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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 1 (Julio, 2014):
ENTREVISTA A ROCÍO SALGADO CARPIO
RETOS DEL FEMINISMO: IGUALMENTE SEMEJANTES
E IGUALMENTE DIFERENTES
Participamos activamente en la elaboración y promulgación de la primera ley, la Ley
103, en la que plasmamos nuestras vivencias, experiencias, intereses. La negociamos en
el Congreso, pero claro, debimos ceder para lograr su aprobación. Nosotras queríamos
que la denominación fuera, Violencia contra las mujeres pero se transformó en Ley contra
la violencia a la Mujer y la Familia. Creo que era muy difícil pensar en una mujer fuera de
ella. Emprendimos una tarea de socialización de la Ley 103, hicimos una relación directa
con los jueces penales, intendentes de policía, tenientes políticos, comisarios de policía,
porque eran los encargados de conocer los temas de contravenciones. Para nosotros era
vital relacionarnos con las autoridades a ese nivel.
3. ¿Cómo podría evaluar la aplicación de la Ley 103, Ley contra la Violencia a la Mu-
jer y la Familia, luego de que han transcurrido veinte años desde su aprobación?
Los logros de las reivindicaciones de las mujeres han sido ganados con paciencia y tole-
rancia porque implican cambios en el comportamiento y estos no se dan de la noche a la
mañana, no son el resultado de grandes revoluciones. Las mujeres para lograr cambios
favorables a nuestro status no hemos atracado puentes, ni quemado llantas, hemos sido
pacientes y hemos tenido que esperar; y eso sucedió en el proceso de visibilizar la vio-
lencia como una violación de derechos humanos. La Ley 103 fue tildada de anti-técnica,
centrada en la mujer adulta y urbana, sin embargo desde el inicio sosteníamos que era
una ley perfectible, era nuestra primera incursión en el mundo de la norma.
Alda Facio, feminista costarricense que acompañó este proceso, decía que una ley
no cambia las cosas de la noche a la mañana pero institucionaliza una forma de pensar, y
eso es clave. Entonces, golpear a una mujer era un acto ilícito, empezamos a desnatura-
lizar la violencia. La ley fue sustancial.
Frente a las reformas, en el debate se plantearon algunas cosas interesantes pro-
ducto de la experiencia ganada. Habían sectores que estaban en contra de la tipicación
de la violencia, pues se corría el riesgo de dejar fuera muchas de las formas que podía
adoptar, un código penal no podía abarcarlas todas. La violencia contra las mujeres tiene
tantas aristas que debe ser enfrentada desde diferentes perspectivas. Por ejemplo, las
políticas públicas conllevan la prevención, tema prioritario para lograr la convivencia ar-
mónica; nos interesa que se reconozca a la violencia como un ilícito, que se establezcan
sanciones contra ella, pero sobre todo buscamos que el Estado se interese en prevenir
teniendo como base el principio de igualdad y no discriminación, dejar de lado la subor-
dinación, revalorizar lo femenino pues todo lo que tiene esta connotación está desvalori-
zado, devaluado y es tratado como un tema de segunda categoría.
Hay que comenzar por darle a la noción feminismo su verdadera dimensión porque
generalmente se la contrapone al machismo ¡Error!, pues mientras lo uno es una teoría,
una losofía, si se quiere un movimiento social, lo otro es un comportamiento abusivo ba-
sado en el mal uso del poder. La Constitución garantista vigente, que reconoce la diversi-
dad y proclama el respeto a las diferencias, nos permite construir la utopía de la igualdad
en el marco de la re-signicación de la justicia.
4. ¿Cuál es su análisis cuantitativo o cualitativo de la calidad de las sentencias que
se emiten en el Ecuador versus el uso y aplicación de estándares internacionales?
En términos de la aplicación de estándares internacionales aún estamos a una distancia
signicativa. En los juzgados de instancia en muy pocas ocasiones se mencionan los
Tratados Internacionales de Derechos Humanos de las mujeres. En los casos de familia,
niñez y adolescencia el más mencionado es el principio del interés superior del niño.
Pocas veces se hace referencia a la Convención de Belém do Pará y menos a la CEDAW
(Committee on the Elimination of Discrimination against Women) que es nuestra carta
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