Facultad de Derecho  
					Portugal, otros a Italia, Estambul, Tesalónica y Safed».  
					Sus aportes se concentraron en la traducción de libros  
					del hebreo al latín, así como, en el área jurídica, en la  
					enseñanza del talmud y la cábala. El segundo momen-  
					to se produjo no solo desde España, sino desde Portu-  
					gal y los Países Bajos españoles del siglo XVII hacia la  
					del griego al español, en Amberes y Cipriano de Valera  
					tradujo la Biblia completa (basado principalmente en  
					la versión de Casiodoro de Reina), John Florio tradujo  
					los Ensayos de Michel de Montaigne a inglés, Frances-  
					co Negri y Silvestro Teglio tradujeron El Príncipe de  
					Maquiavelo y Ortensio Lando, que tradujo La Utopía  
					de Tomás Moro al italiano.  
					“Jerusalén del Norte”, Amsterdam. Uno de las familias  
					exiliadas más famosas fue Spinoza: de España fueron a  
					Portugal, de ahí a Francia, y finalmente se establecie-  
					ron en Amsterdam, donde nació Baruch Spinoza.  
					Otro exilio masivo ocurrió en 1680, con la revocatoria  
					del Edicto de Nantes por Luis XIV. Unos 150.000 mil  
					calvinistas, conocidos como “hugonotes”, tuvieron que  
					decidir entre la conversión y la expulsión. Optaron por  
					la segunda como una especie de imitación del marti-  
					rio. «Esta migración se conoce como “Refugio” y, por  
					primera vez, se llamó “refugiados” a los exiliados. Al-  
					gunos fueron a Suiza, Irlanda, Suecia, Rusia, Inglaterra,  
					América del Norte (desde Massachusetts a Carolina del  
					Sur)». Los hugonotes tienen especial atención a lo lar-  
					go de Early modern exiles. Burke dice que «los exilados  
					hugonotes, especialmente Bayle, Bernard y Picart, con-  
					tribuyeron a la internacionalización del aprendizaje y al  
					fortalecimiento de la República de las letras». Una vez  
					que lograron establecerse en Alemania, Austria y EE.  
					UU, muchos de ellos llegaron a ser profesores, tutores,  
					bibliotecarios, periodistas y otros, incluso cambiaron  
					sus profesiones por la filosofía, la historia, la teología,  
					la ciencia política y las relaciones internacionales.  
					El mismo destino tuvo la diáspora musulmana, que fue  
					forzada a exiliarse en dos ocasiones. La primera entre  
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					492 y 1520, cuando «más de 100.000 musulmanes  
					abandonaron España para establecerse en África del  
					Norte. La segunda sucedió entre 1609 y 1614, cuando  
					el gobierno español expulsó a los “moriscos”. Se calcu-  
					la que unos 300.000 “moriscos” abandonaron España  
					rumbo a Túnez, Marruecos, Argelia y Estambul». La  
					diáspora católica corrió la misma suerte que los mu-  
					sulmanes y judíos, cuando se volvieron protestantes  
					países como Inglaterra, Suecia, Países Bajos, etc., tu-  
					vieron que trasladarse a países católicos como Italia y  
					España. La diáspora protestante, con la inquisición en  
					marcha, tuvo que trasladarse a Suiza, Inglaterra, Ale-  
					mania, entre otros destinos. Por ejemplo, Francisco de  
					Enzinas publicó la traducción del Nuevo Testamento,  
					IV  
					Burke también dedica especial atención a los expa-  
					triados y los divide en tres tipos: el comercial, el reli-  
					gioso y el académico. Se entiende por expatriados a las  
					personas que no están obligadas a salir de sus hogares,  
					pero que han elegido mudarse por diferentes razones.  
					Actualmente se conoce como “fuga de cerebros”, y se  
					dio especialmente en el área de las Humanidades y las  
					ciencias naturales.  
					La Academia se había convertido en un lugar atractivo  
					para ampliar los horizontes del conocimiento. Estos  
					eruditos recibían el apoyo para realizar sus investiga-  
					ciones, traducían publicaciones extranjeras y tenían  
					la posibilidad de dar conferencias, enseñar en la uni-  
					versidad y, sobre todo, publicar el resultado de sus  
					trabajos de acuerdo a las reglas de la Academia, pero  
					también en latín. En total, unos ochenta expatriados  
					entre químicos, doctores, matemáticos, geógrafos, as-  
					trónomos, etc., contribuyeron al desarrollo del cono-  
					cimiento ruso durante esos años. El caso ruso, japonés  
					y turco son ejemplos de cómo los gobiernos invitan a  
					eruditos extranjeros para actualizar sus conocimien-  
					tos y, en algunos casos, para modernizar sus países  
					de acuerdo al modelo occidental. Entre 1933-34, cua-  
					renta y dos profesores de Alemania y Austria fueron  
					acogidos por la Universidad de Estambul. Uno de los  
					más conocidos fue Auerbach, que escribió Mímesis en  
					Turquía.  
					Uno de los expatriados académicos más conocidos es  
					Erasmo de Rotterdam, el humanista más famoso del  
					siglo XVI, que anduvo por universidades de Inglate-  
					rra, Italia, España, Polonia y murió en Basilea. Otro es  
					Descartes que, tras acudir al llamado de la Reina Cris-  
					tina de Suecia, encontró la muerte el mismo año que  
					publicó el Tratado de las pasiones en 1649. Desde 1700  
					hasta 1826 se da un suceso particular en la Academia  
					de Ciencias de San Petersburgo, a la una gran canti-  
					dad de eruditos alemanes llegaron para establecerse.  
					CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 8 (Diciembre, 2017): 88-94  
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