Facultad de Derecho

UMBRAL DE ÉPOCA

De Ilustración, románticas e idealistas

José María Ripalda*

Santiago Zúñiga**

* José María Ripalda es Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid; continuó con sus estudios de Filosofía y Sociología entre 1968 y 1976, en Münster, Bochum y Berlín; entre 1975 y 1976 impartió clases sobre Hegel en la Freie Universität Berlin. Sus líneas de investigación son el Idealismo alemán y los estudios de la Modernidad.

** Santiago Zúñiga es licenciado, máster y doctor en Filosofía. Actualmente es profesor de Lógica y Filosofía del Derecho en la Universidad de las Améri- cas, en Quito. Correo electrónico: Santiago.zuniga@udla.edu.ec

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Umbral de época, libro publicado en el año 2021 por la Editorial Siglo XXI, tiene una extensión de 127 páginas. Este texto conjuga el interés por los aconte- cimientos de la historia, la filosofía y la literatura, e indaga sobre el devenir del pensamiento occidental europeo. La ocurrencia de estas páginas marcadas por su erudición, corresponde a la pregunta crítica que atraviesa a la obra en su conjunto: ¿Cuáles son las con- diciones materiales que hacen posible la emergencia de la filosofía? De tal modo, aunque no de manera ex- plícita, J.M. Ripalda expone aquí el advenimiento del Idealismo trascendental, el Romanticismo y la Ilustra- ción; por lo tanto, según el autor, la realidad cambian- te que debía ser interpretada y pensada de otro modo, no caló en el presupuesto del sujeto cartesiano “puro” y replegado de la máxima formal (“pienso, luego exis- to”). Así, a partir del inusual impulso inquisitivo de la

época, cabe formular la inquietud que de un modo u otro anima gran parte del escrito: ¿Cómo, a partir de la agitación y el caos, advino la lucidez?
Este relato historiográfico sigue la senda de varios pensadores que dejaron una impronta hacia fines del siglo XVIII e inicios del XIX, no sólo al interior de los lindes de la lengua germana, sino más allá de las fron- teras del tiempo. Figuras ineludibles de la literatura y la poesía como Goethe, Hölderlin, Novalis, acuciados por la crisis de una nobleza caduca y el porvenir de la burguesía; otros, íconos de la filosofía “universal”, como Kant, Fichte y Hegel, estuvieron marcados por la historia convulsa del Estado prusiano (1701-1918) y los embates que este recibió durante el período posterior a la Revolución Francesa y la invasión na- poleónica. En ese sentido, la modernidad tardía aquí retratada, no solamente se afianzó a través de aquellas mentes reconocidas; el relato también menciona la oportuna intervención de otros personajes, menos co- nocidos pero cruciales a la hora de preservar el Estado prusiano, como por ejemplo la esposa del rey Karl Au- gust, quien en 1806 hizo frente al avasallante imperio napoleónico para pedir el cese del saqueo.
Asimismo, destaca el movimiento de la Ilustración promovido por Goethe, quien descolló a la par del conflicto que amenazó a la monarquía prusiana con su disolución. La nobleza, anquilosada en la glorio- sa identidad de otros tiempos, se identificó con el
síntoma de su propia decadencia, a saber, la “hipocon- dría”, según J.M. Ripalda; así, dentro de aquel contexto revolucionario, la realeza proyectó su propio temor y prejuicio en la aparente “incapacidad” del vulgo, destinado a ocupar tarde o temprano el espacio de la alteza cultural. Mientras el reino huía de la “nación in- vasora” (es decir, de la Francia post-revolucionaria), el trabajo de intelectuales asociados al servicio de la nobleza buscó consolidar la construcción de una fic- ción nacional. En aquel ambiente de inestabilidad se vislumbró paradójicamente un constructo teórico po- tente, donde a partir de la filosofía se afianzaba pro- gresivamente la máxima de una subjetividad libre; en ese sentido, la mención de la Doctrina de las ciencias de Fichte o la Fenomenología del espíritu de Hegel, se torna inevitable en aquella zona liminal donde la sub- jetividad especulativa toca el registro de lo divino: “El idealismo especulativo dota a la subjetividad de una forma teórica poderosa y convincente, mientras de al- gún modo pervive la escolástica y… el presentimiento divino.” (Ripalda 2021, 15). Así, el conflicto del suje- to, recreado incesantemente a decir de J. M. Ripalda, expuso la inadecuación entre la idea de progreso y la facticidad, allí donde no cabe una historia retratada de modo lineal.
Un segundo momento de la obra de J. M. Ripalda echa un lúcido vistazo sobre la crisis acaecida en la sociedad prusiana tras el abandono del presupuesto sobre la virtud nobiliaria: “La nobleza está debilitada económicamente y lo está también, como justifica- ción normativa, la supuesta eficacia de su servicio al colectivo (de lo que es síntoma la misma deducción del monarca en el margen de la Filosofía del Derecho hegeliana)” (Ibíd., 44). En aquel contexto, a modo de reacción frente a la monarquía dirigente, en 1800, Fi- chte promueve una concepción particular del Con- trato social en el “Estado comercial cerrado”, no sin cierto viso autoritario a partir del cual fuese posible, paradójicamente, concebir la libertad individualmen- te. En otras palabras, la reflexión filosófica se detiene a establecer una distinción fundamental entre la institu- ción y lo instituido, y trata así de cuestionar la aparen- te potestad del sujeto sobre su propia libertad; si bien la diferencia entre el monarca/soberano y el súbdito entra en crisis, no es menos cierto que Fichte promue- ve al Estado como figura garantista de derechos. Bajo

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un prisma distinto, Hegel cuestiona la diferencia entre ambos estamentos a partir de la ley: “el joven profesor Hegel les habla a sus alumnos de Jena de que la re- lación entre el señor y sirviente debe ser contractual, es decir de derecho” (Ibíd., 59). Esta crítica hegeliana se replica en 1805 con la Fenomenología del espíritu, al evocar la pareja siervo-esclavo como un momento primitivo dentro del devenir de la humanidad.
Un tercer momento, aunque discurre sobre la historia de tres íconos (Goethe, Hegel y Schelling), anuncia el singular aparecimiento de Caroline Schlegel, sintomá- tico de un cambio de época. A decir de J.M. Ripalda, Caroline Schlegel corresponde a la tensión emergente entre el atavismo de la institución matrimonial y la li- beración de cierto estrato ilustrado de la sociedad pru- siana: “Sin duda la Ilustración está generando cambios en una reducida clase literata y urbana (…). De todos modos, no es el matrimonio lo que está en cuestión, sino sus razones de conveniencia y sustento deter- minadas desde un patrimonio familiar, codificadas en rígidas normas de conducta y avaladas religiosa y civilmente” (Ibíd., 66). Caroline enviudó tras adoptar “su deber de mujer: parir hijos y cuidar de su hogar” (Ibíd., 63). Sin embargo, su identidad tomó un derro- tero imprevisto a pesar de las restricciones vigentes; contagiada por el espíritu de la época, estuvo inmersa en un movimiento intelectual en principio reservado para los hombres de inicios del XIX: “La casa, bajo la batuta de la anfitriona Caroline es una agitación co- tidiana de contacto personal, discusiones teóricas de todo lo humano y divino (…). Las mujeres con consi- deradas como escritoras y opinadoras en igualdad con los hombres, incluso se perfila un cierto ideal de an- droginia, al que el mismo Goethe no es ajeno” (Ibíd.,
70).
Un ejemplo similar de la potencia intelectual liberada fue el de Johanna Schopenhauer, cuyo advenimiento, curiosamente, tampoco se hizo esperar tras el falle- cimiento de su esposo. El quinto capítulo retoma así la singular historia de quien dejó momentáneamente una huella en la ciudad prusiana de Weimar, transida por el conflicto de una institución matrimonial ante- diluviana y la búsqueda del amor ideal: “Johanna hace tiempo que ha renunciado al amor. Su posterior obra literaria, estimada por Goethe, pero enseguida olvi- dada, tiene por tema esa renuncia, en sintonía con el Goethe tardío: un primer amor sería el único momen- to de felicidad en la vida, el matrimonio solo puede dar comodidad y sociabilidad” (Ibíd., 80).
A modo de epílogo, el capítulo evoca un evento de esta agitada historia, cuya impronta tiene su eco hasta el presente. En noviembre de 1841, Schelling, el mayor representante del Romanticismo, atrae a diversas figu- ras que de un modo u otro marcan el devenir de la filosofía. Acuden a su lección inaugural en la Univer- sidad de Berlín Sören Kierkegaard y Friedrich Engels; cada uno introduce a su manera una crisis inestimable y transformadora en la historia de las ideas, el tipo de crisis que mantiene vivo a todo pensamiento.

Umbral de época corresponde a una categoría peculiar, entre historia novelada, ensayo filosófico y comentario erudito sobre una multiplicidad de acontecimientos; propone un relato sobre la incertidumbre del espíritu humano y su conmoción. Más allá de cualquier certe- za aparente o norma sobre un destino a seguir, J. M. Ripalda retrata la discontinuidad y las rupturas de una historia que no se define a través de una supuesta fi- jación en el “ser”, sino que, al contrario, como todo devenir, encuentra su raíz en el mundo.


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