Facultad de Derecho
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 4 (Diciembre, 2015): 6-17
Para este sujeto, independientemente del marco ins-
titucional que acoge o no su acción, del objeto sobre
el que esta se desplegará, de la parte ínma o extendi-
da de utilidad común que le será reconocida, él sabe
desde el inicio que la inscripción de su acción en el
determinante singular que es el trabajo se traducirá
en: un gasto de energía, la inscripción en una tempo-
ralidad, la relación con el medio en que se movilizará
una técnica, y nalmente el lugar de una transforma-
ción, aunque esta última sea marcada por el carácter
efímero que a veces nos desespera cuando nos en-
frentamos a las más banales actividades de cuidado
del hogar.
En esta época en que toda acción tiende a volverse
trabajo, que la frontera entre producción y consu-
mo se vuelve menos evidente de determinar, que un
clima de incertidumbre reina sobre el devenir de las
codicaciones del trabajo, esta búsqueda de sentido
parece esencial para quien no se resuelve a pensar que
la historia es un cúmulo de procesos sobre los cuales
no podemos tener ninguna inuencia.
Antes de comprometer algunas reexiones o cons-
tataciones sobre este objeto de límites tan borrosos,
se requiere establecer algunos requisitos, sin los cua-
les correríamos el riesgo de permanecer cautivos de
una serie de conocimientos comunes, ornamentados
o no, por fórmulas herméticas o llenas de jergas que
nos convenzan de su carácter cientíco. Conviene
entonces, para quien desee evitar un lenguaje oscuro
o muy vago, primeramente determinar el campo de
investigación al que se va a referir este ejercicio, luego
manifestar su intencionalidad para nalmente, refe-
rirse de manera explícita a un plano de inteligibilidad,
todo esto permitiendo indicar bajo qué régimen de
pensamiento proponemos al sujeto para avanzar en
su investigación, o más precisamente para avanzar en
el conocimiento de lo que él mismo moviliza cuan-
do interviene en el mundo bajo el modo de actividad
que, pese las reservas ideológicas y epistemológicas
4
,
continuamos llamando trabajo.
Los campos de investigación para el estudio del tra-
bajo son bien conocidos. Se reeren a ese nudo entre
la economía y lo social, y según las situaciones histó-
ricas desbordan en el ámbito del derecho, de la tec-
nología o de la medicina. El trabajo asalariado, que
es sólo un modo de socialización entre otros
5
, ocupa
el primer lugar hasta el punto de constituirse en el re-
ferente absoluto, incluso en el horizonte en el sentido
en que la historia de la división del trabajo sería su
móvil. Hablar de trabajo, al menos en el lenguaje de
los medias, consiste primero en hablar de los medios
empleados por los hombres y las mujeres de un lugar
dado para ganar aquello que les permita satisfacer sus
necesidades. En los países de la OCDE, hablar de tra-
bajo, es primero y ante todo hablar de empleo, sobre
todo cuando este falta, cuando tiene la tendencia a
volverse un privilegio del que un número creciente de
personas está excluido. El trabajo asalariado se acom-
paña así de una lógica devoradora, que generación
tras generación, estrato social tras estrato social, pone
en juego una proliferación de restricciones, que ter-
minan haciendo aparecer una suerte de movimiento
natural, un tipo de determinismo capaz de subsumir
todo deseo de libertad. Así, ¿la venta de sí mismo
no aparece como acto voluntario? El trabajo para sí
mismo, aquel que efectuamos por fuera de toda ins-
cripción en una forma reconocida de interés general,
parecerá dar cuenta de un uso metafórico del térmi-
no trabajo, como si este último para ser reconocido
como tal, necesitara no solo del consentimiento del
otro, sino también de la traducción numérica suscep-
tible de establecer un valor.
Es en este marco, bastante reducido, que, desde Adam
Smith, se debate la cuestión del trabajo, al punto de
constituir un bien común, una suerte de certeza co-
mún que sólo algunos poetas o metafísicos podrían
cuestionar.
No se trata para nosotros de invalidar este campo de
investigación, sino simplemente de traer a la luz que
el mismo no abarca la totalidad del trabajo. O más
4 El estudio de un objeto como el trabajo hace extremadamente difícil el disociar lo que sale de la epistemología o de la ideología. Sin entrar en las discu-
siones de las tesis de Koyré, Kuhn o Foucault sobre las relaciones entre ciencia e ideología, parece difícilmente negable el notar que a la introducción de
una serie de parámetros tomados de las ciencias físicas para pensar el trabajo corresponda una representación naturalista de la sociedad, en parte salida
de las apologías clásicas de una sociedad calcada sobre el cuerpo humano, es decir naturalmente jerarquizada y desplegando formas de energía de las
que el poder-cerebro debe asegurar su dominio.
5 Podemos distinguir 4 formas de socialización del trabajo. El trabajo asociado que, bajo la forma tribal o familiar, interviene primero en la historia de las
sociedades humanas; el trabajo autónomo, et trabajo forzado, y el trabajo voluntario, siendo las fronteras entre estos modos problemáticas.