Facultad de Derecho  
SOBRE EL SISTEMA INTERAMERICANO DE PROTECCIÓN DE DERECHOS HUMANOS  
ENTREVISTA CON DANIELA SALAZAR*  
INTERVIEW WITH DANIELA SALAZAR ON THE INTER-AMERICAN SYSTEM FOR THE  
PROTECTION OF HUMAN RIGHTS  
ENTREVISTA COM DANIELA SALAZAR SOBRE O SISTEMA INTERAMERICANO DE  
PROTEÇÃO DOS DIREITOS HUMANOS  
María Helena Carbonell**  
Entrevista realizada el 15 de julio de 2017  
Quito, Ecuador  
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Daniela Salazar es profesora y Vice Decana del Colegio de Jurisprudencia de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ). Se desempeña como  
Co-Directora de la Clínica Jurídica de la USFQ. Además, es docente de maestría en la Universidad Andina Simón Bolívar (sede Ecuador) y de la  
Maestría en Derechos Humanos y Democratización en América Latina y el Caribe que ofrece el Centro Internacional de Estudios Políticos (CIEP) de  
la Universidad Nacional de San Martín (Buenos Aires). Recibió el título de abogada de la Universidad San Francisco de Quito y el título de maestría  
(
LL.M) de Columbia University en Nueva York. Obtuvo una beca Fulbright y una beca Rómulo Gallegos. Trabajó como especialista en derechos hu-  
manos en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y ha sido consultora para la Oficina del Alto Comisionado De Derechos Humanos de  
Naciones Unidas, la UNESCO, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Cruz Roja Internacional, Human Rights Watch, el Centro de  
Estudios en Libertad de Expresión y Acceso a la Información, entre otros.  
Abogada, graduada de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador; Diplomada en Derechos Humanos y Políticas Públicas de la Universidad del  
Rosario (Colombia); Máster en International Humanitarian Law and Human Rights por la Geneva Academy of International Humanitarian Law and  
Human Rights (Suiza); candidata a PhD por la Universidad Andina Simón Bolívar. Es docente contratada de la Universidad Andina Simón Bolívar.  
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Desde hace ya algunos años se escucha que el Sistema  
Interamericano de Protección de Derechos Humanos  
del ideal de un organismo de protección. A pesar de  
estos desafíos, dejar a la Comisión sin este financia-  
miento –como pretendió el gobierno ecuatoriano en  
su cruzada contra la CIDH- implicaría dejarla sin la  
mitad de su presupuesto. Es decir, dejarla doblemente  
inoperativa.  
(
SIPDH) está en crisis. Esta palabra abraca diferentes  
aspectos del quehacer diario del Sistema. En esta en-  
trevista se plantea una serie de preguntas que buscan  
abordar el estado actual del Sistema, desde una mirada  
teórica y práctica.  
Ahora, en este año 2017, la Asamblea General de la  
OEA aprobó un incremento gradual de 33% anual del  
presupuesto cada año, lo que se traduce en duplicar  
el presupuesto ordinario otorgado por la OEA al tér-  
mino de los próximos tres años años. Esta decisión, si  
bien insuficiente, es un paso histórico hacia el finan-  
ciamiento adecuado de la CIDH. Ahora está pendiente  
que esos recursos sean manejados y gestionados ade-  
cuadamente y con plena independencia de los Estados.  
MARÍA HELENA CARBONELL: Cuando se men-  
ciona el estado de crisis en el que se encuentra el SI-  
PDH, la primera idea que nos viene a la mente es  
la falta de financiamiento como una de sus causas  
fundamentales. Para entender esto, es necesario  
preguntarnos ¿Cómo está previsto el financiamien-  
to de la CIDH en el marco de la OEA? Y ¿Cómo este  
mecanismo de financiamiento influye en la crisis de  
recursos en la que encuentra inmersa en la CIDH?  
MHC: En esa misma línea (propuestas de reforma  
al Sistema), el Ecuador ha adoptado un rol más ac-  
tivo en la palestra regional. Concretamente, ¿cuál  
ha sido el rol del Estado ecuatoriano? Y ¿a través de  
qué instituciones nacionales se impulsó el apuntala-  
miento del Ecuador como actor en materia de refor-  
ma del Sistema?  
DANIELA SALAZAR: La CIDH obtiene aproxima-  
damente la mitad de sus fondos del presupuesto regu-  
lar de la OEA, y la otra mitad de recursos provenientes  
de la cooperación internacional, es decir, proyectos y  
donaciones.  
Respecto del presupuesto regular de la OEA, son los  
Estados los que, en el marco de la Asamblea General,  
deciden cada año qué porcentaje del presupuesto total  
de la OEA lo dedican a derechos humanos. Histórica-  
mente, a lo largo de las últimas décadas, los Estados  
decidieron que de todo el presupuesto de la OEA un  
DS: Si bien la crisis financiera de la CIDH no es nueva,  
durante los últimos años esa crisis se agravó sobre todo  
a raíz de la disminución de recursos de la cooperación  
internacional (algunos fueron redireccionados a las  
crisis de refugiados en Europa, entre otros), así como  
también a la mala administración del Secretario Ejecu-  
tivo anterior (Emilio Álvarez Icaza). Mientras la CIDH  
agonizaba, el Estado ecuatoriano inició una agresiva  
campaña de descalificación y deslegitimación del or-  
ganismo de protección de derechos humanos. Entre  
otros, el Estado ecuatoriano buscó minar las facultades  
de la CIDH, particularmente aquella de otorgar medi-  
das cautelares, es decir, la de recomendar a los Estados  
que adopten medidas para prevenir que ocurran da-  
ños graves e irreparables contra las pesonas. También  
buscó impedir que la CIDH pueda buscar financia-  
miento externo, sin que esto vaya acompañado de un  
aumento en los fondos provenientes del presupuesto  
regular. La campaña fue agresiva e incluyó una gira del  
Canciller Patiño por más de 13 países para conseguir  
aliados. Afortunadamente, la campaña de Cancillería  
no tuvo éxito y no se reformó el sistema en el senti-  
do de debilitar las facultades de la CIDH para velar  
por los derechos humanos en la región. Es previsible  
que ahora que ya no están en el poder, ex funcionarios  
6
% aproximadamente se destinaría a la CIDH. Se trata  
entonces de un sistema perverso que permite a los Es-  
tados, a través de la asignación presupuestaria, contro-  
lar a los organismos creados con la misión de supervi-  
sar a esos mismos Estados respecto del cumplimiento  
de sus obligaciones en materia de derechos humanos.  
Es claro que no es un problema de falta de presupuesto  
sino de falta de voluntad política de los Estados para  
asignar ese presupuesto a los organismos creados para  
proteger derechos humanos.  
Esta situación forzó a la CIDH a buscar financiar sus  
labores a través de donaciones y la cooperación inter-  
nacionales. El problema de estos recursos es que por  
su naturaleza, son variables e impredecibles, y además  
suelen estar ligadas a temas específicos, lo que dismi-  
nuye la capacidad de la CIDH de decidir qué temas son  
los que requieren más atención en materia de derechos  
humanos. Finalmente el financiamiento empieza a de-  
terminar las prioridades de la CIDH, algo muy lejano  
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del gobienro del Presidente Correa que tanto esfuerzo  
dedicaron a debilitar a la CIDH, que llegaron incluso  
a proponer que desaparezca, acudan a este organismo  
en búsqueda de protección. Es una constante histórica.  
dicial, e incluso todo funcionario gubernamental, está  
obligado a realizar un control de convencionalidad, es  
decir, a controlar que sus actos se ajusten a la Conven-  
ción Americana y a la interpretación autorizada que la  
Corte ha realizado respecto de los derechos y las obli-  
gaciones contenidas en la Convención. Lejos de dialo-  
gar, la Corte IDH ha pretendido imponer muchas de  
sus decisiones a las cortes internas. En sus decisiones,  
la Corte utiliza la jurisprudencia de las cortes naciona-  
les, bajo el concepto de “consenso regional” sólo cuan-  
do le conviene. Cuando su decisión va en contra de la  
interpretación de las Cortes de la región, la Corte IDH  
simplemente las ignora. Las cortes nacionales han sido  
más o menos receptivas respecto de la jurisprudencia  
interamericana, también utilizándola cuando les resul-  
ta conveniente para fundamentar su decisión, e igno-  
rándola cuando no conduce a la decisión que quieren  
adoptar. Esos jueces que ignoran los mandatos de la  
Corte IDH podrían comprometer la responsabilidad  
internacional del Estado. Pero la Corte IDH también  
podría beneficiarse de un diálogo más robusto y me-  
nos interesado con las cortes nacionales.  
MHC: La relación entre los Estados y los órganos del  
Sistema ha sido álgida en algunos momentos histó-  
ricos. ¿Cómo evaluarías esta relación actualmente?  
¿
Es posible hablar de una relación diferenciada en-  
tre los Estados y la CIDH, por un lado, y, entre los  
Estados y la Corte IDH, por otro? De ser el caso, ¿a  
qué crees que se debe este tratamiento diferenciado?  
DS: La relación siempre va a ser de tensión puesto  
que los propios Estados crean estos organismos para  
que supervisen el cumplimiento de sus obligaciones  
en materia de derechos humanos, no obstante, a esos  
Estados no les conviene que estos organismos actúen  
de manera eficiente. La relación es distinta entre los  
Estados con la Comisión y los Estados con la Corte.  
La diferencia se debe sobre todo a las distintas facul-  
tades de estos organismos. Mientras que la Corte es  
un organismo jurisdiccional con dos funciones muy  
limitadas en función de la ratificación de su compe-  
tencia por parte de cada Estado, la Comisión es un or-  
ganismo cuasi-jurisdiccional con un mandato amplio:  
el de proteger y promover los derechos humanos en el  
hemisferio. El ejercicio de ese mandato, implica que  
la CIDH no sólo procese casos sino que realice reco-  
mendaciones a los Estados para prevenir violaciones  
de derechos humanos, así como advertencias cuando  
la situación de derechos humanos en el Estado se agra-  
va por cualquier factor. Así, mientras que la Corte se  
pronuncia sobre casos que –para el momento en el que  
llegan a la Corte han ocurrido décadas atrás- la Comi-  
sión con frecuencia se pronuncia sobre decisiones de  
los gobiernos de turno, lo que hace que su relación sea  
mucho más delicada.  
MHC: Ese diálogo requiere una discusión sobre la  
subsidiariedad de la justicia internacional en el mar-  
co de las democracias latinoamericanas. ¿Es posible  
hablar de confianza en los órganos nacionales (base  
del principio de subsidiariedad) cuando se ha de-  
mostrado la existencia de patrones estructurales de  
discriminación en sociedades con debilidades insti-  
tucionales? ¿Cómo se articula el rol de promoción y  
protección de los derechos humanos del Sistema en  
este escenario?  
DS: Una comparación entre la jurisprudencia del Tri-  
bunal Europeo de Derechos Humanos y la Corte In-  
teramericana de Derechos Humanos permite concluir  
que mientras el primero presume que trata con Esta-  
dos democráticos, la Corte IDH parte de una relación  
de desconfianza con los Estados, presume la debilidad  
institucional de sus organismos así como la impuni-  
dad frente a las graves violaciones de derechos huma-  
nos. Si bien las democracias latinoamericanas no están  
fortalecidas, sería importante que la Comisión pueda  
fortalecer su rol de prevención y promoción de dere-  
chos humanos, para fortalecer las capacidades nacio-  
nales de respuesta frente a violaciones de derechos hu-  
manos, y permitir que la Corte progresivamente actúe  
como un órgano subsidiario basado en una relación de  
confianza con los Estados.  
MHC: En el marco de estas relaciones (Estados-Sis-  
tema), un diálogo con las cortes nacionales es cada  
vez más común y se presenta, para algunos autores/  
as, como una herramienta fundamental para forta-  
lecer una relación que puede ser problemática a ve-  
ces. ¿En qué sentido se da este diálogo? (de ser posi-  
ble, enfócate en el caso ecuatoriano)  
DS: No calificaría la relación entre la Corte IDH y las  
Cortes Nacionales como un diálogo. La Corte IDH ha  
insistido en la útlima década en que todo operador ju-  
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MHC: Finalmente, frente a estas cuestiones, ¿cuáles  
serían los principales retos que abordará el sistema  
en los años que vienen? Y ¿Qué rol crees que tendrá  
el Ecuador?  
los sistemas nacionales de protección de derechos hu-  
manos (incluidas las Cortes) así como también debido  
a que progresivamente los Estados nombran como can-  
didatos para ocupar los cargos de Comisionado o Juez  
de la Corte a personas con escasa legitimidad moral o  
versación en materia de derechos humanos.  
DS: Los retos no han cambiado respecto de los que el  
sistema sufría hace una o dos décadas: 1) la falta de fi-  
nanciamiento adecuado de sus órganos, que influye en  
la demora procesal y los convierte en inoperativos; 2)  
la ausencia de herramientas que permitan a los órganos  
del sistema hacer cumplir sus decisiones y recomenda-  
ciones; 3) la falta de ratificación universal de todos los  
tratados adoptados dentro del sistema, por parte de  
todos los Estados de la OEA y, 4) la creciente falta de  
legitimidad de las decisiones de la Comisión y la Corte  
debido a la ausencia de un diálogo franco y robusto con  
Ecuador continuará su cruzada en contra del sistema  
interamericano de derechos humanos. A pesar de que  
tenemos un nuevo gobierno, que aparentemente es  
más tolerante frente a la crítica, el personal de Can-  
cillería sigue siendo el mismo y sigue cumpliendo las  
instrucciones de debilitar a los organismos internacio-  
nales de protección de derechos humanos, al igual que  
se continúa debilitando a las organizaciones de dere-  
chos humanos a nivel interno.  
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