CULTURA Y POLÍTICA EN ECUADOR: ESTUDIO SOBRE LA CREACIÓN DE LA CASA DE LA CULTURA
Martha Cecilia Rodríguez Albán
* Docente e investigador en la Escuela de Sociología de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. E-mail: jdvasquez@puce.edu.ec
El libro Cultura y política en Ecuador: estudio sobre la creación de la Casa de la Cultura, de Martha Rodríguez, reúne varios aspectos por los cuales merece un lugar central en el análisis cultural en el Ecuador. Quizá su mejor soporte es también aquello que entraña mayor complejidad en el desarrollo de su investigación: el trabajo de análisis cultural en diálogo con la sociología histórica y política. Así, no estamos frente a un libro de Historia de la Cultura (campo teórico que ha predominado a la hora de comprender “el pasado” del conjunto de representaciones que nos hacemos de lo ecuatoriano); sino ante una investigación que pone a prueba la teoría social contemporánea repensando conceptos desde escenarios periféricos.
El texto está organizado en cinco capítulos, que van desde los planteamientos teóricos necesarios para la comprensión de la praxis cultural como praxis polí- tica, hasta la caracterización de las redes intelectuales de Benjamín Carrión que permitieron la creación de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE) en 1944. En este itinerario pasa por la recreación del contexto cul- tural en dos periodos, el primero de 1925 a 1940, y el segundo de 1941 a 1944.
El primer periodo (1925-1940), aparece marcado por el ascenso y disputa entre distintas fuerzas sociales. Por un lado, las modernizadoras reaccionarias (que configuran la matriz cultural de derecha), y, por otro, las de trabajadores urbanos y campesinos (indios y no indios) que expresan el vínculo entre los sectores subalternos y los partidos sociales y comunistas (con- figuradores de la matriz cultural de izquierda).
La idea de presentar la confrontación política desde ‘matrices culturales’ permite comprender la combina- ción de instituciones, protagonistas y políticas cultu- rales que fueron impulsadas como parte de diferentes proyectos de nación. De este modo, la ‘matriz de de- rechas’ reunirá a la Compactación Obrera Nacional, la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, la Academia Nacional de Historia, el Instituto Ecuato- riano de Cultura Hispánica, entre otras instituciones, en lo que Rodríguez logra identificar como una ma- triz católica-hispanofílica-conservadora. Tal matriz encarnó, pues, un proyecto moral-educativo expuesto por pensadores tales como Julio Tobar Donoso, Au- relio Espinosa Pólit, Isaac J. Barrera, Remigio Crespo y Gonzalo Zaldumbide, sólo por mencionar algunos.
La Revista de la Sociedad Jurídica Literaria, el su- plemento literario del diario El Comercio, la revista América Modernista, fueron espacios donde se divul- gó este tipo de pensamiento.
La ‘matriz de izquierda’ operaba a través del ejerci- cio de cargos en la burocracia estatal, desde un diario de la prensa guayaquileña (el Telégrafo) y desde lo se denomina ‘prensa chica’. El eje transversal de esta ma- triz es la reunión de varias propuestas que encarnan lo popular. Así, la denominada ‘Generación del 30’, li- derada por el escritor y político guayaquileño Joaquín Gallegos Lara, constituía una fuerte ala nacional-po- pular. Sin embargo, la ‘matriz de izquierda’ también integraba propuestas de carácter folklórico como la Rodrigo Chávez González (desde el posicionamiento del folklor montubio), una tercera ala, de corte cos- tumbrista, también concentrada en Guayaquil (como es el caso de la formación Alere Flamman), y, final- mente, una propuesta cultural que combinaba ele- mentos de lo popular y lo mestizo. Ésta última consti- tuye precisamente la propuesta de Benjamín Carrión que, habiéndose empezado a delinear en los años 30, se perfiló hacia 1941-1944, para en agosto de 1944 convertirse en política pública. Tal compleja matriz de izquierdas combina asalariados urbanos con per- sonas de extracción popular (no todos militantes del partido socialista o comunista), entre ellos José de la Cuadra, Demetrio Aguilera Malta, Ángel F. Rojas, Pa- blo Palacio y Oswaldo Guayasamín.
Para lograr la caracterización de estas matrices cul- turales, Rodríguez entra en un interesante trabajo de archivo, a fin de documentar las prácticas híbri- das desde la perspectiva de la militancia. En el caso de la matriz de izquierda se analizan las expresiones de una filiación ideológica que en ocasiones aparece como doble: una ideología tradicional familiar y la que se abraza por propia decisión; e incluso los virajes de una matriz cultural de izquierda hacia su opuesta sobre todo en el contexto de la Guerra Fría, como fue el caso de Alejandro Carrión.
Siguiendo al filósofo y teórico literario Terry Eagle- ton, Rodríguez analiza cómo, en la construcción de ‘el canon’ artístico del Ecuador, que mantenían actores de la derecha y de la izquierda, se encarna una dis- puta ideológica integrada por disonancias que le son sustanciales: miedos ancestrales, mitos que perviven, necesidad de anclajes espiritual-psicológicos, habitus
de la clase social de origen, huellas de ideologías que fueron claves en los años de infancia y juventud.
El segundo periodo analizado en el libro (1941-1944), es reconstruido como un cúmulo de acontecimientos que marcaron el problema de la nación desde la lu- cha en el campo de las políticas culturales. Sin duda un acontecimiento que singularizó esta disputa fue la guerra de 1941 y la firma del Protocolo de Rio de Ja- neiro. Marcados por esta coyuntura, Rodríguez cons- truye el archivo que da cuenta de la arremetida de las derechas para el posicionamiento de la nación con fundamentos hispánicos y católicos. La Iglesia consi- guió colocar a la religión en el núcleo duro del debate cultural de la época.
El fortalecimiento del discurso hispánico y católico conllevó al desplazamiento de lo popular y al con- flicto de clases. Esta situación es desarrollada por Rodríguez de manera singular por la amplitud de su archivo, abarcando fuentes que van desde pronuncia- mientos en el seno de las instituciones culturales, la producción periodística, revistas de la época, corres- pondencia entre diversos actores y las actas y comuni- cados oficiales en el ceno de organizaciones políticas. De este modo, su trabajo nos permite comprender la porosidad de las ideologías de izquierda, cuando a inicios de la década de 1940 se retomó el ideal de nación desde argumentos tanto de corte romántico como de orden liberal burgués. Un caso que permite vislumbrar tal situación es la cercanía, en términos argumentales, de obras sobre el indio, el montubio y la idea de mestizaje entre autores de diferente ideolo- gía, tales como el indigenista Pío Jaramillo Alvarado, los conservadores Aurelio Espinosa Pólit y Jijón y Ca- maño, y Benjamín Carrión, en quien hay una notable influencia del mexicano José Vasconcelos. En suma, nuestra autora plantea cómo la actualización del con- cepto de nación contribuyó a la confusión ideológica de las izquierdas entre 1939 y 1944.
La designación por una política cultural no sólo se enmarcó en el conflicto regional de 1941; por lo que, para Martha Rodríguez, es central la relación entre la generación de políticas públicas y la prensa en di- cha época. Para tal motivo, la autora se plantea esta
relación desde 1925 con el propósito de ejemplificar la condensación de un acumulado histórico de jue- gos de poder en lo que representaron, en tanto dos alternativas de política cultural, el Instituto Cultural Ecuatoriano (1942) y la Casa de la Cultura Ecuato- riana (1944). Ésta última encarnaba los ideales del in- telectual lojano Benjamín Carrión y, por ese motivo, vale preguntarse: ¿cómo Benjamín Carrión consiguió que su proyecto se convirtiera en política de Estado?
Benjamín Carrión constituye, sin duda, uno de los personajes más importantes en la historia de la cultu- ra en el Ecuador y, precisamente, el mérito de Martha Rodríguez está en mostrar a este personaje como el punto de referencia para comprender la formación de redes intelectuales que derivan en una propuesta de política cultural que logra imponerse dentro de una disputa ideológica. Por lo tanto, no son los detalles biográficos de Carrión lo que nos permite aproxi- marnos a la comprensión de una época, sino las redes intelectuales en las que se libraba la oposición ideo- lógica entre las matrices de derecha y de izquierda, a través de lazos en los cuales la prensa y los grupos intelectuales jugaron un rol definitorio. Esto no signi- fica que el espacio público cultural esté integrado por redes, sino que el análisis de los lazos permite com- prender cómo constituye un escenario institucionali- zado de relaciones discursivas.
Cultura y Política en Ecuador, recurre a un archivo que hasta el momento no había sido generado en el campo investigativo ecuatoriano. A partir de la cons- trucción de éste, encontramos los “lazos débiles” de Benjamín Carrión, que fueron importantes tanto para su desarrollado “sentido de oportunidad políti- ca” como para su “fuerte imagen pública”. Las redes de Carrión en la Universidad Central del Ecuador, su “círculo de íntimos”,1 le sirvieron de nexo con el Par- tido Socialista del Ecuador2. Estas redes básicas que Carrión mantuvo en los años veinte estuvieron acom- pañadas de su incursión como escritor en medios ca- pitalinos y en el ámbito de los juristas de la época.
Entre 1925 y 1931 encontraremos una expansión de las redes intelectuales de Benjamín Carrión a Europa, y entre 1931 y 1948, especialmente en América Lati-
Rodríguez (2015: 137), denomina como “círculo de íntimos” a quienes conocieron a Carrión desde sus años de estudiante hasta a quienes lo impulsaron en la vida política y diplomática. Entre ellos se encuentran: Isaac J. Barrera, Julio Moreno, César E. Arroyo, Pío Jaramillo.
En el que mantuvo vínculos cercanos con Ángel Modesto Paredes, Gonzalo Escudero, César Carrera Andrade, Rafael Alvarado entre otros. Llegó a fundar la “Escuela de Cultura Socialista”.
na. Sus vínculos con Gabriela Mistral y José Vascon- celos en el primer período, y con intelectuales de Mé- xico y Colombia en el segundo, constituyen el punto fuerte de estas redes. Año crucial sería 1943, cuando Carrión (como consta en su texto “Cartas al Ecuador” aparecido ese año) declara que pertenece al seno de la matriz de izquierdas, pero con “absoluta libertad”.
Adentrarnos en todos los pasajes de la vida política, los cargos públicos y las cercanías con los poderes que mantuvo Benjamín Carrión constituye uno más de los puntos fuertes del trabajo de Martha Rodríguez (que, de ningún modo, podrían resumirse dentro de los límites de una reseña); no obstante, podemos se- ñalar que varios elementos se conjugaron para que “la importancia de llamarse Benjamín Carrión” sea fundamental en la creación de la Casa de la Cultura Ecuatoriana: el seguimiento y registro que hicieron los medios sobre el activismo cultural de Benjamín Carrión, su concepción del intelectual que afirma la valoración del mestizaje como necesidad del país, la
consolidación de un proyecto popular mestizo (des- de su cercanía con Galo Plaza y Otto Arosemena) y, finalmente, su cercanía al entonces ministro Alfredo Vera, por la que consiguiera que Velasco Ibarra fir- mara el decreto de creación de la CCE en agosto de 1944.
El texto de Martha Rodríguez ofrece elementos para pensar la creación de la CCE dentro de la configu- ración del espacio público cultural como un campo de disputa política. Esta tesis difiere de otras posturas que consideran la CCE como un fruto de la “razón de Estado” o como un proyecto de cooptación de los in- telectuales de izquierda. De este modo, abre un cami- no para pensar la cultura y la política del Ecuador en otro sentido: el papel de la conjugación de los proyec- tos de modernización y desarrollo que se potencia- ron con el proyecto político-cultural de la CCE en la neutralización de proyectos de izquierda de carácter nacional-popular.