; Equador; Presidencialismo.
Este texto busca realizar un aporte en un sector
poco analizado en la doctrina de la Administración
Pública, o en la Teoría del Derecho. Para ello se centra
en la relación de las condiciones internas que debe
tener un Estado para su acción (O´Donnell 2010,
323), así como en el papel del sistema de gobierno
en la función judicial en el marco de un Estado de
Derecho, y en la comprensión de los efectos de
introducir una reforma dentro de sectores estatales
con bajos niveles de institucionalidad (Ferrajoli 2001,
75). Este es el resumen de un estudio sobre la reforma
del sistema judicial ecuatoriano que inició en el año
2011 y continúa hasta el día de hoy. Esta explicación
es necesaria en tiempos en que la actividad judicial,
basada en los paradigmas kelsenianos, se ve superada
por la real politik, y se instrumentaliza a la acción en
favor de intereses de actores con alto poder de veto.
En el caso ecuatoriano, antes del año 2007, a pesar
de los esfuerzos de sucesivos gobiernos para poder
construir un sistema judicial que garantizara el Esta-
do de Derecho y la construcción de condiciones mí-
nimas para el ejercicio de los derechos ciudadanos,
el sistema judicial mantenía condiciones de crisis que
amenazaban con un colapso estructural. En general,
los jueces ecuatorianos eran descritos como débiles a
nivel de argumentación jurídica y de construcción ló-
gica de los razonamientos; limitados en su capacidad
de actuar con una interpretación jurídica evolutiva; y
amenazados por la corrupción e impunidad. Ese ele-
mento no es nuevo y, si se expanden esos adjetivos a
otros casos, no son materia de alarma, ya que la gran
mayoría de estudios a nivel latinoamericano trataban
este tema de igual manera (CIDH 2013, 107-112).
INTRODUCCIÓN: SITUACIÓN DEL SISTEMA JUDICIAL ECUATORIANO
ANTES DEL AÑO 2007
La gran diferencia de la judicatura ecuatoriana era
su falencia de poder contra mayoritario. Lo que hace
importante a la judicatura en los sistemas democráti-
cos es su capacidad de imponer al Estado decisiones
que no son ni populares, ni acordes al discurso de las
mayorías (Gargarella 2011, 94-95). En ese orden de
cosas, la historia ecuatoriana muestra una serie de
elementos respecto al tema que sirven como heurísti-
ca para poder demostrar esta debilidad:
a) Todas las Constituciones ecuatorianas (23 en
total), con la notable excepción de la Cons-
titución del año 2008, dejaban al sistema ju-
dicial como un poder debilitado, ya que su
elección o su sistema de gobernanza estaba li-
mitado a la decisión del Ejecutivo, o al acuer-
do con el Congreso Nacional. Ese sistema se
construía en torno a un modelo de democra-
cia centrífuga, altamente reactiva, con incapa-
cidades estructurales para el acuerdo, lo que
incapacitaba al sistema judicial para poder
siquiera controlar la acción de los otros po-
deres del Estado. En la Constitución actual, se
instituye una elección de autoridades de con-
trol horizontal del poder político a través de la
acción cívica de los ciudadanos,
1
y el aumento
del poder de los jueces como actores que ejer-
cen su poder de veto con el control constitu-
cional difuso (Ávila 2011, 143). Actualmente,
el sistema judicial se encuentra administrado
por el Consejo de la Judicatura.
b) De forma constante durante los años 80’, se
asistió a un fenómeno de judicialización de
1 Art. 180, Constitución Política de Ecuador.
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 68-81
la política, mediante el cual se usaron los jui-
cios como arietes en la confrontación entre
diferentes partidos, así como la politización
de la justicia, relacionada con la necesidad de
que los actores políticos pudieran tener va-
sos comunicantes con el poder judicial. Esto
fue una consecuencia del sistema político de
Ecuador. A partir de las primeras elecciones
libres en 1900, el poder político en Ecuador
se construyó en torno a pequeñas élites fami-
liares y económicas. La capacidad de acceder
a grupos de decisión y a la permeabilidad so-
cial fue baja, con lo que los actores políticos
utilizaron regularmente las elecciones para
acceder al poder del Estado, a sus recursos, y
principalmente a la capacidad de regulación y
de solución de conictos.
c) Toda esta situación llevó a no pocos enfrenta-
mientos que minaron los lazos entre el Ejecu-
tivo y el Judicial. Por ejemplo, los desacuerdos
con el Ejecutivo –que legalmente no podía
nombrar jueces, pero tenía interés en contro-
lar ciertas áreas del poder judicial– llevaron
en 1984 a León Febres Cordero (presidente)
a presionar a la Corte Suprema de Justicia
(CSJ) con fuerza armada (la rodeó con tan-
ques), para que se nombrasen jueces más
cercanos a su grupo de interés (Núñez 1985,
75-80). Durante tres meses hubo parálisis de
la función judicial y funcionaron dos cortes
a la par: una nombrada desde el Ejecutivo y
otra que era producto de un acuerdo entre
el Congreso Nacional y la Corte Suprema de
Justicia (Basabe y Llanos Escobar 2014, 25).
Al nal, el Congreso cedió y dio paso a una
negociación con el Ejecutivo para nombrar a
un grupo de jueces anes al gobierno (Alcán-
tara y Freidenberg 2001, 258). Otra forma de
esta presión fue a través de los canales legisla-
tivos: el 5 de diciembre de 2004 el presidente
de la República, coronel Lucio Gutiérrez, con-
vocó a un período extraordinario de sesiones
del Congreso Nacional. Aunque el presidente
tenía la atribución de convocar de manera
extraordinaria al Congreso, la convocatoria
se rerió al “análisis y resolución sobre la si-
tuación jurídico-constitucional de la Función
Judicial.
2
Esta convocatoria llevó a una sesión
especial del Congreso para tratar el punto es-
pecíco que llevaría a destituir a los magis-
trados de la CSJ,
3
lo que efectivamente se hizo
nombrando a una Corte de facto, hecho que
llevó a su destitución en abril del 2005.
d) Hasta el año 2007 existía un solapamiento
entre diferentes agencias que gobernaban el
sistema. La Corte Suprema de Justicia (hoy
Corte Nacional), era la autoridad jurídica
más importante del país hasta el aparecimien-
to de la Corte Constitucional en el año 1998.
Además de ésta, el Consejo de la Judicatura,
surgido en el mismo año, era el organismo
de administración del sistema. Por otro lado,
existían agencias gubernamentales encarga-
das de la cooperación en materia judicial, que
hacían actividades coordinándose con las dos
instancias anteriores (USAID 2002, 61-62).
La existencia de varios niveles de planica-
ción entre estos actores, combinado con la
conictividad política arriba descrita, provo-
có una serie de efectos perversos: el sistema
judicial era un espacio social donde el acce-
so al debido proceso y a la imparcialidad era
inversamente proporcional al poder político
disponible (Guarnieri y Pederzoli 1999, 10);
los ciudadanos tenían una percepción negati-
va de la actividad judicial (Layton et al 2014,
86); y la obtención de sus productos y servi-
cios dependía de su cercanía a los centros de
poder político (Zaaroni 2009, 151). Al no
existir cercanía, su única opción era navegar
en un sistema legal que reproducía las diná-
micas tradicionales de exclusión ecuatoriana
vila 2009, 389). En resumen, no existía una
estructura institucional capaz garantizar la vi-
gencia de los derechos fundamentales (Santos
1998, 204-205).
2 Diario Hoy. “La mayoría de bloques irá al llamado de Gutiérrez. Noticia de 10 de diciembre de 2004.
3 En la Resolución No. R-25-181 se manifestó “CESANTE en sus funciones a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y a sus correspondientes
conjueces, quienes no renunciaron a sus funciones en enero de 2003, tal como lo contempla la disposición transitoria vigésimo quinta de la codicación
Constitucional vigente; y, DESIGNAR en su reemplazo a los juristas que a continuación se detallan, los que se posesionarán ante el Segundo Vicepre-
sidente del Congreso Nacional, quienes no estarán sujetos a períodos jos en relación con la duración de sus cargos y cesarán en sus funciones por las
causales determinadas en la Constitución Política de la República y la ley: […]”
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 68-81
Con estos antecedentes se llega al año 2007, en
el que, como producto del rechazo a la clase política,
y en medio de promesas de cambio, asciende a la
presidencia Rafael Correa Delgado y Alianza PAIS
(en adelante, AP). A pesar de que no colocaron en el
inicio de su agenda una reforma masiva del sistema
judicial, entre el 2007 y el 2011 el Ecuador asistió a
una reforma del Estado de gran envergadura y una
renovación a gran escala de todo el sistema jurídico,
centrado en la Constitución del año 2008.
Esta norma planteaba un nuevo modelo de juez:
cualquier anomia debería ser completada por el
trabajo de los jueces (Hakansson-Nieto 2010, 63),
a través de mecanismos de interpretación, basados
en la ponderación (Alexy 2009, 8-14) y el método
teleológico (Dworkin 1986, 62-72). En términos
generales, el juez tiene la obligación de controlar e
inuir en el diseño, implementación y evaluación
de la política pública, ya que el catálogo de derechos
exigibles es aumentado, inclusive incluyendo
prerrogativas a favor de la naturaleza.
4
Con estos antecedentes, el gobierno nacional se em-
barcó en una operación política para hacer posible,
al menos en teoría, una reforma del Estado y de su
sistema judicial con altos niveles de legitimidad
(DCIDOB 2007, 3). Este mecanismo, contenido en el
marco de la masiva reforma estatal (planteada como
una “revolución”), incluyó una consulta popular, así
como acciones de gobierno, que, a diferencia de pro-
cesos anteriores, ha contado con un amplio nivel de
aceptación popular (Diamint y Tedesco 2014, 38 y
ss). Este proceso tuvo dos partes: un Consejo de la
Judicatura de Transición que duró 18 meses, y un
Consejo nalizado, con nuevas reglas basadas en una
reforma constitucional. En toda la reforma judicial, a
pesar de estas tensiones, pueden evidenciarse varios
cambios administrativos y en la gestión de despacho;
muchos de ellos francamente positivos considerando
la situación de desorganización y anomia que se en-
contraba la línea base (SENPLADES 2013, 201-202).
A este respecto, la información disponible plantea los
siguientes resultados:
4 Art. 71, Constitución Ecuador 2008.
REFORMA JUDICIAL ECUATORIANA 2007-2012
Tabla Nº 1
Resultados Reforma Judicial del Consejo de la Judicatura de Transición: Agosto 2011-diciembre 2012
Eje de Reforma Resultado
Talento humano
Aumento del número de jueces. 101 jueces y juezas de Familia, Mujer, Niñez y
Adolescencia; 313 jueces y juezas en varias materias; 1 267 jueces y juezas y 532
notarios y notarias
Modelo de gestión
Implementación de un sistema integral de gestión del personal que incluye: co-
bertura de vacantes, fortalecimiento de la Escuela de la Función Judicial, remu-
neraciones variables y escalafón de la carrera judicial
Infraestructura civil
34 obras funcionales y 6 en etapa nal. En total, durante 36 meses, se entregaron
199 obras
Infraestructura tecnológica
6 327 computadoras, telefonía IP, video conferencias, 73 salas de audiencias -de
250 previstas- para la oralidad de los juicios
Cooperación interinstitucional
Implementación de Unidades de Flagrancia, Contravenciones, Niñez y Adoles-
cencia
Gestión nanciera
Sistema de control de presupuesto y contratación
Control disciplinario
Aumento del 100% de gestión de causas internas de jueces
Depuración de causas 144 721 causas terminadas por mes en 17 meses
Fuente: Consejo de la Judicatura de Transición 2014, 79-210.
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 68-81
En resumen, eso es lo sucedido en el caso ecuatoria-
no. La duda que surge es si una reforma en el siste-
ma judicial realmente asegura la construcción de un
sistema judicial de tipo contra mayoritario, o si sola-
mente se genera una caja negra -utilizando el modelo
clásico de Easton (1957, 383-400), donde los actores
políticos pueden inuir a espaldas de la ciudadanía.
Eso incide de manera directa en el tipo de democra-
cia que se va a generar, ya que si se afecta el sistema
judicial, la manera en que se ejerce, se reparte y se uti-
liza el poder para resolver conictos denitivamente
puede mostrarnos cómo un Estado decide concebir y
ejercer la democracia.
En el caso ecuatoriano, como en cualquier otro, este
es un reto complejo. La ‘democracia’ es un concepto
polisémico, que ha sido utilizado a gusto de actores
políticos a través de los tiempos. Por tal razón, este
texto explicará el tipo de democracia que se despren-
de de la reforma judicial. Para esto se hará un análisis
deductivo. En primer lugar se explicará un modelo
particular (la democracia delegativa) que puede ser
una explicación de la situación actual ecuatoriana. En
segundo lugar, se harán dos análisis combinados: el
de diseño institucional, basado en una metodología
de análisis de red, y otro de causa-consecuencia, para
explicar los alcances de la reacción gubernamental.
DEMOCRACIA DELEGATIVA: POSIBLE EXPLICACIÓN
DE LOS RESULTADOS DE LA REFORMA
Al revisar la teoría se cae en cuenta de que no se
hacen aproximaciones hacia las condiciones previas
del sistema político para poner en funcionamiento
una reforma, y si el respeto de derechos fundamentales
es el objetivo de ese procedimiento (Box et al 2001,
608-619). Al contrario, existe una tensión teórica que
plantea una conciliación entre derechos democráticos,
de mercado y soberanía como imposible (Rodrick
2011, 184). Por otro lado, los textos plantean que una
reforma es beneciosa per se, por lo que un cambio
estructural de un espacio estratégico de los servicios
estatales, debería suponer siempre benecios para
el ejercicio de la democracia y, por consecuencia, la
construcción de una sociedad abierta (Castoriadis
1989, 506). Esta pugna, y la falta de una resolución
desde la literatura, sugieren la existencia de una zona
gris (Uribe de Hincapié 2009, 12). A ello pretende
aportar el presente texto.
La literatura supone que los Estados canalizan y mo-
dernizan las condiciones de su democracia median-
te reformas
5
pero es posible un escenario donde el
sistema político afecte las condiciones de represen-
tatividad y de rendición de cuentas (accountability)
horizontal (CLAD 2000, 14-15) ¿Qué sucede en ese
escenario? La doctrina no puede ofrecer una res-
puesta al respecto, pues no se plantea la democracia
como un objetivo, sino como una hipótesis previa
al proceso de reforma de la administración (Amir y
Djankov 2014, 19). Este hecho provoca que no se ten-
ga en cuenta la calidad ‘democrática’ de los outcomes
de la intervención técnico-política. Al contrario, los
procesos de modernización o de bonanza económica
son a menudo entendidos como condiciones para el
ejercicio de la democracia (Hadenius y Teorell 2005,
103). Toda esta tensión doctrinal se resuelve si se uti-
liza el concepto de democracia delegativa, concebido
por Guillermo O´Donnell (1994). No obstante, antes
de entrar al plano latinoamericano, es imposible no
referirse a Bryan Ford, quien en 2002 sistematizó la
democracia delegativa dándole un valor positivo:
Delegative democracy is a new paradigm
for democratic organization which
emphasizes individually chosen vote transfers
(“delegation”) over mass election. Delegative
democracy combines the best elements of
direct and representative democracy by
replacing articially imposed representation
structures with and adaptive structure founded
on real personal and group trust relationships.
Delegative democracy empowers individuals
and encourages widespread direct participation
in a democratic organization, without unduly
burdening of disenfranchising those members
who, for lack of time, interest, or knowledge,
would prefer to take a more passive role. (Ford
2002, 2)
5 De hecho, la administración pública afecta de manera estructural a la democracia. La burocracia es un elemento complementario para la democracia, y
la administración pública es inseparable para el ejercicio de los valores democráticos y el ejercicio de la rendición de cuentas (Peters 2009: 211-212).
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 68-81
Esta visión que parecería ultra liberal de la democra-
cia, en que existe una conanza absoluta en la volun-
tad del otro y una posibilidad innita de actuar o no
actuar de acuerdo a los intereses propios, se juega en
varios frentes y diferentes características. Bryan Ford
señala, antes de entrar a la democracia delegativa, las
otras dos clases de democracia:
a) La democracia representativa, en la cual un
número pequeño de líderes se eligen para to-
mar decisiones para la mayoría. De acuerdo
a Ford, una estructura representativa puede
ayudar a la estabilidad y cohesión de la po-
lítica, pero en este caso una minoría fuerte
puede subvertir el orden. Igualmente, puede
suceder que la representación indicada se
vuelva contraproducente en cuanto puede
crear disparidades; por ejemplo, si se escoge
como base de elección a la distribución geo-
gráca, se pueden perder ciertas característi-
cas sociales y raciales.
b) Además, y paradójicamente, el problema de
la representación total hace que se pierda,
efectivamente, esa supuesta representación:
mientras más grande sea el cuerpo elegido,
existiría más representación de los votantes,
pero eso aumenta los costos de mantenimien-
to del sistema y puede mermar su ecacia.
Esto puede llevar a que no exista una verda-
dera comunicación entre representantes y re-
presentados.
c) En cuanto a la democracia directa, todos los
miembros de la organización deberían ser
parte de las decisiones y la toma de las mis-
mas. Esto sólo funciona en grupos pequeños
y de alta cohesión. Aunque pareciera lo ideal,
este tipo de democracia implica problemas
debido a los diversos puntos de vista, deseos y
perspectivas del cuerpo electoral. En ese sen-
tido, esta forma deseable se queda, justamen-
te, en el “deber ser”.
Con esta diferenciación previa, Ford propone a la de-
mocracia delegativa como un sistema que se acepta
como una forma de representación; se necesita para
minimizar la carga de votantes que no pueden to-
mar parte, de manera informada, en la creación de
un organismo democrático. Ahora, mientras que por
sus problemas la representatividad busca tener orga-
nizaciones más pequeñas, la democracia delegativa
se dirige más bien a escoger de forma directa a los
representantes y a tener una relación inmediata con
ellos. No obstante, mientras que en la democracia
representativa los delegados tendrían, en teoría, el
mismo poder y posibilidad de acción, en este caso los
representantes sólo demuestran su voluntad de ser la
“voz del pueblo” y aceptan que pueden existir desba-
lances de poder. El poder en la representatividad está
más extendido, las voces son demasiadas y, por ende,
la democracia es poco práctica y hasta imperfecta.
En resumen, una democracia delegativa, como señala
O´Donnell -quien aplicaría el concepto en América
Latina (1994, 56; 2010, 1-8)- se fundamenta en la pre-
misa de que quien sea el ganador de la elección ten-
drá el derecho a gobernar como considere apropiado.
Las restricciones estarán dadas por las relaciones de
poder existentes en un período constitucionalmen-
te demarcado. Ahora, O´Donnell pone el dedo en la
llaga de estas democracias delegativas: mientras se
quita peso al votante, el delegado tendrá derecho a
trabajar de acuerdo a sus propias visiones, tomando
solamente en cuenta la posibilidad de no tener mayor
movilidad debido a las presiones que podrían crearse
a su alrededor.
El gran peligro del modelo delegativo según O´Don-
nell (y en completa contradicción a la visión más po-
sitiva de Ford), es que la gura presidencial se trans-
forma entonces en quien encarna al país, pues tiene
toda la capacidad de gobernar como quiere, en tanto
es un delegado absoluto de la visión popular. La -
gura presidencial no es una democracia directa, tam-
poco ‘representa, pues a él se le ha delegado el poder.
En esta gura de la democracia, su base política es el
movimiento o el frente, que ya no tiene las facciones
y estructura del partido. Es por esto que, en ocasio-
nes, las funciones de tipo legislativo y judicial tienden
a tener poca acción de rendición de cuentas hacia el
poder central e incluso a sufrir rechazo desde instan-
cias de poder (1994, 57-58).
Así, como indica Peruzotti (2008, 114), esta demo-
cracia delegativa podría tener sesgos que acompaña-
rían, o, al menos estarían en la línea de las acciones
de tipo populista, como el personalismo del que ya
se ha hablado. No obstante, y eso es lo que determi-
na para O´Donnell la separación entre populismo y
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 68-81
democracia delegativa, está en la inclusión de clases:
mientras el populismo intenta llevar a una real incor-
poración de sectores socialmente excluidos a la vida
política, la democracia delegativa tiende a apoyarse
en la apatía del votante (1993, 163-184); no en vano
una característica de este tipo de democracia es la au-
toridad completamente delegada.
Una característica que se encuentra fuertemente li-
gada a la democracia delegativa es la falta de rendi-
ción de cuentas, que tiene que ver, nuevamente, con
el personalismo que implica este tipo de modelos. La
dimensión electoral, la accountability vertical que se-
ñala O´Donnell, sería la única fuente de rendición,
mientras que hay una falta o inexistencia de mecanis-
mos de tipo horizontal en las sociedades (1994, 61).
Nuevamente esto sustenta el por qué se minimiza la
participación de funciones legislativa y ejecutiva en
este juego de poder.
Así, es en este punto en donde O´Donnell separa real-
mente a la democracia delegativa de la representativa
o directa: el autor distingue estos regímenes delega-
tivos de las formas que asume la representación en
el minimalismo democrático, en los cuales existe un
grado mínimo de accountability horizontal. Las de-
mocracias delegativas suponen una forma degradada
o no institucionalizada de poliarquía, que se traduce
en un décit del componente liberal de la ciudadanía.
Bajo esta forma de democracia, los ciudadanos pue-
den votar libremente en elecciones justas y trans-
parentes, pero, simultáneamente, encuentran sus
derechos cívicos repetidamente violados por el com-
portamiento autoritario y discrecional de ciertos
agentes públicos (1993, 136). De hecho, existiría una
especie de debilidad institucional relacionada con la
democracia delegativa: se dice incluso que tribuna-
les de justicia e instancias parlamentarias serían ‘es-
torbos. Es simple; estos elementos restan autoridad
al presidente, evitan la creación de roles preestable-
cidos inamovibles, y aumentan la participación, tres
elementos nombrados por Ford como bases de esta
visión de la democracia (O’Donnell 1994, 62).
Sin embargo, no es algo fácil ‘demonizar’ a la demo-
cracia delegativa. No es cuestión de ello. Como bien
indica nuevamente O ´Donnell, a pesar de este cen-
tralismo en el poder, la estructura presenta una visión
democrática menos liberal que la democracia repre-
sentativa, pero sin dejar de ser liberal: el individuo
prima sobre el resto, pero mientras que en la demo-
cracia representativa hay un poder que, al menos, se
intenta repartir o descentralizar entre los individuos,
en la delegación el poder está en el delegado más
fuerte, en aquel que tiene la conanza total de la ciu-
dadanía: el poder del pueblo en sus manos. Por libre
elección. El delegado es el intérprete del interés gene-
ral, porque así se quiso desde el comienzo del proceso
de elecciones.
La visión liberal de este tipo de democracia se centra
en un individuo fuerte. Un individuo realista hobbe-
siano, como señala O´Donnell, el cual está en cons-
tante “estado de guerra” para mantener su poder en
una estructura en que tiene hegemonía. Sin embargo,
y esa es la otra gran crítica latinoamericana al opti-
mismo de Ford sobre la democracia delegativa, existe
el peligro de la falta de cuestionamiento, ese proble-
ma ya mencionado de la accountability o rendición
de cuentas.
De acuerdo a Peruzotti, la profundización democráti-
ca en América Latina está en la introducción no sólo
de esta rendición de cuentas o accountability de tipo
horizontal (poder legislativo, poder judicial) o verti-
cal (electoral), sino que se necesita salir de ese mode-
lo minimalista que dena un campo de accountability
de tipo ciudadano. Es decir, se necesita crear canales
de comunicación entre la ciudadanía de la región y
las instituciones. Es necesario poder medir las voces,
dice Peruzotti (2008, 116–117), de la real pluralidad
de voces que existen en los procesos democráticos la-
tinoamericanos.
Frente a esto, el autor critica los modelos minimalis-
tas (accountability horizontal/vertical) y delegativos
(solamente rendición vertical electoral), que no abren
este tipo de opciones. Por eso señala que se necesita
una tarea de profundización democrática que se tra-
duzca en una transición del actual delegativo hacia
una forma representativa de democracia que, a di-
ferencia del modelo minimalista, no sólo establezca
mecanismos efectivos de rendición de cuentas hori-
zontales, sino también dena un amplio campo de
política mediada a n de hacer efectiva la receptivi-
dad del sistema político a las demandas y preocupa-
ciones ciudadanas.
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ANÁLISIS DE REDES JURÍDICAS Y POLÍTICAS
Entonces, para poder establecer si lo que sucede
en un país es una democracia delegativa, hay que
hacer dos ejercicios: a) probar que se centra la decisión
política en el delegado; y b) analizar si esta decisión
unicada afectaría a todos los mecanismos de control
horizontal. Entonces, y para seguir con el examen,
se deberá comparar la evolución del sistema legal a
través del estudio de redes sociales, para probar si la
red pasó de un sistema con actores de veto a uno que
no los tenga; para después analizarlos en su relación
con el “mundo real, reriéndonos a la acción de los
jueces y tribunales, en casos que tengan cierto interés
público.
La red, en términos simples, es un espacio formado
por puntos discretos (nudos), vinculados por líneas
de relación (no por continuidades físicas) (Bruge et al
2005, 8). En términos prácticos, la existencia humana
es una red de relaciones de todo tipo. Si la reforma
del sistema judicial es un proceso complejo, el sistema
de red que se construye y su relación con la estructura
del Estado -que, a su vez, implica un sistema legal-
vuelven a esta metodología una herramienta adecua-
da para analizar las centralidades de poder, en apara-
tos estatales con ciertos niveles de evolución (Carroll
y Sapinski 2011, 181-182).
Tabla Nº 2
Redes de Gobernanza dentro de la Reforma Judicial ecuatoriana 2010-2014
Tipo de
Red
Características de
la Red Legal
Características de
la red
Funcional
Existencia de
actor de veto
Control
Horizontal al
Ejecutivo
Facilidad de
Intercambio de
Información
Resultado
Pre reforma
Red de las relacio-
nes de nombra-
miento de funcio-
narios a partir de
los establecido en la
Constitución 2008 y
el Código Orgánico
de la Función Judi-
cial
Red levantada a
partir de entre-
vistas cualitativas
realizadas a 8 in-
formantes: dos ex
funcionarios pú-
blicos, dos docen-
tes universitarios,
dos abogados liti-
gantes, y dos poli-
tólogos.
Si Si (Red Legal)
Si (Red
Funcional)
No (Red Legal)
No (Red
Funcional)
Canales administra-
tivos estaban cerra-
dos entre el Consejo
de la Judicatura y el
Ejecutivo. En suma,
el mismo Ejecutivo
ecuatoriano creó un
actor de veto dentro
del sistema institu-
cional.
Reforma
Red realizada a par-
tir de la pregunta 4
de la Consulta Po-
pular de 7 de mayo
de 2011, que dio
paso al proceso de
reforma
6
.
No Si (Red Legal)
No (Red
Funcional)
Si (Red Legal)
Si (Red
Funcional)
Se simplica la red
al máximo. Refor-
ma eciente
Post
Reforma
(actual)
Red realizada a par-
tir de la pregunta 4
de la Consulta Po-
pular de 7 de mayo
de 2011, que dio
paso al proceso de
reforma
7
No Si (Red Legal)
No (Red
Funcional)
Si (Red Legal)
Si (Red
Funcional)
Se “normaliza la
situación, pero se
mantiene el control
del Ejecutivo, me-
diante la entrada de
actores estratégicos
cercanos al discurso
gubernamental.
6 Pregunta # 4: ¿Está usted de acuerdo en sustituir el actual Pleno del Consejo de la Judicatura por un Consejo de la Judicatura de Transición conformado
por tres miembros designados, uno por la Función Ejecutiva, uno por la Función Legislativa y uno por la Función de Transparencia y Control Social,
para que en el plazo improrrogable de 18 meses, ejerza las competencias del Consejo de la Judicatura y reestructure la Función Judicial, enmendando la
Constitución como lo establece el anexo 4?
7 Pregunta #5 Enmiéndese la Constitución de la República del Ecuador de la siguiente manera: “Art. 179.- El Consejo de la Judicatura se integrará por 5
delegados, y sus respectivos suplentes, quienes serán elegidos mediante ternas enviadas por el Presidente de la Corte Nacional de Justicia, quien lo pre-
sidirá; por el Fiscal General del Estado; por el Defensor Público; por la Función Ejecutiva; y por la Asamblea Nacional. Los delegados mencionados en
el inciso anterior, serán elegidos por el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, a través de un proceso público de escrutinio con veeduría
y posibilidad de impugnación ciudadana. El procedimiento, plazos y demás elementos del proceso serán determinados por el Consejo de Participación
Ciudadana y Control Social. Los miembros del Consejo de la Judicatura, tanto titulares como suplentes, durarán en el ejercicio de sus funciones 6 años.
El Consejo de la Judicatura rendirá su informe anual ante la Asamblea Nacional, que podrá scalizar y juzgar a sus miembros
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 68-81
En tal razón, se limitó el análisis a la red de relaciones
previstas en el sistema normativo (de tipo constitu-
cional-legal), comparado con el que se construye en
las relaciones de índole político a través de los fun-
cionarios (red funcional). La red legal se analizó en
función de “qué institución responde a quién, mien-
tras que en la red funcional se buscó explicar “qué
funcionario responde de forma política a quién, para
que mantengan correspondencia (Wasserman y Faust
2013, 68-69). En el caso de la primera, se realizó un
levantamiento de las normas jurídicas y resoluciones
administrativas que ilustran los lazos entre los dife-
rentes agentes dentro del sistema. La información
de la segunda red procedió de entrevistas realizadas
a ocho informantes anónimos, así como al levanta-
miento de prensa. Con los datos recabados se generó
una representación de la red, a través de un sowa-
re de modelado de red social (Huisman y Van Dui-
jn 2005, 270-316). En esta oportunidad se utilizó el
soware libre Gephi™, de uso abierto, diseñado para
la construcción de las redes sociales (Bastian et al
2009, 361-362). Lo que se buscó detectar fue la cen-
tralidad o prominencia de actores en el proceso. Esto
está denido como la visibilidad del actor dentro de
la red (Wasserman y Faust 2013, 193). Se hizo una
comparación entre tres modelos de red, que denen
la dinámica sucedida en el sistema legal ecuatoriano:
(Ver Tabla Nº 2)
En virtud de ello, se encontraron los resultados que se
exponen a continuación:
La Consulta Popular y su modelo de reforma han
desplazado totalmente a la ciudadanía del panorama
político y han delegado toda la autoridad a favor del
Consejo, con una delegación a partir de los votos de
las mismas instituciones del Gobierno. Aunque hay
ciertos espacios de control horizontal, si se traslada
esta red de las normas a la red de la política real, hay
una centralidad administrativa, de planicación y
presupuestaria a favor del Ejecutivo. Esta centralidad
maximiza la ecacia, pero genera vasos comunicantes
entre el Ejecutivo y el Poder Judicial en forma de ujos
de poder e información entre ambas instancias. Esto
conrma un sistema delegativo, ya que la Consulta
pone al Ejecutivo como único generador de legitimi-
dad y pieza más importante del proceso de reforma.
El modelo post-consulta ha sido un fuerte espacio
de gestión política donde el Ejecutivo ha constituido
un actor principal, pero debe tenerse en cuenta la en-
trada de la participación social, nuevamente, a través
de una opción indirecta de elección. La decisión del
Ejecutivo para acceder al proceso de reforma fue la
alineación programática, con funcionarios de élite
seleccionados por organismos que se encontraban ya
colonizados. En términos de funcionalidad política,
la entrada de estos funcionarios redujo la necesidad
de pasos e, independientemente de una red más com-
plicada, se volvió más eciente en cuanto al movi-
miento dentro de la red, por lo que la información y
el poder entre actores se tornan más uidos, tal como
se puede observar en la siguiente tabla.
Tabla Nº 3
Comparativa: promedio de movimiento en redes legales y funcionales en la reforma judicial*
Pre-reforma Reforma Post reforma
Pasos Combinaciones Pasos Combinaciones Pasos Combinaciones
Red Legal 2,645 472 1,930 56 1,504 98
Red Funcional 2,179 145 1,803 51 1,515 97
*Nótese el descenso entre diferentes modelos.
Tabla Nº 4
Nivel de funcionarios con inuencia del Ejecutivo en la Red (Centralidad)
ARISTAS DE SALIDA
Pre-reforma Reforma Post reforma
Red Legal 2 1 15
Red Funcional 6 3 16
*Nótese el acenso entre diferentes modelos.
Asimismo, ha habido una reducción clara de los pa-
sos necesarios para la elecci ón del funcionario (el
recorrido en la red), desde lo establecido en la Cons-
titución de 2008 al sistema actual. Esto ha generado
como efecto un aumento de la centralidad del Ejecu-
tivo:
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 68-81
La pregunta obligatoria es, si esta reducción de pa-
sos puede interpretarse, o no, como un mecanismo
de cooptación del sistema. Las posibles respuestas
serían que este acto se hizo de forma racional, o fue
producto de acciones políticas sin relación entre sí.
La evidencia que muestra el análisis hace entender
que hubo una decisión coordinada para poder colo-
car funcionarios clave para dar mayor efectividad al
proceso. Lo que está claro es que la delegación de po-
der y sus consecuencias no fueron un acto premedi-
tado, ya que la Consulta Popular nació de un bloqueo
burocrático, que llevó a una decisión política. Esto
sucedió por cuanto AP tiene una conanza ilimita-
da en la legitimidad del Ejecutivo, y el mismo tiene
plena conciencia de los alcances de su acción política
(Alianza País 2013, 22); por eso, el procedimiento de
acción durante la reforma fue el total apoyo nancie-
ro, la generación de un discurso de defensa a favor
de la Consulta Popular, y una importante inversión
de capital político. Se puede armar que la actuación
del presidente, como representante del Ejecutivo, en
procesos de reforma del Estado, supone una oportu-
nidad de cooptación de espacios de poder fáctico y de
resolución de conictos.
Una vez analizado el alcance de la centralidad
del poder existente en el Sistema Institucional, es
importante analizar si existe una relación causa-
consecuencia entre casos de interés nacional y una
acción del Ejecutivo con relación a la conducta de los
jueces. En ese orden de cosas, es imposible armar que
existe un sistema judicial dominado por el Ejecutivo:
estadísticamente es insostenible que un Estado,
independientemente de su poder, pueda controlar
las millones de causas que se manejan dentro de una
judicatura. Lo que sí puede suceder, es que exista
(conrmando con el fenómeno de la democracia
delegativa) un discurso mayoritario del Ejecutivo
que permee todo el sistema jurídico. Entonces, los
jueces no son presionados directamente, sino que el
discurso ocial se vuelve una heurística incontestable
que no puede ser rebatida por el sector judicial. Esto
no es ilegal, pero en los términos de una democracia
liberal, deja a los jueces desprotegidos de su capacidad
de oponerse de forma legítima al poder público.
Para probar este hecho, deberían analizarse leading
cases aquellos que muestran una necesidad estruc-
tural de protección de derechos por parte del Estado
(Sánchez 2007,10), con las expresiones que sobre los
RELACIONES CAUSA CONSECUENCIA EN LA ACCIÓN POLÍTICA:
CASO DE LOS ENLACES CIUDADANOS
mismos se realizaron desde el Ejecutivo. Al respec-
to, la expresión de comunicación más estable son los
enlaces ciudadanos (transmisiones de rendición de
cuentas), en los que el Ejecutivo maniesta al pleno
su posición sobre los temas de atención nacional.
8
Es-
tos son el espacio más importante para el Ejecutivo:
logra explicar el alcance de sus acciones y las conse-
cuencias de la política pública, de forma horizontal
y didáctica.
9
Estos espacios suman 407 a la fecha
10
y
constituyen una unidad de análisis de los procesos
causa-consecuencia entre la acción política y la ges-
tión en la realidad del actor político, especialmente
porque es el acto de Estado más público y más cons-
tante en los últimos años del régimen: apenas ha cam-
biado su formato y su tiempo en el aire. A nivel legal,
debe tenerse en cuenta que el “Enlace Ciudadano” no
es un acto de comunicación sino es uno de gobier-
no, tal como lo plantean los organismos de control,
que proponen lo siguiente: 1) Rafael Correa no es un
medio de comunicación; 2) Los Enlaces Ciudadanos
no son contenidos comunicacionales, sino actos de
gestión pública propios de la administración del Es-
tado; y 3) Se debe considerar única y exclusivamente
aquellos contenidos cuya responsabilidad se puede
atribuir a los medios de comunicación.
11
8 La primera cadena fue realizada el 20 de enero de 2007. Tiene como base legal, los derechos a la comunicación y a la rendición de cuentas.
9 “Lo cierto es que cada día, más y más gente lo ve y lo escucha, y así, el chofer de un bus, el chofer de un camión, el taxista (esos que para algunos no
tienen derecho) también pueden escuchar y analizar hacia dónde va su país, mientras cruzan de San Vicente a Bahía en un santiamén o transitan por la
Ruta del Austro, o la Troncal Amazónica, también los pescadores que recorren la Ruta del Sol” (Alvarado 2010).
10 17 de febrero de 2015.
11 La Superintendencia reexiona de esta manera para no admitir la queja con la que Blasco Peñaherrera Solah, principal de la empresa de estudios Market,
solicitaba su derecho a la réplica por las declaraciones del Primer Mandatario expresadas el sábado 22 de febrero de 2013, un día antes de las elecciones
seccionales. Véase Resolución 038-2014-INPS-DNJRD de la Superintendencia de la Información y Comunicación (23 de mayo de 2014).
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Ahora, es importante analizar si los actos del enlace
constituyen actos de administración con todas sus
características. El artículo 121 del Estatuto Jurídico
Administrativo de la Función Ejecutiva indica que el
acto administrativo se constituye en completo si se
incluye la indicación del titular del órgano, la norma
que atribuye la potestad al órgano y a su titular para
expedirlo, indicación de los fundamentos de hecho
y las normas aplicables, su motivación y el procedi-
miento administrativo que plantea el hecho. En ese
punto, los datos muestran que los dichos realizados
podrían constituir actos de gobierno hacia la Función
Judicial. En el Enlace Ciudadano No. 271 de 12 de
mayo de 2012, el Presidente planteó lo siguiente:
Delincuente que agarra la policía, delincuente
que lo sueltan jueces penales… la solución no
es soltar al criminal, si no, así nunca podremos
obtener seguridad ciudadana. Basta de tanta
indolencia. Esto es simple y pura mediocridad
y corrupción, y vamos a dar los nombres de
estos jueces, señores. No nos vamos a quedar
con los brazos cruzados, estos están echando
a perder todo el esfuerzo del gobierno, todo
el esfuerzo de la policía, por lograr seguridad
ciudadana (…) Liberan a todo el mundo. Pura
y simple corrupción, incapacidad e indolencia
(…) Y el Consejo de la Judicatura tiene que
cambiar estos malos jueces. (Correa 2012)
A la luz del artículo 121 del Estatuto, es posible plan-
tear este acto como de administración, el titular del
órgano, hace una acción unilateral, motivada, basada
en un acto de gobierno en que establece una pauta
ocial. No es un acto motivado, pero se plantea la
duda de cuál es el alcance de la acción, ya que dada
la legitimidad presidencial puede plantearse esa ac-
ción como el reejo de una tendencia mayoritaria,
y en consecuencia, podría forzar al juez a actuar de
acuerdo a ese discurso, y al mismo tiempo, no poder
encontrar una respuesta razonable para su accionar
(Pérez Muñera 2007, 277). Ninguno de los actos re-
latados en este texto son ilegales ni ilegítimos, sino
que hay una evidencia de una centralidad del poder
que se maniesta en la comunicación institucional
del discurso mayoritario. Esto limitaría a los jueces y,
en el peor de los escenarios, los colocaría como cajas
de resonancia del poder mayoritario, impidiendo su
acción de colocarse estratégicamente frente a éste.
CONCLUSIONES
No se puede negar la necesidad de una reforma
judicial; tampoco que los resultados de forma que se
han logrado por parte del Ejecutivo ecuatoriano en
materia de estructura, contrataciones o tecnología son
un aporte a la eciencia del sistema. Esto explicaría
la percepción ciudadana de aumento en la conanza
en el sistema judicial (Layton et al 2014, 85-86). Lo
que debe analizarse es si un sistema judicial eciente
genera igualdad frente a la ley entre el Estado y el
ciudadano. Esto supone que, en caso de un litigio,
la autoridad y los ciudadanos son tratados de forma
igual en la solución de un conicto.
En el caso de la reforma judicial, los datos muestran
la posibilidad de una zona gris, signada por un dise-
ño institucional centralizado en el Ejecutivo, que ha
aumentado su capacidad de expandir información
y discursos dentro del sistema judicial. Al aumentar
esta centralidad, el control horizontal del poder pue-
de verse dicultado. Esto conrma la tendencia his-
tórica de limitación de poderes de jueces, roto con la
Constitución de 2008, pero controlado con la citada
construcción del diseño del gobierno del sistema.
Además, existe una comunicación gubernamental
con mensajes muy claros que aumentan las posibili-
dades del Ejecutivo de imponer un discurso hegemó-
nico. Eso sí, los datos empíricos demuestran que, a
pesar de esta probable centralización del poder y li-
mitación del accountability horizontal, se mantienen
los niveles de aceptación del actual régimen a nivel
electoral. Esto conrma la hipótesis de la democracia
delegativa.
Ello tiene dos consecuencias. A nivel de técnica polí-
tica, se demuestra que la eciencia puede superar las
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formas liberales de ver la democracia y mantenerse
operativa, lo cual tiene una consecuencia negativa,
que es la disminución de la capacidad del juez para
actuar como un actor contra mayoritario. La única
manera de contrarrestar este fenómeno, en mi opi-
nión, es que el modelo de juez y de su sistema de go-
bernanza no siga siendo el del juez “Júpiter”, centrado
en su proceso, sino de ser un juez “Hermes, que logre
ser capaz de enfrentarse al poder, y trasladar los dis-
cursos, las vivencias y la existencia, entre el poder y
los ciudadanos.
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ENTREVISTA
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 84-88
SOBRE EL PAGO DE LAS VACACIONES EN EL ECUADOR. UN ANÁLISIS
DESDE EL DERECHO LABORAL
ENTREVISTA CON JEAN CHRISTOPHE LIEVAIN*
ON VACATION LEAVE PAYMENT IN ECUADOR. AN ANALYSIS FROM LABOUR LAW
INTERVIEW WITH JEAN CHRISTOPHE LIEVAIN
SOBRE O PAGAMENTO DAS FÉRIAS NO EQUADOR. UMA ANÁLISE
DESDE O DIREITO DO TRABALHO
ENTREVISTA COM JEAN CHRISTOPHE LIEVAIN
Liliam Fiallo Monedero**
Universidad de Las Américas
Entrevista realizada el 16 de octubre de 2015
Quito, Ecuador
* Jean Christophe Lievain es Máster en Derecho Mercantil por la Université Jean Moulin, de Lyon, Francia y Máster en Air and Space Law por la Mc Gill
University, de Montreal, Canadá. Entre el año 1998 y el 2000 fue docente de la Ponticia Universidad Católica del Ecuador, y entre el 2009 y el 2014 se
desempeñó como Director General de la Cámara de Comercio Franco-ecuatoriana en Quito. Actualmente es docente a tiempo completo de la Facultad
de Derecho de la Universidad de las Américas de Quito.
** Liliam Fiallo Monedero es Licenciada en Derecho y Máster en Derecho Constitucional y Administrativo por la Universidad de la Habana de Cuba y
Máster en Ciencias Sociales con mención en Sociología por FLACSO-Ecuador. Actualmente cursa un Doctorado en Derecho en la Universidad Andina
Simón Bolívar. Es docente a tiempo completo en la Facultad de Derecho de la Universidad de las Américas de Quito y es coordinadora editorial de la
Revista Cálamo.
Facultad de Derecho
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LILIAM FIALLO MONEDERO: Profesor Lievain, re-
cientemente, en abril del presente año, fue dictada en
Ecuador la Ley de Justicia Laboral y Reconocimiento
del Trabajo en el Hogar, la cual introduce algunas re-
formas al régimen laboral y de seguridad social en el
país ¿Qué balance general usted podría hacer de la ley,
a partir de sus principales modicaciones?
JEAN CHRISTOPHE LIEVAIN: Las reformas plan-
teadas por la ley se relacionan principalmente con
elementos fundamentales como la desaparición de
los contratos por tiempo indenido, las modicacio-
nes de los aportes del Estado al régimen de pensiones
o el reconocimiento del trabajo no remunerado del
hogar. No se trata de modicar detalles que impac-
tan de forma negativa las relaciones laborales como,
por ejemplo, los errores en el pago de las vacaciones
o las fallas en el trámite del visto bueno cuando no se
hacen investigaciones previas por parte del inspector
del trabajo. Se podría explicar esta situación por el
cambio de estrategia del gobierno, que ha preferido
adoptar una ley con puntos claves en vez de reformar
directamente todo el Código de Trabajo como se ha-
bía previsto inicialmente. Según las informaciones
disponibles, esa reforma completa y profunda debería
llegar pronto.
LFM: En su criterio, ¿cuáles son los puntos más dis-
cutibles de la nueva normativa laboral?
JCL: La mayoría de los puntos son discutibles, en el
sentido de que pueden ser interpretados y criticados
de formas diferentes, y a veces opuestas, según la po-
sición de las personas afectadas por la novedad. Por
ejemplo, en el caso de la desaparición de los contratos
a tiempo denido, los empleadores la pueden inter-
pretar como una falta de exibilidad en la contrata-
ción de un nuevo trabajador que puede impedir la
contratación en sí misma, pero para el empleado es
sinónimo de seguridad y de estabilidad laboral. To-
das las reformas son discutibles y no solamente en el
ámbito laboral.
LFM: En otras ocasiones ha manifestado que existe
un vacío legal en cuanto al pago de vacaciones go-
zadas, lo que conlleva a una inadecuada garantía de
este derecho laboral…
JCL: No se puede hablar realmente de un vacío legal
porque el conjunto de artículos del Código del Traba-
jo que regulan el tema de las vacaciones contiene todo
lo necesario para un pago adecuado. Estamos frente a
una interpretación impropia de las normas.
LFM: ¿Nos podría explicar en qué consiste esta erra-
da interpretación?
JCL: En el Ecuador, las vacaciones tomadas se pagan
al nal del mes durante el cual el trabajador ha go-
zado de sus días de descanso. El valor recibido es el
proporcional de la remuneración ja que correspon-
de a este periodo. Esta práctica es tan común y trans-
parente que no aparece en la mayoría de los casos
la mención de los días gozados en los roles de pago.
Pero esta situación no respeta la ley por dos razones:
primero, el pago se debería hacer de forma adelan-
tada y, segundo, algunos trabajadores no reciben el
valor adecuado.
El artículo 69 del Código del Trabajo estipula que “el
trabajador recibirá por adelantado la remuneración
correspondiente al período de vacaciones. Así, si
consideramos a un trabajador que recibe una remu-
neración mensual ja de 1000 USD sin parte varia-
ble, y que toma sus vacaciones del 15 de julio al 31
del mismo mes, recibirá al nal del mes 1000 USD
(menos las aportaciones al IESS). Con una aplicación
adecuada de la ley debería recibir un adelanto de 500
USD por concepto de vacaciones y un saldo de 500
USD por concepto de remuneración al nal de julio.
Esta gura cumple con la norma y, al mismo tiempo,
permite al trabajador tener más recursos nancieros
al momento de irse de vacaciones para disfrutar me-
jor de estos días, lo que corresponde al espíritu de la
ley.
Las cosas se complican cuando se trata de un traba-
jador que tiene una remuneración compuesta por
una parte ja y una parte variable, como el pago de
comisiones, bonos, horas extraordinarias, etc. Para
la persona con remuneración ja, el pago adelanta-
do no afecta el valor recibido: en nuestro ejemplo el
trabajador recibirá en todo caso 1000 USD. Pero una
persona con una remuneración variable se ve perju-
dicada, ya que se le paga sólo el proporcional de la
parte ja cuando se va de vacaciones y no recibe nada
de la parte variable.
Si un trabajador recibe como remuneración un va-
lor jo de 1000 USD más una comisión del 10% de
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las ventas realizadas recibirá solamente 500 USD por
concepto de sus 15 días de vacaciones, cuando en el
mismo periodo de tiempo trabajado hubiera sido ca-
paz de recibir, por ejemplo, el doble por las comisio-
nes.
En este caso, se debería aplicar el cálculo de la liqui-
dación previsto en el artículo 71 del Código del Tra-
bajo, el cual establece que ésta “se hará en forma gene-
ral y única, computando la veinticuatroava parte de lo
percibido por el trabajador durante un año completo
de trabajo, tomando en cuenta lo pagado al trabaja-
dor por horas ordinarias, suplementarias y extraordi-
narias de labor y toda otra retribución accesoria que
haya tenido el carácter de normal en la empresa en
el mismo período, como lo dispone el artículo 95 de
este Código.
Nos parece necesario recordar que actualmente se
aplica la liquidación del artículo 71 solamente en el
caso de un trabajador que no alcanzó a gozar de sus
vacaciones en aplicación del artículo 76 del Código
del Trabajo; es decir, en tres circunstancias:
1) Cuando por pedido del empleador, y en aplica-
ción del artículo 74 del Código de Trabajo, se han
postergado las vacaciones de un año al otro y el
trabajador no alcanza a disfrutar de esos días.
2) Cuando el empleador decide pagar los días de
vacaciones adicionales por antigüedad en vez de
autorizar la toma de esos días por el trabajador
(art. 69 CT).
3) Cuando se termina la relación laboral y el traba-
jador no había gozado todavía de sus días de va-
caciones.
LFM: ¿Pudiera identicar cuáles son los puntos que
se discuten en la doctrina a este respecto y en qué te-
mas advierte un vacío en cuanto al mismo?
JCL: Es necesario mencionar que la doctrina ecuato-
riana sobre el pago de las vacaciones no se pronun-
cia de forma clara o suciente, y nadie menciona la
práctica inadecuada. El Dr. Jorge Vásquez López, en
la última edición de su manual de “Derecho Laboral
Práctico, anota que la remuneración que correspon-
de a los días de vacaciones se debe entregar al traba-
jador por adelantado, es decir, antes de salir de va-
caciones
1
. Sin embargo, ni aquí, ni en ninguna otra
parte de la obra, se dene lo que son la remuneración
y sus componentes, dejando a cada uno la libertad de
interpretación. Sin embargo, este autor precisa que
“la liquidación de las vacaciones se hará computando
la ‘veinticuatroava’ parte del total ganado por el tra-
bajador durante el año de trabajo, es decir tomando
en cuenta todo lo percibido por horas suplementarias
y extraordinarias, comisiones y toda otra retribución
que haya tenido el carácter de normal
2
.
Luego da un ejemplo de liquidación y escribe que el
valor calculado “corresponde a la quincena de vaca-
ciones que gozará” el trabajador.
La conjugación del verbo “gozar” en fututo conrma
que la posición del Dr. Jorge Vásquez es idéntica a
la nuestra. Pero nos parece que falta argumentación
para no dejar ninguna duda ni lugar a interpretacio-
nes disímiles como, por ejemplo, denir lo que es la
remuneración y sus componentes.
En su manual de “Derecho Laboral”, el Dr. Cristóbal
Ojeda Martínez toma la misma posición a favor de un
pago adelantado
3
y conforme al artículo 71 del Códi-
go del Trabajo
4
pero tampoco lo argumenta de forma
clara.
La Dra. Graciela Monesterolo Lencioni en su libro
“Instituciones de Derecho Laboral Individual” men-
ciona que “las vacaciones son remuneradas de mane-
ra anticipada” y que “si por cualquier motivo el traba-
jador no llegare a gozarlas, tendrá derecho a que su
empleador se las compense con el equivalente de la
1/24 parte de todo lo percibido durante el año
5
.
Así, el pago de “veinticuatroava parte” se interpreta
como una excepción reservada a la falta de gozo de
1 Vásquez López, Jorge. 2013. Derecho Laboral Práctico. Quito: Cevallos, p. 121.
2 Vásquez López 2013, 122.
3 Ojeda Martínez, Cristóbal. 2015. El Derecho Laboral ecuatoriano en preguntas y respuestas: incluye resoluciones y sentencias. Quito: Correo Legal, p.
145.
4 Ojeda Martínez 2015, 146.
5 MonesteroloLencioni,Graciela. 2013. Instituciones de Derecho Laboral Individual: herramientas didácticas. Quito: Corporación de Estudios y Publi-
caciones, p. 293.
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 84-88
las vacaciones. Es interesante notar que al contrario
del Dr. Vásquez, la Dra. Lencioni dene de forma de-
tallada en su obra lo que es la remuneración, inclu-
yendo los componentes jos y variables
6
, pero no lo
relaciona con el pago de las vacaciones.
La doctrina está divida, lo que conduce a una confu-
sión y permite la interpretación a favor de una mala
práctica.
LFM: ¿Usted tiene conocimiento de jurisprudencia y
decisiones de la corte nacional al respecto?
JCL: A pesar de nuestras investigaciones, no hemos
encontrado decisiones al respecto.
LFM: Entonces, ¿estaríamos de acuerdo en que nos
encontramos ante una inadecuada aplicación del Có-
digo de Trabajo?
JCL:, pero también estamos ante un incumplimien-
to de algunos principios del Derecho Laboral, como
el que consiste en interpretar las normas de forma
más favorable a los trabajadores.
Recordemos que el Derecho Laboral debe tratar
siempre de reequilibrar la relación entre un emplea-
dor con recursos nancieros superiores y un trabaja-
dor en posición de necesitad económica, siendo más
favorable a esa persona que representa la parte más
débil de la relación.
Se deben también minimizar los perjuicios que po-
drían afectar a los trabajadores. Eso se reeja en la re-
dacción del artículo 7 del Código del Trabajo, cuando
señala que “en caso de duda sobre el alcance de las
disposiciones legales, reglamentarias o contractuales
en materia laboral, los funcionarios judiciales y admi-
nistrativos las aplicarán en el sentido más favorable
a los trabajadores. En nuestro caso, el trabajador no
debe ser perjudicado por el hecho de gozar de dere-
chos reconocidos e irrenunciables como los de las va-
caciones durante las cuales, sin que sea su culpa, no
puede nalizar ventas, recibir bonos o trabajar horas
suplementarias, etc. Por tanto, sostengo que en estos
casos el trabajador debe ser indemnizado de la for-
ma más ventajosa con la aplicación del artículo 71 del
digo del Trabajo.
LFM: ¿Qué noción de remuneración usted maneja
para armar que los derechos de los trabajadores se
están viendo perjudicados por el modo en que se rea-
liza el pago?
JCL: Según el diccionario jurídico ecuatoriano An-
bar, la remuneración corresponde a la “cantidad de
dinero que el empleador entrega al trabajador a cam-
bio de su fuerza de trabajo o servicios prestados….
Eso implica que entra en la remuneración todo lo que
se debe pagar a un trabajador cuando este está reali-
zando sus tareas: lógicamente todas las horas trabaja-
das, ya sean ordinarias, suplementarias o extraordi-
narias; pero también, como consecuencia del trabajo
y de las habilidades desarrolladas, las comisiones o
los bonos.
Se puede constatar que no hay que distinguir entre
parte ja y variable de la remuneración. Por conse-
cuencia, hay que considerar la palabra “remunera-
ción” del artículo 69 del Código del Trabajo como
un término general que incluye todo lo que recibe el
trabajador en concepto de ingresos generados por su
trabajo, jos o variables.
Es cierto que cuando un trabajador está de vacaciones
no va a realizar ventas u horas suplementarias, y por
esa causa es que no se le paga nada por estos concep-
tos. Pero esto no es justo y existe el artículo 71 que
precisa cómo se liquidan las vacaciones.
LFM: ¿Qué otro argumento utiliza usted para conso-
lidar su armación?
JCL: Viendo las tres únicas situaciones en las cuales
se aplica el artículo 71 en nuestro país, se puede decir
que el verbo ‘liquidar’ se entiende como las siguientes
deniciones del “Diccionario de la Lengua Española
de la Real Academia Española: “saldar una cuenta” o
poner término a un estado. Signica que saldamos
los días de vacaciones no gozadas y ponemos n a la
situación en la cual estaba el trabajador.
Pero el diccionario de la Real Academia dene el ver-
bo liquidar no solamente como un hecho de terminar
algo pero también como “hacer el ajuste de una cuen-
ta” o “pagar enteramente una cuenta.
6 MonesteroloLencioni 2013, 200.
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Adicionalmente, en los negocios se practican liquida-
ciones al nal de una temporada cuando por cambio
de colecciones y por los costos altos de bodegaje, el
comerciante se separa de los invendidos. En este caso,
la liquidación corresponde a una situación habitual
que se repite cada año y no solamente se practica para
la terminación denitiva de un estado… en este caso,
del negocio. Podemos deducir de las deniciones de
la Real Academia y de la práctica comercial que la li-
quidación se la puede aplicar para ajustar y regular
eventos o periodos que se repiten con frecuencia,
como es la toma de vacaciones de los trabajadores.
En consecuencia, sin duda se debe aplicar el cálcu-
lo del artículo 71 al pago de las vacaciones gozadas.
Además esta situación corresponde al espíritu de la
ley.
LFM: Finalmente, ¿qué posible solución encontraría
al problema descrito sobre las vacaciones gozadas y la
inadecuada forma en que se realiza?
JCL: Tenemos que interpretar de forma adecuada
desde un punto de vista jurídico y lingüístico, los tex-
tos existentes, cuyos contenidos y redacciones permi-
ten que el valor recibido por el trabajador, por con-
cepto de vacaciones gozadas, corresponda al cálculo
del artículo 71 del Código del Trabajo y que este pago
se haga antes de tomar esos días de descanso. Pero
para evitar confusiones, recomendamos que se redac-
ten de forma más precisa los artículos relacionados
al pago de las vacaciones, para no dejar posibilidad a
la equivocación; asimismo pienso que sería un deber
de los jueces de la corte nacional sentenciar de forma
clara los hechos relacionados con este problema que
lleguen a su conocimiento.
RESUMEN COMENTADO
DE OBRA
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 90-109
LA ÉTICA A NICÓMACO, DE ARISTÓTELES
INTRODUCCIÓN Y COMENTARIOS*
NICOMACHEAN ETHICS, OF ARISTOTLE
INTRODUCTION AND COMMENTS
ÉTICA A NICÔMACO, DE ARISTÓTELES
INTRODUÇÃO E COMENTÁRIOS
Resumen:
Aristóteles fue quien creó la primera versión de la forma
más segura de conocimiento: la ciencia; pues fundó el saber
que le sirve de base: la lógica deductiva. Este instrumento,
para avanzar en el máximo dominio simbólico de las leyes
de la realidad, tiene como propiedades nucleares la máxi-
ma objetividad y autocontrol posible. Pero siempre el saber
ha sido un poder. Así pues, las sociedades que se apropia-
ron de este modo tan organizado y pragmático de enten-
der la naturaleza y los variados asuntos humanos fueron las
que sometieron a quienes aún vivían en una cosmovisión
pre-cientíca; y el primer ejemplo fue el imperio estableci-
do por el pupilo de Aristóteles, Alejandro Magno. Por ese
medio, aquellos grupos lograron la hegemonía sobre estos.
Ventajosamente, el mismo lósofo griego creó la ética, la
cual, a manera de metalenguaje, sirve para juzgar el valor
humano de las aplicaciones de la ciencia, en especial a los
modos de hacer política que la utilizan como arma de do-
minación. Desde el nivel superior de esta óptica losóca,
también a partir del mismo Estagirita, a los seres humanos
nos es factible enjuiciar nuestros actos desde la perspectiva
de su bondad o maldad, tanto en el plano individual (la teo-
ría de la virtud) como en la esfera de los variados colectivos
sociales: familia, institución, país, poderes. Respecto de las
acciones de estos y de sus relaciones mutuas, la ética analiza
en qué medida son o no justas.
Palabras clave: Ética; Moral; Virtud; Vicio; Justicia; Amis-
tad; Política; Prudencia; Pasión.
Summary:
Aristotle was the one who created the rst version of the
safest form of knowledge: science; and he established
the knowledge that supports it: deductive logic. is
instrument, to advance in the most symbolic domain of
the laws of reality, has, as one of its nuclear properties,
the maximum objectivity and self-control possible. But
knowledge has always been a power. us, human societies
who appropriated this well organized and pragmatic
understanding of the nature and human aairs were the
ones who subjected to those still living in a pre-scientic
worldview. By this mean, such groups achieved hegemony
over the last ones. e rst example of this kind was the
ephemeral empire conquered by the pupil of Aristotle,
Alexander the Great. Advantageously, the same Greek
philosopher created ethics, a metalanguage used to judge
the human value of science applications, especially in the
ways of understanding and using politics as an instrument
of domination. From the top level of this philosophical
perspective, human beings are able to judge their actions
from the perspective of their good and evil character, both
at the individual level (the theory of virtue) and in the eld
of various social groups such as family, institution, country,
powers. Regarding the actions of these and their mutual
relations, ethics examines in what extent are they fair or not.
Key words: Ethics; Morality; Virtue; Vice; Justice; Friends-
hip; Politics; Wisdom; Passion.
Emilio Cerezo**
Universidad de las Américas
* Nota inicial metodológica: En el comentario, cada idea se halla sobre todo, mas no exclusivamente, en los libros señalados. Además, las frases que van
entre comillas son fragmentos textuales de la obra original en castellano y, en cada caso, se señala, entre paréntesis, el libro (en números romanos) y el
capítulo (en numeración arábiga). Las palabras o expresiones cruciales se han puesto en letra negrilla. Los comentarios se distinguen del texto porque
van con otro tipo de letra y encabezados por la letra “C.
** Licenciado y magíster en Filosofía por la Ponticia Universidad Católica del Ecuador. Se desempeña actualmente como docente de la Universidad de
las Américas de Quito.
Enviado: 22/09/2015
Aceptado: 30/10/2015
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Resumo:
Aristóteles foi quem criou a primeira versão da maneira
mais segura conhecimento: a ciência; pois fundou o saber
no qual se baseia: a lógica dedutiva. Este instrumento, para
fazer avançar o domínio simbólico das leis da realidade,
tem como propriedade nucleares máxima objetividade
e autocontrole possível. Mas o conhecimento sempre foi
uma potência. Assim, as sociedades que se apropriam des-
sa forma altamente organizada e pragmática de entender a
natureza e os vários assuntos humanos foram as que sub-
meteram àqueles que ainda viviam em uma cosmovisão de
mundo pré-cientíco; e o primeiro exemplo foi o império
estabelecido pelo aluno de Aristóteles, Alexandre, o Grande.
Por este meio, aqueles grupos alcançaram hegemonia sobre
estes. Vntajosamente, o mesmo lósofo grego criou a ética
criados, que, como uma metalinguagem serve para julgar
o valor humano das aplicações da ciência, em especial as
formas de fazer política que costumavam a utilizar como
arma de dominação. Desde o nível superior desta perspecti-
va losóca, também a partir do mesmo Estagirita, para os
seres humanos é viável para processar nossos atos a partir
da perspectiva de sua bondade ou maldade, tanto a nível in-
dividual (a teoria da virtude) como no campo de vários gru-
pos sociais: família, instituição, país, poderes. Em relação às
ações destes e de suas relações mútuas, a ética examina em
que medida são justas ou não.
Palavras chave: Ética; Moral; Virtude; Vício; Justiça; Ami-
zade Política; Prudencia; Paixão.
INTRODUCCIÓN
Aristóteles, un macedonio nacido en Estagira
(de ahí su apodo de ‘estagirita’) ha sido, tal vez, el ser
humano individual que, a través de sus ideas, más
ha impulsado la evolución humana posneolítica. La
razón principal de su enorme inujo es que fundó
una nueva manera de pensar: la ciencia. Más que un
nuevo saber, este modo de análisis es capaz de integrar
los ingredientes más valiosos de los saberes existentes
en un solo sistema de conocimiento, con rasgos que le
coneren una clara prevalencia sobre cualquier otra
constelación teórica.
Tradicionalmente, los saberes generados dentro de
una cosmovisión mítica construían sus conceptos ge-
nerales en torno a la idea de hábito, o modo de com-
portarse repetido (la conducta vital de la hormiga, de
la or, del soldado...). Mas los griegos presocráticos
acuñaron el concepto de sub-stancia o esencia eterna
compartida por un grupo de seres (la ousía): la del
árbol, la del lobo..., que daba una gran consistencia a
cada término universal así concebido. También per-
laron el término causa unidireccional (la que describe
una acción que va irreversiblemente hacia el efecto, y
no al revés), que era mucho más preciso y, por tanto
manejable, que la causalidad circular reinante en el
mito.
Esta era la base que permitía pasar a construir de-
niciones exactas y clasicaciones, cuyos conceptos se
distinguen entre sí de forma inequívoca. Así, se evitan
ambigüedades y equívocos, y la persona que habla o
escribe, lee o escucha, sabe con enorme precisión q
se está diciendo. De esta manera, quienes discuten te-
mas cientícos, comparten términos claros y distintos
(que luego fomentó Descartes) y pueden colaborar en
la construcción de un núcleo discursivo que, como
se ha visto en los últimos 2300 años, ha constituido
un corpus que no ha dejado de crecer tanto cuanti-
tativa como cualitativamente. Las ingeniosas y ricas
clasicaciones de culturas pre-cientícas como las de
la Amazonia, cuyos ejemplos presenta con genialidad
Claude Lévi-Strauss en su obra Pensamiento Salvaje,
se basaban más en las apariencias sensoriales que en
la ‘naturaleza’ profunda de las cosas.
Las nuevas técnicas griegas de ordenamiento de tér-
minos fueron la base ineludible para generar un siste-
ma de armaciones acerca de la realidad, es decir, que
tienen la pretensión de coincidir con la ‘verdad’ de las
cosas y procesos (proposiciones), bien separadas del
discurso afectivo o directivo (altamente subjetivos),
que se articulaban entre sí mediante conectivos sin-
tácticos explícitos y que, así, permitían descripciones
y relatos de una elevada “objetividad. Por ejemplo,
Aristóteles distingue las proposiciones categóricas
(con los cuanticadores todo, ninguno o alguno) de
las hipotéticas (si X, entonces Y) y de las disyuntivas
(A o B).
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Este sistema de proposiciones, por obra del principio
lógico supremo de no-contradicción, se volvió muy
compacto, pues todos sus componentes debían ser
100% compatibles entre sí. Además, a partir de pre-
misas o verdades ya conocidas, se podían obtener
otras que antes nadie había explicitado: las conclu-
siones. Esta tarea también la llevó a cabo el mismo
lósofo, quien fundó la ciencia lógica deductiva, con
sus decenas de estructuras de razonamiento válidas:
entre otras, las veinticuatro formas canónicas de silo-
gismo categórico. Todas ellas, por estar bien diferen-
ciadas de los esquemas de razonamiento inválido y
por ser máquinas mentales para producir una verdad
a partir de las que ya se poseen, y con una ecien-
cia absoluta (es imposible equivocarse si se utilizan
bien), conferían a quien las poseía un poder gigan-
tesco tanto sobre su modo de pensar como sobre la
mente de los demás.
Sobre esta base compleja, el mismo Aristóteles inau-
guró ciencias como la botánica o la zoología. No obs-
tante, esa herramienta que es método cientíco para
analizar acciones y procesos, no es neutra, como no lo
es ningún constructo mental. Bien sabemos que ideas
tan positivas como las de amor, justicia, o derechos
humanos han sido y seguirán siendo utilizadas como
armas arrojadizas por cualquier parte contra sus ri-
vales. Y, ya que la ciencia y su método constituían la
forma de pensar que permite un mayor control de sí
mismo y de los demás, enseguida fue utilizada, por
los poderes, como el mejor instrumento de domina-
ción del enemigo. Como nos consta, el gran pupilo
de Aristóteles, Alejandro Magno, cuando aplicó ese
método al arte de la guerra, cambió la historia de su
tiempo. Con la misma arma teórica, más tarde lo hi-
cieron el Imperio Romano, el Islam, el Occidente cris-
tiano; y, ya en las últimas décadas, lo hace cualquier
poder que utilice la tecno-ciencia en su favor. Ahora,
más que nunca antes, sabemos que el saber es poder.
Pero Aristóteles, igual que sus predecesores Sócrates y
Platón -que se hallan en aquella línea de construcción
del saber clásico griego, cuyos primeros pasos habían
dado los presocráticos- valoraba, por encima de ese
instrumento del saber que es la ciencia (episteme), esa
otra virtud intelectual que es patrimonio general de
toda cultura humana: la sabiduría. Por tal razón, to-
dos ellos reciben el apelativo de lo-sofos o amantes
de ese saber supremo. Una consecuencia es que die-
ron mayor importancia losóca a su estudio de una
conducta humana que construyera la ciudadanía (la
polis). De aquí que otra tradición creada también por
el estagirita, esa disciplina losóca que es imprescin-
dible para este propósito, la ética, se sigue cultivando
hasta hoy en el ámbito de la Filosofía.
Su más elevado valor reside en que ella constituye,
en la mente de todo pensador honesto, la principal
herramienta que permite un contrapeso racional al
abuso del saber cientíco que, desde entonces, suelen
practicar los grandes poderes a lo largo de la historia.
Así fue concebida ab inicio por su fundador. De ahí
que, ya en el primer capítulo de la principal obra de la
losofía práctica aristotélica, la Ética a Nicómaco, se
vea a esta disciplina asociada de modo inseparable a
la política. Sólo puede ser un buen gestor de la Res pú-
blica (la cosa pública) quien tenga rmes conviccio-
nes acerca del bien común y lo persiga, en los hechos,
guiado por el principal uso práctico de la razón: la
prudencia. De ahí que la ética y sus rmes principios
estén en la base de un buen ejercicio de la política, y
que todo su edicio teórico sirva como fundamento
para una crítica incesante del uso del poder, a modo
de un metalenguaje que enjuicia a un lenguaje objeto
que, en este caso, es el discurso que da cuenta de los
senderos prácticos del quehacer político y también de
sus manejos teóricos.
Muchos de los planteamientos éticos del lósofo grie-
go se han reelaborado en el último siglo. De ahí que
haya un neoaristotelismo que incluye aportes muy
válidos para nuestros días. Para poner un caso, en
esta línea están las obras de Alasdair Macintyre, Tras
la virtud (2004) e Historia de la ética (2006).
Por otro lado, varias ciencias conrman, ahora de
manera experimental, que las intuiciones de Aristó-
teles sobre las conductas generales del alma humana
estaban bien encaminadas. Por ejemplo, Elkhonon
Goldberg, en su trabajo La paradoja de la sabiduría
(2006), indica que el hemisferio izquierdo del cerebro
contiene los patrones neuronales, que son una espe-
cie de rutinas vitales para tareas de cierto tipo: hacer
análisis del lenguaje, realizar cálculos aritméticos, ha-
blar o escribir con eciencia sobre un tema x…, que
se hacen más complejos y ecientes con cada nuevo
ejercicio que llevamos a cabo en cualquiera de ellos.
Estos logros, por lo tanto, dependen del ejercicio y
dedicación que cada persona destine en su construc-
ción y, en la nomenclatura del Estagirita, serían vir-
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tudes. Goldberg muestra cómo, al realizar tareas que
tienen relación con cualquiera de esos patrones cere-
brales largamente trabajados, y así bien formados, el
cerebro mismo se auto-premia con endornas y otras
hormonas que nos dan placer. Esta sería una cons-
tatación cientíca de que esos hábitos que impulsan
nuestra vida de manera constructiva, las virtudes, van
asociadas a mecanismos funcionales de nuestra men-
te que nos dan felicidad material concreta; una “droga
natural interna a cada persona” cuyo funcionamiento
ha surgido con la evolución, por la cual el cerebro fo-
menta lo que considera bueno para mí, y que supe-
ra en eciencia a cualquier droga “externa al sujeto.
En suma, en su ética, Aristóteles observó y describ
conductas humanas generales (esfuerzo constante en
diferentes tareas que desarrollan mis capacidades in-
natas), cuyos detalles orgánicos recién hoy estamos
descubriendo vía investigación.
El contenido de esta obra ética del Estagirita, más re-
levante que la Ética a Eudemo, ha sido reorganizado,
en el comentario que sigue, de acuerdo a los temas
principales que incluye. Para hacer ello, hemos esco-
gido la traducción de Pedro Abril, de nes del siglo
XVI por dos motivos: fue la versión que se utilizó en
las universidades de América en tiempos del periodo
colonial, un factor que permite enlazarla mejor con la
investigación que hagamos de los pensadores locales
de esa época; y que hoy se la puede obtener libremen-
te en internet.
Los libros I y X de la Ética a Nicómaco constituyen el
marco general de esta disciplina losóca, donde se la
dene y se la relaciona con la otra disciplina práctica
de la losofía: la política. En el libro II se dene la
virtud como actuación equilibrada que, por perseguir
el ‘justo medio, trata de evitar los vicios correspon-
dientes, por exceso o por defecto; se discute en qué
medida somos libres o determinados en nuestra con-
ducta; y se indican los pasos de la acción moral. En el
libro VII se discuten los tres grandes tipos morales:
el bueno o virtuoso, el débil o incontinente, y el malo
que practica el vicio con conciencia de que lo hace; y
se excluye del ámbito ético al animal, y a dos tipos de
humanos: al recién nacido y al desquiciado.
En el libro VI se incluye una presentación de las cin-
co virtudes intelectuales, cuya cumbre es la sabiduría,
pero que insiste en la relevancia de la prudencia para
la construcción existencial de la ética. Los libros III
y IV se centran en las virtudes morales, aquellos há-
bitos constructores del carácter que rigen el manejo
humano de los cuerpos, tales como: la magnanimi-
dad, la valentía o fortaleza de ánimo, o la veracidad.
Aristóteles dedica todo un libro, el V, a analizar la más
compleja de las virtudes morales, la justicia; ya que
esta abarca el ámbito más delicado de la materialidad
de la vida: el equilibrio en las relaciones entre los seres
humanos. Por último, se ofrece un tratado sobre la
amistad y el amor que, en vista de su enorme exten-
sión material que incluye dos libros enteros, el VIII y
el IX, se constituye en el tema más importante de la
ética aristotélica.
A lo largo de la sistematización iremos intercalando
comentarios que resaltan la vigencia actual de las di-
ferentes ideas de la ética, así como, más en particular,
su valor para enfocar buena parte de los problemas
de la existencia humana en el ámbito de la actual glo-
balización.
LIBROS I y X
Dada una jerarquía de bienes donde unos sirven de
medios para lograr otros, aquél al que todos los demás
se subordinan es la felicidad; que, así, es causa nal de
ellos y, en general, constituye el principio fundamental
de la vida ética, pues, en último término, escogemos
todas las virtudes “por causa de la felicidad” (Ética: I,
7); “por causa desta todos hacemos todo lo demás” (I,
12). Y, ya que “la actividad humana más excelente es
la contemplación intelectiva –la realizada con nuestra
facultad más excelente, el entendimiento–, ella será
la felicidad perfecta” (X, 7 y 8), la que nos aproxima
a los dioses.
El logro de la felicidad no sólo incumbe a cada perso-
na, sino que, como es “común a muchos” (I, 9) atañe
también a la gestión del Estado y, por ende, a la prin-
cipal de todas las disciplinas: la política, que practican
los gobernantes en virtud de la experiencia, más que
de la reexión (X, 9). La política “ordena qué scien-
cias conviene que haya en las ciudades, de donde “-
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guese que el n desta [ciencia] comprenderá debajo
de sí los nes de las otras, y así será este el bien huma-
no… Porque bien es de amar el bien de uno, pero más
ilustre y más divina cosa es hacer bien a una nación y
a muchos pueblos” (I, 2).
C. Muchos autores contemporáneos de ética (entre
ellos Adela Cortina y, antes, Habermas) parten de
la idea de que la felicidad es la meta que, de manera
natural e implícita, busca la acción comunitaria y, en
general, el comportamiento de las personas. Por tal
motivo, la felicidad -postulan- sería la nalidad de los
juicios morales acerca de los actos que están bien o
mal, y de cada moral grupal. De ahí que la gestión de
toda autoridad responsable debe esforzarse por llevar
a cabo políticas que la maximicen aquí y ahora; y este
será el principal criterio para enjuiciar sus prácticas.
Aristóteles ahonda en el valor de las capacidades co-
munitarias al armar, en la Política que, si bien los
ciudadanos individuales aislados “no juzgarán con
tanto acierto como los sabios, reunidos en mayoría
no valen menos que el conjunto de estos; puesto que,
juntos en esta masa o multitud, forman “un carácter
moral” colectivo que tiene el derecho de deliberar y
juzgar sobre los asuntos públicos, por ser capaz de
percibir las cosas “con suciente inteligencia. Con
todo, en lo relativo a su vida individual, ya que “la
pasión no parece ceder a la razón, sino a la coacción,
casi todos se abstienen de las malas acciones sólo “por
miedo al castigo; pues, al vivir sometidos a la pasión,
persiguen sus placeres… rehúyen las molestias de sig-
no opuesto” y no escuchan ni comprenden las razo-
nes que tratan de disuadirles (X, 9).
C. He aquí una idea clave de la ética hasta la actuali-
dad: la mayoría de seres humanos tiene su motor in-
terior en ese mecanismo síquico que es el afecto, que
Aristóteles identica como uno de los componen-
tes esenciales del alma animal, y que, desde Charles
Darwin, sabemos que nuestra especie ha heredado
en la evolución de la vida. Este hecho exige de quien
sea un/a responsable bien intencionado de cualquier
colectivo humano -desde la familia hasta, al menos
hasta el plano estatal- que emplee todos los medios
racionales a su alcance para fomentar, en quienes se
hallan a su cargo, actitudes positivas como la concor-
dia. También deberá echar mano de afectos negativos
como el temor, mediante la coacción que va asociada
a la imposición de la ley basada en la fuerza (por ej. la
coerción, la amenaza de un castigo), a n de evitar, en
lo posible, actos injustos, que son los que hacen daño
a la sociedad o a cualquiera de sus miembros.
La ética está regida por dos fuerzas: la voluntad -que
también poseen los animales, pero que, en el ser hu-
mano, a veces puede querer nes imposibles- y la
fortuna. Ésta es el inujo del azar en la vida huma-
na, tanto del proveniente de la naturaleza como del
producido por la interacción de las voluntades huma-
nas. Voluntad y entendimiento/razón son potencias
que forman el alma racional, la parte superior de la
naturaleza humana; que se halla integrada, además,
por otras dos almas, la vital o vegetativa, que anima al
cuerpo, y la animal. Esta última incluye los instintos,
apetitos y afectos, y puede alcanzar una parte de la
razón, en cuanto obedece a esta.
La tarea de la ética dura toda la vida, y reside en ir
logrando, con esfuerzo (voluntad) y conciencia re-
exiva (entendimiento), pasar del temperamento o
naturaleza primera, que es innata, a una naturaleza
segunda, o carácter virtuoso, que nos hace más libres
y felices. Tal madurez ética, propia de personas cuyas
acciones merecen aprobación o tacha, resulta de una
labor socio-individual. De aquí que la educación, so-
bre todo de niños y jóvenes, sea responsabilidad tanto
de la familia como del Estado. Así, la construcción de
la personalidad ética del niño es labor de quienes pue-
den suplir su falta de razón y voluntad, por tener un
criterio ético formado: padres, maestros y, en general,
los ejemplos que den los personajes públicos sabios.
Todos ellos deben conseguir que el infante y el ado-
lescente se alegren y entristezcan con lo que es bueno,
de modo que superen la etapa del animal y del bebé,
que se guíen por lo que les da placer, sin considerar
las consecuencias. Así mismo deben lograr superar la
etapa en que se hallan los muchachos, quienes procu-
ran sobre todo lo que aquí y ahora les da gusto; por
este motivo tienen la disposición del borracho o del
iracundo y, aunque pueden armar bien las razones,
les falta tiempo para que estas se arraiguen en el alma.
En general, quienes entienden una ciencia y no se
sirven de ella son como el que duerme, está furioso
o ebrio. Así, están dispuestos quienes viven en los
afectos: codicia, ira, temor, envidia, celos, odio, de-
seo, compasión, amor, y toda vivencia determinada
por la tristeza o la alegría. Los afectos nos surgen en
forma espontánea; no los elegimos. De ahí que nadie
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sea alabado ni culpado por sentirlos. Junto con las
facultades, que son potencias que tenemos de forma
natural, constituyen inclinaciones que forman parte
de la naturaleza primera, o virtud natural (VI, 13) (los
animales también tienen la suya), y se pueden fomen-
tar y guiar con mayor o menor injerencia de la razón.
El resultado de este grado de injerencia va constitu-
yendo formas de conducta o predisposiciones de áni-
mo que son los bitos: procederes estandarizados
nacidos de que cada quien se ejercita asiduamente
en acciones de cierto tipo. Todo ser humano los va
adquiriendo consciente y voluntariamente a lo largo
de su existencia; al contrario que los logros debidos
a la buena o mala fortuna, es decir, a una casualidad
feliz o adversa. Por este motivo, los hábitos son impu-
tables a quien los posee, y le hacen bueno (virtud) o
malo (vicio): son la segunda naturaleza que cada uno
se labra.
C. Como se deduce a partir de estas deniciones del
modo de ser humano propio de la especie, y por lo
tanto supracultural, la naturaleza humana o tempe-
ramento con el que cada quien nace -afectos y facul-
tades “en bruto” y, en general, el acervo conformado
por los condicionamientos que hoy llamamos gené-
ticos- no son éticamente valorables y, por tanto, na-
die puede ser premiado ni castigado por vivirlos con
mayor o menor intensidad. El enjuiciamiento ético va
dirigido a esas costumbres que vamos adquiriendo
a lo largo de la vida, ya sea que nos permitan vivir
felices en nuestro entorno de manera sostenible (vir-
tudes) o que erosionen y vayan destruyendo nuestro
cuerpo y/o nuestra alma, de manera que, también a
largo plazo, nos produzcan malestar o dolor, e impi-
dan o disminuyan nuestras posibilidades de vivir con
felicidad (vicios).
Así, lejos de ejercitarse exclusivamente en satisfacer
el apetito –un proceder que cierra la puerta a la razón
y genera el vicio–, cada ser humano se hace un ser
más ético si guía su parte apetitiva como le dicta la
razón. De este modo, si ese móvil anímico animal que
es el apetito se asocia a la deliberación llevada a cabo
por el entendimiento acerca de la acción a realizar-
se, surge la elección voluntaria o apetito deliberado.
Este es el principio del hecho que luego se realiza. Por
esta causa, “el entendimiento apetitivo o el apetito que
se entiende es la razón. Y tal principio es el mismo
hombre” (VI, 2). En este mismo párrafo, el Estagirita
expresa el meollo de una vida ética correcta: “la ra-
zón ha de ser verdadera, y el apetito y deseo recto,
si la elección ha de ser buena, y… la razón ha de ser
cosa que se pueda decir, y el deseo cosa que se pue-
da seguir” (VI, 2); así, esa acción corpo-anímico que
dene al ser humano, la elección, para ser éticamen-
te bien encaminada, tiene que ir asociada a la buena
voluntad, tal como se indica en los Libros VIII y IX
de la Ética, al hablar del amor y la amistad. La buena
voluntad, que de manera natural suele ir unida a la
ación, es decir al afecto o cariño (VIII, 13), no existe
si el acto está guiado únicamente por los principios
del placer o de la utilidad (IX, 5).
C. Es una genialidad el haber denido al ser huma-
no como ‘elección’ mediante la cual, cada persona va
escogiendo el camino que le conviene, a lo largo de
su existencia. Es muy entendible que la capacidad de
decidir sea el núcleo de la concepción ética de Aris-
tóteles; pues, con ella, cada ser humano construye día
a día su segunda naturaleza, su carácter moral y, a la
vez, como resultado de la interacción entre las deci-
siones y los azares humanos, se va construyendo la
historia. Esta idea la desarrollarán con hondura Ba-
ruch Spinoza, cuando dene al ser humano como ‘de-
seo’; y, en torno a mediados del siglo XX, existencia-
listas como Martin Heidegger o Jean Paul Sartre, que
ven en la ‘decisión’ la parte más compleja de la esencia
humana. Otro núcleo teórico de esta parte de la ética
aristotélica es la identicación de la ‘buena voluntad’
como actitud fundamental de una vida ética social
sana, en cualquier sociedad, que sería muy superior
a las motivaciones más comunes de la acción: la bús-
queda del placer o de la utilidad; aunque Aristóteles
no las sataniza, pues son rasgos cuyos orígenes se ha-
llan también en nuestra alma animal.
De hecho, el autor presenta en su obra una escala de
bienes que, ordenados de menor a mayor valor son:
el dinero (que propiamente no es un bien sino sólo
un medio para acceder a diversos bienes), el placer
(que compartimos con los demás animales), la honra
o prestigio (el mayor de los bienes externos, que nos
conere la comunidad, normalmente al reconocer los
bienes con que la enriquecemos) y, en la cumbre, la
virtud. En correlación clara con tres de los cinco pisos
de la pirámide de necesidades del sicólogo Abraham
Maslow, dinero y placer se enmarcarían como necesi-
dades primarias, la honra es el reconocimiento social,
y la virtud es el producto fundamental de la autorrea-
lización personal.
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El Estagirita presenta una primera ordenación de co-
lectivos éticos, basada en el criterio de qué nes me-
diatos pretenden sus miembros para tratar de lograr
la felicidad: el vulgo o gente común persigue el pa-
satiempo y el placer, que es el objeto más buscado;
los ilustres y el grueso de gobernantes, la honra; los
sabios, la vida contemplativa. Otra opción, el afán de
dinero pretendido mediante el comercio o la usura, es
rechazada por ser la forma de adquisición más con-
traria a la naturaleza y poco apropiada para hombres
libres, por ser nacida del dinero mismo, el cual debe-
ría servir sólo para el intercambio de bienes.
C. El sabio lo es porque investiga y vive los principios
teóricos y prácticos de toda realidad: cultiva toda vir-
tud del cuerpo y del alma, y así hace suyo el grado
máximo de autorrealización. Quien es ilustre se su-
pone que tiene la vida económica solventada y, por
lo tanto, pretende el prestigio; mientras que la gen-
te en general busca pasarlo bien. Pero, cuidado: hay
que discriminar con la razón y escoger el placer que a
largo plazo nos hace felices; y no aquel que puede es-
tropear la salud corporal o anímica, ni aquel otro que
simplemente no es sino una pérdida de tiempo. Por
ej., en el largo plazo, pierde una buena porción de su
vida quien dedica la mayor parte de su tiempo a jue-
gos de azar, a ver telenovelas, está enganchado a redes
sociales o dedicado a juegos electrónicos virtuales, o a
cualquier otra actividad pasiva que apenas contribuya
a mejorar el propio carácter o la personalidad.
Tres causas (nales) nos guían como principios para
elegir un curso de acción dado: la honestidad, en el
caso del ser virtuoso; la utilidad; y, sobre todo, el
placer: que es común a todos los animales, mismo
que intensica la actividad a la que va asociado y se
une con esta más íntimamente que el deseo (que se
halla separado de la actividad por el tiempo y la na-
turaleza). Con todo, el mero placer puede hacernos
equivocar y caer en el vicio. Además, hay actividades
que, al inicio, nos llenan de placer y las realizamos
asiduamente; luego, por irlas abandonando, el placer
se apaga. La tristeza suele invadir a quien piensa en
lo duro que será conseguir algo, y a veces le paraliza
e impide llevarlo a cabo. En general, toda persona re-
gula su vida con el contento y la tristeza. Y ya que en
toda acción y afecto se sigue uno de los dos, la virtud
consiste en ambos, pero si se los dirige con la razón.
De aquí que la vida ética vaya asociada al ejercicio de
la virtud, que es el empeño humano que más seguri-
dad, rmeza y felicidad nos conere, y por tal motivo
es más durable que las ciencias. Así, con el tiempo,
los hechos virtuosos van siendo en sí cada vez más
placenteros y ‘suaves, pues a cada quien le es ‘suave
aquello a lo que es acionado: la vía de la virtud exige
al inicio mucho esfuerzo; mas, a medida que se forma
el hábito, las acciones virtuosas se van realizando con
mayor facilidad y alegría.
C. Kant desarrollará esta concepción de que la razón
práctica es más importante para la vida humana que
la razón teórica: la que produce la ciencia. Desde el
punto de vista ético de que la vida humana, indivi-
dual y colectiva cobra sentido cuando se considera
que su nalidad es la felicidad, la ciencia es un in-
sumo más -aunque de primerísima importancia-para
evitar, cada vez de modo creciente, que la existencia
humana se halle sometida a las eventualidades fortui-
tas propias de la suerte, del destino ciego que, al deter-
minar nuestra acción, impide que ejerzamos nuestra
libertad. En efecto, la ciencia se constituye en el saber
más seguro (objetivo) y creciente, tanto en hondura
como en amplitud; y la voluntad humana, apoyada en
él, puede escapar a buena parte de los determinismos
a los que estaban irremediablemente sometidos los
miembros de las culturas pre cientícas.
El principal componente de la inseguridad aleatoria
que amenaza a la humanidad actual tiene como causa
el comportamiento humano que nace de los deseos
y afectos humanos, que se expresan en los ‘intereses
egoístas y, por ende unilaterales, que se oponen al
bien común ¿En qué medida podrán los saberes tec-
no-cientícos del siglo XXI investigar y, como conse-
cuencia, tener la real posibilidad de limitar el ámbito
de este azar ético remanente? Una pista podemos ha-
llarla en los resultados, cada vez más sorprendentes,
del mapeo funcional del cerebro, que previsiblemente
se completaría en unas pocas décadas y que nos pro-
veerá de nuevos modos de modicar, vía interven-
ción genética, química y/o nanotecnológica (prótesis
neurales cibernéticas), buena parte de los comporta-
mientos socialmente malsanos de los ciudadanos que
son parásitos (viven del esfuerzo ajeno) o vampiros
(quitan a otros su potencia vital) comunitarios. De
todas maneras, siempre podrá seguir existiendo la in-
justicia en el uso del poder: quien es dueño del saber
(hoy de la tecno-ciencia), y además hace o administra
la ley, tiene la posibilidad real de ejercer estos abusos
a costa de la energía vital de los demás.
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Por otro lado, sin importar cuánto avance nuestro co-
nocimiento y dominio práctico de la realidad, siem-
pre habrá algún nivel de acción donde podremos
esforzarnos en lograr esos hábitos positivos (las virtu-
des) que nos permiten vivir mejor, y donde podremos
incurrir en extremos viciosos
LIBRO II
La virtud consiste en hallar esa vía de acción
difícil que es el justo medio, que cada quien
encuentra al alegrarse o entristecerse nada más en las
circunstancias en que conviene. En su hallazgo, para
el que no existen reglas hechas, debemos cavilar como
lo haría un varón prudente. También hay afectos
que son siempre vicios, por ser excesos o defectos,
como el gozarse de los males ajenos, la desvergüenza,
la envidia; y hechos que siempre lo son, como el
adulterio, el hurto y el homicidio.
C. Queda claro que son vicios las acciones que oca-
sionan el daño ajeno, o las actitudes (afectos) que nos
predisponen a efectuar tales acciones.
Los indicadores pragmáticos personalizados que ayu-
dan a acertar con el justo medio son inductivos: remar
lejos del extremo al cual cada quien es más inclinado
por su temperamento, que fácilmente identicará por
el contento o tristeza que sienta al actuar según él; y,
ante todo, evitar el señuelo del placer fácil, pues no
juzgamos de este como jueces. Dada tal relatividad
temperamental de qué constituye para cada quien vi-
cio o virtud, el cobarde llama atrevido al valeroso, y el
atrevido le dice cobarde.
C. Aquí se trasluce que los comportamientos que lle-
van a alguien a adquirir un hábito virtuoso o vicioso
son en buena parte personalizados. Por ej., ingerir día
a día una gran cantidad de alimento puede ser ne-
cesario y sano para quien practica un deporte fuer-
te, es decir, una conducta que lleva a la virtud; pero
esa misma cantidad sería un daño para el organismo
de quien lleva una vida de pasividad física. Sería vir-
tuoso que un esquimal coma mucha grasa, dado que
necesita una alta dosis de calorías para combatir el
frío polar; y ese mismo tipo de comida puede ser en-
fermizo, en general, para los pueblos que viven en un
clima cálido todo el año. En resumen, la determina-
ción de qué actos avanzan en la dirección de la virtud
o del vicio depende, por un lado, de la constitución
personal de cada quien: cómo ha ido desarrollando su
temperamento; y, por otro, del ambiente natural y so-
cial (las circunstancias) en el que se vive. Por lo tanto,
desde un enfoque aristotélico, no son tan convenien-
tes las recetas universales detalladas para el logro de
la virtud.
El ideal de una acción moral es que quien la realiza lo
haga voluntariamente, es decir, por su libre albedrío;
en tales casos, su autor será plenamente responsable
de ella, y merecedor de premio o castigo. A partir de
este escenario ideal, Aristóteles presenta toda una es-
cala de mayor a menor libertad al actuar. Así, cuando
uno se ve obligado por violencia a realizar una acción
o la efectúa sin saber que es dañina, esta es forzosa
y el agente, por actuar involuntariamente, digno de
misericordia y perdón. Luego vienen las acciones
mixtas (semi voluntarias y semi forzosas), como la
del mercader que, obligado por el temor a perder la
vida en una tormenta marítima, decide echar por la
borda lo más pesado de su valiosa mercancía. Más
intrincado es juzgar el grado de culpabilidad de un
acto realizado por ignorancia. En este caso, un crite-
rio es la reacción del agente al tomar conciencia de
la maldad de lo que ha realizado: si le da pena ha-
berlo hecho, su actuación ha sido forzosa, pero si no
se siente mal por tal causa, sólo es no-voluntaria. Un
enjuiciamiento moral más rico y complejo es aquel
que considera el conjunto de la trayectoria personal
que ha desembocado en el hecho analizado. Así, los
legisladores y jueces castigan la ignorancia culpable:
las cosas que por descuido o negligencia se dejan de
saber. También aquellas cuyo responsable es, en úl-
timo término, el mismo ignorante, como en el caso
del borracho; pues este, cuando estaba adquiriendo
su vicio, tuvo la posibilidad de negarse a libar, mas,
por no haberlo hecho durante ese largo tiempo, ahora
ya no puede dejar de hacerlo y de causar una serie
de daños a los demás. En general, cuando un daño
se hace sin querer, se llama desgracia. Si se lo hace
queriendo pero sin malicia es un error. Y, cuando se
lo hace a conciencia pero sin reexión, es una injuria
o agravio. Con todo, quien hace un daño movido por
las iras, o por otras alteraciones del alma generadas
por “la necesidad o la naturaleza, es menos culpable
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que el borracho, “porque no comienza el hecho [sic]
el que hace algo con enojo, sino el que le hace que se
enoje” (V, 8) o se vea en esa necesidad.
C. A partir de toda esta descripción de casos en que
alguien tiene mayor responsabilidad, y así mayor mé-
rito o culpa, se puede construir fácilmente una jerar-
quía de tipos morales que iría desde quienes gozan
de una gran libertad de acción hasta quienes están
casi totalmente sujetos a diferentes determinismos.
En primer lugar hay determinismos que se deben a
la Naturaleza, tales como la tormenta que, como ya
aludimos, pese a que son cosa de suerte (buena o
mala fortuna), pueden en parte anticiparse en base
a las predicciones cientícas y, así, permiten tomar
decisiones medio libres o ‘semiforzadas. En segundo
lugar se dan determinismos sociales extremos como
el que sufre el preso maniatado o el esclavo; y deter-
minismos síquicos anormales, por ej. la locura, o más
comunes, como el temperamento iracundo o pasivo.
Todos ellos disminuyen, en mayor o menor medida,
la libertad de decisión y/o actuación y, por ende, la
responsabilidad de los sujetos morales.
Así pues, en esta ética, hay que analizar un acto, siem-
pre asociado a su contexto, tanto síquico como social.
Un caso muy patente es el del ebrio consuetudinario.
Éste, a pesar de que ni siquiera se acuerde de un daño
grave que ha causado durante una borrachera (es de-
cir, ha llevado a cabo un acto puntualmente incons-
ciente), es sin duda culpable, porque su irresponsabi-
lidad la ha ido acumulando en cientos de decisiones
que han construido paso a paso su vicio. Aquí, el Es-
tagirita efectúa un enjuiciamiento complejo, ya que
no se reere a un mero acto, sino a todo un proceso
vital (una cadena causal) que ha conducido a reali-
zarle.
Veamos los pasos de una acción moral que da el autor:
1) El agente quiere una nalidad particular.
2) Delibera acerca de los medios que están en su
mano (o en la de sus amigos), las circunstancias
existentes y los resultados posibles de cada una de
las alternativas de acción elegibles. Y necesita re-
exionar tanto más, cuanto mayor incertidumbre
haya respecto a que las cosas vayan como deben
en cualquiera de esos tres objetos de considera-
ción. Hay una escala de incertidumbre, que es
mínima en el ámbito de la ciencia, mediana en
las artes, que cuentan con procedimientos bien
establecidos, y máxima en los asuntos de fortuna,
donde el azar y el riesgo son mayores. Así, la deli-
beración, aunque es más precisa que la conjetura,
que sin apoyarse en razones se emite en forma re-
pentina, lo es menos que el razonamiento cientí-
co. Se la ejerce con la prudencia, una virtud inte-
lectual o ejercicio de la razón surgida de una rica
experiencia, pues debe adaptarse a los avatares de
la vida, tan complejos y variables. Por ej., al deli-
berar sobre las circunstancias de la acción a reali-
zarse se escrutan: lo que, dónde, cuándo, cuánto,
para quién, con qué o con quién, y cómo conviene
actuar para que resulte de la manera más virtuosa.
3) El agente decide, por elección libre, la vía de ac-
ción posible que, según ha deliberado, lleva con
mayor seguridad a conseguir la nalidad que se
ha propuesto. Ya que la elección se efectúa en base
a la libertad, en ella reside la principal potencia de
la virtud.
4) El agente pone por obra la acción decidida, con
una rmeza que incluye honestidad y alegría apa-
sionada.
C. Es obvio que, en las vivencias cotidianas y de
acuerdo al cariz de la situación, muchas veces hay
que omitir algunos de estos cuatro elementos; como
sucede cuando alguien conduce un vehículo y tiene
que tomar una decisión instantánea, casi sin reexión
previa y, con frecuencia, tomar la vía del mal menor.
De acuerdo a la forma en que cada quien asume los
varios pasos de la acción moral, pueden denirse va-
rias personalidades éticas que, básicamente, se distin-
guen: ya sea (1) por tener una voluntad recta (el bue-
no y el débil) o por ir encaminada a la injusticia (el
malo); o (2) por culminar en la acción ya deliberada y
decidida (el bueno o el malo), o por no tener la fuerza
suciente para pasar a realizarla (el débil).
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Entre los seres humanos se presentan tres grandes
tipos morales: 1. el bueno, justo o virtuoso, 2. el
incontinente, que con frecuencia es débil de carácter,
y 3. el malo, disoluto o intemperante.
1) El bueno ama lo que de verdad es bueno, por
razón de la virtud y por causa del amigo o de la
patria. Apetece moderadamente aquellas cosas
placenteras que son buenas para la salud o, al me-
nos, las que no la dañen, ni la honestidad ni el
patrimonio. Es magnánimo en preferir un gran
deleite, aunque dure poco, que uno largo y debili-
tado; de ahí que aprecia más vivir un solo año ho-
nestamente que muchos de cualquier manera, así
como un hecho grande más que muchos peque-
ños. Es templado en todas sus actuaciones y tiene
la fortaleza suciente para sufrir con buen sem-
blante y sin aspavientos tanto las buenas como las
malas fortunas. Entre buenos necesitan unirse en
amistad, a n de que unos a otros se hagan el bien
y fomenten su virtud. Serán mutuamente útiles y
placenteros, y pueden conar entre sí sin jamás
hacerse daño; porque cuadran consigo mismos,
apetecen aquello con lo que se hacen prudentes y
sus deliberaciones son duraderas.
2) Los incontinentes por lo general deliberan bien,
pero no perseveran en sus buenas decisiones; por
este motivo, aunque no son injustos, suelen cau-
sar injusticias. Hay varios tipos de incontinentes.
La mayoría de quienes forman el vulgo, por oje-
ra o por huir de la pesadumbre y la fatiga, se deja
llevar por el facilismo, por la comodidad de los
pasatiempos, o diversiones, y la de los placeres in-
mediatos, aunque a la larga les sean perjudiciales.
De aquí que sean más dignos de compasión que
de castigo. Otros, los porados, por seguir obs-
tinadamente su propio parecer, como el caso de
los hombres rústicos e ignorantes. Por n están
quienes, por la vehemencia de sus afectos, lejos
de escuchar a la razón, tienden a comportarse si-
guiendo sus imaginaciones. En general, son más
fáciles de corregir: los incontinentes vehementes
que lo son movidos por la molicie; y los que son
incontinentes por hábito que quienes lo son por
naturaleza.
LIBRO VII
3) El disoluto, por seguir sus malos afectos y ser es-
clavo de sus deseos, hace todo únicamente por su
propio interés egoísta. También apetece las cosas
más placenteras pero deshonestas y se entristece
si no las alcanza, a sabiendas de que, en esos casos,
gozar de la presente dulzura” (VII, 3) es dañino
para sí mismo o para los demás. Busca los extre-
mos deleites (los vicios) por convicción, aunque
deliberando “con discurso falso de razón” (VI, 8),
es decir, sin incitarle mucho sus deseos; por esta
razón, es peor que el incontinente, quien cae en
el vicio por estar acosado por sus deseos. El malo
ni a sí mismo se ama de verdad, pues, por ser se-
mejante a una ciudad que se rige por leyes injus-
tas, no tiene en sí mismo “cosa que de amar sea.
De ahí que su alma está discorde consigo misma.
Y apenas puede concordar con otros malos (y lo
hace por poco tiempo); ya que, como estos ape-
tecen tener más ventajas y hacer lo menos en las
cosas dicultosas, surgen entre ellos disensiones,
forzando los unos a los otros que hagan las cosas
justas que ellos no quieren hacer” (IX, 6). Por ta-
les razones, han de ser castigados con penas, “lo
más opuestas posible a los placeres amados por
ellos” (X, 9).
C. Esta última frase constituye el origen de la idea
medieval de inerno, que se halla presente en las pin-
turas del Bosco: penar por donde se gozó en forma
desmesurada y dañina. En general, la gran diferencia
entre el malo y el débil está en que éste suele ser me-
nos libre que aquel, porque su conducta se halla muy
determinada por sus pasiones; mientras que el malo
está más libre de estas y, a plena conciencia de que
sus hechos son injustos con su propio ser o con otras
personas, decide ponerlos por obra. Aristóteles, al ha-
blar aquí de “discurso falso de razón, alude a que, en
materia de reexión ética, los razonamientos deben
emplearse a favor de la justicia y nunca contra ella. Y
es que el malo abusa de la razón, al ponerla al servicio
del mal individual o social.
(0.) Por no tener ideas universales, sino sólo “repre-
sentación y memoria de las cosas singulares” (VII,
3) -es decir, por regirse nada más por el sentido-, los
animales no humanos poseen una condición bestial y
quedan fuera de la clasicación de los tipos morales.
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En el género humano se presenta también, en mayor
o menor medida, esta condición que, cuando es cau-
sa de bienes (como en la mayor parte de los bebés y
en muchos pueblos bárbaros) es la virtud natural, la
cual, a diferencia de la virtud moral o auténtica, no se
realiza en base al entendimiento; mas cuando produ-
ce males es la brutalidad, que sobre todo suele darse
entre los bárbaros, pero también entre los griegos que
tienen el seso lisiado o adolecen de otras enfermeda-
des del alma como la epilepsia, el canibalismo, comer
tierra o la relación sexual entre varones.
C. En el concepto aristotélico de “virtud natural” está
la raíz de la idea rousseauniana y romántica del “buen
salvaje. Y, dado el tenor de la última frase del párrafo
precedente, el Estagirita condena la homosexualidad
masculina, contra la actitud de la mayoría de sus con-
temporáneos griegos, para quienes era una conducta
aceptable.
Hay dos tipos de virtudes. Las morales son las buenas
costumbres construidas por la razón relacional his-
tórica, grupalmente vivida, que el buen ciudadano se
apropia. Las del entendimiento o intelectuales se lo-
gran vía educación, con el aprendizaje cognoscitivo,
que necesariamente incluye teoría.
Cinco son las virtudes intelectuales. A diferencia
de la opinión o creencia individual (que es una
asociación mental subjetiva que no conoce de acuerdo
al orden real causal conectado con las esencias), con
ellas “dice nuestro ánimo verdad” (VI, 3).
Las diferentes partes o potencias del alma deben
tener cierta semejanza y anidad con el tipo de objetos
que cada una de ellas procesa. Así, el arte (tejné) es
el saber hacer y ejemplos suyos son la navegación,
la labranza, la medicina, el tocar un instrumento
Es un procedimiento para hacer un objeto cultural
nuevo (contingente): para producirlo con pasos
racionalmente ordenados por alguien (un invento) o
por una colectividad (técnicas tradicionales).
C. El “arte” que concibe Aristóteles incluye tanto
nuestro arte como los objetos generados por los afa-
nes de la técnica, que son útiles para facilitar las tareas
humanas. Todos sus objetos son productos de la ima-
ginación creativa (el ingenio del artista, del ingenie-
ro) y, además, deben realizarse conforme a cierta idea
o principio racional antes inexistente. Por ej., una
buena pintura exige armonía de colores, líneas y/o
formas, sin importar si es o no realista o gurativa.
Es arte, el diseño de una nuevo tipo de cuchillo; pero
no lo es su fabricación industrial en serie. Hoy, en
nuestra sociedad de mercado, los compradores sue-
len buscar un producto útil y que, en lo posible, sea
también hermoso; y este es uno de los motores de la
imaginación asociada al mercadeo.
LIBRO VI
Diferentes son los pasos que da el alma ante los pro-
cesos en los cuales la naturaleza obra de forma deter-
minista, siguiendo leyes universales y eternas. Éstas,
que son verdades indudables (no pueden ser de otra
manera y, por ello, pertenecen al ámbito de lo necesa-
rio), constituyen el objeto de consideración de la cien-
cia (episteme): un saber que permite al ser humano
acceder a rasgos de eternidad del cosmos. Uno puede
alcanzarla de dos modos, entendiéndola teóricamen-
te o sirviéndose de ella en la práctica, un proceder que
sería fronterizo entre la ciencia y el arte. En la ciencia
predomina el discurso de razón o demostración de-
ductiva basada en el silogismo, una forma de razonar
que constituye un enlace mental efectivo con las leyes
que rigen las cadenas causales de la naturaleza y que
incluye al menos una premisa universal. Pero los pri-
meros principios y los conceptos muy universales (los
géneros supremos) son indemostrables (para evitar
círculos lógicos viciosos). Así, sólo se los puede lograr
por inducción, o generalización a partir de la “enu-
meración de cosas singulares” (VI, 3); o por intuición.
C. La concepción aristotélica de ciencia como estudio
de las leyes universales y eternas de la naturaleza duró
hasta nes del siglo XIX, cuando quedó demostrado
que el espacio y el tiempo no son innitos (que era
el postulado de la física clásica nacida con Newton),
como consecuencia de haberse medido la velocidad
de la luz; un hecho cuya reexión condujo a la física
relativista de Einstein. Hoy sabemos, por la epistemo-
logía de autores como Karl Popper, que la ciencia no
halla leyes universales sino hipótesis altamente pro-
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bables, por contar con una evidencia abrumadora a
su favor, pero que, en el futuro, podrán ser falsadas, a
la luz de nuevos datos que el avance de la ciencia mis-
ma vaya consiguiendo. En resumen: la ciencia creada
por Aristóteles, en su evolución, se ha ido “des sacra-
lizando. Ya no es una verdad absoluta, indiscutible;
aunque sigue siendo el saber más able al que accede
la mente humana.
El entendimiento (nous), o razón intuitiva, es base de
todas las virtudes. 1) Respecto a lo más general, ella
intuye los principios de la ciencia y de la losofía, que
son las premisas primeras de todo razonamiento, in-
clusive el ético; y también intuye las cosas buenas mo-
deradas, que “son comunes a todo género de bienes,
en cuanto al Otro se reeren” (VI, 11). 2) En el ámbito
de lo particular, comprende la esencia de las situacio-
nes concretas de la vida. Pero la meta más elevada de
la ética, la cumbre de las virtudes intelectuales y com-
binación de todas ellas, es la sabiduría. Esta incluye:
la excelencia del arte (como el caso de los escultores
Fidias y Policleto), la ciencia de las cosas más valiosas
(las leyes eternas del Cosmos), el entendimiento cabal
de la verdad de los Principios de las cosas, que provie-
nen de la experiencia hondamente reexionada, y la
prudencia que juzga acerca de las situaciones parti-
culares de la vida. Todos esos objetos se comprenden
por el sentido con el que, en matemáticas, juzgamos
que una gura dada es un triángulo. Por ende, la ac-
ción virtuosa más placentera o felicidad máxima a
que puede aspirar el alma es la lo-sofía, vale decir: el
ejercicio de y el amor a ese saber contemplativo de la
realidad entera que es la sabiduría.
La prudencia (phrónesis) es la quinta virtud intelec-
tual. Con ella el alma se ocupa del comportamiento
moral de los seres humanos, que, por darse de tan
diversas formas por voluntades y circunstancias va-
riadísimas, es tremendamente difícil de analizar. De
ahí que la prudencia, por ser la virtud que enfrenta
teórico-prácticamente las acciones virtuosas y vicio-
sas propias y ajenas, corresponde a la aplicación más
exible y compleja de la enorme potencialidad del en-
tendimiento. Con ella se tratan los bienes y males de
los seres humanos conforme a la razón. Los dos pasos
cruciales del comportamiento moral son: 1.º la deli-
beración para hallar los mejores medios que lleven al
n propuesto, sin consecuencias dañinas, sea para el
agente sea para los demás; 2.º la elección de la vía de
comportamiento que, según ese análisis, haya resulta-
do ser la óptima. Ambos se realizan con la prudencia
que, así, consiste no sólo en entender bien las cosas
sino también en ponerlas por obra. En general, es im-
posible ser prudente sin ser bueno (tener buena vo-
luntad); y los deleites, sobre todo los más poderosos,
como el de la concupiscencia carnal, por estar muy
lastrados con fuertes deseos y pesadumbres, suelen
ser impedimentos para el ejercicio de la prudencia.
Sólo una larga experiencia vital en relaciones huma-
nas permite ir lográndola; por esta causa no se la pue-
de obtener aprendiendo ciencia, ni la suelen tener los
adolescentes. De aquí que, en asuntos de ética (ámbito
de las proposiciones no demostrables), conviene dar
crédito a las personas prudentes, que se convierten en
referentes ejemplares del buen enjuiciamiento. Pero
ser prudente no es fácil: quien de veras lo es, sufrirá
con buen semblante todas las fortunas y “conforme a
su posibilidad hará siempre lo mejor” (I, 10): delibe-
rar correctamente de las cosas buenas y útiles, para sí
y los demás (las que importan para vivir bien). Así,
Pericles es un ejemplo de hombre hábil para conside-
rar lo que conviene; de aquí que, los de su tipo “rigen
bien sus casas y la república” (VI, 5). Y, ya que el bien
particular y egoísta de cada uno no puede alcanzarse
sin el bien de la familia, ni aun sin el de toda la re-
pública” (VI, 8), la prudencia resulta ser la ciencia de
gobernar bien cualquier sociedad, un arte que incluye
dictar normas o leyes prudentes.
C. La prudencia, en su versión más exigente, va aso-
ciada al logro de una honda tranquilidad de ánimo,
que no se debe perder ni siquiera cuando uno es
sometido a la fatalidad de la mala suerte. Esta postura
aristotélica es pariente de la actitud de autodominio
que presenta el Antiguo Testamento bíblico en la his-
toria de Job. Los estoicos, discípulos de nuestro pen-
sador, tenían como uno de los principales objetivos
de la vida ética, la “ataraxia” o imperturbabilidad, que
se ejerce ante todo frente a la adversidad, a los golpes
que nos da la vida, y que tiene mucho en común con
varias de las espiritualidades asiáticas.
Así como en la ciencia existen paradigmas teóricos
universales tales como las guras geométricas o la
tabla de elementos químicos, en disciplinas prácticas
como la ética o la política, los modelos son vitales,
experienciales. Esta es la razón por la que en la histo-
ria de un país hay próceres o héroes que se estudian
en las escuelas; o el valor ejemplar que tienen guras
socio-históricas que constituyen un modelo de com-
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portamiento para sus conciudadanos, tal como argu-
menta Mounier al defender el Personalismo moral. El
Estagirita ya lo había descubierto: como las propo-
siciones de la ética no son conclusiones indudables
de ningún razonamiento deductivo, son más bien ge-
neralizaciones de las mejores conductas humanas; de
aquí el alto valor moral que tienen las opiniones de las
personas prudentes y, sobre todo, sus estilos de vida.
La prudencia es la virtud puente entre las virtudes
intelectuales y las del carácter (êthos), o morales; al
ir unida a estas últimas y, junto con ellas, a los senti-
mientos, la prudencia y las virtudes morales concier-
nen al conjunto del ser humano. Revisemos ahora las
virtudes del carácter.
C. Estas virtudes van directamente asociadas a la
corporeidad o materialidad de la vida humana; mas,
como el ejercicio de toda virtud es asunto de re-
exión basada en la prudencia (una facultad de la
razón), también son necesariamente anímicas. En
este sentido son más complejas y ricas que la ciencia
o el arte. Una razón poderosa de este hecho es que,
mientras los niños y adolescentes pueden apropiarse,
por el estudio y la resolución repetida de problemas,
muchos elementos del saber cientíco; solo con mu-
cho esfuerzo y tiempo pueden enriquecer su carácter
con las virtudes morales. Y es que, para lograr estas,
LIBROS III y IV
tienen que modicar muchas de sus tendencias na-
turales como son los afectos; y esa es una tarea que
exige mayor fuerza de voluntad que aprender destre-
zas teóricas. En realidad, un ser humano accede a su
madurez cuando, tras hacer suyas estos hábitos de
vida ventajosos, tiene un autodominio que merece el
respeto de los demás: se ha convertido en una auto-
ridad moral.
Luego de haberse recuperado en Europa las obras de
Aristóteles (por el año 1100), su ética se cristianizó y
buena parte de sus virtudes del carácter pasaron a ser
virtudes propias de la moral cristiana y, luego, de la
moderna. Por ejemplo, Maquiavelo prescribe que el
príncipe debe mostrarse valiente, generoso, magnáni-
mo y magnicente; aunque su mente renacentista tie-
ne ya más recovecos que la del pensador griego; dice
que el príncipe debe ser honrado, o al menos parecer-
lo. Así, alejado de la veracidad y la autenticidad que
predica la moral griega clásica (y toda moral y ética
humanistas), se abre paso el pragmatismo del poder
que ya habían inaugurado los antiguos romanos: “la
mujer del César debe ser honesta, o al menos pare-
cerlo. Y es que la política de masas, y sobre todo la
politiquería, acostumbran a impactar la sensibilidad
y los afectos del ciudadano común (la fachada, la apa-
riencia, la propaganda), más que a cultivar y defender
la verdad o su hija teórica: la ciencia.
Las virtudes morales se ejercen en el trato
interpersonal; por ejemplo, en la política o la guerra.
Tienen la ventaja de que es más meritorio mostrarse
equilibrado frente a los peligros o tentaciones
inesperadas o fortuitas, que en las situaciones que
sabemos que nos vienen, “porque las cosas maniestas
puede escogerlas uno por la consideración y uso
de razón; mas las repentinas, por el hábito” (III, 8);
y las virtudes son precisamente hábitos: reacciones
naturales ya integradas al carácter, tras largo tiempo
de ejercicio tesonero.
Una es la fortaleza de ánimo (andreía). Es la auto-
conanza propia de los valientes, que enfrentan los
riesgos con cólera, pero no guiados por esta pasión,
ni por presumir de poderosos (como los borrachos o
bravucones), ni por lograr alguna esperanza que abri-
gan, sino por un móvil honesto. El temor, o aprensión
de un mal venidero, es una pasión (o afecto) natural:
no es virtud ni vicio temer a las vivencias de mala for-
tuna que no están en nuestra mano, como la pobreza,
la enfermedad o las catástrofes naturales que nos so-
brevienen, aunque uno las puede tratar de anticipar
mediante la ciencia y adoptando medidas prudentes
para tratar de combatirlas. El temor está relaciona-
do con los dos vicios opuestos a la valentía: el exceso
del temerario, quien tontamente y sin sentido a nada
teme, y el defecto del cobarde, el cual, por su aqueza
de ánimo, huye del trabajo esforzado o de la vida dura
(ej.: el suicidio es un daño a la comunidad).
C. Este análisis del suicidio es propio de un pensa-
miento que subraya el bien común contra una visión
individualista de la existencia humana. Desde este
punto de vista, el suicida, sin duda, tiene derecho a
usar su libertad para elegir su propia muerte, como
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piensan los existencialistas: porque la existencia le
parece indigna (como el samurai que, se hace el ha-
rakiri para evitar una vida deshonrosa), o por evitar
un dolor inaguantable, físico o síquico. Mas, con su
autoeliminación, priva a la sociedad de los aportes
positivos que puede seguir haciendo durante el resto
de vida que le queda y, por este motivo, Aristóteles lo
considera un acto de cobardía.
Una segunda virtud moral es la templanza (sophrosy-
ne). El templado goza de todo placer, mas lo limita
con la razón para que no cause daños ni a sí mismo
ni a otros. Sus vicios los tiene quien es esclavo de sus
deseos: del gusto (la gula) y del tacto unido al deleite
carnal (la lujuria). Una 3.ª es la liberalidad (eleuthe-
ría), relativa a “todo lo que puede ser apreciado con
dinero” (IV, 1). El liberal da con alegría y por causa
de lo honesto. Sus vicios son: por exceso, la prodigali-
dad; por defecto, la avaricia, que es común en la vejez
y se vuelve pésima en los juegos de azar con apuestas,
y sobre todo en el latrocinio.
C. En la concepción del Estagirita, la avaricia es uno
de los peores vicios humanos. Su práctica se facilitó
con el invento de la moneda en Lidia (oeste de la pe-
nínsula de Anatolia), ca. 620 a.C. Ejemplos suyos son
ya sea el engaño o la estafa en los intercambios co-
merciales; ya el aprovechamiento de cargos públicos
para hacer negociados a costa del erario público o de
los ciudadanos que necesitan la prestación de cier-
to servicio o la realización de ciertos trámites. Hay
un comportamiento avaricioso que han repetido los
ociales militares en varios lugares durante el últi-
mo siglo. En los años 20’, cuando España mantenía
bajo su dominio, como protectorado, una sección de
Marruecos, varios generales españoles maosos y,
en cascada sus ociales, se embolsaron una parte del
dinero destinado a adquirir vituallas para la tropa, a
la que dieron una alimentación miserable, botas de
mala calidad que se desbarataban en poco tiempo y
munición decitaria. Uno de los factores que inuyó
en la rauda pérdida de la guerra de las Malvinas por
parte de Argentina fue que el mismo fenómeno se ve-
nía produciendo en el ejército de este país; la tropa
llegó a quejarse de que el cuero de las botas era de tan
mala calidad que, en las acciones de confrontación, se
deshacían casi como si fueran de cartón. Por desgra-
cia, también en Ecuador, durante unas décadas, va-
rios ociales de mediano y alto rango han cometido
raterías con estas prácticas, sobre todo dando a los
soldados rasos un rancho bazoa, en lugar de comida
decente, como estaba previsto en los sucesivos presu-
puestos para este rubro.
A más de estos casos sucedidos en el ámbito de la
milicia, tal vez más documentados, se producen, en
multitud de instituciones públicas y privadas, mu-
chos otros delitos de todo tipo motivados por la ava-
ricia. Sobre todo en naciones que adolecen de caos
administrativo, se venden puestos en los que, desde
hace décadas, buena parte de quienes los ocupan se
enriquecen ilícitamente: en las aduanas, notarías...
Otro caso típico de robo motivado por la avaricia es
la práctica de la especulación de algún producto en
tiempo de escasez, o la de los negociados, en los cua-
les se involucran, por un lado funcionarios públicos y,
por el otro, empresas oferentes de cierto producto, del
mismo país o del extranjero.
Aristóteles odiaba la práctica de hacer dinero apro-
vechando la necesidad de recursos de quienes llevan
vidas llenas de privaciones, los pobres, y, en especial,
la de sacar un plus de dinero en base al préstamo de
una suma: la usura; pues en ésta, el logro del recurso
monetario se convierte en un n, cuando la moneda
no es más que un medio para intercambiar bienes.
Karl Marx amplió esta idea a las relaciones laborales
cuando habló de la plusvalía o apropiación del trabajo
de otro ser humano, que se convierte en el metálico
que busca afanosamente la avidez enfermiza del in-
versor capitalista. Y es que, con esta medida, el rico
avaro, aprovechando la necesidad de dinero del pobre
para poder existir, le roba una porción de su vida. En
efecto, el trabajo es un esfuerzo consistente en ener-
gía vital, que el proletario (el trabajador manual de la
industria solía tener una prole numerosa) emplea en
generar una manufactura; de modo que una buena
parte del valor agregado que esta posee con relación a
la materia prima original, no es sino el efecto palpable
de la transformación de esa potencia existencial de
quien realizó físicamente la labor (gastó calorías en
sus músculos y/o en su cerebro). Sucede igual fenó-
meno de apropiación injusta cuando el trabajo con-
siste en la innovación o planicación que lleva a cabo
la mente del artista o ingeniero que idea la máquina; o
en el aporte del funcionario administrativo que arma,
en la práctica, los diversos componentes de una pro-
ducción o servicio que hoy son más complejos que
nunca antes en la historia. Para evitar excesos de esta
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especie de avaricia, las leyes estipulan remuneracio-
nes justas para los diversos tipos de labor.
Otra virtud asociada (4.ª) es la magnicencia (me-
galoprépeia), consistente en un gasto en grande para
bien de la comunidad, como en estas solemnes,
grandes obras civiles o para el culto divino. El vicio
por defecto es el del mezquino. Y peca por exceso
quien es vulgar por su mal gusto, es decir, quien suele
gastar pretendiendo que, por mostrar sus riquezas, le
han de estimar mucho.
(5.ª) La magnanimidad (megalopsychía) suele generar
la honra, prestigio o dignidad que los demás nos con-
eren, debida a méritos propios: es “el mayor bien de
todos los externos” (IV, 3). El magnánimo se alegra
moderadamente y sólo de los honores que le hacen
los virtuosos; no se deja impresionar por pequeñeces
ni se entristece por la fortuna adversa. No hablará
mal de sus enemigos. Además, se mostrará grande
ante los grandes y mediano ante los medianos, pues-
to que es odioso hacerse el fuerte frente a los débiles
y dolientes. En suma, tenderá a la imperturbabilidad
(ataraxia) propia del sabio. El exceso que atañe a esta
virtud es la vanidad. Peor es el defecto, ya que el hu-
milde, que “se priva de lo que es merecedor... por...
que no conoce el valor que tiene” (IV, 3), comete pe-
cado de omisión, al dejar de emprender los buenos
hechos que están a su alcance.
(6.ª) Quien cultiva la mansedumbrepretende vivir
libre de alteraciones” (IV, 5), es benigno y misericor-
dioso. Los dos vicios correspondientes son: el peor
es el colérico y su exceso (la saña y la venganza del
despiadado); y el otro es el emático (o apático) que
de nada se enoja, hasta el extremo de dejar que se le
afrente a él y a los suyos. En el hablar, (7.ª) la since-
ridad para admitir (o refutar) llanamente lo que es
justo o injusto, se opone al arrogante que a todos con-
tradice, al adulador que no se opone a nada por sacar
provecho y al veleta o frívolo, que quiere complacer a
todos. Además, (8.ª) el veraz conesa lo que de sí mis-
mo siente, sin encarecer cualidades de las que carece,
como el jactancioso, ni negar las que posee, como el
apocado. Por n, (9.ª) el ingenioso es moderado en
decir cosas de buen humor, contra el bufón, que se
excede en ello y el grosero malhumorado, que ataca
todo lo que sea humor y nunca lo expresa.
La Justicia (dikaía), por concernir a todas las
relaciones interpersonales, que son el meollo de
la vida en común, es la virtud moral más excelsa.
Cuando es (1) perfecta, incluye toda virtud y consiste
en el bien común: por ella se hace lo útil a los demás,
a quien gobierna o a la comunidad. Así pues, todo
es justicia “en cuanto se dirige al bien de otro” (V, 1).
D este modo, justa es la acción que causa o conserva
la felicidad en una colectividad. La injusticia genera
daños, como el que rompe la ley, codicia demasiado,
hiere o insulta; y la injusticia general es “una suma
de todo género de vicios” (V, 1). Y, dado que las
contiendas surgen de que quienes son iguales no
tienen cosas iguales o de que quienes no lo son las
tienen, (2) la justicia particular que debe hacer el
juez (dicastes o repartidor) es cualitativamente la
más elevada, pues persigue la equidad (epiqueia), al
adaptar la generalidad de la ley (lo justo legal) a cada
situación de injusticia concreta.
Hay dos clases de justicia particular: (2.1) la distri-
butiva, en que la autoridad de un grupo reparte los
LIBRO V
recursos según la dignidad de cada quien (en propor-
ción geométrica) y (2.2) la contractual, con la cual se
trata de reparar los daños que se dan en los intercam-
bios, quitando al que obtuvo de más y dándolo al que
obtuvo de menos (en proporción aritmética). Con
esta adecuación exible de lo justo legal, el juez logra
lo bueno moderado, que suele incluir la misericordia
y el perdón y se opone a la inexibilidad del talión.
Además, a diferencia de lo justo legal, que se decide
en cada sociedad por anuencia de sus autoridades, lo
justo civil es natural y “donde quiera tiene la misma
fuerza (V, 7). Por último, el principal responsable de
un daño es quien toma la decisión injusta, y no tanto
quien, por ser su ejecutor, causa directamente el daño
y es como un instrumento de aquél.
C. Lo justo civil incluye exigencias de justicia supra-
históricas y supraculturales y, de este modo, es patri-
monio de toda la especie humana. Tal ámbito univer-
sal de la justicia que postula nuestro lósofo se basa
en la idea de naturaleza humana común, la que com-
partiríamos todos los miembros de la especie homo
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sapiens. Es la base teórica que sirve para construir la
corriente iusnaturalista del pensamiento ético, polí-
tico y jurídico; cuya premisa sería una antropología
losóca basada en los datos de la evolución biológi-
ca que ha desembocado en nuestra especie y de ele-
mentos comunes que se constaten en las varias líneas
de la evolución histórico-cultural. La diferencia entre
lo justo civil con esa estipulación socio-cultural que
es lo justo legal, o ley positiva vigente en cada grupo
LIBROS VIII y IX
humano, pudiera correlacionarse con la denición de
qué es benecio y qué es daño, ya sea para la persona
ya para la colectividad, según se lo estime con la ra-
zón, pero siempre en relación al sentimiento positivo
y al deseo. La óptica de lo justo civil y del iusnaturalis-
mo se está revalorizando en forma creciente, a medi-
da que avanza la unicación cultural promovida por
la actual globalización.
La amistad es una especie de buena voluntad, la
cual se puede tener aun con desconocidos. Si se vive a
fondo, no hay necesidad de la justicia. Consiste más en
amar que en ser amado y procede del amor a sí mismo:
el amigo es un yo otro” (IX, 4). La amistad perfecta
es la más excelsa, porque se vive entre semejantes en
virtud, se gozan de las mismas cosas y se aman, uno al
otro por su virtud o valor intrínseco. Es rara y durable,
mas sólo es posible entre pocos, pues para que se teja
se necesita vivir largo tiempo cerca y mantener una
conversación asidua. Por otro lado, hay dos tipos
de amistades por accidente, que tampoco pueden
darse entre muchos; se entablan por el benecio que
se saca de ellas y duran nada más hasta que este se
acaba. La primera es más valiosa y se basa en gozarse
uno con otro brindándose placer, normalmente con
generosidad; se da más frecuentemente entre niños
y adolescentes, quienes, por hallarse en constante
cambio, son poco perseverantes en ella. La segunda
es carente de generosidad, por basarse en el interés o
utilidad. Suelen buscarla los viejos, se teje en las ligas
entre pueblos y, en el ámbito interpersonal, entre un
pobre y un rico, un ignorante y un sabio, o un feo y un
hermoso. Presenta la dicultad de que quien realiza la
buena obra, cree que ha hecho algo muy grande, mas
quien la recibe dice que el otro hizo una cosa fácil;
con todo, es mejor medir su valor por el provecho que
obtiene quien la recibe, ya que éste es quien tenía la
necesidad.
Una amistad muy usual es la llamada en exceso, la
cual, para que sea justa es asimétrica, ya que no exige
lo que cada uno merece, sino lo que cada uno puede.
Se da entre alguien de mayor jerarquía, el que manda,
y quien es inferior y está sujeto a él; debido a que no
es la misma amistad la que tiene un padre o madre
con algún hijo -la cual debe ser más solidaria- que
la de éste con uno de ellos dos. Similar diferencia se
da entre la amistad del marido hacia la mujer y vice-
versa; “porque la virtud y ocio de cada uno déstos es
diverso” (VIII, 7) así como los motivos por los cuales
se quieren. En la amistad asimétrica, excepto en la de
padres-hijo/a (en la cual éste, por mucho que haga,
siempre queda como deudor de ellos), el amor debe
ser proporcional a la dignidad: el superior debe ser
el más amado y recibir mayor honra; y el necesita-
do, mayor provecho, “porque el premio de la virtud
y de la benecencia es la honra”: “al que en su dinero
recibe prejuicio, dásele la honra, y al que no es benig-
no en el dar dánsele dineros” (VIII, 14). En cuanto al
ejercicio del poder, la relación progenitores-hijos es
como la de rey-súbditos; mas, puesto que no hay que
favorecer a los perversos, los padres pueden renun-
ciar a un hijo cuando este es extremadamente malo.
Entre varón y mujer hay amistad natural (de utilidad
y dulzura), porque se valen el uno del otro en lo que
a ambos toca. El núcleo de sus bienes comunes son
los hijos, ya que el engendrarlos “es cosa común a to-
dos los animales” y, desde el inicio, los padres aman
a sus hijos como a “parte de su substancia”; por tal
razón, las parejas que no los tienen se apartan más
fácilmente: “de aquí que es primero la casa que la ciu-
dad” (VIII, 12). Los hijos aman a sus padres “cuando
vienen a alcanzar juicio” (Ibíd.). La amistad entre her-
manos “es como la de compañeros” (VIII, 11); porque,
como sucede entre los integrantes de una timocracia,
son iguales: su unión con los padres les une entre sí,
por haberse criado juntos y ser de una edad parecida,
y “el igual se alegra con su igual. Los demás parientes
se apegan “por ser de una misma cepa” (VIII, 12). Lo
que es bueno en la amistad entre familiares lo es tam-
bién, en general, “en la de los que son semejantes en
condición” (VIII, 12). En la familia, el marido suele
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ejercer con su mujer un poder “aristocrático, puesto
que le remite las cosas que a ella le tocan; mas si él
quiere entrometerse y regirlo todo, su relación se hace
oligárquica, igual que cuando manda la mujer por ser
ella más adinerada. Una relación de tipo democracia
se da en las casas en que todos viven igual; y en ellas
hay mucha amistad, “porque los que son iguales, mu-
chas cosas tienen iguales” (VIII, 11). Aunque es una
pobre relación democrática aquella donde el señor es
de poco valor y cada uno hace lo que le da la gana. El
grado mínimo de amistad está en la relación de ti-
ranía señor-esclavo, pues no hay comunicación entre
ambos; “porque el siervo es un instrumento animado
y el instrumento un siervo sin alma” (VIII, 11).
Hay prioridades de justicia, referentes a ayudas y deu-
das. Primero mantener a los padres, que nos dan el
ser, que uno a sí mismo. Todo pago debe regirse por
la bondad o la necesidad: así, antes de hacer regalos
hay que pagar las deudas. Mayor crimen es defraudar
al amigo que al ciudadano, o no socorrer al hermano
que al extranjero; aunque es más fácil juzgar qué se
ha de hacer entre los de un mismo linaje que entre los
de linajes diversos. No conviene amar al malo; pero,
a los que son capaces de corrección, se les debe hacer
favores relativos, no al dinero sino a las costumbres,
que son más anes a la amistad. Con un amigo de
la niñez no se puede continuar siéndolo si él no ha
madurado en su entendimiento; ya que, sin tener pe-
nas ni alegrías con las mismas cosas, poco se podrá
conversar con él. No obstante, se le ha de conceder
algunas cosas, a no ser “cuando por algún exceso de
maldad vino a romperse la amistad” (IX, 3).
En la vida colectiva, hay formas de afecto positivo a-
nes a la amistad: 1) Relaciones placenteras tales como
las danzas o convites, y las que se dan entre viajeros
o huéspedes que coinciden en un mismo lugar, son
del tipo ‘compañía civil’. A diferencia del afecto, que
incluye apetitos y perseverancia, la buena voluntad se
tiene para con desconocidos, y está en el origen de la
amistad, igual que el sentir placer al ver a una perso-
na puede originar amor por ella. La buena voluntad
es un atisbo de amistad que, si persiste y se conr-
ma en la conversación, se vuelve amistad, pero no
de placer o utilidad, dado que estas no tienen como
base necesaria la buena voluntad. 2) Otro género de
amistad ciudadana, consistente en los intercambios
de cosas de conveniencia mutua para la conservación
de la vida entre personas o pueblos, es la cordialidad
o con-cordia. No reside en que los concordes piensen
lo mismo acerca de algo, sino en que todos se decidan
por lo mismo y, en ello, actúen unidos. Como resul-
tado de la concordia, cada parte obtiene lo que desea.
C. La concordia, a lo largo de la historia, es proceder
afectivo que ha permitido que pueblos de diferente
cultura vivan en paz e intercambien bienes median-
te un comercio justo; y por lo tanto ha impulsado la
transmisión intercultural de innovaciones de todo
tipo, es especial técnicas. Hoy, ella es la principal ac-
titud en pro de la paz mutua, en colectividades del
mundo globalizado donde conviven grupos de cultu-
ras muy diferentes entre sí. En efecto, sin esa buena
voluntad de impulsar proyectos compartidos venta-
josos para todas las partes, caerían en la tradicional
intolerancia, irrespeto, e incluso agresión, contra el
Otro, que ataca, o al menos critica negativamente,
sus cosmovisiones, valores, normas y/o costumbres;
y que, en momentos de crisis o angustia existencial
en alguno de los dos oponentes, o simplemente por
ansias de poder de sus grupos dirigentes, suele llevar
a la guerra. 3) En general, el vivir consiste, para los
animales, en sentir, y para los seres humanos, en sen-
tir y entender; porque sentimos que sentimos y en-
tendemos que entendemos, que es sentir que somos:
en suma, apetecemos el vivir, y más aún los buenos y
bien afortunados.
C. Una diferencia entre el animal y el ser humano
es que éste “siente que siente y entiende que entien-
de. Es decir, mientras que todos los animales, desde
la ameba, sienten y entienden muchas cosas, es de-
cir, poseen conciencia -tesis que, desde hace décadas
han defendido biólogos de primera línea tales como
Teilhard de Chardin-, sólo las personas tenemos con-
ciencia reeja o auto-conciencia, que es la idea a la
que alude el Estagirita al formular esa frase entreco-
millada.
El vivir es escoger, “señaladamente para los buenos
(IX, 9). Y, dado que “el ser de todos consiste en ejerci-
cio, pues el vivir y el obrar es lo que conserva nuestro
ser” (IX, 7), quien hace una obra, por ej. el progenitor
o el artista, la ama como a su propio ser, mientras que
él que sólo la recibe no tiene sino la utilidad, que es
menos digna de amor. Este es el ser de la benecencia.
De aquí que el benefactor -al que pertenece la nobleza
que reside en la actividad, la acción y la obra resultan-
te- ama más al beneciario que al revés, “porque lo
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bien hecho dura mucho tiempo, pero al que recibió
la obra pásasele la utilidad. En n, “todos aman más
las cosas que se hacen con trabajo y, así: “el dinero lo
ama más el que lo gana que el que lo hereda” y “las
madres tienen más ación a los hijos que los padres,
porque les cuesta más trabajo el nacimiento de ellos
(IX, 7).
C. En la primera línea del párrafo que precede, Aris-
tóteles arma que la naturaleza de un animal consis-
te en obrar, es decir, en ejercitar las facultades de su
organismo, porque este esfuerzo por poner en acción
las capacidades que cada uno tiene “es lo que conser-
va nuestro ser”. Esta idea tan descriptiva de lo que es
la vida va a constituirse en el núcleo de la ontología
que, en torno al año 1670, el judío marrano holandés
Baruch Spinoza desarrolla en los dos primeros libros
de su Ética. Se trata del concepto de conatus; aunque
este autor lo extrapola a todas las manifestaciones de
la divinidad, es decir a todos los seres que integran la
naturaleza: todos se comportan de acuerdo a esa ley
universal del “esfuerzo por permanecer en el ser” (o
conatus), por conservar su estrutura, que es la sede de
su propia potencia. Así, Spinoza aplica un rasgo de la
biología, la energía o dynamis vital, a la esfera univer-
salmente abarcadora de la física; muy en consonacia
con la teoría moderna de la termodinámica, que ex-
presa la quasi equivalencia entre materia y energía, ya
que la primera es una manifestación particular de la
segunda y puede transformarse en ella. Y, como bien
sabemos, la trans-formación o cambio de forma es
un término acuñado en el marco de la Física, por el
Estagirita. Así, el lósofo holandés se constituye en
un puente entre nuestro pensador griego y las nuevas
físicas contemporáneas (relatividad, teoría cuántica),
que inspiran algunos de los actuales movimientos
ecologistas.
Las armaciones de las dos últimas líneas del mismo
párrafo expresan otro hecho de primera importancia
que profundiza la idea recién aludida, también en el
marco de la vida animal. En efecto, tanto animales
como humanos tienen amor y deenden los logros
que han alcanzado con tanta mayor fuerza cuanto
más empeño y energía han empleado en conseguirlos.
Este modo de ser de la vida tiene relación directa con
los métodos que se emplean en la educación: cuanto
más esfuerzo requieren las tareas a cualquier nivel de
formación -primaria, secundaria o universitaria- más
amará, quien lo ha realizado, el conocimiento o ha-
bilidad adquiridos. Este hecho pone muy seriamente
en cuestión la tesis de quienes tiende a facilitar por
todos los medios posibles el aprendizaje, justo para
ahorrar esfuerzos en el educando. En otras palabras:
bienvenidas las técnicas educativas y la ayuda que nos
proveen los nuevos modos virtuales de apropiarse de
los saberes teóricos y/o prácticos. No obstante, una
buena dosis de empeño y de gasto de la propia ener-
gía vital de quien estudia le hará valorar más los acer-
vos académicos así alcanzados, y esta tarea se realiza
de la mejor manera, como el mismo Aristóteles ex-
presaba, con una mezcla sabia de placer (motivación,
dar esperanzas, premiar) y dolor (presión, ejercicios
complicados que obligan a pensar duro al pupilo; y
malas notas ante la inoperancia, la vagancia o el faci-
lismo). Por desgracia, el comportamiento facilista o
cómodo de algunos profesores, que suele aprovechar
el estudiantado irresponsable, congura el hecho, que
tristemente se repite en muchos lugares, de que “los
profesores ngen enseñar y los alumnos ngen apre-
dender”.
Veamos el valor de la amistad. Los amigos son el ma-
yor bien exterior a la persona. Quien está en la ad-
versidad precisa de amigos -sobre todo útiles- que le
hagan el bien. Y como la felicidad está en el hacer, el
ejercicio de lo bueno es en sí placentero y más fácil-
mente podemos considerar a nuestros amigos y a sus
hechos que a los nuestros (IX, 9); el bueno que vive
en prosperidad necesita amigos semejantes a él para,
al vivir en compañía y buena comunicación, ejercer
este intercambio.
C. Como queda patente en este discurso, la amistad
es la cumbre de la ética aristotélica. En efecto, se tra-
ta de la unión de una inclinación afectiva asociada a
y fundamentada en reexiones del alma racional. Es
decir, de una asociación de esta con el cuerpo (cuyo
sistema nervioso está regido en toda su extensión
por la dinámica afectiva, que el núcleo más activo del
alma animal), que da cuenta de la esencia denitoria
del ser humano (animal-racional) en su máxima rea-
lización: el intercambio amoroso de las virtudes, los
bienes más excelsos, entre las personas que las han
cultivado en grado supremo, que son las virtuosas, sa-
bias o, simplemente, éticamente buenas. Por lo tanto,
la ética está lejos de ser un ejercicio solipsista en que
cada quien desarrolla sus facultades o potencialida-
des lo mejor posible. Esa gura sería loable, pero a la
vez lamentable. El ser humano es por esencia social
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(un animal político) y su virtud sería muy pobre si
se limitara a ser un patrimonio individual. La enor-
me riqueza que contiene la virtud, para que llegue a
su plenitud hay que compartirla en la comunidad de
amigos. De esta manera, el ideal de la ética no pue-
de ser sino el alcance de la virtud socialmente vivida,
cuyo rasgo necesario es que esta cima de la riqueza
humana se viva tanto en el plano personal como, de
modo especial, a nivel crecientemente grupal. Según
esta tesis, hoy se podrá hablar, cada vez más literal-
mente y con mayor sentido, ya no sólo de las virtudes
del europeo, del latinoamericano o del oriental, sino
de aquellas que son patrimonio de todo ciudadano de
ese cuerpo-alma más abarcador que ahora tiene unos
500 años de edad y seguirá evolucionando: la huma-
nidad globalizada. Sin temor a equivocarnos, pode-
mos armar que, hoy, el cúmulo exponencialmente
creciente de la ciencia, de las artes, así como de los
pensamientos y realizaciones materiales en todos los
órdenes, es un acervo cuyo propietario efectivo es la
humanidad entera, tal como se muestra en esa venta-
na abierta al grueso de los saberes actuales que es la
Internet.
Respecto a la cantidad de amigos, sólo pueden te-
ner muchos quien conversa con todos: el hombre de
buen trato, ya que, según las leyes de la amistad civil,
el hombre de bien resulta amigable para los demás.
NOTA FINAL
Mas, “conforme a las leyes de amistad fundada en vir-
tud” (IX, 10), el virtuoso solo podrá tener pocos ami-
gos; pues no es posible vivir en compañía de muchos
y “usar con todos de unos mismos cumplimientos, y
es arduo conversar entre muchos, “porque con di-
cultad puede uno alegrarse con muchos, y entriste-
cerse o dolerse como en cosa propia, porque puede
acaecer que con uno se haya de regocijar, y con otro
entristecer. El sumun de la amistad, “el amar muy
tiernamente y de corazón, sólo se puede vivir con
otra persona. De los amigos por deleite “también bas-
tan pocos, como en la comida las salsas”; y lo mismo
de los amigos útiles, puesto que favorecer “a muchos
es cosa trabajosa, ni hay hacienda que baste para ello
(IX, 10).
Entre las reglas de la buena amistad (IX, 11), (1) una
es que “conviene que a las cosas prósperas llamemos
prontamente a los amigos”; pero a los trabajos y ad-
versidades recatadamente, “porque lo menos que po-
sible fuere habemos de dar a nadie parte de los males.
Según otra regla (2), “a los que están puestos en traba-
jos se ha de ir sin ser llamado y prontamente (porque
el ocio del amigo es hacer bien, y particularmente al
que lo ha menester…)”; pero en las prosperidades, a
n de servir en algo, uno debe ir prontamente, aun-
que, para recibir algo hay que ir sin prisa y solo de vez
en cuando.
La Ética de Aristóteles es una cantera inagotable
de novedades, tanto en la esfera de las ideas como en el
de las interconexiones entre ideas. En los comentarios
a este resumen no hemos hecho sino abrir a la
imaginación algunas de las posibles vías de análisis.
Sería deseable que cada quien haga lo suyo, luego de
leer a fondo el texto original de la ética y aplicarlo
a su vida, así como a sus experiencias personales y
sociales.
Hoy pudieran denirse nuevas virtudes en el sentido
con que las concibió el Estagirita. Así, cualquier per-
sona puede hacer un empleo virtuoso o vicioso de, a
modo de ejemplo, las tecnologías de los dos últimos
siglos como las medicinas que son producto de la in-
dustria o los vehículos con motor. Por ejemplo, frente
al volumen de información que existe en la Internet,
inabarcable para un individuo dado, se necesita tener
conciencia crítica para optimizar el tiempo y escoger,
de entre las fuentes pertinentes al tema de que se tra-
te, solo las más valiosas. Esta capacidad no es más que
una aplicación de esa virtud intelectual aristotélica
que es la prudencia. Esta, en perspectiva futura, po-
see un valor universal, es decir sin límites, para tomar
decisiones éticas en cualquier terreno emergente de la
vida práctica de la humanidad.
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 90-109
BIBLIOGRAA
Aristóteles. Los diez libros de las Éticas o Morales escri-
tos a su hijo Nicómaco. Trad. Pedro Simón. Dis-
ponible en http://cervantesvirtual. com/servlet/
SirveObras-/12582510339021611089624-/index.
htm
Cortina, Adela. 1994. Ética de la sociedad civil. Ma-
drid, España: Ed. Anaya.
Espinosa, Baruch de. 1675. Ética demostrada según
el orden geométrico, 3.ª ed.,1980. Trad., introd. y
notas de Vidal Peña. Madrid: Ed. Nacional
Goldberg, Elkhonon. 2007. La paradoja de la sabi-
duría: Cómo la mente puede mejorar con la edad.
Barcel: Ed. Crítica.
Macintyre, Alasdair. 1984. Tras la virtud. Barcel: Ed.
Crítica.
RESEÑA
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 112-115
CULTURA Y POLÍTICA EN ECUADOR: ESTUDIO SOBRE LA CREACIÓN
DE LA CASA DE LA CULTURA
Jorge Daniel Vásquez*
Ponticia Universidad Calica del Ecuador
Martha Cecilia Rodríguez Albán
* Docente e investigador en la Escuela de Sociología de la Ponticia Universidad Católica del Ecuador. E-mail: jdvasquez@puce.edu.ec
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El libro Cultura y potica en Ecuador: estudio
sobre la creación de la Casa de la Cultura, de Martha
Rodríguez, reúne varios aspectos por los cuales
merece un lugar central en el análisis cultural en el
Ecuador. Quizá su mejor soporte es también aquello
que entraña mayor complejidad en el desarrollo
de su investigación: el trabajo de análisis cultural
en diálogo con la sociología histórica y política.
Así, no estamos frente a un libro de Historia de la
Cultura (campo teórico que ha predominado a la
hora de comprender “el pasado” del conjunto de
representaciones que nos hacemos de lo ecuatoriano);
sino ante una investigación que pone a prueba la
teoría social contemporánea repensando conceptos
desde escenarios periféricos.
El texto está organizado en cinco catulos, que van
desde los planteamientos teóricos necesarios para la
comprensión de la praxis cultural como praxis polí-
tica, hasta la caracterización de las redes intelectuales
de Benjamín Carrión que permitieron la creación de
la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE) en 1944. En
este itinerario pasa por la recreación del contexto cul-
tural en dos periodos, el primero de 1925 a 1940, y el
segundo de 1941 a 1944.
El primer periodo (1925-1940), aparece marcado por
el ascenso y disputa entre distintas fuerzas sociales.
Por un lado, las modernizadoras reaccionarias (que
conguran la matriz cultural de derecha), y, por otro,
las de trabajadores urbanos y campesinos (indios y
no indios) que expresan el vínculo entre los sectores
subalternos y los partidos sociales y comunistas (con-
guradores de la matriz cultural de izquierda).
La idea de presentar la confrontación política desde
matrices culturales’ permite comprender la combina-
ción de instituciones, protagonistas y políticas cultu-
rales que fueron impulsadas como parte de diferentes
proyectos de nación. De este modo, la ‘matriz de de-
rechas’ reunirá a la Compactación Obrera Nacional,
la Ponticia Universidad Católica del Ecuador, la
Academia Nacional de Historia, el Instituto Ecuato-
riano de Cultura Hispánica, entre otras instituciones,
en lo que Rodríguez logra identicar como una ma-
triz católica-hispanofílica-conservadora. Tal matriz
encarnó, pues, un proyecto moral-educativo expuesto
por pensadores tales como Julio Tobar Donoso, Au-
relio Espinosa Pólit, Isaac J. Barrera, Remigio Crespo
y Gonzalo Zaldumbide, sólo por mencionar algunos.
La Revista de la Sociedad Jurídica Literaria, el su-
plemento literario del diario El Comercio, la revista
América Modernista, fueron espacios donde se divul-
gó este tipo de pensamiento.
La ‘matriz de izquierda’ operaba a través del ejerci-
cio de cargos en la burocracia estatal, desde un diario
de la prensa guayaquileña (el Telégrafo) y desde lo se
denomina ‘prensa chica. El eje transversal de esta ma-
triz es la reunión de varias propuestas que encarnan
lo popular. Así, la denominada ‘Generación del 30’, li-
derada por el escritor y político guayaquileño Joaquín
Gallegos Lara, constituía una fuerte ala nacional-po-
pular. Sin embargo, la ‘matriz de izquierda’ también
integraba propuestas de carácter folklórico como la
Rodrigo Chávez González (desde el posicionamiento
del folklor montubio), una tercera ala, de corte cos-
tumbrista, también concentrada en Guayaquil (como
es el caso de la formación Alere Flamman), y, nal-
mente, una propuesta cultural que combinaba ele-
mentos de lo popular y lo mestizo. Ésta última consti-
tuye precisamente la propuesta de Benjamín Carrión
que, habiéndose empezado a delinear en los años 30,
se perló hacia 1941-1944, para en agosto de 1944
convertirse en política pública. Tal compleja matriz
de izquierdas combina asalariados urbanos con per-
sonas de extracción popular (no todos militantes del
partido socialista o comunista), entre ellos José de la
Cuadra, Demetrio Aguilera Malta, Ángel F. Rojas, Pa-
blo Palacio y Oswaldo Guayasamín.
Para lograr la caracterización de estas matrices cul-
turales, Rodríguez entra en un interesante trabajo
de archivo, a n de documentar las prácticas híbri-
das desde la perspectiva de la militancia. En el caso
de la matriz de izquierda se analizan las expresiones
de una liación ideológica que en ocasiones aparece
como doble: una ideología tradicional familiar y la
que se abraza por propia decisión; e incluso los virajes
de una matriz cultural de izquierda hacia su opuesta
sobre todo en el contexto de la Guerra Fría, como fue
el caso de Alejandro Carrión.
Siguiendo al lósofo y teórico literario Terry Eagle-
ton, Rodríguez analiza cómo, en la construcción de ‘el
canon’ artístico del Ecuador, que mantenían actores
de la derecha y de la izquierda, se encarna una dis-
puta ideológica integrada por disonancias que le son
sustanciales: miedos ancestrales, mitos que perviven,
necesidad de anclajes espiritual-psicológicos, habitus
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 112-115
de la clase social de origen, huellas de ideologías que
fueron claves en los años de infancia y juventud.
El segundo periodo analizado en el libro (1941-1944),
es reconstruido como un cúmulo de acontecimientos
que marcaron el problema de la nación desde la lu-
cha en el campo de las políticas culturales. Sin duda
un acontecimiento que singularizó esta disputa fue la
guerra de 1941 y la rma del Protocolo de Rio de Ja-
neiro. Marcados por esta coyuntura, Rodríguez cons-
truye el archivo que da cuenta de la arremetida de las
derechas para el posicionamiento de la nación con
fundamentos hispánicos y católicos. La Iglesia consi-
guió colocar a la religión en el núcleo duro del debate
cultural de la época.
El fortalecimiento del discurso hispánico y católico
conllevó al desplazamiento de lo popular y al con-
icto de clases. Esta situación es desarrollada por
Rodríguez de manera singular por la amplitud de su
archivo, abarcando fuentes que van desde pronuncia-
mientos en el seno de las instituciones culturales, la
producción periodística, revistas de la época, corres-
pondencia entre diversos actores y las actas y comuni-
cados ociales en el ceno de organizaciones políticas.
De este modo, su trabajo nos permite comprender
la porosidad de las ideologías de izquierda, cuando
a inicios de la década de 1940 se retomó el ideal de
nación desde argumentos tanto de corte romántico
como de orden liberal burgués. Un caso que permite
vislumbrar tal situación es la cercanía, en términos
argumentales, de obras sobre el indio, el montubio y
la idea de mestizaje entre autores de diferente ideolo-
gía, tales como el indigenista Pío Jaramillo Alvarado,
los conservadores Aurelio Espinosa Pólit y Jijón y Ca-
maño, y Benjamín Carrión, en quien hay una notable
inuencia del mexicano José Vasconcelos. En suma,
nuestra autora plantea cómo la actualización del con-
cepto de nación contribuyó a la confusión ideológica
de las izquierdas entre 1939 y 1944.
La designación por una política cultural no sólo se
enmarcó en el conicto regional de 1941; por lo que,
para Martha Rodríguez, es central la relación entre
la generación de políticas públicas y la prensa en di-
cha época. Para tal motivo, la autora se plantea esta
relación desde 1925 con el propósito de ejemplicar
la condensación de un acumulado histórico de jue-
gos de poder en lo que representaron, en tanto dos
alternativas de política cultural, el Instituto Cultural
Ecuatoriano (1942) y la Casa de la Cultura Ecuato-
riana (1944). Ésta última encarnaba los ideales del in-
telectual lojano Benjamín Carrión y, por ese motivo,
vale preguntarse: ¿cómo Benjamín Carrión consiguió
que su proyecto se convirtiera en política de Estado?
Benjamín Carrión constituye, sin duda, uno de los
personajes más importantes en la historia de la cultu-
ra en el Ecuador y, precisamente, el mérito de Martha
Rodríguez está en mostrar a este personaje como el
punto de referencia para comprender la formación de
redes intelectuales que derivan en una propuesta de
política cultural que logra imponerse dentro de una
disputa ideológica. Por lo tanto, no son los detalles
biográcos de Carrión lo que nos permite aproxi-
marnos a la comprensión de una época, sino las redes
intelectuales en las que se libraba la oposición ideo-
lógica entre las matrices de derecha y de izquierda,
a través de lazos en los cuales la prensa y los grupos
intelectuales jugaron un rol denitorio. Esto no signi-
ca que el espacio público cultural esté integrado por
redes, sino que el análisis de los lazos permite com-
prender cómo constituye un escenario institucionali-
zado de relaciones discursivas.
Cultura y Política en Ecuador, recurre a un archivo
que hasta el momento no había sido generado en el
campo investigativo ecuatoriano. A partir de la cons-
trucción de éste, encontramos los “lazos débiles” de
Benjamín Carrión, que fueron importantes tanto
para su desarrollado “sentido de oportunidad políti-
ca” como para su “fuerte imagen pública. Las redes
de Carrión en la Universidad Central del Ecuador, su
círculo de íntimos,
1
le sirvieron de nexo con el Par-
tido Socialista del Ecuador
2
. Estas redes básicas que
Carrión mantuvo en los años veinte estuvieron acom-
pañadas de su incursión como escritor en medios ca-
pitalinos y en el ámbito de los juristas de la época.
Entre 1925 y 1931 encontraremos una expansión de
las redes intelectuales de Benjamín Carrión a Europa,
y entre 1931 y 1948, especialmente en América Lati-
1 Rodríguez (2015: 137), denomina como “círculo de íntimos” a quienes conocieron a Carrión desde sus años de estudiante hasta a quienes lo impulsaron
en la vida política y diplomática. Entre ellos se encuentran: Isaac J. Barrera, Julio Moreno, César E. Arroyo, Pío Jaramillo.
2 En el que mantuvo vínculos cercanos con Ángel Modesto Paredes, Gonzalo Escudero, César Carrera Andrade, Rafael Alvarado entre otros. Llegó a
fundar la “Escuela de Cultura Socialista.
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na. Sus vínculos con Gabriela Mistral y José Vascon-
celos en el primer período, y con intelectuales de Mé-
xico y Colombia en el segundo, constituyen el punto
fuerte de estas redes. Año crucial sería 1943, cuando
Carrión (como consta en su texto “Cartas al Ecuador”
aparecido ese año) declara que pertenece al seno de
la matriz de izquierdas, pero con “absoluta libertad”.
Adentrarnos en todos los pasajes de la vida política,
los cargos públicos y las cercanías con los poderes
que mantuvo Benjamín Carrión constituye uno más
de los puntos fuertes del trabajo de Martha Rodríguez
(que, de ningún modo, podrían resumirse dentro de
los límites de una reseña); no obstante, podemos se-
ñalar que varios elementos se conjugaron para que
“la importancia de llamarse Benjamín Carrión” sea
fundamental en la creación de la Casa de la Cultura
Ecuatoriana: el seguimiento y registro que hicieron
los medios sobre el activismo cultural de Benjamín
Carrión, su concepción del intelectual que arma la
valoración del mestizaje como necesidad del país, la
consolidación de un proyecto popular mestizo (des-
de su cercanía con Galo Plaza y Otto Arosemena) y,
nalmente, su cercanía al entonces ministro Alfredo
Vera, por la que consiguiera que Velasco Ibarra r-
mara el decreto de creación de la CCE en agosto de
1944.
El texto de Martha Rodríguez ofrece elementos para
pensar la creación de la CCE dentro de la congu-
ración del espacio público cultural como un campo
de disputa política. Esta tesis diere de otras posturas
que consideran la CCE como un fruto de la “razón de
Estado” o como un proyecto de cooptación de los in-
telectuales de izquierda. De este modo, abre un cami-
no para pensar la cultura y la política del Ecuador en
otro sentido: el papel de la conjugación de los proyec-
tos de modernización y desarrollo que se potencia-
ron con el proyecto político-cultural de la CCE en la
neutralización de proyectos de izquierda de carácter
nacional-popular.
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