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fuera del cuerpo…, y que se produce en el alma según
el orden y concatenación de las afecciones del cuerpo
humano” (II: 18, Esc. [a]).
y malo lo que se la resta; y, desde el enfoque absoluto
de Dios-Universo-Naturaleza, todo evento es perfec-
ción, pues es causado por Él. Igual pasa con conceptos
como los de fealdad o belleza, pues no son tanto una
cualidad de cierto objeto como un efecto que se da en
quien la considera; ya que las cosas, tomadas en sí mis-
mas o en su relación con Dios, no son ni bellas ni feas.
En general, “la perfección y la imperfección son solo…
nociones que solemos imaginar a partir de la compara-
ción entre sí de individuos de la misma especie” y “en la
medida en que les atribuimos algo que implica negación
–como término, límite, impotencia, etc.– los llamamos
imperfectos” (IV: Prefacio [e]). Bien y mal son nocio-
nes que formamos a partir de la comparación entre las
cosas. Respecto a ese conjunto de modos finitos que es
la humanidad, es bueno todo lo que sabemos con certe-
za que es un medio para acercarnos al modelo ideal de
naturaleza humana que nos proponemos, y malo lo que
nos aleja de ese modelo; y un ser humano es perfecto o
imperfecto, según se aproxime o aleje de tal modelo.
Si en su experiencia interna, o en un encuentro con
otros cuerpos, el nuestro aumenta su potencia de ac-
ción, el alma se ve afectada de alegría; mas, si la poten-
cia del cuerpo cae, el afecto del alma será la tristeza. En
suma, los afectos son las ideas (que se dan en el alma)
sobre las afecciones del cuerpo. En la mayoría de los
modos humanos, la potencia del alma tiende a aumen-
tar o disminuir en forma determinista y paralela con
las variaciones de la potencia del cuerpo; y, así, los in-
dividuos siguen sin saberlo (ciegamente) a sus afectos,
los padecen y, son siervos de ellos. De esta forma viven
en ese género 1.° de conocimiento (y vida) que es la pa-
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sión, pues ellos no son sino causa inadecuada de lo
que sienten o hacen y, por tal motivo, sus vivencias es-
tán casi ciegamente prescritas por las cadenas de cau-
sas que enlazan la historia relacional de los cuerpos.
Pero hay seres humanos que obran y, por tanto, viven
en la acción, o género 2.° de conocimiento, ya que son
causa adecuada de lo que ocurre en su cuerpo y, así,
perciben clara y distintamente los efectos de sus actos.
C.–Hoy sabemos que tal modelo va cambiando con el
tiempo según la cosmovisión de cada época.
Ya vimos que, desde la perspectiva absoluta del ser, la
perfección en general es la realidad: la esencia de una
cosa cualquiera en cuanto que opera de cierto modo,
sin tener en cuenta su duración (= vista desde la infi-
nitud divina); y, en este escenario total, el valor del ser
humano y de su ideal de perfección es solo relativo. De
ahí que, para incrementar su potencia, un tigre tenga
derecho de zamparse a un hombre. Otra consecuencia
del cruce entre los planos, absoluto y relativo, es que
desde el 2.º se consideran las causas finales (teleología)
relativas un modelo histórico ideal; y, sobre todo en
el modo humano, hay grados de libertad. Pero, desde
el 1.º, todo evento está regido por un determinismo
inexorable y solo Dios es libre; por tales motivos, los
hombres llaman causa final a lo que solo es su fin uni-
lateral: a la utilidad que apetecen según su naturale-
za o potencia, por ser inconscientes de las causas que
los determinan a apetecer algo. También “consideren
las cosas de la Naturaleza como si fuesen medios para
conseguir lo que les es útil” (I: Apéndice [c]) y “juzgan
necesariamente de la índole ajena a partir de la propia”
En el ámbito individual, una vida ética sana consiste
en esforzarse al máximo por ir pasando del estadio de
la pasión, en que el alma vive dominada por los afec-
tos, al de la acción, donde el alma se guía más por la
razón, aliada con los afectos positivos, que aumentan
la potencia anímica; así, ella se va haciendo más auto-
consciente y libre. En la esfera supra-individual, todo
cuerpo debe combinar su potencia con la de otros que
sean compatibles con él; de ahí resulta otro cuerpo de
mayor potencia que tenderá a acrecentar esta, de acuer-
do a la ley universal del conatus, según la cual todo
cuerpo se esfuerza por conservar su potencia y, en lo
posible, por aumentarla. Por lo tanto, en un plano cog-
noscitivo (gnoseológicamente), podemos tomar como
unidad de análisis cualquier nivel de complejidad de la
composición entre cuerpos: una molécula, un múscu-
lo, el cuerpo entero de un animal, un rebaño...
Desde la relatividad de un modo finito dado, es ética-
mente bueno lo que eleva su potencia de acción y vida,
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En la Ética espinosiana, una causa es inadecuada (término cartesiano) por ser secundaria y muy débil, ya que el alma de las personas pasionales la vive
de manera confusa, sin conocer propiamente su estatus.
CÁLAMO / Revista de Estudios Jurídicos. Quito - Ecuador. Núm. 9 (Julio, 2018): 78-86
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