Facultad de Derecho
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 3 (Julio, 2015): 81-90
en señalar las distancias contextuales. Asumir tal
tarea en extenso desbordaría el alcance del presente
artículo por lo que el trabajo se concentra únicamente
en tres aspectos. Así, la exposición de los argumentos
desde los cuales pretendemos plantear la vinculación
entre cultura, política y conocimiento en el marco
del actual capitalismo requiere situar tal vinculación
epistemológicamente (I), analizar la relación entre
hegemonía y cultura en la matriz gramsciana de
pensamiento (desde la conceptualización de ‘sentido
común’ y ‘buen sentido’) (II), para nalmente
identicar el problema conceptual en torno a la
producción de subjetividades y las conguraciones
culturales del capitalismo contemporáneo (III).
I
Para Gramsci, las posibilidades de reconstruir
el pensamiento revolucionario se encuentra en la
recuperación de Marx, liberándolo de los esquemas
positivistas. Si bien el positivismo había representado
una superación del pensamiento medieval, derivó en
una forma mecanicista de concebir los fenómenos.
El materialismo, que había representado un punto
de llegada para la explicación de los fenómenos sin
recurrir a los movimientos de fuerzas extra-naturales,
descuidó la función del sujeto cognoscente. Así, la
versión positivista/mecanicista del materialismo se
separó del Marx de las Tesis sobre Feuerbach: “La
doctrina materialista acerca de la transformación
de las circunstancias y de la educación olvida que
las circunstancias deben ser transformadas por los
hombres y que el propio educador debe ser educado”
(Marx 2001 [1845], 113).
En el terreno epistemológico, Gramsci realiza una
crítica del pensamiento cientíco-natural y la relación
de éste con la concepción idealista, que aspira a que la
transformación social radique en la transformación
de la conciencia individual. El señalamiento de
los límites de tal planteamiento idealista pasa por
reconocer, para Antonio Gramsci, que la centralidad
del pensamiento y la formación de la conciencia
está en la praxis, en tanto esta categoría permite
expresar que los procesos de la realidad que los seres
humanos afrontan son producciones sociales, como
lo es también el propio sujeto (Gramsci 1977, 32-
38). Es decir, para Gramsci, la división tajante entre
una condición objetiva del mundo y una condición
subjetiva (desligada totalmente de la objetiva) es
insostenible, pues lo humanamente objetivo es
históricamente subjetivo (Acanda 2007, 152-157).
Tal lectura de Gramsci a su vez signica que el
desarrollo del pensamiento revolucionario como
actividad gnoseológica que fundamenta una
nueva dialéctica-materialista (más allá de la visión
mecanicista), se comprende como un devenir
de la relación de la realidad con la acción del ser
humano (Acanda 2007, 152-159). Por su parte,
en Los límites de la cultura, Grimson plantea una
salida al entrampamiento de la diada objetivismo/
subjetivismo en el que caen las ciencias sociales a
la hora de preguntarse por la cultura. Para Grimson
(2011, 18-34; 76-90), la contraposición entre
objetivismo y subjetivismo se vería trascendida
por el hecho de explicar la complejidad de una
realidad social como particulares ‘conguraciones’
que responden a condiciones sociales, históricas,
gnoseológicas, políticas. De este modo, Grimson
acuña el concepto ‘conguraciones culturales’ como
una alternativa que permite remitirnos al análisis de
la cultura más allá del problema entre el culturalismo
clásico y el posmodernismo.
El concepto ‘conguraciones culturales’ enfatiza
la noción de un marco compartido por actores
enfrentados o distintos, de articulaciones complejas
de la heterogeneidad social (Grimson 2011, 172-173)
y, como concepto estrictamente analítico, dice de la
multiplicidad de factores que se entrecruzan en las
formas de signicación de la vida. En este contexto
teórico es conveniente comprender el valor heurístico
de los conceptos a la hora de plantearse el análisis
crítico de la realidad, pues éste se reere a las “formas
particulares en las que históricamente se articulan
heterogeneidades atravesadas por variadas formas
de desigualdad, formas en las que se desenvuelven
luchas de poder, formas de lo que puede ser hecho,
pensando o imaginado” (Grimson 2011, 172).
Al igual que en el pensamiento de Gramsci, se
trata de avanzar en la comprensión de la naturaleza