Facultad de Derecho  
LA DESPROVINCIALIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO  
COMENTARIO DEL LIBRO: EXILES AND EXPATRIATES IN THE HISTORY  
OF KNOWLEDGE, 1500-2000. De BURKE, PETER  
THE DEPROVINCIALIZATION OF KNOWLEDGE  
COMMENT OF THE BOOK EXILES AND EXPATRIATES IN THE HISTORY  
OF KNOWLEDGE FROM BURKE, PETER  
A DESPROVINCIANIZAÇÃO DO CONHECIMENTO  
COMENTÁRIO DO LIVRO: EXÍLIOS E EXPATRIADOS NA HISTÓRIA  
DO CONHECIMENTO, 1500-2000. DE BURKE, PETER  
Santiago M. Zarria*  
Recibido: 18/11/2017  
Aprobado: 13/12/2017  
Resumen:  
El libro de Burke se sitúa entre «la historia de las diásporas y  
la historia del conocimiento».  
is comment emphasizes that the author, although his  
approach intends to be global, leaves aside an analysis  
appropriate to the Latin American case that allows to account  
for the deprovincialization and hybridization of knowledge.  
El exiliado académico del que habla Burke es el portador de  
un conocimiento que ha debido desplazar, trasplantar y tra-  
ducir en otro lugar y en este proceso de transterramiento, al-  
gunos han fracasado y otros han sido exitosos. La creación y  
la contribución del conocimiento surgen así de intelectuales  
que se ubicaron entre la asimilación y la auto-marginación  
Key words: Knowledge; Exile; Expatriate; Hybridization;  
Deglobalisation  
Resumo:  
O livro de Burke situa-se entre “a história das diásporas e a  
história do conhecimento”.  
Este comentario subraya, que, el autor, pese a que su aborda-  
je pretende ser global, deja de lado un análisis apropiado al  
caso latinoamericano que permite dar cuenta de la despro-  
vincialización e hibridación del conocimiento.  
O exilado acadêmico de que fala Burke é o portador de  
conhecimento que teve que deslocar, transplantar e traduzir  
em outro lugar e nesse processo de transbordo, alguns  
falharam e outros tiveram sucesso. A criação e a contribuição  
do conhecimento surgem, assim, dos intelectuais localizados  
entre a assimilação e a auto-marginalização.  
Palabras clave: Conocimiento; Exilio, Expatriado,  
Hibridación; Des-globalización  
Abstract:  
Este comentário enfatiza que  
o autor, embora sua  
abordagem pretenda ser global, deixa de lado uma análise  
adequada ao caso latino-americano que permite explicar a  
desprovincianização e a hibridização do conhecimento.  
Burke’s book is situated between “the history of diasporas and  
the history of knowledge”.  
e academic exile Burke speaks of is the bearer of  
knowledge that has had to displace, transplant and translate  
in another place and in this process of transshipment, some  
have failed and others have been successful. e creation and  
contribution of knowledge thus arise from intellectuals who  
were located between assimilation and self-marginalization  
Palavras chave: Conhecimento; Exilio; Expatriado;  
Hibridização; Des-Globalização  
*
Filósofo. Profesor de la Universidad de las Américas (UDLA), sede Ecuador. Actualmente candidato a PhD por la Johann Wolfgang Goethe-Universität  
de Frankfurt am Main.  
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«
…hasta que empecé a trabajar en este libro, no sabía cuánto habían contribuido los exilia-  
dos, no solo en Gran Bretaña (e incluso más en los Estados Unidos, tierra de inmigrantes),  
sino en otras partes del mundo».  
Peter Burke, 2017  
En la Europa Occidental actual, dice Žižek en La  
a) Burke centra su estudio en la parte positiva del exi-  
lio y se arriesga a que tilden a su texto de “triunfa-  
lista”, por concentrarse solamente en el éxito y no  
en los fracasos de los exiliados y expatriados. Sin  
embargo, a Burke le interesa no la etiqueta, sino la  
creación y contribución que los eruditos exiliados  
y expatriados han dado a la «república del conoci-  
miento», así como la difusión de éste;  
Nueva lucha de clases–Los refugiados y el terror, la re-  
acción de las autoridades y de la opinión pública es  
diversa. Encontramos una mezcla de negación y apa-  
tía: «No es tan grave, lo mejor es no hacer caso». En-  
contramos ira: «Los refugiados son una amenaza para  
nuestro modo de vida y, además, entre ellos se ocultan  
fundamentalistas musulmanes: ¡hay que detenerlos a  
cualquier precio!» Encontramos negociación: «Muy  
bien, ¡establezcamos cuotas y apoyemos los campos de  
refugiados en sus países!». Finalmente, encontramos  
depresión: «¡Estamos perdidos, Europa se está convir-  
tiendo en Europastán!»  
b) excluye de su campo de investigación a estudian-  
tes, viajeros y diplomáticos, porque viven en el ex-  
tranjero un periodo relativamente corto. Además,  
quedan fuera poetas y novelistas, así como tam-  
bién los exiliados internos, o sea, aquellas personas  
que viven en determinados países pero que se opo-  
nen a su respectivo sistema político, cultural o reli-  
gioso, y viven como si estuvieran en otro lado, por  
ejemplo, «judíos y musulmanes viviendo en países  
cristianos o católicos viviendo en países protestan-  
tes y viceversa» y;  
En este ambiente surge Exiliados y Expatriados, en  
una época en que el racismo y la xenofobia están en  
crecimiento. Y la prueba más contundente es el apoyo  
que han recibido partidos políticos de ultraderecha en  
Francia, Bélgica, Austria, Alemania, etc. A esta situa-  
ción se suman las drásticas políticas de asilo y reforza-  
mientos fronterizos. Los exiliados se encuentran en el  
limbo geográfico, en la isla de Lesbos, en la zona cero, es  
decir, entre el «no queremos regresar a donde salimos»  
y el «no quieren recibirnos a donde queremos llegar».  
c) el rango de estudio que cubre este texto va desde  
la toma de Constantinopla en 1453 por los otoma-  
nos, hasta el ascenso de la dictadura militar argen-  
tina en 1976. Un período de quinientos años que  
ha sido analizado con el método prosopográfico y  
el método regresivo de Bloch.  
Hay tres cosas que debemos tomar en cuenta antes de  
abordar Exiliados y Expatriados:  
I
De entrada, Burke plantea una encrucijada. Dos  
debates en uno, pero al mismo tiempo bien definidos.  
Por un lado, se encuentra el debate sobre las «diáspo-  
ras intelectuales» en donde habitan los «exiliados y  
expatriados», que a su vez se enmarcan dentro del am-  
plio campo de los temas «migratorios»; por otro lado,  
se encuentran los debates sobre la «historia del conoci-  
mient, que caben dentro de las extensas discusiones  
sobre la «sociedad de conocimiento». De acuerdo a  
Burke, estos debates se han incrementado, sobre todo  
desde principios del siglo XXI y, precisamente ahí, en-  
tre ellos, es donde se ubica este libro: entre «la historia  
de las diásporas y la historia del conocimiento».  
II  
En Confesiones de transterrado, Gaos confiesa  
que, desde el momento en que llegó a México, no se  
sintió desterrado sino transterrado: «…tuve la impre-  
sión de no haber dejado la tierra patria por una tierra  
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extranjera, sino más bien de haberme trasladado de  
una tierra de la patria a otra». Ese transterramiento no  
es otra que el significado más puro de vivir «empatria-  
do» y esa es precisamente la idea que a Burke le inte-  
resa transmitir de los eruditos exiliados y expatriados.  
Para Burke, la creación y la contribución del conoci-  
miento vino de intelectuales que se ubicaron en algún  
lugar de esos dos polos: entre la asimilación y la au-  
to-marginación. La producción de conocimiento, sin  
embargo, varió con las siguientes generaciones de exi-  
liados.  
El exiliado académico del que habla Burke es el por-  
tador de un conocimiento que ha debido desplazar,  
trasplantar y traducir en otro lugar. En este proceso de  
transterramiento, algunos han fracasado y otros han  
sido exitosos; porque no lograron asimilar su condición  
de exiliado y cuanto esta conlleva, es decir, la adopción  
de una nueva lengua y formas culturales diferentes, así  
como la apertura a todo el proceso de integración; por-  
que se mostraron reacios y se auto-segregaron; cons-  
truyeron islotes: pequeñas alemanias, italias, francias,  
rusias, etc., que les permitieron evadir la inmersión en  
la patria anfitriona; o porque consiguieron sistemati-  
zar las dos culturas. Obviamente, este último logro  
fue crucial, porque así pudieron asimilar el proceso de  
aculturación con mayor facilidad y en consecuencia, la  
producción de conocimiento también se incrementó.  
Para la primera, el proceso de adaptación y asimila-  
ción cultural fue más complicado. La segunda no tuvo  
mayor dificultad y, en cuanto a la tercera, la de los  
nietos, estos casi no se veían a sí mismos como exi-  
liados. Entonces, de manera general, «la contribución  
de los primeros exiliados no fue tanto la información  
que traían consigo sino la forma de pensar, una nueva  
mentalidad, un habitus diferente del país al que llega-  
ban». Los resultados del nuevo habitus, de esas nuevas  
ideas, marcaría la diferencia en el campo científico y  
humanista a largo plazo. A corto plazo, fueron incom-  
prendidos, mal interpretados e incluso despreciados,  
porque a nadie le gusta que le mueven las columnas  
ideológicas que han sostenido las creencias de toda su  
existencia, a nivel intelectual, social y cultural.  
III  
Para abordar las olas de exiliados que ocurrie-  
ron entre el siglo XV y el XVIII, Burke se acoge a la  
descripción de Schilling (1983). Entre el siglo XVI y  
principios del siglo XVII, el conflicto religioso entre  
católicos y protestantes, luteranos y calvinistas, espe-  
cialmente en Alemania, se agudizó de tal manera, que  
dio paso un proceso migratorio que Schilling denomi-  
nó: “migración confesional”. Aproximadamente unos  
da de eruditos griegos a Italia. A este año se lo conoce  
como “el mito de 1453”, «porque se lo toma como el  
inicio del Renacimiento o al menos del humanismo  
renacentista». Lo cierto es que los griegos llegaron  
cuando el humanismo ya había empezado y se reque-  
ría mayores conocimientos del idioma y la filosofía.  
Entre los exiliados se encontraban: Chrysoloras, Gaza  
y Chalcondyles. Ellos pudieron enseñar el idioma y ex-  
pandir la filosofía griega sin contratiempos. Los que  
se beneficiaron fueron un gran número de italianos,  
que aprendieron a leer en su lengua original a Platón y  
Aristóteles. Además, eodoro Gaza tradujo a Aristó-  
teles del griego al latín y Chalcondyles ayudó a Ficino  
con la traducción de Platón. Sin este “exilio positivo”,  
el ad fontes hubiera sido tan solo un slogan humanista.  
1
00.000 mil calvinistas fueron expulsados de los Países  
Bajos y se establecieron en Europa occidental. Burke  
no solo se suma a la descripción de Schilling, sino que  
además considera la época en que «el refugiado reli-  
gioso se convirtió en un fenómeno de masas» (Terps-  
tra, 2015; Burke, 2015; Kaplan, 2017). Pero el trabajo  
de Burke es más amplio que el de Schilling, porque  
abarca cinco grupos religiosos: judíos, musulmanes,  
cristianos ortodoxos, católicos y protestantes.  
La segunda ola de exiliados fue considerada como el  
“nuevo éxodo” y se produjo en dos momentos: El pri-  
Veamos algunos ejemplos de cómo se produjeron es-  
tos exilios y la producción académica de algunos exi-  
liados.  
mero ocurrió después de que Granada fuera conquis-  
tada por los Reyes Católicos, Fernando II de Aragón e  
Isabel I de Castilla en 1492. Numerosos judíos tuvie-  
ron que salir de España para escapar de la conversión  
forzada. Se calcula que «unos 200.000 judíos se exi-  
liaron, de los cuales más de la mitad se desplazaron a  
La primera ola de exiliados comenzó con la caída de  
Constantinopla en 1453. Este evento provocó la parti-  
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Portugal, otros a Italia, Estambul, Tesalónica y Safed».  
Sus aportes se concentraron en la traducción de libros  
del hebreo al latín, así como, en el área jurídica, en la  
enseñanza del talmud y la cábala. El segundo momen-  
to se produjo no solo desde España, sino desde Portu-  
gal y los Países Bajos españoles del siglo XVII hacia la  
del griego al español, en Amberes y Cipriano de Valera  
tradujo la Biblia completa (basado principalmente en  
la versión de Casiodoro de Reina), John Florio tradujo  
los Ensayos de Michel de Montaigne a inglés, Frances-  
co Negri y Silvestro Teglio tradujeron El Príncipe de  
Maquiavelo y Ortensio Lando, que tradujo La Utopía  
de Tomás Moro al italiano.  
“Jerusalén del Norte”, Amsterdam. Uno de las familias  
exiliadas más famosas fue Spinoza: de España fueron a  
Portugal, de ahí a Francia, y finalmente se establecie-  
ron en Amsterdam, donde nació Baruch Spinoza.  
Otro exilio masivo ocurrió en 1680, con la revocatoria  
del Edicto de Nantes por Luis XIV. Unos 150.000 mil  
calvinistas, conocidos como “hugonotes”, tuvieron que  
decidir entre la conversión y la expulsión. Optaron por  
la segunda como una especie de imitación del marti-  
rio. «Esta migración se conoce como “Refugio” y, por  
primera vez, se llamó “refugiados” a los exiliados. Al-  
gunos fueron a Suiza, Irlanda, Suecia, Rusia, Inglaterra,  
América del Norte (desde Massachusetts a Carolina del  
Sur)». Los hugonotes tienen especial atención a lo lar-  
go de Early modern exiles. Burke dice que «los exilados  
hugonotes, especialmente Bayle, Bernard y Picart, con-  
tribuyeron a la internacionalización del aprendizaje y al  
fortalecimiento de la República de las letras». Una vez  
que lograron establecerse en Alemania, Austria y EE.  
UU, muchos de ellos llegaron a ser profesores, tutores,  
bibliotecarios, periodistas y otros, incluso cambiaron  
sus profesiones por la filosofía, la historia, la teología,  
la ciencia política y las relaciones internacionales.  
El mismo destino tuvo la diáspora musulmana, que fue  
forzada a exiliarse en dos ocasiones. La primera entre  
1
492 y 1520, cuando «más de 100.000 musulmanes  
abandonaron España para establecerse en África del  
Norte. La segunda sucedió entre 1609 y 1614, cuando  
el gobierno español expulsó a los “moriscos”. Se calcu-  
la que unos 300.000 “moriscos” abandonaron España  
rumbo a Túnez, Marruecos, Argelia y Estambul». La  
diáspora católica corrió la misma suerte que los mu-  
sulmanes y judíos, cuando se volvieron protestantes  
países como Inglaterra, Suecia, Países Bajos, etc., tu-  
vieron que trasladarse a países católicos como Italia y  
España. La diáspora protestante, con la inquisición en  
marcha, tuvo que trasladarse a Suiza, Inglaterra, Ale-  
mania, entre otros destinos. Por ejemplo, Francisco de  
Enzinas publicó la traducción del Nuevo Testamento,  
IV  
Burke también dedica especial atención a los expa-  
triados y los divide en tres tipos: el comercial, el reli-  
gioso y el académico. Se entiende por expatriados a las  
personas que no están obligadas a salir de sus hogares,  
pero que han elegido mudarse por diferentes razones.  
Actualmente se conoce como “fuga de cerebros”, y se  
dio especialmente en el área de las Humanidades y las  
ciencias naturales.  
La Academia se había convertido en un lugar atractivo  
para ampliar los horizontes del conocimiento. Estos  
eruditos recibían el apoyo para realizar sus investiga-  
ciones, traducían publicaciones extranjeras y tenían  
la posibilidad de dar conferencias, enseñar en la uni-  
versidad y, sobre todo, publicar el resultado de sus  
trabajos de acuerdo a las reglas de la Academia, pero  
también en latín. En total, unos ochenta expatriados  
entre químicos, doctores, matemáticos, geógrafos, as-  
trónomos, etc., contribuyeron al desarrollo del cono-  
cimiento ruso durante esos años. El caso ruso, japonés  
y turco son ejemplos de cómo los gobiernos invitan a  
eruditos extranjeros para actualizar sus conocimien-  
tos y, en algunos casos, para modernizar sus países  
de acuerdo al modelo occidental. Entre 1933-34, cua-  
renta y dos profesores de Alemania y Austria fueron  
acogidos por la Universidad de Estambul. Uno de los  
más conocidos fue Auerbach, que escribió Mímesis en  
Turquía.  
Uno de los expatriados académicos más conocidos es  
Erasmo de Rotterdam, el humanista más famoso del  
siglo XVI, que anduvo por universidades de Inglate-  
rra, Italia, España, Polonia y murió en Basilea. Otro es  
Descartes que, tras acudir al llamado de la Reina Cris-  
tina de Suecia, encontró la muerte el mismo año que  
publicó el Tratado de las pasiones en 1649. Desde 1700  
hasta 1826 se da un suceso particular en la Academia  
de Ciencias de San Petersburgo, a la una gran canti-  
dad de eruditos alemanes llegaron para establecerse.  
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V
Después de la Revolución Francesa, 1793-94, unos  
80.000 opositores al régimen se exiliaron. Entre ellos  
b) tras la supresión del levantamiento húngaro de 1956,  
aproximadamente unos 200.000 se exiliaron. Intelec-  
tuales como Lakatos, Lukács, Pronay, Laszlo, Peter y  
Bak se cuentan entre ellos; c) con la invasión soviética  
de Checoslovaquia en 1968, más de 250.000 personas  
pasaron al exilio, entre ellos: Kundera, Goldstuecker  
y Teich. Por esa misma época, luego del incremento  
antisemita en Polonia, el filósofo Leszek Kolakowski y  
el sociólogo Zygmunt Baumann tuvieron que exiliarse,  
el uno en Canadá y el otro en Gran Bretaña.  
1
figuraban intelectuales como Bonald, Chateaubriand,  
Madame de Staël y Joseph de Maistre. En este perío-  
do se utilizó por primera vez la palabra emigrante  
(
émigré).  
En Polonia sucedió algo parecido, después del in-  
fructuoso levantamiento contra el dominio ruso, se  
produjo la “Gran Emigración”. Unas 70 mil personas  
abandonaron Polonia para establecerse en París. Entre  
ellos se encontraba Chopin, Mickiewicz y Lelewel. A  
partir de 1848, tras el fracaso de las revoluciones fran-  
cesas y alemanas, se produce otra ola de exiliados. En  
esa época, Marx se trasladó a la “Pequeña Alemania”,  
como se conocía a Londres, donde publicó el Manifies-  
to del Partido Comunista.  
Con Mussolini no fue distinto, y con Franco igual. Se  
calcula que, durante y después de la guerra civil, entre  
160.000 y 500.000, incluidas unas 5.000 personas con  
títulos académicos, salieron de España. Algunos via-  
jaron a Francia, otros a Inglaterra, EE.UU., México y  
Sudamérica. Los exiliados más conocidos fueron: José  
Ortega y Gasset, Ferrater Mora, García Bacca, Adolfo  
Sánchez Vázquez, Gaos, Xirau, etc. México, dice Bur-  
ke, fue el país que más exiliado recibió. Por ejemplo,  
Eugenio Ímaz tradujo las obras de Wilhelm Dilthey;  
José Gaos tradujo a Husserl, Scheler, Heidegger y Jas-  
pers; mientras que José Medina Echevarría tradujo a  
Weber.  
Con la llegada de Hitler al poder, se produjo el “gran  
éxodo” del siglo XX. «Una ola de judíos abandonó  
Alemania después de 1933, Austria después de 1938  
y Checoslovaquia después de 1939. 1700 eruditos ale-  
manes se exiliaron, de los cuales el 75% eran judíos».  
Por ejemplo, Hans Jonas se trasladó a Palestina, Nor-  
bert Elias a Gran Bretaña, Cassirer a Suecia, Mannhein  
a Londres, Löwith a Japón, Schrödinger fue a Irlanda;  
Einstein, Fermi, Szílárd, Gödel, Neumann, Adorno,  
Arendt, Horkheimer, etc., a EE.UU. La Kulturwissens-  
chaf liche Bibliothek Warburg, anteriormente la biblio-  
teca privada del judío Aby Warburg, se trasladó a Lon-  
dres en 1933, junto con sus 60,000 libros, mientras que  
Das Institut fur Sozialforschung de Frankfurt se trasla-  
dó a EE. UU. Después de 1933, y cambió su nombre  
por Institute for Social Research.  
Sin duda, una de las contribuciones más importantes  
al desarrollo del conocimiento en Latinoamérica fue la  
fundación de El Fondo de Cultura Económica. Aquí,  
Burke se equivoca al afirmar que fue fundado por es-  
pañoles exiliados. No fue así: fue fundado por Daniel  
Cosío Villegas (Díaz Arciniega, 1994).  
Finalmente, para cerrar el libro, Burke añade el nom-  
bre de cien mujeres eruditas en el campo de las Huma-  
nidades. Menciono algunas.  
El impacto que tuvieron estas escuelas en las huma-  
nidades y las ciencias sociales con sus estudios sobre  
Historia del arte dentro del campo de la Kulturwissens-  
chaf, así como con la teoría crítica, no solo en EE. UU.  
Sino a nivel mundial, fue extraordinario e insospecha-  
do.  
«1. Hannah Arendt, 1906-75, de Königsberg,  
filósofa, estudió con Heidegger, Husserl y Jas-  
pers en Freiburg y Heidelberg. Huyó a París en  
1933 y de ahí a los Estados Unidos en 1941 [...]  
21. Anna Freud, 1895-1982, psicoanalista aus-  
triaca, huyó a Inglaterra en 1938 con su padre.  
[...]  
100. María Zambrano, 1904-91, filósofa, estu-  
diante de Ortega, se mudó a Cuba, Puerto Rico,  
Italia, Francia, Suiza, y en 1984 regresó a Espa-  
ña».  
Después de 1945 se produjeron tres olas de exiliados  
y refugiados: a) cuando se establecieron los regímenes  
comunistas en Europa Central y del Este después de la  
II Guerra Mundial. Mircea Eliade se trasladó a París,  
luego a Chicago y de ahí a Glasgow, Sussex y Brasilia;  
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COMENTARIOS DEL TEXTO  
La bibliografía que Burke presenta sobre los exi-  
liados y expatriados europeos abarca prácticamente  
el 99%. Sobre México y Latinoamérica es, por decirlo  
sutilmente, pobre. Burke aborda a los exiliados y ex-  
patriados producto de conflictos políticos, religiosos,  
sociales o revoluciones; pero, en el “caso latinoameri-  
cano, no toma en cuenta los exiliados y expatriados  
que han resultado específicamente de conflictos entre  
la guerrilla y el estado. Otra debilidad del texto tiene  
que ver con los casos. La mayoría pertenece al cam-  
po de las ciencias sociales, y casi pasan desapercibidos  
los exiliados y expatriados de las ciencias naturales. Se  
le puede reprochar un sesgo en la selección de casos,  
pero Burke apela a la «ignorancia invencible» como  
acto de justificación.  
en un ojo y termina opacando la visión de las cosas.  
El eurocentrismo conceptual continúa siendo una  
barrera que debe superarse. Contra esa globalización  
conceptual-eurocéntrica hay que conservar los con-  
ceptos locales y trabajar con ellos de forma crítica. La  
descolonización de la subjetividad (Guerra, 2009), así  
como la desglobalización conceptual, son aún una ta-  
rea pendiente.  
Tampoco define con exactitud el concepto de acadé-  
mico o erudito, aunque sí ubica a los exiliados y expa-  
triados de acuerdo a su construcción eurocéntrica del  
concepto, al menos en este texto. Y ese proceder repre-  
senta una debilidad estructural. Para él, en su costal  
eurocéntrico-conceptual caben todos, casi sin distin-  
ción. El trabajo intelectual, así como la figura del inte-  
lectual, al menos en Sudamérica, no se ha limitado a la  
categoría del erudito burquiano, precisamente porque  
la historia social y cultural latinoamericana responde a  
otra realidad. Actuar así es dar continuidad con lo e  
West and the rest, esa falsa dicotomía que ha predomi-  
nado en nuestra sociedad por más de quinientos años  
y que se ha extendido al campo de las ciencias sociales  
como una maleza. Si los exiliados que mencioné no  
calzan en el concepto de eruditos, quedan relegados,  
de acuerdo a la concepción burquiana, al grupo de los  
“no académicos” o al de “eruditos de segunda catego-  
ría” tales como traductores, impresores, bibliotecarios,  
pintores, periodistas, editores y ellos. La literatura so-  
bre el exilio y los exiliados en Latinoamérica y el caribe  
es lo suficientemente amplia como para no tomarla en  
cuenta y en serio.  
Burke presenta de forma fugaz el exilio de los intelec-  
tuales sudamericanos cuando se dieron los golpes mi-  
litares de 1964 en Brasil y Bolivia, 1973 en Chile y 1976  
en Argentina y Ecuador, 1968 en Perú. Les dedica cerca  
de dos páginas (pp.184-185), dentro las cuales incluye  
a Cuba. No es imperativo conocer el lugar ni la reali-  
dad in situ y Kant es el mejor ejemplo de este proceder,  
pero sí los debates y las cifras (véase: Andújar, 2016;  
Ortega, 1973; Safran, 1991; Sznajder&Roniger, 2007).  
Además, cuando Burke se refiere a Latinoamérica se  
enfoca en la etiqueta de países “receptores”, pero no  
presta especial atención a los exiliados y expatriados  
que salieron de estos países.  
Burke no menciona, por ejemplo, a los argentinos que  
se trasladaron a Ecuador durante la dictadura, filó-  
sofos como: Rodolfo Agoglia, Arturo Roig, Horacio  
Cerutti, Ricardo Gómez o los profesores bolivianos  
que se ubicaron en la UNAM: Oscar Prudencio Cosío,  
Mario Miranda Pacheco, Jorge Calvimontes, Carlos  
Carvajal Nava, Marcos Domic, Willy Sandoval. Mucho  
menos, se refiere a los chilenos Pablo Neruda, Gabriela  
Mistral, Isabel Allende, Antonio Skármeta. A los pe-  
ruanos: Vargas Losa, Víctor Raúl Haya, José María Ar-  
guedas o a los uruguayos: Benedetti, Onetti, Galeano,  
Cristina Peri Rossi, etc.  
De acuerdo a Burke, la historia de los exiliados y expa-  
triados en la historia del conocimiento estaría ligada  
a la de sus anfitriones, así como también a la contri-  
bución que han otorgado a la vida intelectual de cada  
país. Y, dado que ambos asuntos son inseparables,  
¿cuál ha sido el aporte, más allá del conocimiento, que  
los Exiliados y Expatriados han dado a sus países hués-  
pedes? La desprovincialización. Un concepto que no  
resulta novedoso en las ciencias humanas, porque ya  
ha sido tratado, por ejemplo, por: Panayi, 2002; Ne-  
gri, 1998; Neubauer, 2009; Tillich, 1959; Geertz, 1983;  
Gurr, 1981.  
En la delimitación del tema, Burke sí dejó claro que  
poetas y novelistas no formaban parte de este texto,  
pero su justificación no es clara. Esa nubosidad con-  
ceptual se va transformando a lo largo del libro en una  
frontera. Como ese granito de arena que se introduce  
Cuando los nazis llegaron al poder y Tillich fue remo-  
vido de su cátedra de filosofía en la Universidad de  
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Frankfurt, cuestionó inconscientemente la posibilidad  
de continuar su trabajo teológico y filosófico en otra  
parte que no fuera Alemania. Pensar que no existe otro  
lugar más allá de su comunidad donde pueda situarse  
y creer que su reducto es el centro del mundo es pro-  
vincialismo. Después de haber vivido, compartido y  
trabajado durante algunos años en los Estados Unidos,  
Tillich se dio cuenta de que ese provincianismo incons-  
ciente comenzó a ceder. Por lo tanto, la contribución de  
los exiliados y expatriados al conocimiento es impor-  
tante por el efecto de la doble desprovincialización e  
hibridación del conocimiento (Burke, 2000; 2010).  
Este proceso de hibridación es más claro en las huma-  
nidades y las ciencias sociales. Por ejemplo, la conse-  
cuencia intelectual más importante del “gran éxodo”  
fue la desprovincialización tanto de los intelectuales  
como de las instituciones (Kulturwissenschaf liche Bi-  
bliothek Warburg y e Institut fur Sozialforschung de  
Frankfurt). Después de ese encuentro, es decir, cuando  
volvieron a sus países, ni las escuelas ni los individuos  
retornaron igual.  
Quizás la clave para la desprovincialización se encuen-  
tra en el planteamiento de Hugo de San Victor, monje  
del siglo XII:  
En Gran Bretaña, según Burke, si comparamos la pro-  
ducción de conocimiento entre nativos y extranjeros,  
el resultado es claro: «En filosofía, Bertrand Russell fue  
igualado por el austriaco Ludwig Wittgenstein, al igual  
que Michael Oakeshott por Isaiah Berlin. En historia,  
Edward ompson por Eric Hobsbawm y Richard Sur  
por Lewis Namier. En antropología, Jack Goody por  
Ernest Gellner y en economía, John Maynard Keynes  
por Nicholas Kaldor. En historia del arte, no había  
ningún nativo que le igualara a Ernst Gombrich, y en  
sociología, definitivamente nadie con Norbert Elias».  
“El hombre al que su tierra natal le parece dul-  
ce es todavía un tierno principiante; aquel para  
quien toda tierra es su tierra natal es ya fuerte;  
pero el hombre perfecto es aquel para quien el  
mundo entero es una tierra extraña. El alma jo-  
ven ha fijado su amor en un lugar del mundo;  
el hombre fuerte ha extendido su amor a todos  
los lugares; el hombre perfecto ha apagado su  
amor”  
(Edward Said, Reflexiones sobre el exilio, 2000)  
Esta doble desprovincialización se dio cuando los exi-  
liados y expatriados llegaron con nuevas formas de  
pensar a sus países anfitriones y, al mismo tiempo,  
fueron recibidos por otras novedosas formas de pensar  
y por un oleaje cultural diferente. Como dice Burke:  
Gaos tiene conciencia de las dificultades de  
ser-exiliado, y también de las carencias, porque  
no sabe lo que significa “perder” la lengua. Sin  
embargo, tiene razón cuando dice que, en algún  
punto de la existencia-filosófica de los filósofos  
exiliados y expatriados, es probable que hayan  
encontrado algún concepto parecido al de em-  
patriado en un país que para muchos se convir-  
tió en su destino.  
«
el exilio, y en menor medida, la expatriación, fue una  
educación para ambos lados de este encuentro». De  
este encuentro cultural surgió la desprovincialización  
del sujeto y, como consecuencia, una nueva persona-  
lidad, la del sujeto-híbrido-cultural capaz desplazarse  
entre la esfera del conocimiento y la cultura de dos  
pueblos completamente diferentes.  
Burke, Peter. 2017. Exiles and expatriates in the  
history of knowledge, 1500-2000. Boston: Bran-  
deis University Press  
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CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 8 (Diciembre, 2017): 88-94